TerrrorMolins: “La madriguera” review

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Del 11 al 20 de noviembre está teniendo lugar la 35 edición del festival de Cine de Terror de Molins de Rei, uno de los certámenes de género fantástico más veteranos del país que ha fundamentado sus señas de identidad durante todos estos años en su conocido maratón de 12 horas. En estos últimos años ha habido una voluntad muy palpable por parte del festival de intentar crecer dentro de sus limitadas posibilidades (continua, seguramente para bien, siendo un pequeño evento que funciona en base al entusiasmo casi desinteresado de quienes lo organizan). Entre otras cosas TerrrorMolins ha pasado en estos últimos años a ser miembro de la Federación Europea de Festivales de Cine Fantástico o de tener una sección de largometrajes a competición, del mismo modo en la presente edición se han incrementado los días de duración del certamen a nueve y aprovechando el leitmotiv (mutaciones) de este año y acompañado con las proyecciones de las películas The Fly de David Cronenberg coincidiendo con su 30 aniversario y The Man with the X-ray Eyes de Roger Corman el festival ha tenido para bien el editar su primer libro oficial Puede ser contagioso. Las mutaciones en el cine de género. Una edición la de este año también tiene la novedad de contar con una inauguración y clausura propias, si el próximo viernes 18 se proyectara a modo de cierre el The Neon Demon de Nicolas Winding Refn la apertura de este año corrió a cargo del debut en la dirección de Kurro González La madriguera.

Debido a un suceso trágico, Carlos, un escritor de éxito, pierde las ganas de escribir y se encierra en casa, pero la editorial insiste en que cumpla su contrato. Al verse incapaz de salir de esa situación, su editor decide enviarle a Caterina, una joven ayudante que admira su trabajo. Su presencia hace que Carlos recupere cierto orden, y le empuja a realizar verdaderos esfuerzos para superar los miedos que le paralizan. Carlos ve en Caterina la oportunidad de concluir su novela, y no está dispuesto a dejarla marchar… Nunca.

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Hace bien poco hablábamos de Pet segundo trabajo tras las cámaras de Carles Torrens a propósito de su reciente pase por el festival de Sitges, en la presentación previa a la proyección este a modo de curiosa advertencia alertaba al público de no tomarse excesivamente en serio la historia de iban presenciar, posiblemente debido a su muy juguetón guion, La madriguera al igual que el film de Torrens parte de una premisa bastante parecida, el secuestro o rapto expuesto a modo de thriller psicológico bajo una escenificación de claro trazado minimalista, una premisa llevada a cabo en multitud de ocasiones a la gran pantalla y cuya piedra angular seguramente sea la magnífica The Collector de William Wyler. La referencia antes citada al film de Carles Torrens con respecto a La madriguera viene dada en base al posicionamiento diametralmente opuesto entre ambas pese a partir de una premisa casi idéntica, si Pet incidía en el consabido juego entre el gato y el ratón aderezado con un curioso cambio de roles en lo referente a sus personajes la opera prima de Kurro González se decanta más hacia la exposición del retrato de un perfil psicológico en su vertiente más puramente dramática.

No deja de ser meritoria la muy modesta en medios apuesta llevada a cabo por Kurro González y Francisco Conde (actor principal, guionista y productor) en La madriguera un film en donde se apuesta por un retrato de personajes que transitan a través del miedo heredado a través de un hecho traumático y como este actúa como percutor de conductas desviadas, sin embargo es algo visible que en la película hay un conflicto evidente entre su clara apuesta por la dramatización de sus personajes y el generar tensión a través de sus actos, ese posicionamiento en tierra de nadie entre el drama y el thriller en donde se sitúa por momentos La madriguera es muy visible en una narración algo irregular que le cuesta encontrar el ritmo adecuado especialmente en su primera parte. Aun así y pese alguna que otra deriva más La madriguera tiene la particularidad y la ligera virtud y en cierta manera su propia razón de ser en no ser una película al uso de secuestros que incida en lo manido de su trama, algo que la direcciona en la actualidad en ser casi un producto de naturaleza algo atípica, hay una voluntad muy manifiesta en sus responsables en retratar perfiles y comportamientos psicológicos y situarlos en base al uso de un acertado espacio escénico de tono opresivo en detrimento de caer en la tentación de adentrarse en lo gratuito del golpe de efecto argumental , algo muy característico en este tipo de películas, de hecho en las escasas escenas en donde aparece una inevitable violencia se huye conscientemente de visualizar lo explicito, toda una declaración de intereses que de alguna manera e independientemente de su resultado final siempre es un posicionamiento que se llega a agradecer.

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