Crónica Festival de Sitges 2019. Día 9

Color Out of Space

Un meteorito se estrella cerca de la granja de los Gardner, liberando un organismo extraterrestre que convierte la tranquila vida rural de la familia en una pesadilla colorista y alucinógena.

Hubo una doble vertiente en relación a la expectación levantada por parte del fandom del fantástico a la hora de calibrar lo que podía salir y dar de sí una película de las características de Color Out of Space, por un lado el poder comprobar en qué situación autoral actual se encontraba su director, un Richard Stanley que tras dos interesantes incursiones en el género a principios de los años noventa, como fueron Hardware y la notable Dust Devil, decidió embarcarse en empresas de una mayor envergadura con el rodaje de una ambiciosa nueva versión del The Island of Dr. Moreau, un proyecto que acabo siendo un auténtico caos encontrándose despedido apenas tres días después de iniciado el rodaje, unas crónicas de continuas desdichas que dejan muy tocado anímicamente a Stanley y que son recogidas fielmente en el documental Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s Island of Dr. Moreau de David Gregory, trabajo este por cierto que podría formar un perfecto programa doble con aquella otra crónica de inacabables infortunios que era el Lost in La Mancha de Keith Fulton y Louis Pepe, desde entonces han trascurrido cerca de veinticinco años sin noticias relevantes de un realizador que ya dábamos por perdido, por otra parte también había una lógica e inusitada expectación por estar ante todo un caramelo genérico tan apetecible a priori como es adaptar a la gran pantalla uno de los relato más conocidos de H.P. Lovecraft.

Posiblemente una de las mejores virtudes que podemos llegar a encontrar en esta nueva versión de Color Out of Space es en referencia a estar ante un producto de unas claras connotaciones atemporales, estamos ante un trabajo que no parece tener mucha prisa en a través de un drama familiar encontrar el horror, eso sí cuando lo ejecuta va sin frenos, un film de un evidente ritmo pausado adecuado a un in crescendo narrativo del cual y contra todo pronóstico Richard Stanley sale bien parado en la medida de presentarnos una cinta que sabe conjuntar con cierto aplomo conceptos tales como el inherente terror cósmico del relato original aderezado aquí con un tono que nos remite al bodyhorror de los años ochenta teniendo la virtud de saber encontrar acomodo en una factura técnica situada entre lo artesanal y lo digital, la mirada en esta ocasión por fortuna no deviene como impostada o gratuita en lo relativo a su función de índole nostálgico, también y a diferencia de aquella simpática pero intranscendente serie B que era The Curse de David Keith el relato pese a una cierta actualización es bastante fiel al original, a tal respecto no es fácil mantener un equilibrio en este tipo de material y que este se perciba como consecuente y más contando con ese género en sí mismo tan difícil de controlar que es Nicolas Cage al frente del reparto. Pese a una cierta irregularidad Color Out of Space a modo de viaje de connotaciones psicotrópicas y narrativas algo atípicas cumple objetivos en la labor de ser un trabajo más artesanal que autoral, otra cuestión seria el elevarla por encimas de sus propias posibilidades, a fin de cuentas el film no deja de ser un aplicado ejercicio de estilo provisto de una imaginaría fantástica bien ejecutada en referencia a sus hallazgos formales, sin embargo y por desgracia en la película no encontraremos ni mucho menos las interesantes indagaciones autorales que si se percibían en los dos primeros trabajos de su director, el mérito de Color Out of Space consistirá en esta ocasión en lo relativo a sortear histrionismos y convencionalismos a partes iguales en una cinta que parecía predestinada a un fracaso que finalmente no lo ha sido.

Valoración 0/5: 3

 

The Vigil

Tras aceptar convertirse en shomer nocturno (una práctica judía en la que una persona vigila el cadáver de un miembro de la comunidad recientemente fallecido), un joven que acaba de perder su fe descubre que la casa donde ejerce de vigía esconde un terrorífico secreto.

Siguiendo con la tónica de estos últimos años la clausura de esta edición de Sitges no estuvo a la altura de lo que años atrás en relación a la calidad suponía el film destinado al cierre del festival, esta tesitura podría extenderse perfectamente a la gran mayoría de certámenes cinematográficos de hoy en día que dan la sensación de haber dejado en un segundo término la calidad en la selección de películas que den por concluido el festival, sea como fuere la opera prima de Keith Thomas The Vigil no elevo el nivel con respecto a pasadas ediciones, posiblemente su presencia se debió en gran parte a ser una producción de fabricación muy reciente, un producto que de alguna manera vino virgen con una premiere mundial en la Midnight Madness de Toronto pocas semanas antes de que Sitges acogiera su estreno Europeo, una situación que ponía nuevamente de relieve la imperiosa necesidad, y coyuntura al mismo tiempo, de los certámenes de cine de intentar ofrecer casi siempre la novedad por encima de la calidad ubicada dentro de ese ecosistema cada vez más complicado y variable que es el de la distribución cinematográfica.

