“Antebellum” review

En Antebellum vemos como Veronica Henley es una escritora de éxito que inesperadamente se encontrará atrapada en una terrorífica realidad alternativa ubicada en la temible época de esclavitud al mismo tiempo que deberá descubrir un oscuro misterio antes de que sea demasiado tarde.

Con respecto a la inclusión de Antebellum dentro del subgénero del Black Horror no estaría de más echarle un ojo al notable documental del que hablábamos hace bien poco Horror Noire (reseña aquí) en donde intentábamos poner en perspectiva, al igual que lo hace el trabajo de Xavier Burgin, como el género de terror a lo largo de la historia ha funciona en infinidad de ocasiones a modo de una pedagogía avanzada e inquebrantable siendo un interesante material de estudio acerca de nuestro entorno social, político y racial. También el documental de la cadena Shudder intentaba discernir sobre la actualidad y como está a un nivel ya puramente cinematográfico inevitablemente nos lleva a la exitosa Get Out de Jordan Peele, sugiriéndonos de forma acertada que ciertas películas no solo son un fiel reflejo de la época en que son concebidas, sino que también de algún modo pueden aportar su granito de arena a la hora de poder reescribirlas. Dejando de lado esta segunda referencia, posiblemente más dada a un deseo que a una constatación propiamente dicha, la opera prima de Gerard Bush y Christopher Renz, film en donde queda muy claro a un nivel estético en donde se enfatiza en exceso los planos secuencia y la cámara lenta su formación en la realización de videos musicales, nos sitúa de una forma meridianamente clara en la primera referencia en base a un relato en donde impera la denuncia pero sobre todo la contestación por encima de cualquier otro tipo de sutilezas en referencia a la supuesta reflexión que esta nos puede llegar a estar proporcionando.

Antebellum es otra de esas películas de este atípico 2020 que han quedado atrapadas en el limbo de la distribución a causa de la pandemia, afortunadamente en Europa se ha encontrado un pequeño resquicio a la hora de sacar comercialmente una serie de films que ha día de hoy aún no se sabe cuándo verán la luz en Estados Unidos, las ultimas noticias con respecto Antebellum la derivan a un estreno en VOD para mediados de septiembre. Planteada en tres arcos narrativos, de los cuales el central aparte de tedioso atesora escenas, como la del restaurante, dignas de auténtico sonrojo, la película de Gerard Bush y Christopher Renz no solo parte de unos postulados digamos revolucionarios sino también por ser una clara hija putativa del imaginario que estos últimos años ha ido perpetrando Jordan Peele, a tal respecto no es una casualidad que sea el productor del film sino que visto los resultados podría ser perfectamente su director en referencia a la prácticamente nula existencia de matices a la hora de ofrecernos un discurso que se percibe como rotundo pero que se niega a detenerse en los detalles, aquí no solo en lo concerniente a cuestiones raciales sino también las referidas a cuestiones feministas pues supuestamente también hay bastante de empoderamiento en el relato, el problema  posiblemente venga dado en relación de su condición de innegable militarismo, esto inevitablemente nos direcciona más hacia conceptos algo manidos que al desarrollo propio de personajes (a tal respecto las víctimas de Jigsaw en la saga Saw por poner un solo ejemplo experimentan muchos más conflictos internos que los que puede atesorar Antebellum), se deduce que el principal que el leitmotiv de la historia sea el concerniente a cómo sigue subsistiendo en el imaginario colectivo de los Estados Unidos la pesadilla histórica de la esclavitud. En Antebellum asistimos a una suerte de recreación de las brutalidades de la historia estadounidense en donde una supremacía blanca que niega la derrota deviene como atemporal plasmada en el relato gracias a un truco narrativo que parece surgido de la mente del propio M. Night Shyamalan, sin embargo lo curioso del caso viene en la medida de dejar de lado la denuncia entendida como tal y emparentarse más, posiblemente de forma algo involuntaria, al Blaxploitation de los años 70 en referencia a presentarnos a víctimas y a unos prototípicos villanos blancos que adoran la bandera confederada por encima de cualquier otra cosa, en apariencia tipos gentiles sureños que se regodean en base al privilegio de un autoritarismo complacido en brutalizar los cuerpos negros y despojarlos de sus identidades. Estas no dejan de ser caricaturas racistas mil veces vistas en diferentes ámbitos culturales, villanos locos y ególatras en donde el público espera ansioso el momento de poder verles arder.

Viendo un producto de las características de Antebellum y pese a su parcial valía como integrante de una especie de resurgimiento del Black Horror, algo que no está nada mal dicho sea de paso, un servidor sin embargo echa mucho en falta a ese otro cine fantástico en su mayoría pretérito en donde el mensaje o la alegoría, ya fuera social o política, no fundamentaba el relato fantástico sino más bien al revés, solían ser pequeñas pinceladas adheridas sutilmente a la historia que en ocasiones avisaban al espectador que lo que estaban presenciando iba bastante más allá de ser una película de muertos vivientes o invasiones alienígenas. En cierta manera Antebellum, que termina siendo un producto de su tiempo dado su nada disimulado maniqueísmo, se posiciona en las antípodas del dicho concepto antes expuesto, aquí se prioriza más el mensaje por encima de la historia y los personajes, un mensaje de trazo grueso sobre la esclavitud y el resurgimiento del nacionalismo blanco en base a una apuesta que se cree oscura y dramática pero que saca a Antebellum de cualquier tipo de coordenadas propiamente genéricas. Lo más grave viene en la medida de que pese a que la apuesta transite por la denuncia y la posterior respuesta no hay ningún tipo de indicios para la introspección o las preguntas difíciles, algo que hace percibir desde la lejanía su condición de producto elaborado de antemano a partir de retazos interraciales exclusivamente diseñado para lograr una máxima audiencia aprovechando las tristes coyunturas actuales, lástima que la reflexión en Antebellum no vaya más allá de la frase de WilliamFaulker con que da comienzo el film.

Valoración 0/5:1’5