“La nuée” review

En la nube vemos como a Virginie le resulta difícil conciliar su vida de agricultora con la de madre soltera. Para sacar a su familia adelante y evitar la quiebra de su granja, se entrega en cuerpo y alma a la cría de saltamontes comestibles. Poco a poco, Virginie empieza a desarrollar un extraño vínculo obsesivo con sus saltamontes: ni sus hijos son capaces ya de reconocerla.

Fue una de las varias óperas primas presentes en la algo atípica sección oficial a concurso de la pasada edición del Festival de Sitges (Premio Especial del Jurado y el galardón a Mejor Actriz para Suliane Brahim), la cinta gala La nuée de Just Philippot, film que se estrena comercialmente en nuestro país la próxima semana, vino apadrinada con el sello de la Semana de la Crítica de ese Festival de Cannes 2020 nunca celebrado constituyendo una buena muestra del gran momento actual que parece estar atravesando el cine de género fantástico proveniente de Francia, cinematografía que de alguna manera siempre ha estado intentando con mayor o menor fortuna a través de diferentes vías la reinvención de conceptos genéricos referenciales a través del filtro autoral.

La nuée certifico de buenas a primeras ese tipo de cine de ambivalencia genérica presente en el festival que tan bien, a diferencia de otros muchos, sabe utilizar e insertar la metáfora dentro de la historia, en esta ocasión la de un duro drama familiar con la precariedad de fondo embadurnado de claros contornos fantásticos, de alguna manera la opera prima de Just Philippot forma parte de ese grupo de películas que al igual que por ejemplo la notable Take Shelter de Jeff Nichols oscila a través de dos aguas en referencia a la exploración psicológica de unos personajes ubicados en una situación y unos hechos limites que se escapan de la lógica y como tales entran de lleno en el terreno del relato fantástico, a tal respecto el mensaje alegórico del film adquiere una curiosa concomitancia con los tiempos actuales del Covid 19 a la hora de mostrarnos como la mano del hombre está forzando a la naturaleza en base a la alteración de sus propios recursos. Si a lo largo de la historia del género fantástico el concepto de catástrofe natural o animal ha estado representada en la mayoría de ocasiones a través de una causa científica en La nuée dicha manipulación parte de unos parámetros algo distintos en base a pervertir el consabido concepto del mad doctor mostrado aquí a través de un concepto de índole mucho más minimalista y realista en lo referido a una vertiente social, inmigración no arraigada, adolescentes excluidos socialmente a causa de la arbitrariedad de una madre soltera y la precariedad en la que se mueve en referencia a unas inquietudes contemporáneas que derivan en angustia, excelente interpretación a cargo de Suliane Brahim, una mujer dispuesta a todo, incluso a dejarse devorar de forma literal por su empresa,  con tal de poder salvaguardar un negocio de crías de saltamontes comestibles que viene a ser el principal sustento de su desestructurada familia.

La reflexión que deriva en advertencia a modo de alegoría en clave medioambiental que nos lanza Just Philippot viene dada en la medida de justificar o no una maternidad percibida como negligente a la hora de cruzar ciertos límites de lo entendible como responsabilidad. Esa obsesión por parte de la protagonista a la hora de alimentar de una manera muy especial a los saltamontes en base a aumentar cada vez más su producción y salvarle de la bancarrota hará que entre en escena en la parte final de la película el elemento fantástico de un modo casi bíblico-apocalíptico, lo hace de una manera admirable en la medida de mostrar de una forma muy comedida e incluso realista una causa/efecto dentro de un planteamiento que hasta ese momento no había salido de unos parámetros naturalistas colindantes ligeramente incluso con un tono documental, de hecho La nuée no deja de ser un relato que bascula a través de una amenaza que transita en lo relativo al in crescendo de su narrativa, desde la sugerencia más sonora, como creciente sensación de malestar previa al peligro, que visual hasta el exabrupto final, la revolución animal pues hará acto de presencia de una forma abrupta y rupturista como fiel testigo y juez implacable en referencia a la desmedida ambición humana, las langostas pasan de un comportamiento neutral e inofensivo a la fase de enjambre agresivo, este último concepto con un buen uso y sentido de la digitación a cargo de Antoine Moulineau, aquí expuesta, si nos posicionamos a través de una mirada referencial y algo juguetona, casi a modo de un emotivo guiño cinéfilo a aquellas entrañables producciones de plagas de índole catastrofistas que tan bien sabia orquestaba en su día Irwin Allen.

Valoración 0/5: 3’5