The Vigil parte de una premisa argumental ciertamente interesante al ubicar el relato en un territorio en principio no afín o transitado con poca frecuencia en el género como es la indagación fantástica de la comunidad judía ortodoxa a través de un terror expuesta en esta ocasión en relación a la figura del shomer, el encargo de velar el cuerpo de un fallecido durante la vigilia, sin embargo y al igual que otra película que partía de unos postulados parecidos como era aquella decepcionante The Possession de Ole Bornedal con producción de Sam Raimi la cosa se queda estancada en su simple anunciado o como mucho en un aplicado trabajo técnico en base al aprovechamiento escénico de un espacio reducido, por lo demás su desarrollo deviene como manido en una película que posiblemente requería de algo más de sutileza, de intuir en vez de mostrar sin tener que recurrir a tropos propios del genero contemporáneo como el consabido golpe de efecto sonoro aquí repetido hasta la extenuación en una historia que daba la impresión de querer transitar sin conseguirlo por el terror a través del drama o su consecuencia a modo de ente traumático proveniente del pasado. Seguramente  The Vigil no sea una mala película entendida como tal pero resulta intrascendente, si en vez de ser clausura y formara parte sin más de cualquiera de las múltiples secciones que Sitges atesora hubiera pasado posiblemente más desapercibida aun si cabe, a tal respecto y como bien indica Álvaro Peña en su crónica en Cinedivergente para una indagación mucho más acertada en derivas del folklore judío de raíz fantástica es conveniente recurrir a productos de índole más autóctonos como por ejemplo la notable Demon del malogrado Marcin Wrona también presente en Sitges hace algunos años.

Valoración 0/5: 2

 

5 è il numero perfetto

En la Nápoles de los años 70, Peppino Lo Cicero es un ex-sicario de la camorra se ve obligado a salir de su retiro tras el asesinato de su hijo Nino. Si quiere salvar la vida de los suyos, deberá ser más astuto y despiadado que sus enemigos.

Si The Vigil fue la elegida como clausura oficial del certamen la cinta italiana 5 è il numero perfetto fue la encargada de cerrar la sección Òrbita, debut en la dirección del polifacético Igor Tuveri que aquí adapta su propia, y una de las más conocidas, novela gráfica del mismo título publicada en el año 2002, un lujoso film de vendettas napolitanas al servicio del cada vez más reconocido Toni Servillo, aquí bajo los rasgos de un veterano sicario de la Camorra retirado que tiene que volver a la circulación criminal por fuerza mayor.

5 è il numero perfetto fue una película de connotaciones algo inusuales dentro de ese gran ecosistema genérico que suele ser Sitges, evidentemente en el certamen hay un lugar privilegiado para el cine negro o policiaco, a tal respecto existe sin embargo un notorio abuso en programar producciones asiáticas que transitan por dicho concepto genérico. El debut en el cine de Igor Tuveri da la sensación de ser un producto que va, o al menos lo intenta, más allá de unas coordenadas preconcebidas a la hora de adaptar un comic al uso, el film alejado de convencionalismos no deja de ser una apuesta que ser percibe como arriesgada en la medida de una nada disimulada apuesta por la estética, evidentemente las primeras referencias, de tono que no de fondo, la encontraremos en aquella singular Dick Tracy de Warren Beatty, el trazo crepuscular de 5 è il numero perfetto sin embargo difiere algo a la hora de presentarnos una historia en donde prima lo emocional y los tintes nostálgicos y melancólicos por encima de variables exuberancias caricaturescas que si atesoraba por ejemplo el film de Beatty. Sin embargo en tal sentido existe una evidente descompensación en lo relacionado con la técnica y la narrativa del film, en el primer apartado el esfuerzo es significativo, también sus resultados, a la hora de recrear un Nápoles cuyo decadente barroquismo la trasforman casi en una ciudad fantasmal, la fotografía a cargo de Nicolaj Brüel, responsable de la notable Dogman, logra crear una factura que por momentos resulta portentosa en la medida de mostrar una paleta de colores primarios, blanco, negro y azul, que estiliza de tal manera la imagen que por momentos parece un anexo visual casi perfecto a la novela gráfica originaria, también la música de D-Ross Startuffo ayuda con cierta solvencia a la evocación de este peculiar noir, sin embargo el gran déficit de una película de las características de 5 è il numero perfetto vendrá en la medida de estar ante una historia o argumentación que no está ni mucho menos a la misma altura que sus enérgicas imágenes, a tal respecto el relato como tal se adhiere a manierismos tan esquemáticos como muy detectables en películas que transitan por el mismo género, esta tesitura no deja de poner en manifiesto una vez más la dificultad que a veces supone la traslación de un comic a un medio como es el cine que requiere de unas mayores amplitudes narrativas que el medio originario posiblemente no precisaba.

