“Day of the Dead: Bloodline” review

Day of the Dead: Bloodline nos cuenta como el mundo se encuentra diezmado por unos muertos vivientes que han arrasado prácticamente todo resto de vida existente en el planeta. Un pequeño grupo de personas, formado por científicos y militares se refugian en una antigua instalación subterránea del gobierno. Allí intentan contactar sin éxito con otros grupos supervivientes. Mientras, los doctores investigan el origen del fenómeno, y de su posible cura, a la vez que intentan “domesticar” a un muerto viviente al que mantienen encadenado. A medida que pasa el tiempo, las tensiones entre los científicos y los soldados irán creciendo dentro del grupo.

No deja de ser algo curioso como un director de las características del tristemente recientemente desaparecido George A. Romero ha visto a lo largo de estos últimos años como su primera trilogía zombie ha sido posiblemente la saga cinematográfica más revisionada en forma de remakes en la historia del cine, más sorprendente aún resulta el comprobar el muy irregular bagaje que con que se han saldado estas reinterpretaciones de su obra, si en las dos primeras acometidas realizadas surgieron dos piezas ciertamente inusuales y muy a tener en cuenta como fueron las notables Night of the Living Dead (1990) a cargo de Tom Savini y la adrenalítica Dawn of the Dead (2004) de un primerizo Zack Snyder en lo referente a la ya de culto Day of the Dead (se tendría que revisar y poner como ejemplo de poca ecuanimidad y limitada contextualización critica la desmesurada negatividad con que fue recibida en su estreno comercial), tanto el ignomioso film perpetrado por el otrora notable artesano de genero Steve Miner en 2008 como el film que nos ocupa a continuación son claros ejemplos de lo que podríamos denominar como pobres y por momentos injustificadas injerencias con respecto al material original.

No voy a entrar nuevamente en el sempiterno debate acerca de la necesidad o no de realizar nuevas versiones de films ya existentes, siempre he encontrado un poco absurdo ese posicionamiento de génesis casi fundamentalista e incluso de un cariz casi obtuso en sus postulados en donde se niega sistemáticamente la validez o la mera opción de reinventar la obra original, algo que si se para a pensar un poco detenidamente nunca afectara negativamente a ella, posiblemente todo lo contrario, haciendo enaltecer sus virtudes a la hora de equipararla con su nueva némesis, nunca al revés pues una obra primigenia mejor o peor que su nueva versión es inamovible en lo referente a su status estructural, mi cierta aversión e incluso reticencia a este tipo de films viene dado simplemente a un nivel puramente estadístico, solo hace falta repasar muy por encima las tentativas habidas en estos últimos veinte años para cerciorarse de que en su gran mayoría estas películas han devenido como torpes o fallidas, y lo más preocupante como innecesarias (y aquí entra otra vez en escena la consabida comparativa con el original), Day of the Dead: Bloodline termina siendo una muestra más de la infructuosidad del cometido al que hago referencia.

Lo bueno de Day of the Dead: Bloodline es que difícilmente era hacer una película peor que la realizada por Steve Miner en su día, en este aspecto el film del mallorquín Hèctor Hernández Vicens supera a su más reciente predecesora, aun así el film no logra superar unos mínimos que la conviertan en un producto que eleve la calidad media de los remakes, con las innumerables y muy visibles deficiencias que posee, ese personaje clave en el original que era Bud aquí trasfigurado en un poco creíble y por momentos involuntariamente cómica figura por el que orbita prácticamente toda la narrativa de la película, una pobre y algo limitada puesta en escena, generosa cantidad de personajes de cartón piedra, ese complejo militar que lejos de ser claustrofóbica parece dar una cierta sensación de amplitud y bienestar y un final demasiado abrupto posiblemente debido a la prematura liquidación de su muy evidente exiguo presupuesto, Day of the Dead: Bloodline intenta al menos tímidos escarceos a modo de referencia con respecto al film de Romero, son acercamiento a un nivel casi de atrezo, ese calendario colgado en la pared o las caravanas estacionadas en el interior de la base entre otras referencias, existe como mal menor en el producto una intención que aunque no logra satisfacer de forma clara al fan al menos denotan un esfuerzo y una ligera tentativa de proximidad.

Dejando de lado el análisis de un film que por otra parte no requiere de mucha complejidad no estaría de más resaltar el loable mérito de Hèctor Hernández Vicens, joven realizador que con tan solo un film low cost en su haber (la curiosa El cadáver de Anna Fritz) ha conseguido abrirse por sí mismo camino en el farragoso y complicado mundo de las actuales producciones USA de bajo presupuesto. El gran inconveniente que atesora Day of the Dead: Bloodline subyace en su propia naturaleza de derivado de una obra ya existente, esa condición no favorecen a un film que por otra parte no engaña a nadie en lo referente a su cometido, no deja de ser un producto destinado especialmente al streaming como tantos otros que surgen durante el año, el problema viene dado en como la alargada sombra que proyecta George A. Romero sobre ella logra desvirtualizar por completo una faceta que un principio no deja de ser tan funcional como alimenticia.

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