“The Dark and the Wicked” review

Sigue los pasos de dos hermanos que regresan a la granja de su familia para esperar a la inevitable muerte de su padre. Lo que en un principio parece ser un ritual ancestral relacionado con la pérdida y el recuerdo acaba convirtiéndose en algo muy distinto.

Volviendo a incidir en ese concepto tan actual en relación a las expectativas generadas de forma algo precipitada en lo concerniente a la fallida Archenemy de Adam Egypt Mortimer no deja de ser curioso como también empieza a ser un denominador bastante común el posiciónanos de forma habitual ante la supuesta falta de ellas, en ese preciso punto daba la impresión de encontrarse la trayectoria de Bryan Bertino, director que tras darse a conocer de forma algo generalizada dentro del fandom en 2008 con la aplaudida The Strangers tuvo una especie de retroceso digamos artístico en las posteriores e intrascendentes Mockingbird y The Monster, ambos trabajos  parecían remitirnos a un estancamiento de complicada solución, cuando menos se esperaba con The Dark and the Wicked consigue estructurar una suerte de renacimiento genérico al realizar el que es posiblemente su mejor trabajo a fecha de hoy, un film de estructura bien simple cuya mejor virtud radica posiblemente en salir relativamente airosa de mucho de los vicios y estilemas que tan mal ejecutados podemos ver en el fantástico contemporáneo.

Suele ser cada vez más frecuente, en el Festival de Sitges del pasado año hubo un sinfín de ejemplos de todo ello, como muchas películas utilizan de una forma muy poco sutil el fantástico a la hora de explayarse en base al aparatoso subrayado de un discurso político o social cuando a lo largo de la historia del cine las buenas películas de género han hecho justamente todo lo contrario, insertar la metáfora de forma casi desapercibida en una estructura fantástica que vertebra de principio a fin el relato, básicamente un movimiento que consiste en tener claro las prioridades y la funcionalidad de la historia en cuestión, intención esta que curiosamente puede encontrar un paralelismo casi inverso con respecto a otro film visto en el Festival como es la decepcionante Relic. En The Dark and the Wicked si se busca la alegoría o la metáfora de una forma detenida puede que incluso se llegue a encontrar, esta pude ser por ejemplo la pesada carga mental que acarrea la muerte de un ser querido o como el dolor y el trauma de las pérdidas de alguien cercano llevan a los supervivientes a unos territorios de una mayor vulnerabilidad aunque en realidad todo da la impresión de parecer orbitar en relación al concepto de la culpa en lo concerniente a la desestructuración familiar, sin embargo estas cuestiones intuidas no dejan de ser meras excusas, si se me permite la expresión incluso una suerte de McGuffin al uso, lo primordial aquí, o al menos lo que un servidor logra intuir, es mostrar la cercanía de la muerte como desarrollo de un mal de índole endémico e intangible, lo que realmente parece importarle a Bryan Bertino es la creación de una atmosfera malsana que mantiene la tensión y en base a ella exponer un simple relato de terror casi a modo de ejercicio de estilo en base a acertados manejos de espacios fílmicos y utilización sonora que de alguna manera logran solapar una narrativa que puede percibirse como algo errática, artilugios estos que sin inventar nada nuevo resultan bastante efectivos especialmente en lo referido a una confrontación de ficciones en un principio antagónicos, por un lado el crudo y desalentador realismo en el que parecen moverse sus protagonistas, casi por momentos lindantes con el documental contemplativo, y por otro ese concepto fantástico del mal sobrenatural como ente generalizado que se expande casi a modo de un virus.

The Dark and the Wicked que antepone en todo momento la sugestión explicita a una digamos lógica narrativa termina siendo un producto solido que tira de manual a través de una escenografía potente a la hora de indagar en eso tan difícil de ver en la actualidad en una pantalla de cine que es el intentar explayar un miedo primario a algo que los protagonistas del relato son incapaces de descifrar o asimilar, a fin de cuentas por fortuna un parte primordial a la hora de hacer una buena película de terror sigue siendo la creación de un clima que sea lo suficientemente  tenso y veraz para con el espectador, aquí afortunadamente expuesto sin ningún tipo de subrayado en lo relativo a una posible explicación que se ha de buscar, o no, todo según el camino que quiera transitar el espectador.

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