“Los reyes del mundo” review

“Un día todos los hombres se quedaron dormidos… Y los cercos de la tierra, ardieron”. Una historia sobre la desobediencia, la amistad y la dignidad que existe en la resistencia. Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano. Cinco chicos de la calle de Medellín. Cinco reyes sin reino, sin ley, sin familia, emprenden un viaje en búsqueda de la tierra prometida. Un cuento subversivo a través de un clan salvaje y entrañable, que transita entre realidad y delirio. Un viaje hacia la nada, donde pasa todo.
Siguiendo con el estigma del desfavorecido, la ganadora de la Concha de Oro a la Mejor Película en el pasado Festival de San Sebastián, Los reyes del mundo, vendría a ser una suerte de versión de Los olvidados de Luis Buñuel, con claros ecos a referentes literarios como Lord of the Flies de William Golding o incluso, apurando mucho, los antecedentes al Heart of Darkness de Joseph Conrad.  A tal respecto la narración del film, siguiendo patrones típicos de la road-movie, nos traslada al Medellín actual partiendo del concepto de la recuperación de la tierra prometida, en su día confiscada por los paramilitares. El tema central aquí orbita en todo momento a través del concepto de la orfandad espiritual de unos adolescentes decididos formar su propio, y en parte utópico, núcleo familiar.
En esta ocasión Laura Mora cambia su mirado con respecto a la ofrecida en su anterior Matar a Jesús, si en aquella película retrataba, casi en modo cinéma vérité, momentos percibidos como fugaces en lo concerniente a su realismo, a través de un relato político que hablaba sobre un asesinato, en Los reyes del mundo, su mirada se sitúa mas desde la distancia. Lo hace en relación a una narrativa de tono contemplativo. El estilo autoral de la realizadora colombiana se estructura pues en referencia al estimulante manejo que hace de los espacios cerrados por donde transitan sus personajes. La principal virtud del film se podría decir que radica en como aborda, desde la intimidad y la abstracción, problemáticas sociales de la realidad actual colombiana, en este caso la referido a la tenencia de la tierra. Lo hace situándose en la frontera de lo real y lo imaginario, dinámica acentuada aún más si cabe por el estado de ánimo de los protagonistas a medida que avanza su viaje, todo ello a través de un tono que de alguna manera acompaña al creciente delirio por el que deambulan.
Película que termina estando plagada de simbolismos, la mayoría de ellos de evidentes trazos neorrealistas y texturas hipnóticas. El nuevo trabajo tras las cámaras de la colombiana Laura Mora tiene el beneplácito de ser ese tipo de relato que parte de un compromiso honesto atesorando al mismo tiempo la virtud de prescindir de cualquier trazo de estética vacua a favor de lo meramente instintivo y conmovedor, todo ello a través de la reafirmación de una identidad, o el intento de él, también de una búsqueda que en realidad no deja de ser una huida.

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