Crónica Festival de Sitges 2019. Día 4

Amigo

Después de un grave accidente, David decide llevarse a su mejor amigo Javi y cuidarlo. Sin embargo, no pasa mucho tiempo antes de que salgan a la superficie las peleas entre los dos, dejando al descubierto una relación envenenada y homicida, más cercana a la locura que a la amistad que parecen tener.

Como habíamos señalado anteriormente con respecto a Ventajas de viajar en tren y a diferencia de anteriores ediciones este año en Sitges la cosecha de cine español tuvo un nivel más que aceptable, Amigo de Óscar Martín, realizador con un extenso bagaje en el cortometraje, fue otra de las óperas primas vistas en esta edición del festival de Sitges, un film incuestionablemente meritorio que nace con una cierta vocación experimental, no tanto en referencia a su discreta narrativa y si en lo concerniente a una producción con tan solo una semana de rodaje y muy pocos medios económicos a su disposición a la hora de poder explayar un imaginario que deviene tan complejo como poco solido en la manera de cómo llega a estar expuesto.

Amigo tiene el gran lastre, y déficit al fin y a la postre, de no poder disimular su condición de ser un corto alargado, poco importa sus escasos 85 minutos de duración, a tal respecto y con un guion escrito sobre la marcha la historia está planteada a modo de un thriller psicológico aderezado con algunos toques de comedia negra contada a través de un relación masculina que deviene como toxica y que por momentos parece beber de referencias tales como por ejemplo la fundamental What Ever Happened to Baby Jane? de Robert Aldrich, en este caso no estamos ante dos hermanas en el crepúsculo de sus vidas sino ante dos amigos, unos ajustados David Pareja y Javier Botet, en donde un terrible suceso los ha terminado encadenado, el desarrollo de Amigo no deja de ser un relato en donde prima más la creación de atmosferas asfixiantes que el suspense narrativo entendido como tal, quienes esperen los consabidos golpes de guion aquí no los encontraran pues básicamente estamos ante una película muy física en referencia a intenciones que no en ejecuciones, la escases de diálogos va en beneficio de una austera estética bastante bien aplicada a un ambiente que nos sitúa a principios de los años 80 otorgando un cierto aroma a ciertos trabajos realizados por Chicho Ibáñez Serrador como por ejemplo su última aportación al medio, la injustamente infravalorada La culpa. Amigo tiene la virtud de ser una especie de hija putativa de ese tipo de relatos en donde coexiste en todo momento un duelo interpretativo a dos bandas, a partir de dicha premisa vendrá ese tono opresor y claustrofóbico en donde la amistad referida en el titulo se convierte poco a poco en su propia antítesis, un concepto invertido aquí barnizado con algún que otro concepto gótico en un film cuya ausencia total de pretensiones termina convirtiéndose en su mayor aliado.

Valoración 0/5: 2’5

 

The Room

Al mudarse a su nueva casa, una pareja descubre una extraña habitación secreta, cuyo interior alberga el poder de materializar todo lo que desean. Un día, deciden pedir a la estancia que les conceda el hijo que no han podido tener. Pero la felicidad inicial de esa bendición tendrá consecuencias imprevistas.

En esta edición del festival de Sitges hubo una serie de películas que en mayor o menor manera tomaron como referencia principal a la fundamental The Twilight Zone a la hora de mostrar unas determinadas coordenadas por las cuales empezar a narrar la historia que les corresponde, una de ellas fue sin lugar a dudas The Room, puesta de largo del francés Christian Volckman en la imagen real después de dejar  doce años atrás buenas sensaciones con el film de animación futurista Renaissance, en The Room cambia completamente de tono no solo en referencia al formato cinematográfico sino también al referido a unas maneras tan detectables como cuestionables en la medida de como están aplicadas.

Si hace bien poco y encuadrada dentro de ese grupo de películas arriba citadas hablábamos de la sugerente Vivarium de Lorcan Finnegan como paradigma del relato fantástico al servicio de la alegoría social The Room parte de unas coordenadas parecidas en base a connotaciones minimalistas expuestas a través de un anecdotario de naturaleza fantástica como punta de partido del relato, sin embargo su posterior desarrollo diste mucho de ser parecido, a tal respecto Christian Volckman no se entretiene demasiado a la hora de presentarnos unas características vistas en infinidad de ocasiones en películas del género, una joven pareja con un trauma se muda a una nueva casa para empezar una vida desde cero, un elemento fantástico adyacente en el inmueble hará que entre en aparición una nueva perspectiva que cuestionara los principios morales de los nuevos inquilinos. A diferencia de Vivarium la metáfora en The Room es prácticamente inexistente, evidentemente buscando con cierto ahínco podremos detectar mimbres y retazos como por ejemplo aquella máxima que nos dicta hasta donde puede llegar la felicidad conseguida tan solo a través del consumismo, también el limite existente en nuestros deseos a la hora de encontrar ese bienestar tan anhelado, o la más evidente cuestión que puede plantear el film, que es preferible, la libertad o la riqueza? esto sin embargo no deja de ser una deducción pues Christian Volckman no parece muy dispuesto a sugerir, lo suyo va más encaminado a mostrar y lo hace de una forma desmesurada especialmente en su tramo final, a tal respecto The Room despojada de cualquier tipo de misterio en su narrativa no deja de ser una especie de tren de la bruja genérica en donde el continuo giro de guion argumental se convierte curiosamente en lo contrario de lo que pretende ser, no hay lugar pues en ningún momento de su metraje para la indagación encaminada al thriller psicológico, en detrimento veremos unos muy reconocibles golpes de efecto, una senda ya muy transitada en este tipo de películas con anterioridad en donde predomina por encima de cualquier otro tipo de disquisición ese efecto suflé tan característico y en parte deficitario del fantástico actual, relativamente efervescente en su consumo pero de una muy difícil digestión posterior.

