“Vivarium” review

Una joven pareja se plantea la compra de su primer hogar. Para ello, visitan una inmobiliaria donde los recibe un extraño agente de ventas, que les acompaña a una nueva, misteriosa y peculiar urbanización para mostrarles una vivienda unifamiliar. Una vez allí quedaran atrapados en una pesadilla laberíntica y surrealista.

El realizador irlandés Lorcan Finnegan ya apunto hace algunos años buenas maneras con su opera prima titulada Without Name, también presente en el Festival de Sitges aunque dentro de la sección Noves Visions, un interesante film de terror ecológico narrado en forma de pesadilla interna en donde se mostraban unas costuras genéricas autorales bastantes ambivalentes atesorando una puesta en escena en donde la creación de una atmosfera densa y la utilización del sonido devenían como herramientas claves a la hora de construir un relato de claros contornos metafísicos. Con Vivarium, su segundo trabajo tras las cámaras, que forma parte de ese tipo de películas en donde cuanta menos información se tenga de ella a la hora de visionarla mejor experiencia significara para el espectador, cambia completamente de tono para ofrecernos, pese a unas ciertas imperfecciones, una de las cintas más curiosas y en parte sorprendentes de las vistas este año en Sitges 2019.

Si hay una cosa que esta omnipresente en Vivarium como elaborado juguete distópico que pretende ser es su innegable adscripción a esa clase de películas que anidan en todo momento a través de esa alegoría que recurre al fantástico a la hora de articular un soterrado discurso, mas subrayado o menos depende de la habilidad del realizador, al mismo tiempo que funciona a la perfección a modo de un entretenimiento de tono inteligente, aquel que en resumidas cuentas siempre deja algún tipo de resquicio al espectador a la hora de deducir o interpretar una metáfora que en esta ocasión deviene por momentos en sátira de tintes kafkianos y que en el caso que nos ocupa se sustenta principalmente a través de la referencia cinematográfica, la básica es evidentemente la fundamental Twilight Zone, también encontraremos ciertos retazos de otras series pretéritas que a su manera anidaban a través del género en el concepto de la vida suburbana como horrorosa condena como fueron por ejemplo Tales of the Unexpected o Black Mirror, esta ultima de forma algo menos detectable. Partiendo de una premisa argumental que da también la sensación de beber de imaginarios surgidos de la mente de John Wyndham, el film de Lorcan Finnegan parte en un principio de la anécdota, aquella en donde una joven pareja pretende firmar un contrato para poder comprar la que en teoría ellos creen que puede ser la casa de sus sueños, ese punto de partida de claros contornos minimalistas a modo de fábula austera conforme avanza la película se trasforma en una metáfora hiperestilizada que intenta describirnos un mundo oscuro, representado en la historia en tener unas vidas escaneadas en serie en referencia a la familiar suburbana  y en donde curiosamente el concepto del ámbito doméstico, normalmente privado y muy protegido de la mirada del extraño aquí pierde tal condición, a tal respecto la crítica al american way of life está presente en todo el metraje, sin embargo al igual que ocurría con los personajes del episodio Five Characters in Search of an Exit de la serie de Serling la formula se agota a la media hora, el siguiente paso a esa duración estándar que tan bien funcionaba en el medio televisivo será la aparición de un tercer personaje que en parte refresque y diversifique un relato donde hará acto de aparición a partir de ese momento el concepto de la maternidad manipulada y de forma relativamente más sutil y hasta anecdótica el paralelismo del comportamiento de los cucos con respecto al desarrollo de algunos personajes de la trama.

Vivarium pese a esos ciertos lastres narrativos antes comentados que dan cierta sensación de dilatar el relato innecesariamente mediante añadidos en forma de sub tramas y en donde por momentos se incide más en el mensaje que en el thriller psicológico de índole paranoico como tal termina funcionando mejor conforme se hace más oscura y se retuercen de alguna manera las coordenadas genéricas a la hora de intentar generar un mayor impacto en el relato a modo de elementos de horror insertados en lo supuestamente cotidiano, de alguna manera Lorcan Finnegan logra a ratos sobreponerse a la obviedad de su discurso o premisa inicial, será en esa construcción social en donde percibamos la vida como una maqueta que nos es impuesta planteándonos turbios interrogantes acerca de nuestra propia condición, una serie de dramas y déficits de nuestro día a día meditados y expuestos de manera solvente en uno de los vehículos más adecuado para todo ello, el género fantástico, aquel que a la hora de exponer una digresión que no te limita en lo concerniente a traspasar las barreras de la realidad, una realidad la actual y la que nos es presentada en Vivarium que deviene como ciertamente perturbadora.

Valoración 0/5: 3