Modernidad mal asumida. “The Turning” review

The Turning nos cuenta como una joven institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños.

Si a lo largo de la historia ha existido una novela que haya sabido aprovechar mejor los resortes de lo que podríamos llamar como el gótico fantasmal de ambigua interpretación esa ha sido sin lugar a dudas The Turn of the Screw de Henry James, publicado en el año 1898 dicho texto ha sido llevado en multitud de ocasiones tanto a la pequeña como a la gran pantalla, también a la opera por parte de Benjamin Britten cuya primera representación data del año 1954. Si se tuviera que elegir una sola adaptación que haya sabido plasmar con mejor tino la esencia de la novela esta seria sin pocas dudas al respecto la espléndida The Innocents de Jack Clayton, tomando pues como principal referencia comparativa tanto el texto original como el film del responsable de Room at the Top analizaremos por encima la que ha sido la última adaptación al cine de dicha obra titulada The Turning.

En una escala de valores en referencia a su posible valía como adaptación el film de Floria Sigismondi, que a diferencia de otra apócrifa actualización como fue aquella aparatosa The Haunting de Jan de Bont, y que pese a estar auspiciado por un gran estudio como es Amblin da la sensación de ser un producto de serie B, podría situarse perfectamente en el escalafón más bajo de la larga lista existente, dudoso honor este pues es complicado el desperdicio de una base tan sólida y con tantas salidas con respecto a posibilidades bifurcaciones genéricas, a tal respecto es difícil ver alguna adaptación de la obra que careza de algún tipo de interés en su haber, incluso en aquellas que intentan algún tipo de reinterpretación como por ejemplo las patrias Otra vuelta de tuerca de Eloy de la Iglesia (1985) o la curiosa El celo de Antoni Aloy (1999) o incluso aquella atrevida y nada desdeñable re imaginación a modo de precuela como fue The Nightcomers (1971) del siempre eficaz Michael Winner. Lo peor del caso y partiendo del escollo de no saber aprovechar adecuadamente un elemento tan primordial en el relato como es el tono atmosférico viene en la medida de ver como The Turning se sitúa de forma supuestamente consciente en las antípodas de la naturaleza del material primigenio. Un servidor siempre ha sido de la opinión de que un remake o nueva adaptación tiene la perfecta legitimidad de seguir un camino diferente al de la obra de la que parte, de hecho si nos fijamos en la larguísima lista de esta clase de películas, casi un sub género en sí mismo, encontraremos las mejores muestras en aquellas obras que han intentado exponer su propio discurso y se han apartado del simple escaneo referencial. En el caso que nos ocupa los guionistas Chad Hayes y Carey W. Hayes en parte toman esta dirección aunque de manera tan torpe como contradictoria, por un lado y al igual que la reivindicable The Turn of the Screw de Rusty Lemorande (1991) se nos sitúa la acción lejos de la época victoriana, sabemos que es a mediados de los 90 por una referencia televisiva sobre la muerte de Kurt Cobain, vemos algún vehículo o teléfono que más que de esa época parece sacada de los años 70, poca más indagación de la contextualización temporal encontraremos en una película que utiliza dicha traslación de tiempo de manera tan caprichosa como vacua pues al final toda la acción se sustentara en una mansión que bebe, o intenta hacerlo, del gótico.

Lo peor sin embargo de este The Turning que intenta modernizar un clásico de forma deficiente vendrá en lo referido a su tono, si tanto en la novela como en el film de Jack Clayton lo sugerido y lo sutil se manifestaba como principal status quo del relato aquí el posicionamiento elegido deviene como como una autentica antítesis, el golpe de efecto sonoro, o el denominado jump scares estridente, aquí  aparte de estar omnipresente deviene como extremadamente predecible estando presente en prácticamente cada uno de los momentos en donde se pretende inquietar al espectador. Puestos a escarbar en la difícil tarea de intentar percibir algún elemento que se aparte del tono ordinario imperante en la película este lo podríamos encontrar en una suerte de trauma, mal desarrollado, de la protagonista principal, si en la base original la raíz de la fragmentación mental de la institutriz venia dada en lo concerniente a una mal asimilada represión sexual en la película de Floria Sigismondi es sustituido por una deriva psicológica materna, tanto en referencia a su ausencia como a una posible herencia genética de disfunción mental, a tal respecto la conclusión de The Turning, en donde la ambigüedad es sustituida por la confusión y que da la sensación de estar sacada de algún descarte en referencia a finales alternativos, no deja lugar a dudas acerca del resultado final, no tanto en lo concerniente a sus difusas intenciones en intentar ser fiel a su manera al concepto final de vuelta de tuerca, y si en la certeza de no saber sacar partido a un material original que en esta ocasión es víctima de una modernidad mal entendida y peor desarrollada.

Valoración 0/5: 1’5