Crónica Festival de Sitges 2020. Día 8

The Last Journey of Paul W. R.

En un futuro próximo, las temperaturas han alcanzado nuevas e insoportables cotas. Casi toda la fauna se ha extinguido, cientos de millones de personas se han convertido en refugiados climáticos y las reservas de petróleo, carbón y gas se han agotado. A medida que la misteriosa Luna Roja se acerca peligrosamente a la Tierra, solo un hombre puede salvar el mundo: su nombre es Paul W.R.

En estos últimos tiempos los estrenos mundiales vistos en festivales de cine como el de Sitges no eran precisamente una garantía de calidad con respecto al producto en cuestión, digamos que era más bien todo lo contrario, en su gran mayoría solían ser películas que no habían podido encontrado una oportunidad mejor en otros certámenes de un mayor empaque publicitario teniendo que acudir a certámenes de una segunda línea de flotación para su promoción, a tal respecto Sitges con sus inconvenientes y sus ventajas lo es. Este año en el certamen hubo un número mayor de estrenos mundiales menos malos de lo habitual, la coyuntura que provoco la suspensión de muchos festivales previos a Sitges propiciaron un cupo mayor de lo habitual elevando tímidamente la calidad de muchos trabajos que veían por primera vez la luz en una pantalla de cine como resulto ser la curiosa opera prima del francés Romain Quirot titulada The Last Journey of Paul W. R.

The Last Journey of Paul W. R. fue otras de las interesantes óperas primas francesas vistas este año en Sitges, un film que tiene la parcial virtud de aproximarse con cierta originalidad a la temática de los últimos días del apocalipsis y como el ser humano se tiene que enfrentar a ello, en la mayoría de los casos este concepto ha estado expuesto en diversas películas a través de una premisa en donde por medio de un Macguffin predominaba una especie de cuenta contrarreloj como se podía ver en la apreciable Miracle Mile de Steve De Jarnatt, en otras muchas como por ejemplo la australiana These Final Hours de Zak Hilditch, la canadiense Last Night de Don McKellar o la más autoral 4:44 Last Day on Earth de Abel Ferrara el mal era ya irreversible y la disyuntiva de los protagonista se desarrollaba en la medida de cómo aprovechar y afrontar de forma algo lúdica las últimas horas de su existencia antes de producirse el cataclismo. The Last Journey of Paul W. R. coge de forma parcial ambos conceptos pero a través de una mirada totalmente diferente a lo anterior colindando de forma muy recurrente con lo poético y muy especialmente con lo reflexivo en base a la advertencia que intenta exponer. La acción, con ciertas texturas derivativas al comic y muy especialmente al Métal Hurlant en referencia a su estética, toma conceptos de forma tímida de la ciencia ficción apocalíptica y desértica al uso para jugar y revertir dichos código y clichés que aquí serán expuestos a modo de fábula intimista de un tono inevitablemente fatalista en donde el mensaje de índole ecológico, aquel que nos dice una vez más que la humanidad está destruyendo poco a poco el mundo, está muy presente, a tal respecto y de forma algo afortunada Romain Quirot sale relativamente airoso de ese farragoso subrayado tan habitual en este tipo de películas de claro tono concienciador.

Valoración 0/5: 2’5

 

 

Mosquito State

Agosto de 2007. Aislado en su austero ático con vistas a Central Park, el analista de datos de Wall Street Richard Boca ve patrones siniestros. Sus modelos informáticos se están comportando de manera errática, igual que los enjambres de mosquitos que se reproducen en su apartamento, una plaga que ayuda a su derrumbe psicológico.

El cineasta polaco-estadounidense Filip Jan Rymsza conocido principalmente por ser responsable de la restauración de ese film perdido e inacabado que es The Other Side of the Wind de Orson Welles presento a concurso la cinta Mosquito State, film que desato, como ocurrió semanas antes en el Festival Venecia, una en parte muy comprensible disparidad  de opiniones con respecto a lo que fue su acogida.

Evidentemente con el visionado de Mosquito State como buen relato de índole kafkiano que pretende ser a un servidor le vino a la mente retazos muy evidentes del cine de David Cronenberg, su narrativa nos deriva a un progresivo y degenerativo descenso en picado a estados mentales y físicos cada vez más alterados como bien pudimos ver en la fundamental The Fly del director canadiense, a través de ello somos testigos de cómo su protagonista, un Beau Knapp que está más cercano al Nicolas Cage de Vampire’s Kiss que al Jeff Goldblum del film de Cronenberg , utiliza una obsesión de tono enfermizo hacia los insectos que invaden su lujoso apartamento para crear a partir de su comportamiento un modelo analítico tan alternativo como sofisticado a la hora de intentar predecir los mercados financieros. La película, de una muy recargada caligrafía visual, sin embargo actúa más en lo relativo a ser una especie de alegoría retorcida que nos retrata masculinidades en crisis que fluctúan con respecto a un declive capitalista que está a punto de hacer acto de aparición, en concreto el shock financiero del año 2008, a tal respecto el film de Filip Jan Rymsza se acerca más al concepto expuesto en el American Psycho de Mary Harron que al de cualquier otro apartado derivado de un apocalipsis orgánico. La metáfora o fábula física en relación a los mosquitos y su conexión con la sangre humana en lo relativo a la asociación del insecto con la enfermedad no termina de estar adecuada a un relato posiblemente demasiado ambicioso en referencia a sus postulados, terminando por estar ante una historia algo difusa, viniendo a representar ese tipo de relato que te quieren explicar demasiadas cosas pero que ninguna de ellas terminan por llegar a buen puerto. En todo caso dicho desplome acaba percibiéndose como más social que físico en lo concerniente a mostrarnos el final de una era de capitalismo feroz, o por lo menos de las cosas y comportamientos tal y como se entendían hasta un determinado momento. Lástima que el exceso de simbolismos, en cierta manera muy evidentes pero muy poco conceptuados e incapacitados a la hora de fusionar y desarrollar ideas, termine por desbaratar una analogía o metáfora que da la sensación de no atreverse a ir hasta el final de su en un principio atrayente enunciado.

