“In the Dusk” review

In the Dusk nos sitúa en la Lituania, 1948. La guerra ha terminado, pero el país está en ruinas. Untė, de 19 años, es miembro del movimiento partisano que resiste a la ocupación soviética. No combaten en igualdad de condiciones, pero esta lucha desigual determinará el futuro de toda la población. A la edad en que se descubre la vida, Untė descubre la violencia y la traición. Las líneas se desdibujan entre su ardiente pasión juvenil y la causa por la que está luchando. Se entregará en cuerpo y alma, aunque eso signifique perder la inocencia.

El nuevo trabajo del cineasta lituano Sharunas Bartas viene a certificar de una forma bastante clara ese tipo de cinematografía, que curiosamente el responsable de Peace to Us in Our Dreams ha ido depurando con el paso de los años, cuyo visionado por parte del espectador no resulta sencillo ni agradable, ni mucho menos lúdica en referencia a su vertiente autoral, posiblemente la reflexión a la que se enfrente a posterior sí que sea bastante más rica en relación a los matices que lanza, sea como fuera In the Dusk es una película que en parte se sufre más que se disfruta gracias al empeño por parte de su autor de mezclar y ubicar narrativas extremadamente intimistas y reales en contextos históricos de posguerra poco dados a la esperanza.

A través de un cine de claras reminiscencias pictóricas en donde silenciosos  largos planos dan lugar a una observación de ritmo bastante lento, que puede llegar a irritar a más de uno, nos queda bien claro para bien que nos encontramos ante un cineasta alejado de cualquier tipo de modas y convencionalismos, se podría decir que In the Dusk más que una película propiamente de guerra es más un relato de sentimientos de penuria con ligeros ribetes de melodrama familiar en base a un estudio de un deterioro percibido como generalizado, ubicado en un contexto bélico devastador a través de la visión neutra de un adolescente que aún no ha sido ni idealizada ni deformada y que supondrá en cierta manera el final de la inocencia direccionada aquí a afrontar una dualidad ética tanto en relación a los secretos de su familia como a los de su propio país, puestos a hilar fino en base a referencias podríamos aseverar que Sharunas Bartas nos ofrece su particular visión del Come and See de Elem Klimov.

Bastante más hermética que en su anterior y notable Frost Bartas ralentiza el costumbrismo hasta extremos insospechados a través de cualquier tipo de narrativa, evidentemente un servidor percibe ante tal acto la función de expresar mediante una fotografía mortecina una atmósfera muy agobiante a través del movimiento restringido de sus protagonistas en donde el fuera de campo se adueña de la función al sistemáticamente ocultarnos más de lo que se nos cuenta, aquella tesis que de alguna manera funciona a modo de preludio de un final como bien lo demuestra ese plano final que parece heredado sin ningún tipo de tapujos  ni complejos del Libertarias de Vicente Aranda.

Valoración 0/5:3