Crónica festival de San Sebastián 2017. Día 1

Del 22 al 30 de septiembre tuvo lugar la 65 edición del Festival de San Sebastián, a la hora de hacer un balance general de todo lo que ha dado de sí este año el Zinemaldia destacar en un primer lugar que posiblemente esta edición haya sido la de la plena consolidación del modelo implantado por el equipo liderado por José Luis Rebordinos, San Sebastián siempre ha tenido el eterno problema de su equiparación con respecto a los otros tres certámenes de categoría A, ese sempiterno cuarto lugar que ha ocupado durante tantos años siempre ha quedado dolorosamente reflejada en su sección oficial a concurso, es ahí en donde las diferencias entre los otros festivales ha supuesto una losa difícil de levantar en lo referente a la comparación, el apostar en estos últimos años por una selección de films con mucha más personalidad, de autores emergentes y de claro tono de riesgo en el buen sentido de la palabra (todo esto ayudado por la  fuerte irrupción del festival de Toronto, certamen del cual se abastece al no ser de carácter competitivo) en detrimento de ir a por ese título gordo que seguramente acabe proyectándose en Venecia, mucho de estas películas podrían haber estado perfectamente en la sección Nuev@s Director@s, una selección oficial en definitiva de naturaleza eclíptica por el diferente tono genérico de los trabajos presentados cumpliéndose aquella máxima de que cada espectador encontrará en ella su película, lo importante es que dicho posicionamiento dota al certamen de una coherencia, autores desconocidos pero de sobrado talento en detrimento del nombre parece ser que serán las acertadas líneas a seguir en un futuro.

Posiblemente todo esto no sería posible sin ser San Sebastián el festival de festivales de clase A, es ahí donde solventa esa supuesta carencia secciones como la potentísima este año Perlas o la remodelada Zabaltegi-Tabakalera, una rica variante a modo de cajón de sastre de la primera pero de un tono más de riego y  autoral, sección esta en donde seguramente se vieron los trabajos más interesantes de la presente edición. En lo concerniente retrospectivas también fue una decisión acertada el prescindir este año de la contemporánea a favor de una retrospectiva clásica tan extensa y rica como la dedicada a Joseph Losey rubricada como suele ser habitual con una espléndida y necesaria publicación. Cambios que también se vieron reflejados en los Premios Donostia, otorgados ya no solo a rostros consagrados y plenamente reconocibles como fueron Monica Bellucci o Ricardo Darín sino también a cineastas de las características de Agnès Varda presente en el certamen con la simpática Visages, Villages.

Que la Concha de Oro fuera a parar a la notable The Disaster Artist de James Franco, un premio que en relación a pasados galardones beneficia al festival de una forma incuestionable de puertas afuera, cumplimenta de una  manera algo caprichosa ese cambio de rumbo antes mencionado, a continuación las crónicas diarias de todo lo que dio de sí la presente edición del Zinemaldia 2017.

 

Submergence

James More (James McAvoy) es un ingeniero hidráulico que ha sido tomado como rehén en Somalia por los terroristas yihadistas, que sospechan que es un espía británico. Danielle ‘Danny’ Flinders (Alicia Vikander) es una biomatemática que trabaja en un proyecto de inmersión en las aguas más profundas de los océanos para demostrar su teoría sobre el origen de la vida en el planeta. Un año antes James y Danny se conocieron en un hotel de la costa atlántica francesa y se enamoraron. Ahora, separados, Danny inicia su peligrosa inmersión al fondo del océano en Groenlandia sin saber si James sigue vivo.

No suele ser tarea fácil el inaugurar de forma oficial un certamen de las características de San Sebastián, en cierta manera este primer film suele ser mirado con demasiado énfasis y detalle por parte prensa y público, tampoco ayuda que las cintas que han inaugurado en estos últimos años el festival no han tenido un nivel digámoslo suavemente aceptable en referencia a su calidad global. Submergence, la nueva película del alemán Wim Wenders no logra cambiar dicha dinámica con esta muy fallida adaptación de la novela homónima de J.M. Ledgard.

Posiblemente lo que más duela de una película de las características de Submergence es que un servidor hace pocos días volvió a ver Paris-Texas aprovechando el reciente fallecimiento de Harry Dean Stanton, es en dicha comparativa entre ambos films cuando uno de se da cuenta de la dolorosa involución que nos ofrece la filmografía de Wim Wenders, solo algo salvable por sus últimas aportaciones al documental,  Submergence por desgracia es ficción, un film que pretende ser una ambiciosa historia romántica con mucho trasfondo, quizás demasiado, desconozco la novela en que se basa pero uno intuye que el amplio catálogo de reflexiones de tono humanístico acerca de la vida, el miedo a la muerte  o el capricho del destino entre otras disquisiciones trascendentales terminan convirtiéndose aquí en una especie de baturrillo sin mucho sentido ya sea aplicado a lo que es su narrativa o a su insulsa puesta en escena, todo ello provoca una desconexión brutal entre espectador y relato hasta tal punto que solo llega por interesar de forma muy relativa y puntual esa suerte de segmento correspondiente al thriller yihadista al más puro estilo Homeland, un muy triste bagaje final para una empresa que aspiraba en un principio a algo mucho más complejo, demostrando lo lejos que quedan los tiempos en donde Wim Wenders deslumbraba con trabajos como El amigo americano o Paris-Texas .