Valoración 0/5: 2

 

Leap of Faith: William Friedkin on The Exorcist

Ensayo fílmico lírico y espiritual sobre El exorcista, la ultimísima película de Alexandre O. Philippe explora las profundidades inexploradas de la mente de William Friedkin, los matices de su proceso creativo y los misterios de la fe y del destino que han modelado su vida y su filmografía.

Como vinimos comentado anteriormente con respecto a la notable Memory: The Origins of Alien Alexandre O. Philippe fue indiscutiblemente uno de los nombres propios de esta edición del Festival de Sitges, Leap of Faith: William Friedkin on The Exorcist fue su segundo trabajo tras las cámaras que se pudo ver en el certamen este año, un documental que sin embargo huye de ser prototípico en relación a una función que sigue siendo inequívocamente didáctica para con el espectador pero que sustituye el consabido desgrane global de un autor o una obra, en el caso que nos ocupa la seminal The Exorcist, para ofrecernos una apasionante reflexión acerca del proceso creativo que termina bifurcándose hacia toda su obra a cargo de una sola voz, la del propio creador, William Friedkin.

La fórmula aquí expuesta por evidente que resulte no deja de ser exitosa en el caso que nos ocupa, tan solo seis días de rodaje y una exposición a modo de lujoso audio-comentario resultante de una extensa entrevista en donde William Friedkin analiza un proceso de construcción que deviene como muy personal, el quid de la cuestión en referencia a dicho formato queda en manos exclusivas de su interlocutor, si por ejemplo este hubiera sido por ejemplo John Carpenter el resultado sería bastante diferente, es en dicha síntesis narrativa en donde Leap of Faith: William Friedkin on The Exorcist resulta ciertamente interesante pues a fin de cuentas la clarividencia aquí va bastante más allá que una simple disección de anécdotas ocurridas en un rodaje en concreto. Siempre es interesante escuchar lo que dice William Friedkin, pero especialmente en como lo dice, la información a tal respecto deviene como valiosísima, ni que decir tiene que para los fanáticos de la película constituirá un auténtico tesoro que difícilmente verán en cualquier edición extra del film en formato doméstico, poco importara que el responsable de The French Connection en su continuo y muy profundo monologo otorgue una cierta sensación de superioridad cultural, algunos lo llamaran pedantería, lo importante es que esta mirada no sea impostada pues a fin de cuentas el testimonio como tal deviene como inabarcable en referencia a sus numerosos matices. Como documento excepcional que es Leap of Faith: William Friedkin on The Exorcist, proyecto que curiosamente se gestó hace un par de años en un Sitges en donde coincidieron y se conocieron por primera vez un homenajeado William Friedkin y un Alexandre O. Philippe que presentaba en el certamen su 78/52, este queda finalmente expuesta a modo de un interesante making of de lujo que cuenta con el añadido del acierto de un Alexandre O. Philippe que hasta este momento solo se había acercado a las obras para ahora hacerlo en referencia al autor, aquí expuesto desde el primer plano a través de una abrumadora confesión que extrapola el concepto de la puntual descripción de una obra maestra del género que curiosamente acabo siendo concebida a modo de un acto de fe autoral.

Valoración 0/5: 4

 

The Forest of Love

Jo Murata es un hombre despiadado que usa su carisma para manipular a la gente. Cuando Murata conoce a Shin, este decide que Murata y su turbulenta relación con Mitsuko serían el tema perfecto para su película. A medida que avanza el rodaje, las mentiras comienzan a no distinguirse de la verdad y los límites de la humanidad se ponen a prueba, dando como resultado actos tan estremecedores como repugnantes.

Como apuntemos en la editorial que abría las crónicas del festival este año Sitges ha estado marcado por una fuerte presencia de Netflix en el certamen, la expansión del gigante del streaming no solo ha estado relacionado con su inclusión en el cine estadounidense sino que también se ha ido abriendo a otras nacionalidades como por ejemplo Japón, posiblemente debido a la abrupta diferencia de formato en parte ha existido la idea de que el canal televisivo de alguna manera limitaba la libertad creativa de los autores que reclutada para sus producciones, podrá gustar más o menos el entorno Netflix  pero nada más lejos de la realidad si nos atenemos a como realizadores que atesoran un imaginario muy propio han tenido carta blanca a la hora de desarrollar sus trabajos, nada mejor para poder comprobar dicha tesis que este The Forest of Love del insobornable Sion Sono.

