“High-Rise” review

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1975. Dos millas al oeste de Londres. El doctor Robert Lang se muda a su nuevo apartamento buscando un desangelado anonimato, solo para descubrir que los residentes del edificio no tienen intención de dejarlo en paz. Resignado a las complejas dinámicas sociales que lo rodean, Lang afronta la situación y se convierte en un buen vecino. Mientras trata de establecer su posición, los buenos modales y la salud mental de Lang se desintegran con el edificio. Las luces se apagan y los ascensores no funcionan, pero la fiesta continúa. La gente es el problema. La bebida, la moneda de cambio. El sexo, la panacea.

La adaptación a cargo del británico Ben Wheatley de la novela High-Rise de J.G. Ballard fue uno de los platos fuertes presentes este año en el festival de San Sebastián, una apuesta atrevida y poco complaciente por parte de la organización del festival el incluirla a competición al no ser un film poseedor de unas coordenadas habituales de las que se suelen ver normalmente compitiendo por la preciada concha de oro, “High-Rise” dada sus características causo adhesiones y rechazos extremos a partes iguales de una manera hasta cierto punto lógica, el film nos presenta una distopia retro futurista de premisa clara, el sistema capitalista puesto en entredicho y expuesto de una forma tan dantesca como real, con cierta semejanza con la reciente “Snowpiercer” de Bong Joon-ho pero de un tono completamente diferente, sustituyendo el relato de aventuras de ciencia ficción de aquella por un tono más acentuado en lo referente a su metáfora social, en donde vemos como jerarquías y desigualdades varias derivan en caos y anarquía, abriéndonos al mismo tiempo un apasionante discurso acerca de la pérdida de valores por parte del individuo, una visión acerca del aislamiento autoimpuesto como detonante de una sociedad destinada al abismo, incapaz de evolucionar de una manera consecuente y que termina derivando hacia una auto-protección, aunque valga la redundancia no es precisamente de seguridad de lo que se abastecen nuestros protagonistas,  vemos en definitiva una demoledora crítica al sistema y sus jerarquías sociales autoimpuestas que desembocan en un poder establecido.

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High-Rise” película termina siendo no muy fiel al relato original en texto pero si en espíritu, un variado temario expuesto rico en sarcasmo y de claro calado reflexivo , disfrazada de contornos barrocos y visualmente apabullante, un deslumbrante trabajo por parte de Ben Wheatley, tan potente en su discurso como brillante en lo estético, en donde nos guía en un viaje hacia la locura y la anarquía como única solución ante la pérdida absoluta de un código social de valores básicos por parte del individuo, un film eso si excesivo en su tono e incluso en su discurso, lejos de ser un producto ideal para todos los paladares, poseedora de matices casi surrealistas, aunque también plagado de unas aristas algo defectuosas que alternan con momentos excepcionales, especialmente ese prólogo y unos cuarenta minutos finales realmente abrumadores, una banda sonora acertada con esa irresistible versión del ‘S.O.S.’ de ABBA a cargo de Portishead, con otros no tan conseguidos, cierto abuso de elipsis, falla narrativa en su ecuador al obviar el trayecto de ciertos personajes hacia la locura. “High-Rise” es
 una rara avis cinematográfica de las que tendrían que abundar más a menudo en el cine de hoy en día, no perfecta en su conjunto pero si rompedora en lo referente a su poder de sugestión, que sabe aunar un estilo arty con un tono que la direcciona hacia lo mas puramente salvaje, y eso en si ya es un logro, una muestra en donde Ben Wheatley sale triunfante ante un proyecto tan ambicioso como arriesgado de llevar a buen puerto, y así mismo un vehículo deslumbrante al funcionar como una acertada herramienta visual al servicio del paroxismo más extremo.

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High-Rise” termina siendo una obra única en su especie por su estética rompedora y un estilo de narración tan desenfrenado e hipnótico como atípico, ese tipo de películas que en un primer momentos está destinada al fracaso critico-comercial de una forma instantánea, pero que con el paso del tiempo deviene en obra de culto, una película en definitiva que remueve pensamientos, incomoda e invita a la reflexión a través de sus imágenes y que tiene la gran virtud de no dejar indiferente al espectador en todo lo que nos expone.

Valoración 0/5:4

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