“The House That Jack Built” review

Estados Unidos, década de 1970. Seguimos al brillante Jack durante un período de 12 años, descubriendo los asesinatos que marcarán su evolución como asesino en serie. La historia se vive desde el punto de vista de Jack, quien considera que cada uno de sus asesinatos es una obra de arte en sí misma.

Un servidor es de los que opinan algo que a algunos les puede parecer tan obvio como aquello de que un realizador de las características de Lars Von Trier en cierta manera pertenece a otra división autoral en lo concerniente a poder diferenciar y diseccionar sus pautas con respecto a sus congéneres más cercanos, es por ello que una obra de los atributos de The House That Jack Built resulta harto complicado de poder interpretar o desgranar de una forma conveniente dada su por momentos inalcanzable creatividad no solo ya en referencia a compararlo con cualquier otro realizador contemporáneo que realice su particular visión de las andanzas de un psicokiller al uso sino al concepto del análisis correspondiente de la propia critica en la medida de ser una película de difícil acceso a la hora de poder ser abordada y diseccionada con las plenas garantías que se merece la obra en cuestión.

Dicha inaccesibilidad queda acrecentada con la sensación de que poco más de una reseña a la hora de hablar de ella deviene claramente como un análisis insuficiente. Dicho esto el autorretrato deformado y ciertamente terrorífico que nos ofrece The House That Jack Built ha sido calificado por algunos, no sin parte de razón en ello, como la capilla Sixtina del cine de los serial killer, dicho calificativo no pretende otorgarle ningún galardón como la mejor película realizada con respecto a dicha temática hasta la fecha, más bien viene dada en referencia a su innegable densidad y matización a la hora de transitar a través de ella una feroz autocrítica sobre la moral humana, podríamos aseverar que estamos ante un relato de índole ensayístico que traspasa delimitaciones genéricas, condición esta que extrapola el mero retrato de una mente desvirtuada en favor de un estudio acerca del sentido de una creación que revisita en ocasiones y de forma poco sutil el propio universo cinematográfico de Lars Von Trier. Un servidor que ha seguido de pies puntillas la carrera del director de origen danés sin atisbos de fanatismos ni fobias infundadas nunca ha entendido que una supuesta provocación artística tenga que ser algo que algunos se empeñen en catalogar en la mayoría de los casos como criticable, en este sentido The House That Jack Built que evidentemente no es un plato para todos los gustos se erige como un brillante y sádico catálogo de horrores que va la limite a la hora de contar un  discurso en donde se nos expone la creación de obras de arte como un ente autodestructivo que a ojos del resto de los mortales pueden parecer incluso atroz, en este sentido resulta muy evidente la figura del asesino como álter ego del realizador que en esta ocasión vuelve a la narración episódica tan característica suya últimamente, a Lars Von Trier le ha salido un relato más serio y en parte más trascendental de lo que él parece que hubiera pretendido en un inicio, ese supuesto y poco reconocible humor negro queda en parte dilapidado en base a una cierta socarronería de lo supuestamente explícito en referencia a la recreación de forma algo sistemática de la violencia infligida a las víctimas, en su práctica totalidad destinada a ser sufrida por mujeres y niños.

Aunque situado en las antípodas al igual que el Maniac de William Lustig (en el que nos detendremos próximamente tras su excelso pase en la pasada edición del Festival de Sitges en una versión restaurada en 4K) o el Henry: Portrait of a Serial Killer de John McNaughton estamos ante una película contada desde la propia problemática, ósea desde su raíz, narrada desde dentro a través de la mirada del asesino, junto a el hacemos un camino en paralelo en donde se indaga en demonios interiores, de hecho la película no dejó de ser un dialogo continuo expuesto a medio camino entre una dialéctica filosófica y un psicoanálisis al uso permanentemente expuesto durante  más de dos horas y media con el espectador como ineludible receptor, pero a diferencia de los films citados más arriba ese ejercicio de metacine en referencia a cierta angustia existencial ubicada en The House That Jack Built hace de dicho discurso como algo propio y extremadamente autoral que indaga en los límites de la violencia aplicada al arte y su posterior justificación o mecanismo de identificación con respecto al espectador, expuesto de forma consistente y evidentemente narcisista, de hecho este no deja de ser una confesión en primera persona con la ayuda de esa voz de la conciencia presentada bajos los rasgos de un excelente Bruno Ganz y contada a modo de descenso a un infierno que en su parte final nos remite de forma meridianamente clara a La divina comedia de Dante, deviniendo finalmente como una muestra más, y ya van unas cuantas, de la innegable pericia y densidad autoral de unos de los indiscutibles genios cinematográficos que nos ha dado el cine en estas ultima décadas.

Valoración 0/5: 4’5