“True Mothers” review

True Mothers nos cuenta como tras una larga e insatisfactoria lucha por quedarse embarazada y convencida por una asociación de adopción, Satoko y su marido deciden adoptar a un niño. Años después, su familia se tambalea con la amenaza de Hitari, una chica desconocida que dice ser la madre biológica. Satoko opta por confrontar a Hitari directamente.

True Mothers fue otra de esas películas presentes en la sección oficial a concurso del Festival de San Sebastián que en un principio tenían previsto su participación en el Cannes del pasado mes de mayo, con toda seguridad de haberse celebrado el certamen galo la película también hubiera estado presente en San Sebastián en la sección Perlas pues Naomi Kawase es un nombre ya muy habitual en ambos festivales y raro es el trabajo suyo que a estas alturas no figure en uno u otro certamen. En True Mothers, adaptación de la novela  homónima de Mizuki Tsujimura, la directora nipona vuelve a incidir y a explorar en una de las temáticas más recurrentes, casi de modo obsesivo, de toda su filmografía como es el concepto de la maternidad aquí expuesto desde distintas vertientes a través de una historia entrelazada que llegados a un momento se bifurcan para terminar irremediablemente encontrándose en la conclusión del relato.

En True Mothers se hace visible como se empieza a vislumbrar una especie de intento involución en la carrera de la responsable de El bosque del luto, en cierta manera esta dirección en sentido inverso o vuelta a unos orígenes temáticos pretéritos va un poco a contracorriente con respecto a la gran mayoría de autores, si en sus últimos trabajos estos estaban plagados de simbolismos y alegorías algo cargantes y a cual más diversas, también en lo referido a un cierto preciosismo visual como pudimos ver en su anterior y algo indigesta Vision, en donde se suele incidir en la exploración del consabido ciclo de la vida como alternativa de reconciliación y unión gracias a la influencia simbólica de ciertos elementos tradicionales que nos rodean, en True Mothers se opta por una narrativa de un tono en apariencia bastante más sencillo que intenta evitar supuestamente dichos excesos alegóricos y en donde parece clarificar algo más su obra reduciendo la opulencia estética y narrativa empleados hasta entonces. Por momentos lindante con el cine clásico pero también atesorando texturas bastantes reconocibles en anteriores trabajos suyos que la direccionan hacia un tono algo comercial que aquí colinda de forma algo peligrosa con el concepto de publicitar por ejemplo la autoayuda en referencia a explayar una especie de oda acerca del concepto de ser madre. De alguna manera el film, en donde Naomi Kawase abandona ese escenario agreste prototípico en sus historias para ofrecernos un relato urbano, parte de una premisa que pese a sus ramificaciones argumentales termina siendo bien simple, contada en dos tiempos distintos y sendas tramas argumentales que terminan convergiendo a la hora de explorar dos, o tres, vertientes totalmente diferentes de la maternidad en lo relativo a preguntarnos qué significa ser madre y que incidencia puede tener en ello el hecho de ser biológica o adoptiva, para ello Kawase se toma todo el tiempo del mundo posible, quizás demasiado.

Aun así a tal respecto hay acotaciones ciertamente interesantes en la película como para no desmerecer el producto por mucho que este colisione con respecto a encontrarnos con dos discursos percibidos como distantes en sus formas, el autoral y el algo más convencional, a la hora de intentar de forma algo vana conmover al espectador especialmente en lo relativo a su tramo final. Cuestiones de fondo como esos apoyos mutuos que las mujeres crean a la hora de sobrevivir al trauma psicológico de dar a luz como vemos en la historia de la joven madre biológica de 14 años expuestos en el relato a modo de unos flashbacks que aunque interesantes en lo referente a su tesis no deja de ser un pequeño lastre para el desarrollo y fluidez que vertebra una historia, en parte algo domesticada, y si se me permite el símil adocenada, algo que posiblemente nos derive a la película más accesible de toda la filmografía de Naomi Kawase en relación a intentarnos contar algo supuestamente profundo que sin embargo evita en todo momento lo obvio, en este caso un supuesto complejo dibujo acerca de las maternidades que no ejercita, ni lo pretende, ningún tipo de juicio moral sobre las acciones emprendidas por sus protagonistas.

Valoración 0/5.2’5