Valoración 0/5: 1’5

 

Charmøren

Como emigrante a Copenhague y residente en la ciudad durante ya dos años, Esmail, un joven iraní encantador, lleva una doble vida: por la mañana, trabaja en una empresa de mudanza para poder mandar dinero a sus familiares en Irán; por la noche, busca desesperadamente a mujeres. Su intención no es dinero sino un hogar, una relación duradera que le asegure su presencia en Dinamarca, dado que pende sobre su cabeza una amenaza de deportación. Todo cambiará cuando conozca a una joven de 26 años de edad llamada Sara, estudiante de derecho descendiente de iraníes, y a su madre, Leila. Al mismo tiempo, su pasado empezará a asaltarlo bajo la forma de un extraño.

El cineasta sueco de origen iraní Milad Alami fue el encargado de inaugurar este año la en mi opinión fundamental sección Nuev@s Director@s con el estreno mundial de Charmøren, una película que desde un principio nos introduce en el drama social de la inmigración visto en primera persona, a través de una ansiedad de un solo personaje, de hecho la historia que se nos cuenta parece bascular básicamente en lo concerniente a una desesperada lucha contrarreloj, la del protagonista principal con intentar arraigarse de una forma legal en Copenhague. La ansiedad de Esmail conforme avanza el metraje dota a la historia de oscuros tintes psicológicos en detrimento del  inicial conflicto social expuesto, algo que deriva al producto por momentos en el pantanoso terreno del psicodrama paranoico, en la narrativa impuesta por Milad Alami vemos como el protagonista principal trata de conseguir por todos los medios posibles lo que cada vez parece más difícil, para más inri tendrá que lidiar internamente con un sentimiento de culpa ocasionado por los supuestos daños colaterales de sus acciones como nos muestra la contundente escena inicial con que Milad Alami abre el film.

Charmøren no solo se conforma con representar una radiografía social sobre un problema tan candente a día de hoy, a parte Alami nos ofrece una estimulante visión por momentos perspicaz y detallada en lo concerniente a la creciente comunidad iraní asentada en Escandinavia, indagando en las sutiles divisiones internas que imperan en dicho colectivo, todo ello expuesto a medio camino entre la asimilación y la orgullosa preservación cultural. El final de claras connotaciones circulares por el que transita Charmøren con ese traje convertido en vehículo metafórico hacia lo imposible deja bien claro el mensaje que expone Milad Alami en esta muy digna opera prima.

Valoración 0/5: 3

 

Call Me by Your Name

Una historia de amor de verano entre Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven adolescente de 17 años, y Oliver (Armie Hammer), un estudiante de 24 invitado a la casa familiar de la Riviera italiana.

Otra inauguración en este primer día de festival fue la espléndida Call Me by Your Name dentro de la potente sección Perlas, basada libremente en la novela homónima de André Aciman la nueva película del italiano Luca Guadagnino apoyado en esta ocasión por el veterano cineasta James Ivory en calidad de guionista figurará a final de año como una de las mejores películas de este 2017 con toda justicia, Call Me by Your Name anida a través de una historia iniciática sobre el primer amor, personajes y escenario complementan un tono ciertamente exquisito y en las antípodas del habitual manierismo existente en la mayoría de cine que aborda la temática del enamoramiento gay, todo ello expuesto a través de una máxima sencillez narrativa que se invierte en un depurado ejercicio que aborda cuestiones tan trascendentales que van mucho más lejos de lo que es una simple representación de unas primeras relaciones amorosas entre dos individuos.

En Call Me by Your Name vemos durante su metraje como los dos personajes principales se atraen, enamoran, se rechazan y terminan abrazándose con todas las consecuencias que se derivan no solo de sus actos sino también de las conexiones emocionales existentes entre ambos, de hecho estamos ante una película que no pretende transitar exclusivamente a través de la homosexualidad,  Guadagnino descarta de este modo la opción sexual como tal en el relato a favor de una sincera exposición del propio acto del deseo y el amor subyacente en cualquier ser humano, en este sentido Call Me by Your Name logra sustentarse en la sutileza de un ejercicio cinematográfico repleto de pequeños detalles que devienen finalmente como grandes, en donde las miradas y las pequeñas cotaciones expuestas elevan un sólido relato acerca del enamoramiento y el vacío que éste deja en el corazón cuando acaba aquí sustentado y representado por un maravilloso plano final. Call Me by Your Name supone la consagración definitiva de Luca Guadagnino como uno de los directores europeos más intereses del momento, su próxima reinterpretación del Suspiria de Dario Argento supondrá un apasionante nuevo reto en una carrera como director tan ecléctica como interesante.

