“Zombi Child” review

Zombi Child nos trasporta en un primer momento a la Haití del año 1962. Allí vemos a un hombre vuelve de entre los muertos para trabajar en las infernales plantaciones de azúcar. 55 años después en una segunda narrativa vemos como una joven haitiana les dice a sus amigas un secreto familiar, sin saber que esto llevará a una de ellas a cometer un error de trágicas consecuencias.

Ese interesante tránsito de autorías imprevistas visto este año en la sección Zabaltegi Tabakalera del pasado Festival de San Sebastián nos permitió la oportunidad de poder ver trabajos de directores en un principio no afines al género fantástico, autores que nos dieron su particular visión en este caso en lo referente a elementos característicos del género de terror, después de las estimulantes obras a cargo de Denis Côté con Répertoire des villes disparues o Mati Diop con Atlantique el turno en esta ocasión recayó en el nuevo trabajo tras las cámaras de realizador francés Bertrand Bonello titulado Zombi Child, el responsable de la notable Nocturama, también presente en Donostia hace unos años, al igual de algunos compañeros suyos, Claire Denis por poner un ejemplo, atesora la virtud de apropiarse de un género concreto y exponer un discurso mientras utiliza instrumentos prototípicos del cine de terror para a través del cual desarrollar un discurso de connotaciones plenamente autorales.

Zombi Child, una de esas películas en donde la trama es bastante más compleja de lo que puede dar a entender en un inicio y en donde Bertrand Bonello en lo relativo a su indagación dentro del concepto zombie está bastante más entonado que Jim Jarmusch con su decepcionante The Dead Don’t Die, representa a la perfección ese relato de narrativa dual que al final termina confluyendo, ni que decir tiene que la abstracción etnográfica que anida en Zombi Child la aparta por completo de lo entendible por algunos como el terror clásico por mucho que la fundamental I Walked With a Zombie de Jacques Tourneur a modo de representación iconográfica está muy presente en todo el relato, a tal respecto no deja de ser algo curioso las referencias y los puntos de partidas utilizados por el realizador francés al comprobar como en otras de sus películas también centrada en universos de adolescentes conspirativos como era Nocturama cogía conceptos sociales muy reconocibles de otro de los puntales principales del cine de zombies, aunque desde una perspectiva moderna, como era George A Romero y su Dawn of the Dead.

Zombi Child no es un film al uso que intente argumentar la existencia de lo fantástico dentro de un determinado núcleo social o realista sino más bien la de exponer una especie de confrontación de dos culturas bien diferentes pero unidas a través de una coyuntura histórica como es la neocolonial y la oprimida que aquí se perciben como totalmente enfrentados en lo relativo a una premisa en donde se nos cuenta básicamente como de alguna u otra manera el pasado siempre vuelve a la actualidad. Un relato expuesto en base a una narrativa que se bifurca no solo en referencia a sub tramas diversas sino también en lo concerniente a temarios tales como la exploración del concepto de la coming-of-age que en el relato colinda con la teen movie femenina de connotaciones iniciáticas, el cine de zombies evidentemente o la exploración reflexiva de la cultura francesa desde una perspectiva meramente ancestral en referencia a mitos y realidades diversas, el gran logro viene en la mediada de ver como tal amalgama de tonos y géneros no llega a desvirtuar la historia, más bien todo lo contrario al encontrarnos con una propuesta plagada de hallazgos que devienen tras su visionado en reflexivos.

Posiblemente en donde mejor salga parada Zombi Child a modo de film político sea en lo referente a una exposición inquietante acerca de cómo perciben el mundo a través de las dos miradas y percepciones ya más arriba citadas, ambas económicamente y socialmente enfrentadas en base a una apropiación cultural ajena que deviene como errónea, todo ello en base a entrecruzamientos y continuos contrastes dotados de un indudable atrevimiento en referencia a lo que representaría la yuxtaposición de sus historias y en donde un elemento de unión de índole fantástico actúa a modo de viaducto a la hora de explorar la obra de un autor como es Bertrand Bonello que afortunadamente aún permanece fiel a sí mismo, a un discurso que curiosamente deviene como tremendamente actual en referencia al uso de múltiples capas tanto en la forma como en el fondo de un relato que termina siendo una de las propuestas más validas e interesantes existente dentro de ese peculiar subgénero que queda enclavado dentro de otro, aquí alejado conscientemente del tono mainstream como es el referido a ese otro cine de género autoral siempre provisto de matices e interpretaciones a cual más diversas.

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