No es la primera vez que el realizador nipón trabaja para una gran plataforma televisiva, antes de The Forest of Love fue responsable de la lúdica Tokyo Vampire Hotel para Amazon, sin embargo este último trabajo que nos ocupa viene a representar un perfecto compendio de la gran mayoría de inquietudes autorales perpetradas por el responsable de Suicide Club, dada la naturaleza de la que parte el resultado termina siendo ciertamente estimulante, sorprendente dada su financiación como hemos apuntado más arriba, también lo es de la forma deslavazada en que nos es mostrada, de alguna manera no podía ser de otra manera en una obra que contornea en todo momentos con los limites, una película multi direccional en donde encontraremos pautas transitadas con anterioridad como la trasgresión expuesta en base al exceso llegando a ser la completa antítesis de un cine de consonancias conservadoras, a tal respecto no existe una adscripción genérica determinada en The Forest of Love, en cierta manera es todo y es nada al mismo tiempo como buena mezclar de continuas ficciones que es, buscando referencias en su filmografía a la hora de poder buscar similitudes esta las podemos encontrar en un mix imposible resultante de Why Don’t You Play in Hell? y Cold Fish. Que Sion Sono es una de las mentes más creativas que existen en la actualidad es incuestionable, que dicha incontinencia de obsesiones no es un plato para todos los gustos también, apoyada por un metraje generoso en cuanto a duración The Forest of Love por momento resulta inabarcable dada la infinidad de referencias, tonos o géneros que coexisten en ella, la infinidad de capas vuelven a ser numerosas, a tal respecto no existe una fórmula concreta que consiga desgranarlas una por una, lo mejor y más apropiado, poco importa que sea en una sala de cine o en el salón de casa, es dejarse llevar y aceptar el juego orquestado por un autor que afortunadamente sigue sin conocer ningún tipo de restricciones a la hora de poder elaborar su cine.

Valoración 0/5: 3’5

 

Carmilla

Miss Fontaine es la institutriz de Lara una adolescente de 15 años que vive totalmente sola en su hogar familiar y que necesita del cuidado de una tutora para controlar su madurez. Desesperada por desatar la pasión sexual propia de su edad, Lara cae rendida bajo el hechizo de la encantadora Carmilla Las dos se ven envueltas en una apasionada relación que comienza a levantas las sospechas de aquellos que viven en las cercanías de la casa, especialmente del doctor de la familia La actitud de Carmilla no tardará en dar la razón a aquellos que la temen.

Una de las ventajas más enriquecedoras que un servidor encuentra en los diferentes certámenes cinematográficos a los que acude cada año radica en poder dialogar con gente siempre interesante acerca de diversas vicisitudes no solo en referencia al propio festival sino también en lo concerniente a otras cuestiones normalmente casi siempre relacionadas con el séptimo arte, a tal respecto recuerdo como este año la mente siempre clarividente de Álvaro Peña me comentaba como tenía la sensación de intuir como los responsables de programar la sección Noves Visions parecían tener una cierta aversión hacia el género fantástico entendido como tal, razón no le faltaba, dicho apartado, uno de los más interesantes del festival, nació con la vocación de presentar unos trabajos que incidían en las autorías más arriesgadas, autorías de género, de alguna manera sigue siendo así aunque a un nivel genérico la cosa se ha dispersado tanto que cuesta el encontrar producciones que podríamos catalogar como puramente fantásticas.

Este pequeño inciso viene a ser una perfecta colación con respecto a esta Carmilla de la realizadora Emily Harris, una nueva adaptación de la célebre novela de Sheridan Le Fanu que pese a ser un film tan esforzado como por momentos interesantes parte de la premisa de anular casi por completo el elemento fantástico adyacente en el texto original, en el film encontraremos pautas reconocibles que nos direccionan al gótico pero la vampirización, génesis principal y fundamental del relato, terminara siendo expuesta más un nivel emotivo-sentimental en claro detrimento de la vertiente terrorífica, esto no tiene que ser algo negativo de por si, al menos si pasamos por alto unas carencias muy detectables visibles en una puesta en escena que parece regodearse más en la teatralidad que en la propia cinematografía. La vía encontrada por parte de Emily Harris en esta obra de contornos claramente minimalistas, en donde lo meramente contemplativo queda al completo servicio del detalle, continua siendo válido en lo concerniente a su matriz principal, en parte gracias a una cierta originalidad que aunque no indague en lo fantástico si lo hace en referencia a adentrarse en ese terreno de la adolescencia tan amplio abonado a liberaciones y rebeldías varias, también hay un lugar destacado a la figura del represor, aquí en una total divergencia con el descubrimiento como no podía ser de otra manera, en este por momentos aplicado relato en donde se nos vuelve a hablar de forma algo diferente acerca de transformaciones que terminan siendo cerceradas de una forma abrupta.

Valoración 0/5: 3