Valoración 0/5: 4

 

El autor

Álvaro quiere ser escritor, pero todo lo que escribe es falso, pretencioso, insípido. Trabaja como escribiente en una notaría de Sevilla y su vida es gris, coloreada sólo por sus sueños. Su mujer, Amanda, es todo lo contrario. Siempre ha tenido los pies en la tierra y nunca ha soñado con ser escritora. Sin embargo, es ella la que se pone a escribir y le sale un best-seller. Ironías de la vida. La separación es inevitable. Y en ese momento, Álvaro decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación. Guiado por Juan, su profesor de escritura, indaga en los fundamentos de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para crear una historia, una historia real que supera a la ficción.

Había mucha expectación por ver la nueva película de Manuel Martín Cuenca, sus últimas y muy estimables La mitad de Óscar y Caníbal sumado al reciente Premio FIPRESCI del Festival de Toronto hacían presagiar que posiblemente estaríamos ante la película española del certamen, sin embargo el resultado final pese a lo interesante de la propuesta deja un poso algo amargo  y una ligera sensación de oportunidad desaprovechada pese a  poseer apuntes ciertamente muy válidos.

Basada en una novela corta de Javier Cercas titulada El móvil el principal problema que parece atesorar El autor es su indecisión genérica, la muy interesante premisa que aborda acerca de la reflexión sobre el oficio de crear, o ese tratamiento de lo que supone la verdad como fundamento vital del individuo, son conceptos que en el film devienen como intermitentes y que requería en mi opinión un desarrollo algo más sobrio y lineal, el tratamiento de comedia, en ocasiones burda, en referencia por ejemplo a la interactuación dos personajes importantes en la trama (la esposa del protagonista y la portera donde se aloja) actúan a modo de anticlímax narrativo pues lo que nos cuenta El autor linda con cuestiones a medio camino entre lo perverso y lo irónico, un personaje (excelente interpretación de Javier Gutiérrez) frustrado y engañado que ante su imposibilidad a la hora de crear por carecer de talento decide manipular lo que le rodea, la base de dicha idea incluso parece remitirnos a la brillante Following de Christopher Nolan, sin embargo Manuel Martín Cuenca parece querer romper la austeridad que si imperaba por ejemplo en su anterior y estupenda Caníbal, el resultado es un curioso mix genérico que va desde la comedia de claro tono español hacia una suerte de thriller de connotaciones psicológicas que derivan en oscuras sin perder nunca de vista la naturaleza lúdica del producto, en su haber y pese a su irregularidad sí que podemos encontrar en cambio como un gran logro el saber crear desde la más absoluta disparidad antes mencionada una por momentos apasionante fábula punzante acerca la creación y el talento.

Valoración 0/5: 3

 

The Square

Christian, mánager de un museo de arte contemporáneo, se encarga de una exhibición titulada “The Square” en la que hay una instalación que fomenta valores humanos y altruistas. Cuando contrata a una agencia de relaciones públicas para difundir el evento, la publicidad produce malestar en el público.

La ganadora de la pasada Palma de Oro fue la encargada de inaugurar  la cada vez más pujante e interesante sección Zabaltegi-Tabakalera, en The Square prima lo complejo en relación a su exacerbación, el sueco Ruben Östlund parece querer contarnos la decadencia moral e identitaria de la civilización occidental en base a un catálogo en donde situaciones y personajes que interactúan a modo de contrastes irónicos y punzantes dentro de la historia. En The Square bajo el anecdotario de llevar el arte al límite vemos como la clase social es diseccionada (de forma algo deslavazada) en un film en donde parece primar de forma más soluble el mensaje que la propia representación de dicho acto, expresado de otra manera, se incide en demasía en lo relativo al supuesto trazo que articula lo escandaloso en base a acciones puntuales dejando en un segundo término la en teoría efectividad subyacente en la propia historia.

En The Square vemos como imperan las set pieces de múltiples capas, definirla como una especie metáfora satírica acerca de la ausencia de confianza dentro de una sociedad que parece moverse solo por un interés individual seria quedarse muy en la superficie de todo lo que parece proponernos Ruben Östlund, sin ser especialmente agraciada en referencia a sus muy cuestionables formulismos cinematográficos The Square sí que queda validada como valioso objeto de debate artístico, una de las máximas del séptimo arte por muy olvidado concepto este que nos parezca hoy en día.

Valoración 0/5: 3’5