“Bacurau” review

En un futuro cercano. El pueblo de Bacurau llora la muerte de su matriarca Carmelita, que falleció a los 94 años. Algunos días más tarde, los habitantes se dan cuenta de que el pueblo está siendo borrado del mapa.

La alegoría política y social siempre ha sido un tema recurrente dentro de la historia del cine, posiblemente haya sido el género fantástico y la utopía de ciencia ficción en especial la parcela más abonada a discursos en donde se nos alertaba acerca de los peligros existentes de según qué ideologías que ostentaban, o lo pretendían, el poder, la lista a tal respecto seria ciertamente extensa, como algunos ejemplos podríamos citar el 1984 de Michael Radford en donde la novela de George Orwell ejercía en su plasmación en imágenes de una visión marxista del comunismo provista de un discurso nada sutil acerca del miedo hacia colectivos, que en el fondo resultaba ser todo lo contrario, dominantes, en el Metropolis de Fritz Lang también éramos testigos de la alienación popular con especial énfasis en las separaciones y diferencias de clases sociales con el claro trasfondo de la revolución industrial como síntesis principal de su argumentación, sin irnos tan lejos y apartándonos del fantástico en la extraordinaria The Master de Paul Thomas Anderson veíamos como se indaga en la debilidad mental del individuo a través de un mensaje en donde la religión nos es mostrada como una engañosa arcadia direccionada principalmente hacia la dominación de gente común. Posiblemente a la hora de presentar la excelencia del discurso alegórico o metafórico de raíz político ubicado en un escenario fantástico la novela de Jack Finney Invasion of the Body Snatchers, llevada en varias ocasiones a la gran pantalla, representaba a la perfección una feroz crítica a través de una narrativa paranoica conspirativa del fascismo adyacente en aquella época en relación al senador McCarthy y sus famosas listas negras.

El cine de Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles como claro cine militante ha transitado hasta día de hoy en su gran mayoría a través de un discurso en donde problemáticas sociales y políticas figuran como la principal génesis de su dictado como bien hemos podido comprobar en sus últimas Sonidos de barrio o Aquarius, en su nuevo trabajo tras las cámaras titulado Bacurau se indaga nuevamente en tal discurso en lo relativo a su fondo aunque no tanto en referencia a una formas que difieren con respecto a anteriores películas realizadas por el dúo de directores brasileños. El menaje en esta ocasión es aún menos sutil y más obvio si cabe que en ocasiones pasadas, en el de alguna manera encontraremos más texto que subtexto, la figura de un poder totalitario representado en la figura del invasor nos remite claramente a la actualidad y a Jair Bolsonaro, la novedad viene dada en la forma que Kleber Mendonça Filho y Juliano Dornelles representan tal alegoría política, lo hacen a través de una mixtura genérica tan vasta como por momentos imposible, la virtud viene dada en la medida de no desentonar un producto que dada su naturaleza tenia todos los números para hacerlo. Las referencias de este retrato rural son innumerables, a tal respecto podríamos denominar a Bacurau como una fábula de realismo mágico que irremediablemente nos remite al cine perpetrado en su día por Alejandro Jodorowsky, sus inequívocas texturas de western también parecen transitar por momentos a través de imaginarios fílmicos de por ejemplo John Carpenter o Sam Peckinpah, en tal sentido  la sobredosis de sangre y vísceras adyacente en el film puede descolocar a más de uno, sin embargo estas hibridaciones que por momentos devienen como imposibles no hacen más que reforzar una apuesta que resulta ser tan arriesgada como parcialmente conseguida en relación al buen manejo de los cambios de tono. Al igual que la anterior Aquarius en Bacurau asistimos a un desalojo que deviene como forzoso, si en aquella ocasión era un bloque de pisos aquí se trata de un remoto pueblo situado al sur del Brasil, nuevamente la denuncia va encaminada hacia el invasor que en esta ocasión tendrá que volver a hacer frente a una solidaridad antisistema tan árida como violenta.

De clara lectura política y provista de abundantes ideas tanto  visuales como discursivas Bacurau como buena fábula distópica que es no parece reparar mucho en un subrayado que por momentos parece colisionar con las coordenadas del aquel llamado Cinema Novo, poco importa en realidad dicha confrontación de estilos pues al final de alguna manera confluyen en relación a una combinación resultante de género y política a partes iguales que terminan resultando ciertamente efectiva, a tal aspecto la decisión deviene como ciertamente radical en referencia a un dictado en donde su nada disimulada extravagancia, llevada a cabo sin ningún tipo de complejos ni miramientos sutiles, se erige a modo de esa conocida génesis en donde el cine brasileño parece estar concebido como arma política, aquí expuesto mediante una agraciada mezcla genérica que da lugar a su conclusión al correspondiente debate y reflexión de lo que parece ser hoy en día el Brasil contemporáneo.

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