“The Other Lamb” review

En The Other Lamb vemos como Selah es una chica nacida en el seno de una religión alternativa conocida como El Rebaño. Sus integrantes, todas ellas mujeres y niñas, viven en un recinto en el campo, dirigidas por un hombre conocido como el Pastor. Selah, que está en el umbral de la adolescencia, es una seguidora increíblemente devota, pero comienza a establecer un vínculo con Sarah, una esposa marginada que se muestra cada vez más escéptica respecto a las enseñanzas del Pastor.

En una edición con una nutrida representación de mujeres realizadoras The Other Lamb de la polaca Malgorzata Szumowska nos introduce en un tema espinoso y de plena actualidad, posiblemente esto último más en el imaginario friccionado colectivo que en el real, al igual que Disco de la realizadora nórdica Jorunn Myklebust Syversen también presente en la pasada edición del Festival De San Sebastián, se nos sitúa en una historia de sectas, en esta ocasión de apariencia religiosa en donde por una alienación que deviene como forzada se llega a someter a personas que atesoran una psique que se percibe como débil, la producción belga e irlandesa The Other Lamb nos cuenta como un pastor domina a sus múltiples esposas e hijas en un grupo cerrado denominado El Rebaño, bajo esta premisa Malgorzata Szumowska transita a través de un relato orquestado para crear inquietud y desasosiego, el camino elegido para dicho trayecto resulta ser tan arriesgado en lo relativo a sus formas como irregular en lo concerniente a ver como las metáforas expuestas no llegan a estar cohesionadas convenientemente con sus imágenes.

A tal respecto en The Other Lamb coexiste una contradicción en lo relativo a lo abstracto que pretende ser visualmente y lo subrayado del mensaje en cuestión, la pregunta vendría dada en la medida de plantearse si realmente existe alguno dentro de un relato en donde el rigor formal y un tono onírico de texturas premonitorias dan la impresión de no llevarnos a ninguna parte una vez concluido su recorrido. También no estaría de más el plantearse si un film que sin llegar a ser experimental y que recurre a virtuosismos formales excesivos han de ser críptico en lo relativo a su lectura, sin ir muy lejos y como ejemplo la reciente The Lighthouse de Robert Eggers ha sido acusada en según qué círculos de pretender ser pretenciosa en lo relativo a un expresionismo estético que es juzgado como impostado en la medida que querer anteponer el impacto visual a cualquier tipo de narrativa digamos convencional. Sea como fuere es evidente que en según qué obras las formas y el fondo no siempre parecen ir al unísono de una manera conveniente.

Malgorzata Szumowska, que ya había mostrado buenas maneras en sus anteriores Body y Mug (Premio a la Mejor Dirección en el Festival de Berlín 2018), nos sumerge en esta ocasión en una pesadilla que deviene principalmente como estilística, dicho de otra manera nos encontramos ante un auténtico deleite visual en base a un ejercicio de estilo ciertamente admirable provisto de líricas y simbolismos varios al servicio de grandes panorámicas, utilización del sonido como ente perturbador, inspirados encuadres etc, el gran lastre lo encontramos en lo concerniente a su narrativa, está en realidad apenas existe y lo poco que detectamos de ella llega a ser intrascendente, que Malgorzata Szumowska a lo largo de su carrera ha incidido con cierta rebeldía en normas y convicciones sociales es harto evidente, sus trayectos para desarrollar dicha autoría no han sido los más comunes, aquí posiblemente el transitar por primera vez con un guion y una lengua ajena le haya alejado en parte de esa ambigüedad antes apuntada acerca de las estructuras rígidas de poder tan visible en anteriores películas suyas en donde a diferencia de este último trabajo no intentaba proporcionar una sola interpretación. Sin embargo en The Other Lamb, cercana a la distopía mental de El cuento de la criada, su acercamiento a cuestiones tales como el heteropatriarcado y el empoderamiento resultan bastante pueriles por no decir previsibles, violencia de género contrarrestada con la correspondiente revuelta y posterior liberación en definitiva, tanto como las analogías existentes en referencia a la primera menstruación de la protagonista principal y la sangre derramada de los animales por poner solo un ejemplo, alegorías en definitivas muy manidas e hijas putativas de los tiempos del Metoo en lo concerniente a su propia contradicción, al final la sensación percibida en el relato contornea de forma peligrosa con la propaganda, un lastre demasiado pesado que no logra disimular su estilismo preciosista.

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