“Le cahier noir” review

Esta es la historia de las aventuras que corre, a finales del siglo XVIII, una singular pareja formada por un pequeño huérfano de orígenes misteriosos y su joven enfermera italiana, también de cuna incierta. Su estela nos lleva de Roma a París, de Lisboa a Londres, de Parma a Venecia. En la sombra, por razones ocultas, los acecha continuamente un calabrés de apariencia sospechosa y un cardenal inquietante, mientras nos hacen explorar las oscuras intrigas del Vaticano, las punzadas de una pasión fatal, un espantoso duelo, las habladurías en la corte de Versalles y las convulsiones de la Revolución Francesa.

Mucha expectación había suscitado el nuevo trabajo tras las cámaras de la veterana realizadora de origen chileno Valeria Sarmiento tras su anterior y notable La telenovela errante, Le cahier noir que parte casi a modo de transposición de la novela del escritor portugués Camilo Castelo Branco titulada Livro Negro de Padre Dinis es de esas película que parecen estar ancladas en otra época no de forma caprichosa, y no solo valga la redundancia por estar ubicada en un tiempo pretérito como fueron los años previos a la Revolución francesa, dicha determinación o posicionamiento es algo que no siempre tiene que ser asimilado como algo negativo como parece ser que entendieron de forma algo errónea gran arte de la crítica desplazada al pasado festival de San Sebastián en donde tuvo su premier europea.

Lo primero que habría que aclarar con respecto a este relato de intrigas de palacio que indudablemente y como no podía ser de otra manera bebe del imaginario autoral de Raúl Ruiz que es Le cahier noir es su condición de película que ha de ser contextualizada de una forma medianamente coherente con  respecto a su posterior análisis, referirse a ella como un simple film encorsetado de época que indaga de forma laberíntica en el folletín dramático y romántico seria quedarse muy en la superficie, cuando más arriba me refería a estar presenciando un film que parece estar realizado en un ámbito temporal de alguna manera deviene como inusual a día de hoy no era en lo concerniente a estar ante una película desfasada sino ante un relato que intentar evocar una época pretérita no sólo a través un rigor histórico y escénico sino mediante la utilización de unas propias formas a la hora de representarla, esto consiste en aplicar unos códigos muy concretos a lo que es su narrativa, especialmente en los referidos a esa puesta en escena antes mencionada y sus consiguientes referentes históricos en los que se sustenta, es ahí en donde podemos percibir como ese engañoso realismo soterrado está en todo momento acompañada a través de una inteligente ironía que termina siendo escenificada de forma pulcra en referencia a los sentimientos propios de un melodrama de características muy específicas que por momentos parecen remitirnos al cine perpetrado por Eric Rohmer, en el encontramos mimbres de una naturaleza folletinesca bastante reconocible por parte del espectador, secretos del pasado, seducciones varias, uniones y abandonos, venganzas, envenenamientos y evidentemente muertes, con respecto a dicha reinterpretación genérica es en donde convendría pararse a reflexionar si estamos realmente ante un producto de una naturaleza anacrónica o simplemente este se aparta conscientemente de unos cánones narrativos que podríamos denominar como contemporáneos y que supuestamente desvirtuarían lo que es su propia narrativa.

Pese a un subrayado que en ocasiones deviene como muy previsible, sensación acrecentada por una voz en off algo monótona,  Le cahier noir termina siendo algo más que un culebrón a la vieja usanza como muchos se atrevieron a calificarla tras su visionado en el pasado festival de San Sebastián, posiblemente una misma parte de público cuyos giros narrativos en su trama les resultaron grotescos sin reparar que lo que están visionando no deja de ser una máxima fidelización de un texto que logra asumir a conciencia su carácter de tono desaforado provisto en todo momento de una delgada línea de ironía que muchos no lograron detectar, dicho comportamiento pone de nuevo de manifiesto que no estaría de más el intentar asimilar convenientemente ya no solo nuevos y revolucionarios conceptos cinematográficos sino también aquellos que como es este nuevo trabajo de la responsable de Linhas de Wellington consiguen sacar el mejor provecho posible de los recursos disponibles a la hora de recrear una ambientación que nos es expuesta a través de una mirada que se atreve a la valiente reinterpretación del melodrama a la antigua usanza en base a sus propios códigos.

Valoración 0/5: 3’5