Valoración 0/5: 2’5

 

Samurai Marathon

Samurai Marathon 1855 nos sitúa durante el Bakumatsu, los últimos años del período Edo una vez que el reinado del shogunato Tokugawa parece llegar a su fin. Para preparar a sus guerreros ante posibles ataques de invasores extranjeros, el hanshu organiza un maratón. La maratón se corre a lo largo de un sendero de montaña durante unos 58 kilómetros. Mientras tanto, el gobierno central de Edo a través de un malentendido ve erróneamente  la maratón como un acto de traición. Unos asesinos son enviados al castillo de los hanshu para repelerla. Jinnai Karasawa parece ser un samurai normal pero en realidad es un espía del gobierno central dándose cuenta de que los asesinos están sintiendo enviados al castillo de hanshu. Para detener a los asesinos y aclarar el malentendido, Jinnai Karasawa deberá corre desesperadamente.

Otro de esos autores que hoy resulta ciertamente difícil de encuadrar a través de un patrón determinado es el guionista y realizador británico Bernard Rose, los aficionados al fantástico lo ubicaran rápidamente por ser el responsable de Candyman, Paperhouse su notable debut tras las cámaras también tránsito por un género que en estos últimos tiempos ha revisitado en formato low cost con propuestas tan dispares en contenido y resultados como por ejemplo sxtape o Frankenstein. Sin embargo Bernard Rose es un autor todo terreno en el buen sentido de la palabra que ha tenido tiempo de sobras a la hora de adentrarse incluso en un territorio eminentemente académico con películas como Immortal Beloved o Anna Karenina, es por esta evidente inquietud autoral y también laboral que en parte no sorprenda que este al mando de una producción tan variopinta en coordenadas y conceptos como es Samurai Marathon.

Esta adaptación de la novela de Akihiro Dobashi parte de la singularidad de ser un producto con parte de capital y autoría occidental en relación a una historia provista de evidentes trazos localistas inspirados en hechos verídicos, de alguna manera estamos ante un intento de estandarizar el concepto genérico del chambara expuesto aquí a través de esa clase de películas que terminan siendo correctas en la medida de intentar contentar de la mayor manera posible a los distintos ámbitos conceptuales por los que transita, esto otorga a Samurai Marathon una condición de producto que en parte da cierta sensación de prefabricación quedando situada a medio camino entre la épica de connotaciones academicistas y el prototípico relato de aventuras de tono liviano. Afortunadamente esta ligereza apuntada en último lugar no llega a desvirtuar del todo un concepto clásico que parece contornear narrativamente a través de un estilo de claro índole contemporáneo. Samurai Marathon, que también se ve beneficiada de esa globalidad conceptuada en su estructura a través de una competente banda sonora a cargo del veterano Philip Glass, cumple pues con unos patrones determinados en donde los giros narrativos del relato en cuestión resultan ser tan predecibles como funcionales en la labor de filmar con cierto aplomo unos cuerpos que están en constante movimiento pero que por otra parte terminan dando una ligera sensación de no estar plenamente cohesionados al relato en referencia a la temática preconcebida que parecen abordan sus hibridas imágenes.

Valoración 0/5: 2’5

 

Phil Tippett: Mad Dreams and Monsters

Ganador del Oscar por El retorno del Jedi y Parque Jurásico, Phil Tippet es un maestro incontestable de la stop-motion, que ha dado vida a algunas de las criaturas más memorables de la historia del cine y que aún hoy se encierra en su taller para seguir creando y soñando. Este documental, realizado por los expertos en la materia Gilles Penso y Alexandre Poncet, se adentra en su obra a través de una inmersión en profundidad en el alucinante archivo personal del genio.

Dentro de los documentales vistos en esta edición de Sitges también existió un pequeño hueco a la hora de explorar con detenimiento la trayectoria de figuras cuya impronta dentro del género fantástico ha sido digna de mención, Phil Tippet, como figura icónica y fundamental dentro de la animación stop motion merecía un estudio documentado que recorriera una labor creativa ciertamente destacable. En estas últimas décadas una queja bastante común que anida en el fantástico actual es la excesiva proliferación del CGI, a tal respecto los gráficos generados por computadora han disminuido aquella efectividad de antaño plagada de imperfecciones perdonables y que eran muy visibles en los monstruos de las películas de género, de la misma manera han dejado en la trastienda los efectos artesanales y por ende a los artistas del stop-motion.

