“Mary Shelley” review

Será siempre recordada por ser la escritora que creó a Frankenstein. Criada por un filósofo de renombre (Stephen Dillane) en el Londres del siglo XVIII, Mary Wollstonecraft Godwin (Elle Fanning) es una adolescente soñadora decidida a dejar huella en el mundo. Un día conoce al brillante poeta Percy Shelley (Douglas Booth) con el que empezara una aventura amorosa marcada por la pasión y la tragedia, algo que transformará a Mary y la impulsará a escribir su obra maestra gótica.

La peligrosidad de cara al respetable de los llamados biopics cinematográficos no deja de ser un mal endémico, un arma de doble filo dada su propia condición, uno puede pensar desde un inicio que al transitar por un material cuyas credenciales en principio ya están estipuladas de antemano estas pueden dar lugar a la interpretación más variada posible, siempre arriesgada por parte del autor mientras este no caiga en lo más puramente académico del retrato, posiblemente el principal lastre con que se suele encontrar este tipo de producciones a día de hoy. Enfrentarse a una visión que abarca tanto como es el personaje de Mary Shelley da lugar a infinitas posibilidades, sin embargo el retrato que nos muestra la realizadora Haifaa Al-Mansour (La bicicleta verde) da la impresión de quedarse en tierra de nadie, y lo que es más importante, que en ninguno de los enfoques temáticos por los que intenta transitar momentáneamente logra despojarse de un tono que bordea peligrosamente el trazo más estereotipado.

Aprovechando el 200 aniversario de la publicación de la novela el Mary Shelley de Haifaa Al-Mansour aborda en la mayor parte de su metraje la adolescencia de la creadora de Frankenstein y los motivos trágicos que la llevaron a escribirla, la historia de una voluntad de aprendizaje que podríamos aseverar que es expuesta a través de tres perspectivas en apariencia distantes, la del melodrama que incide en el trazo romántico que transita en lo social para acabar en lo íntimo, los paralelismos existentes entre la autora (notable Elle Fanning) y su creación y el enfoque feminista que pretende orbitar alrededor de todo lo anterior, todo ello aderezado con una impronta gótica como no podía ser de otra manera que pese al buen acabado visual del film este en vez de ser un activo importante y necesario en la historia deviene casi a modo de simple atrezo dada su falta de cohesión en lo referente a su escénica y su narrativa. Hay una evidente e inequívoca intención de reivindicación por parte de Haifaa Al-Mansour (curioso paralelismo con referente al material que maneja y ser la primera mujer saudita en rodar en Hollywood), en este aspecto el film forma parte de ese movimiento de índole feminista, en este caso cinematográfico, que incide en otorgar credenciales autorales a personajes que por un motivo u otro se vieron despojados de ello en su momento, mayormente por trabas sociales impuestas. Es en el estricto retrato de una rebeldía e incuestionable vocación transgresora del personaje en cuestión en donde la película posiblemente encuentre sus mejores momentos, aquellos en donde la historia narrada en primera persona pretende ser espiritual e incluso por momentos física a modo de un doloroso aprendizaje tan vital como íntimo pero no global en lo referente a su concepción en lo concerniente a su obra literaria.

El Mary Shelley de Haifaa Al-Mansour como retrato dual que expone un nacimiento que camina casi al unísono entre lo personal y lo creativo no tiene dudas al respecto a la hora de apostar por el relato íntimo en vez de un retrato de época algo más global, posiblemente la perspectiva más consecuente que sin embargo queda aquí expuesto de la manera más evidente, sin llegar al trazo más académico en lo referente a su exposición y al mal uso que se tiene de tal termino en la actualidad uno tiene la impresión de que el espectador siempre se sitúa por delante de la narrativa y no al revés, una ausencia de sorpresa que termina derivando por momentos en una suerte de relato estereotipado del creador maldito por excelencia, de alguna manera toda la película da la impresión de transitar a través de los demonios internos de una persona, el retrato de una navegación a contracorriente que pedía de un mayor bagaje conceptual, el intentar ir un paso más allá a la hora de contarnos cómo surgió el germen de Frankenstein en lo referente a la infinidad de simbolismos existentes en dicho personaje y en todo lo que le rodea.

  Valoración 0/5:2’5