“78/52, La escena que cambió el cine” review

Fue a principios de los sesenta, cuando el maestro del suspense dejó que la protagonista de su nueva película muriese pasados apenas cuarenta minutos de película, en una escena que iba a poner patas arriba el cine. Alexandre O. Philippe, un cinéfilo irredento, disecciona aquellos 52 planos de Psicosis, que supusieron un golpe de efecto narrativo y un elogio a la brutalidad hecha sugerencia.

Al igual que hace unos años con la notable Jodorowsky’s Dune de Frank Pavich la inclusión de un documental en la sección oficial a concurso en el pasado festival de Sitges indicaba por las claras que 78/52 no solo tenía todas las papeletas para llevarse el premio al mejor documental de ese año sino que sería uno de los platos fuertes, con permiso de la majestuosa Dawson City: Frozen Time de Bill Morrison, de la presente edición por lo que respecta a dicho subgénero. Alexandre O. Philippe, su director, es un habitual del certamen, sus tres anteriores documentales The People vs. George Lucas, The Life and Times of Paul the Psychic Octopus y Doc of the Dead habían estado presentes en Sitges pero es en 78/52, rebautizado en su reciente estreno comercial en España con el añadido de La escena que cambió el cine, en donde consigue no solo su mejor trabajo realizado hasta la fecha sino llevar a buen puerto la difícil misión de anteponerse a la didáctica propia del documental al uso, aquí expuesta como una perfecta reivindicación que no cae en la redundancia o la manida pleitesía de una obra que no necesita de tal acción a estas alturas, operando al mismo tiempo a modo de apasionante disección sobre la importancia y posterior legado que nos suele otorgar el séptimo arte.

78/52 podría emparentarse perfectamente a los trabajos de otro habitual al medio como es Mark Hartley en lo concerniente al análisis y homenaje de una referencia cinéfila en concreto, en este caso centrado únicamente en una única secuencia, Alexandre O. Philippe hasta este momento en lo relativo a anteriores trabajos suyos daba la sensación de indagar solo a través del más simple anecdotario, el amable fundamentalismo fan de una saga cinematográfica, la idiosincrasia de un efímero oráculo o el repaso algo superficial de la cultura zombie,  afortunadamente 78/52, que en un primer momento dado su enunciado podía dar lugar a un posicionamiento algo superficial sobre el tema, va mucho más allá, lo suyo básicamente es el contextualizar, teorizar e incluso destripar una de las escenas más importante en la historia del cine, si Alfred Hitchcock tardo siete días en rodar una escena que dio lugar a poco más de un minuto de duración no es descabellado pensar que hora y media en analizarla se pueden quedar cortos si sabes cómo manejar conceptos de análisis con cierta soltura, eso sí siempre que dicho estudio se sustente en el fundamento de la exploración como tal. 78/52 de hecho no deja de ser un apasionante ejercicio de fetichismo cinematográfico, abarca mucho y lo hace meridianamente bien, no solo a un nivel conceptual sino también simbólico, referencial o incluso subversivo. Con referencia a dicha escena a estas alturas queda bastante claro su importancia primero a la hora de subvertir narrativamente la acción despojándonos abruptamente a los cuarenta minutos de metraje de la que intuíamos hasta ese momento como su protagonista principal, y segundo igualmente a modo referencial a un mero nivel técnico en relación a su innovador montaje, pese al análisis por momentos desmesurado de todo ello posiblemente la gran virtud del documental radique en que no se conforma solo con la indagación de esas concretas referencias sino que intenta ir un paso más allá en lo concerniente a una visión algo más global del concepto de película y escena que marca una época determinada en el ámbito cinematográfico, es por ello que se detiene en particularidades tales como por ejemplo en la influencia actoral tanto de Anthony Perkins como de Janet Leigh o las dudas e incluso temores que atesoraba el propio Alfred Hitchcock ante un producto del que era consciente de su naturaleza rompedora y la repercusión que podía tener en el contexto de lo que por aquel entonces era el Hollywood clásico.

Para más inri el variado catálogo de testimonios, algunos más autorizados que otros, que desde todos los puntos de vista podemos encontrar en 78/52, algo primordial en lo referido a este tipo de trabajos, es tan generoso como interesante (Guillermo del Toro, Marli Renfro, Peter Bogdanovich, Bret Easton Ellis, Karyn Kusama, Danny Elfman o Elijah Wood entre otros muchos). 78/52 amparándose en la rigurosidad del estudio como tal no deja de ser un ejercicio que intenta proclamar sobre todo el trasmitir un fervor, una interpretación o incluso unos aportes a un tema del que creíamos que todo estaba ya dicho, el film de Alexandre O. Philippe bascula a modo de pedagógica cinematográfica, no solo en lo relativo a una escena en concreta sino a la pasión que alguien puede llegar a sentir por el cine en el concepto más genuino de dicho término.

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