Si bien los avances tecnológicos tienen sus evidentes ventajas y su momento, muchos aficionados al género creen que los efectos prácticos y artesanales siempre emitirán una experiencia visual que devenga como tangible. Gilles Penso y Alexandre Poncet no son unos recién llegados en esto de indagar y estudiar a los profesionales de lo artesanal, tanto Ray Harryhausen: Special Effects Titan como Le complexe de Frankenstein exploraban con detenimiento dicho concepto, en Phil Tippett: Mad Dreams and Monsters se sigue una fórmula estándar que cubre paso a paso todos los aspectos de la vida y obra artística de Phil Tippett. El documental comienza con testimonios y filmaciones varias sobre la infancia del creador de efectos especiales en películas como Robocop o Starship Troopers entre otras, un niño tímido que solía ser un poco solitario a la hora de interesarse por diversos aspectos del arte, como suele pasar en estos casos los monstruos y las películas de género fantástico por las que sentía devoción no eran populares entre sus compañeros. Este será el punto de partida del relato, a partir de una temprana edad vemos como nuestro protagonista esculpía animales de arcilla en su habitación y soñaba con labrarse una carrera en la animación después de enamorarse del trabajo de ese tótem en la materia como fue Ray Harryhausen. Phil Tippett: Mad Dreams and Monsters cumple pues a la perfección con esa norma tan habitual en este tipo de trabajos de convalidar en su estudio la trayectoria profesional sin dejar de lado la vivencia personal, un reconocimiento bien ajustado que no pretende sentar cátedra y si divulgar la labor de un director, productor, pero especialmente supervisor de efectos visuales y diseñador de criaturas a modo de homenaje a una magia artística que aquí nos es presentada como agraciadamente intemporal.

Valoración 0/5: 3

 

Iron Fists and Kung Fu Kicks

Iron Fists and Kung Fu Kicks explora la influencia del cine de artes marciales de Hong Kong y como ha modelado la estética cinematográfica desde Hollywood hasta Uganda. Con entrevistas a leyendas del cine de Hong Kong, intérpretes y críticos, la película ofrece un viaje sin paradas desde la primera época de la Shaw Brothers a los blockbusters de Hollywood.

En un año generoso en lo relativo a documentales que transitaban por las diversas ramificaciones genéricas del fantástico también hubo lugar para este ameno estudio por parte del australiano Serge Ou en donde se indaga en el desarrollo del kung-fu en la historia del cine. Iron Fists and Kung Fu Kicks como documental más elaborado y completo, en donde posiblemente predomine más la amplitud que la profundidad, quito aquel mal sabor de boca que dejo años atrás en el festival la anecdótica Dragon Girls! Les amazones pop asiatiques de Yves Montmayeur funcionando a la perfección a modo que una especie de apéndice del notable Category III: The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema de Calum Waddell también presente en Sitges el pasado año. Iron Fists and Kung Fu Kicks deviene como un aplicado recorrido de tal práctica y su incidencia a través de la industria cinematográfica, especialmente la referida a la de Hong Kong y el enorme impacto que tuvo posteriormente en la cultura estadounidense.

Desde figuras y estudios icónicos como Bruce Lee o la mítica Shaw Brothers a una mirada más socio cultural de épocas pretéritas en base a imágenes y documentación de archivo como por ejemplo esos noticiarios en blanco y negro de los disturbios de Hong Kong del año 1967 que fueron alimentados por disputas laborales de aquella época, todo ello evidentemente aderezado con un buen número de testimonios como marcan los cánones del documental didáctico, puesto a ponerle alguna pega a este voluntarioso y funcional Iron Fists and Kung Fu Kicks un servidor detecta una abrupta ruptura narrativa en lo referente a su tramo final, aquella en donde una vez la evolución llega a nuestros días se deja de lado la faceta cinematográfica y se incide en el aspecto social como fenómeno cultural YouTube de nuestros días, un ligero lastre que no enturbia un estudio que no deja de ser en sí mismo un homenaje y una celebración que rinde cuentas a la perfección en lo relativo a su incondicional pleitesía a las artes marciales ubicadas en la historia del cine al mismo tiempo que queda validada como perfecta herramienta de descubrimiento de un sinfín de títulos que indagan en dicha materia y que el aficionado recién iniciado buscara con ahínco una vez concluya el visionado de este agradable paseo cinético que es Iron Fists and Kung Fu Kicks.

Valoración 0/5: 3’5