“First Love” review

First Love nos cuenta como un joven boxeador que atraviesa una mala racha durante el transcurso de una noche se encuentra inesperadamente con el primer gran amor de su vida ahora convertida en una prostituta adicta a la droga que pese a sus circunstancias personales sigue manteniendo una mente inocente. La chica sin embargo se encuentra inmersa en una compleja trama relacionada con el tráfico de drogas que la convierte en el objetivo de varias personas.

Con más de cien títulos en su haber no deja de ser algo curiosa la evolución que ha tenido la carrera cinematográfica de Takashi Miike en estas últimas décadas, más sorprendente aún si cabe ha sido su aceptación y posterior tránsito por los festivales de cine de nuestro país, el director de origen nipón empezó a darse a conocer en territorio patrio allá por el año 1999 con una cinta que devino clave en su trayectoria como fue Audition, por aquel entonces el Festival de Sitges sufría una confusión de identidades genéricas brutal, la Semana de Terror de San Sebastián curiosamente capitaneando por Luis Rebordinos por aquel entonces estuvo bastante más avispada a la hora de programar dicho título, un tiempo en que el japonés era un autor de una clara naturaleza trasgresora, en parte lo sigue siendo aunque de una forma algo distinta, con títulos entre otros como por ejemplo The City of Lost Souls, Visitor Q, Ichi the Killer o la saga Dead or Alive en la medida de ofrecer un tipo de cine que se caracterizaba principalmente por una ausencia total de esquemas preconcebidos.

Con el paso de los años y un ritmo de producción cada vez más desmesurado Takashi Miike se convirtió en una especie de hijo putativo del Festival de Sitges, en cada nueva edición estaba presente con más de un título llegando incluso a rodar una película en la localidad catalana, la algo indigesta JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond is Unbreakable, una vez reducida en algo su proclive hiperactividad Takashi Miike aunque sigue sin hacerle ascos a ningún tipo de trabajo va depurando su discurso siguiendo en ocasiones transitando por un cine de encargo pero de un mayor empaque como lo demuestra trabajos como por ejemplo 13 assassins, Hara-kiri: Death of a Samurai o su depurada reinterpretación low cost de otro clásico como es la notable Over Your Dead Body. Una trayectoria que da la impresión de no tener ya una imperiosa necesidad de llamar la atención, de provocar en definitiva, sus trabajos se expanden dejando de ser un coto privado destinados a festivales de género, a tal respecto a nadie sorprendió que su First Love estuviera presente en la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cannes, también estuvo presente el pasado mes de septiembre en San Sebastián dentro de la sección Zabaltegui en un certamen que al igual que aquella Semana de Terror de San Sebastián del año 1999 ahora está dirigido por Luis Rebordinos, circunstancia que curiosamente hace que el círculo se cierre de alguna manera.

Entrando ya en materia de lo que es su último trabajo tras las cámaras un servidor siempre ha sido de la opinión de como las películas orquestadas por Takashi Miike, indiscutiblemente uno de los mejores artesanos que ha dado el cine japonés en mucho tiempo, más que analizarlas concienzudamente merecen ser simplemente disfrutadas, First Love, que se acerca de forma evidente al sector digamos más respetable de su filmografía, representa a ese tipo de cine despreocupado que entre tanta trascendencia festivalera su visionado sienta de maravilla, al igual que la también reciente The Forest of Love de Sion Sono, el film no deja de ser una especie compendio autoral marca de la casa que recoge lo mejor y en parte lo peor de dicha ecuación, su irregularidad narrativa esclava de esa máxima tan característica de su autor en donde todo vale queda aquí convertida en un conjunto de creatividad continua que viene a representar a la perfección el significado de lo que es su propia coreografía cinematográfica, evidentemente tan multigenérica como disfrutable.

Posiblemente si se tuviera que elegir una sola catalogación genérica para el film, algo que en realidad que no deja de ser un poco absurdo en la trayectoria del responsable de One Missed Call, esta sería la de ser una especie de desprejuiciado slapstick criminal que no deja de lado el trazo emocional aderezado como no podía ser de otra manera con un buen número de pinceladas de humor negro, una aplicación de diversas tonalidades genéricas que tiene en parte la virtud de esquivar uno de los males endémicos de muchas de las películas de Takashi Miike, la de agotar al espectador en base a un dilatado frenesí siempre direccionado a desembocar en un clímax continuo que parece no tener fin, aquí todo está permitido en base a la utilización de recursos visuales a cual más ingenioso, como por ejemplo recurrir a la animación en alguna escena espectacular cuando el presupuesto no da para poder rodarla en imagen real, por lo demás el cajón de sastre deviene como inabarcable, solo cogiendo lo positivo, que en este caso no es poco, el disfrute está plenamente asegurado.

Valoración 0/5: 3’5