“Velvet Buzzsaw” review

En el despiadado mundo del comercio del arte de las artes plásticas, Josephina encuentra por accidente un auténtico tesoro: tras fallecer, un viejo artista clandestino deja tras de sí una maravillosa colección de cuadros con el deseo expreso de que éstos fuesen destruidos tras su muerte. Decidida a sacar buena renta de ellos, Josephina comienza a exponerlos ante los ojos de algunos de los pesos pesados de la industria que la rodean, incluyendo a su jefa Rhodora, al crítico de arte (y amante ocasional), y a algunos de los coleccionistas de arte más voraces del mercado, como Bryson y Gretchen. Aunque la obra del artista logra la admiración del público, también despierta algo imperceptible y siniestro que amenaza con castigar a aquellos que se han beneficiado de su trabajo.

Empieza a ser algo normal el comprobar como ese nuevo gigante del concepto audiovisual que es Netflix recluta autores de cierto renombre para sus nuevos proyectos, tanto jóvenes prometedores como directores plenamente consagrados, en este sentido el último y el que parece haber roto la baraja a tal respecto es Martin Scorsese con la esperada The Irishman, Dan Gilroy no deja de ser un caso algo curioso en tal sentido, su mayor bagaje viene en relación a su labor como guionista con trabajos tan dispares como aquella imposible psicodelia futurista titulada Freejack o la interesante The Fall de Tarsem Singh, en 2014 decidió dar el salto a la dirección con el eficiente ejercicio de estilo Nightcrawler, feroz y nada sutil critica al intrusismo de los medios de comunicación a la que le siguió la algo más académica Roman J. Israel, Esq., ahora de la mano de Netflix nos presenta Velvet Buzzsaw, comedia negra situada a medio camino entre la sátira y el terror, una nueva incursión expuesta a través del cinismo centrada en esta ocasión en el negocio del arte ubicado en la ciudad de Los Angeles.

Es bastante evidente que Velvet Buzzsaw no deja de ser un apéndice temático de su anterior Nightcrawler, en esta ocasión Dan Gilroy, autor poco ortodoxo donde los haya, expone su mirada a través de una sátira que subyaga las miserias de un determinado entorno, en este caso artístico, o más bien las lúgubres bambalinas que lo rodean, el problema viene dado en que Velvet Buzzsaw deviene como un producto del todo inconsistente y por lo tanto fallido en lo relativo a sus supuestos postulados. Un servidor tiene la ligera impresión de que Dan Gilroy no ha sabido equilibrar conceptos cinematográficos, podríamos definir la película como un alocado estudio sobre  la avaricia capitalista centrada en el mundo del arte, en él se aglutinan comportamientos  tan execrables como los vistos en su anterior Nightcrawler pues a fin de cuentas la totalidad de personajes que vemos desfilar en la historia resultan desagradables en todas sus formas posibles, conforme avanza el film este se transmuta en una especie de slasher de índole sobrenatural con cierta tendencia al gore más recalcitrante de la serie B aderezado con la subtrama detectivesca de rigor, una sátira moral punzante convertida en una suerte de venganza de ultratumba, evidentemente dicha amalgama genérica termina resultando ciertamente indigesta en lo concerniente a su ejecución, no ya en lo referente a sus formas sino más bien a su fondo pues a fin de cuentas pese a esa supuesta trasgresión en retratar mordazmente lo frívolo todo ello deviene como insuficiente y lo que es peor mostrado de forma irregular con ese sensación tan característica en este tipo de productos de situarse en tierra de nadie, posiblemente el film requería de un mayor arrogo visual y temático en referencia a la locura que circunvala todo ese concepto de burbuja casi irreal alejada de lo que entendemos como algo normal en lo social en el que parecen viven los protagonistas de la historia.

Al final Velvet Buzzsaw termina dando la impresión de ser una especie de aparatoso capricho de generoso presupuesto que intenta planear reflexiones de difícil desgrane dada su torpeza narrativa, ese escena final en donde vemos a John Malkovich en la playa podría servir de perfecto ejemplo, actor visto también en esa otra producción reciente de Netflix igualmente fallida como es Bird Box, todo un compendio temático de torpes manierismos del género fantástico de los vistos en los últimos quince años, en dicha escena se nos puede venir a explicar de qué puede servir el arte si nadie lo ve, es solo un apunte que evidentemente no está desarrollado convenientemente en la trama. Tampoco la serie de muertes que vamos presenciando resultan muy destacables, por poner un ejemplo a tal aspecto me remito a la modesta pero mucho más afortunada Theatre of Blood de Douglas Hickox (mucho mejor ejemplo que Final Destination, la película que parece haber sido elegida por la mayoría de críticos a la hora de equiparar referencias) , un film el interpretado por  Vincent Price que aunque de formas diametralmente opuestas tiene cierto asemejo a la tesis que intente retratar Velvet Buzzsaw, siendo plenamente consciente de cuál es su cometido, la grandilocuencia vodevilesca, aquí la supuesta venganza no era un McGuffin mal expuesto sino que tenía su razón de ser, y lo que es más importante optaba por el cometido de ser un film de puro entretenimiento jugando la baza de presentarnos a cada nuevo asesinato lo más imaginativo posible en lo referente a su resolución, el film de Dan Gilroy por el contrario termina resultando mucho más clasista de lo que supuestamente uno tiene la intuición de haber querido mostrar en un principio su autor, algo que a la larga y en la mayoría de los casos termina por diluir ese moraleja que devenía como el statu quo de su narrativa, a tal aspecto Velvet Buzzsaw, claro paradigma de la mezcla genérica mal proporcionada, no es ninguna excepción.

Valoración 0/5:2