Crónica D’A 2019. Día 1: A Portuguesa/ Happy New Year, Colin Burstead

A Portuguesa

Al norte de Italia, los von Ketten disputan las fuerzas del Episcopado de Trento. Herr Ketten busca matrimonio en un país lejano, Portugal. Tras regresar a casa de su viaje de luna de miel, Ketten se va nuevamente a la guerra. Transcurren once años. Corren rumores sobre la presencia de esa “extranjera” en el castillo. Algunos dicen que es una hereje. Hasta que un día, el obispo de Trento termina muriendo y, con la firma de la paz, cae en el trasfondo de la vida de von Ketten. ¿Ganarán los portugueses, donde la muerte parece estar avanzando?

Aunque la inauguración en esta edición de D’A 2019 recayó en la cinta francesa L’homme fidèle de Louis Garrel este año el festival tuvo para bien aprovechar el estreno limitado en salas de nuestro país de A Portuguesa de Rita Azevedo Gomes con su proyección en un pase especial que vino a representar una puesta de largo no oficial del certamen, la triunfadora a la Mejor Película en la pasada edición del Festival de Cine de Las Palmas es posiblemente la obra presentada en esta edición que de una forma más meridiana logra personificar a la perfección lo que tendría que ser entendido como la quintaesencia de una impronta autoral.

De la misma forma y aprovechando la coyuntura no deja de ser motivo de satisfacción que dentro de las limitaciones que de forma algo desafortunada suelen ser tan habituales en esta clase de filmografías el comprobar como la obra de la realizadora de origen portugués empieza a ser poco a poco conocida más allá de los círculos minoritarios por los que se ha movido hasta día de hoy, en A Portuguesa la otrora colaboradora de Manoel de Oliviera consigue hacer una apropiación autoral de la obra homónima de Robert Musil para ofrecernos un relato provisto de un claro índole contemplativo que transita a través de la espera y la indagación de la figura femenina en un film que partiendo de una premisa argumental en donde se nos describe una historia de amor en tiempos de guerra esta logra erigirse a modo de una muy adecuada manifestación de lo que podríamos denominar como un tiempo continuamente suspendido que queda expuesto mediante una precisión casi arqueológica. A Portuguesa se desarrolla a través de diversos set pieces narrativos intercalados con piezas musicales no invasivas en base a largos planos estáticos y largos silencios situándonos en esa exquisitez de la imagen como representación del arte tan difícil de encontrar hoy en día en una sala de cine, aquella en la que a través de una subjetividad, en esta ocasión de unas connotaciones casi teatrales, consigue en base al modernismo llevar a buen puerto un texto de inequívocas raíces clásicas, el logro final posiblemente consista en ver como la película eleva para bien la estética por encima de una narrativa digamos al uso, lo formal en esta ocasión en lo relativo a su composición pictórica y quietista siempre por delante de lo entendido como un supuesto rigor histórico. La extraordinaria A Portuguesa termina erigiéndose como un perfecto paradigma de la pura creación estética al servicio de las artes plásticas certificando al mismo tiempo por si aún había dudas al respecto la libertad autoral existente con la que se hace cine hoy en día en Portugal, la cinematografía europea que en estos momentos mejor está indagando en esto que denominamos el trazo autoral en el cine.

Valoración 0/5: 4’5

 

 

Happy New Year, Colin Burstead

Colin alquila una fastuosa mansión de campo para celebrar Nochevieja con su numerosa familia. Desafortunadamente para él, su posición como líder de la familia se ve amenazada por la llegada de su hermano David, al que hace años que no veía.

Después de presentar hace un par de años ese divertimento algo inocuo titulado Free Fire Ben Wheatley regresaba al D’A con su nuevo trabajo tras las cámaras titulado Happy New Year, Colin Burstead, una agridulce comedia coral que de alguna manera se separa de la aparatosidad vista en sus anteriores High-Rise y la antes comentada Free Fire y que supone en cierta manera una vuelta al estilo y las temática de sus primeras películas.

Es una constante en el imaginario fílmico orquestado por Ben Wheatley el situar en un escenario cerrado a sus protagonistas, ya sea a un nivel mental o físico para posteriormente desarrollar a través de ello un conflicto, Happy New Year, Colin Burstead de alguna manera transita por ambas vertientes, un film que partiendo de postulados prototípicos del cine británico, pongamos como una referencia muy clara el Peter’s Friends de Kenneth Branagh por ejemplo, indaga y se sitúa a medio camino entre el costumbrismo y un humor negro de una inequívoca tonalidad acida con el punto de mira dirigido en esta ocasión en la toxicidad familiar. En Happy New Year, Colin Burstead que transita en todo momento a través de los arquetípicos de la comedia coral posiblemente le falte algo de complejidad, matización y especialmente el desarrollo de una narrativa y unos personajes más acordes, el resultado final por momentos llega a ser tan predecible como ameno, Ben Wheatley nos viene a explicar que la familia no deja de ser una imposición difícil de eludir y no una elección, a partir de dicha premisa el relato se sustenta en la hipocresía y el temario corrosivo, fluctuaciones tan propias e inherentes en la comedia británica de índole coral adyacente aquí en el núcleo de una familia que evidentemente tratándose de alguien como Ben Wheatley deviene como inequívocamente disfuncional. En dicha exposición comprobamos que casi la totalidad de los integrantes que forman parte de dicho entorno familiar son y actúan como personas provistas de un claro cariz desagradable, cada uno en base a roles preestablecidos que cohabitan a través de un trasfondo y unas intenciones con la particularidad de buscar cueste lo que cueste un beneficio propio ante las diferentes coyunturas en las que les toca interactuar, al final como el espectador ha ido intuyendo a lo largo de todo el metraje la única vía posible para cierta liberación personal consistirá en la ruptura de dicha colectividad como única solución válida para quien aún intenta conservar de alguna manera algo de dignidad pues básicamente Happy New Year, Colin Burstead nos habla en todo momento de la falta de ella.

Valoración 0/5: 3