“It Comes” review

Hideki y Kana Tahara son una pareja de recién casados. Hideki está realmente emocionado por el futuro que le depara junto a Kana. Un día, una misteriosa persona visita la compañía en la que él trabaja. Pronto recibe un mensaje de un compañero, asegurando que la persona en cuestión se llama “Chisa”, algo que impacta a Hideki. “Chisa” es el nombre que tanto él como su mujer han elegido para su bebé, pero sólo ellos están al corriente del embarazo de Kana. En cuestión de días, el compañero que transmite el mensaje fallece bajo extrañas circunstancias. La vida de Hideki cambia por completo de ese momento en adelante, viéndose implicado en una serie de misteriosos acontecimientos en los siguientes dos años de su existencia.

Había suscitado una bastante y lógica expectación por parte de los fieles seguidores al género fantástico la noticia de que Tetsuya Nakashima realizaría una película de terror, un autor que pese a estar orbitando de forma continua a través del fantástico nunca ha llegado a adentrarse plenamente en él, evidentemente quienes conozcan la trayectoria y las maneras del responsable de Confessions no se han visto sorprendidos a la hora de enfrentarse a unos resultados que devienen como completamente alejados de convencionalismos al uso en referencia a un producto de las características de It Comes, un relato expuesto a modo de delirante antítesis de formulismos manidos en donde el desconcierto causante deviene como un arma de doble filo en lo concerniente a su algo complicada asimilación por parte de un público desconocedor de un imaginario tan extremadamente particular como resulta ser el de Tetsuya Nakashima.

Tetsuya Nakashima es una autor que va bastante más allá del simple exceso o delirio en sus películas como muchos pretenden etiquetarlo a modo de plantilla genérica, en cierta manera su visión o mirada anida principalmente a través de los demonios interiores que atesoran sus personajes, si nos fijamos brevemente en su filmografía esta viene a ser una constante habitual, basada en una popular novela de Ichi Sawamura It Comes no es ajena a dicha tesis, el escenario en esta ocasión está ubicado dentro de los paramentos del cine de terror japonés actual pero en parte esto no deja de ser una coyuntura parcial en donde parece primar más la mirada personal que el formato genérico en cuestión, dicha mirada vuelve a dirigirse en relación a los malos hábitos del ser humano disparando en esta ocasión al modelo prototípico de familia tradicional japonesa en donde anida esa doble moral adyacente en todos nosotros, o más bien en ellos pues estamos ante un relato de características muy localistas, un déficit que actuara como desencadénate para que el elemento sobrenatural haga acto de aparición en una historia en donde la familia y la paternidad mal entendida actúa a modo de detonante abrupto en el relato. En lo relativo al formato este curiosamente deviene como algo mas sostenido que en películas como Memories of Matsuko o The World of Kanako, films que buscaban a toda costa apabullar en lo visual mediante al frenesí o el desfase conceptual al espectador, más bien en referencia a las formas pues su fondo como marca registrada de la casa continua siendo excesivamente disperso a un nivel narrativo, por momentos desquiciante al igual que su excesivo metraje en lo concerniente a un desarrollo que a través de diferentes líneas temporales vuelve a crear abundantes matices expuestos a través de unos códigos tan concretos como difusos si bien es percibible una cierta depuración de manierismos con respecto a su habitual exuberancia antes comentada en beneficio de una asimilación genérica muy visible en por ejemplo el alucinante y folklórico exorcismo grupal del final, escena en donde posiblemente encontremos las imágenes más potentes y perturbadoras que ha dado el J-Horror en estos últimos años.

El mensaje final de It Comes vuelve a ser demoledor como ya lo era en su día su anterior Confessions y por ende todo el cine orquestado por el responsable de la divertida Kamikaze Girls, un servidor siempre ha tenida la sensación de que todo el cine de Nakashima parte de unos parámetros bien simples para a continuación dotar al producto de una complejidad en base a diferentes perspectivas y subtramas de distinto índole, aquí ni siquiera hace falta recurrir a una hibridación de géneros a la hora de curiosamente incomodar más que aterrar al espectador, a fin de cuentas Tetsuya Nakashima vuelve a recurrir a una infinidad de posibilidades estéticas y narrativas en relación a un tipo de cine aparatosamente complejo, enrevesado en sí mismo si se me permite la expresión, un posicionamiento que para lo bueno y lo malo atesora esa virtud tan en desuso en la actualidad de no dejar indiferente a prácticamente nadie, algo que se mire por donde se mire deviene como todo un logro dado los tiempos algo líquidos adyacentes a día de hoy en el por ejemplo actual J-Horror.

Valoración 0/5: 3’5