Valoración 0/5: 3

 

 

Historia de lo oculto

Faltan 60 minutos para la última transmisión de Midnight, el programa de periodismo más famoso de la televisión. Esta noche es Adrian Marcato, quien podría exponer una conspiración que vincula al Gobierno con un Aquelarre real.

Por fortuna en los festivales de cine y por increíble que parezca aún existe un pequeño resquicio para el descubrimiento de obras en apariencia desconocidas que suponen en base a su ingenio e imaginación toda una sorpresa no prevista para el espectador, este atípico año y posiblemente debido a la ausencia de películas evento Sitges tuvo que recurrir casi por obligación a incidir en pequeñas producciones de las cuales muchas atesoraban suficientes atributos artísticos como para ser resaltadas y otorgarles ese adjetivo tan mal utilizado hoy en día de descubrimiento, en ese aspecto la argentina Historia de lo oculto fue indiscutiblemente una de esas sorpresas agradables que para bien cogieron desprevenidos a la mayoría de espectadores presentes en el certamen.

Posiblemente el mayor acierto de la película de Cristian Ponce resida en el hecho de como a estas alturas en donde parece estar ya todo inventado o transitado dentro del fantástico surja un talento que intente exponer un relato que pese a las evidentes referencia que atesora huye conscientemente de ciertos códigos preestablecidos dentro del género para ir de alguna manera por libre. Historia de lo oculto en tal aspecto constituye toda una extrañeza que huye de lo preestablecido para tomar un muy atípico y sugerente camino, partiendo del modelo del docudrama a modo de programa televisivo de investigación de índole fantástico narrado en tiempo real, como vimos en la seminal Ghostwatch de Lesley Manning, veremos a distintos personajes deambular alrededor de secretos y revelaciones a cual más misteriosas, también percibiremos desde la distancia en lo concernientes a una formas de índole casi retro-futurista otra película fundamental que indagaba en el thriller psicológico persecutorio como era Invasión de Hugo Santiago Muchnik. El film de Cristian Ponce tiene la particularidad de no solo proponernos una trama periodística de índole conspiratorio, será la inclusión del elemento fantástico y esotérico en la trama lo que otorgue a Historia de lo oculto una peculiar particularidad y posiblemente la etiqueta de película de culto en un futuro no muy lejano pues atributos los tiene de sobra para ello. Esa relación entre el satanismo y el poder de unas ocultas élites que están a punto de tomar el mando institucional nos son mostradas a través de esos programas de TV en blanco y negro típicos de los años 70 de forma inteligente en base a situaciones distorsionadas de la realidad en donde cualquier coincidencia por pequeña que sea con la del pasado no resulta ser baladí. En base su amalgama genérica de periodismo, ocultismo, distopía retro futurista e incluso retazos del folk horror, mezcla de conceptos que evidentemente pueden producir algo de confusión a una trama que posiblemente necesite de más de un visionado para su completo entendimiento, Historia de lo oculto, que termina estando más enfocada en relación a la palabra que en la acción propiamente dicha, acaba siendo un film que pese a su modestia atesora como principal virtud eso cada vez más complicado de ver dentro del género fantástico que es una originalidad, que por momentos deviene como desconcertante, que sabe sacar el máximo recurso posible en lo relativo a su innegable creatividad.

Valoración 0/5: 4

 

Viy

Un joven sacerdote debe pasar tres noches velando el cadáver de una bruja. Durante ese tiempo, toda clase de horrores pondrán a prueba su fe y su cordura.

Dentro de los clásicos vistos este año en Sitges la cinta Rusa Viy de Georgi Kropachyov y Konstantin Yershov tuvo un muy agradecido acomodo dentro de la sección Seven Chances, un film que no deja de ser una rara avis dentro del contexto histórico del fantástico europeo y que viene a representar, y en parte a paliar, el desconocimiento de una gran parte de público hacia el cine de género ruso de los años 60 y 70, más activo en lo relativo a su faceta de ciencia ficción que la de un terror aquí planteado desde una mirada hacia un folclore local que se emparentaba de alguna manera a las producciones góticas que se estaban realizando ese mismo periodo de tiempo en otras cinematografías.

Como esplendida fabula folklórica que es Viy, que bien mirado podría figurar perfectamente como un capitulo bastardo del fundamental El Manuscrito encontrado en Zaragoza de Jan Potocki, un servidor sigue siendo de la opinión que su desbordante fantasmagoría final, clara deudora del imaginario artesanal de Ray Harryhausen, viene a representar uno de los momentos cumbre en lo concerniente al fantástico europeo. La película de Georgi Kropachyov y Konstantin Yershov adapta de forma bastante fiel según algunas fuentes un cuento corto del escritor de origen ucraniano Nikolai Gogol que vio la luz por vez primera el año 1835 incluido en una recopilación de relatos titulada Migorod. Viy, sustentada en base a una leyenda ucraniana, que curiosamente sirvió de inspiración a Mario Bava a la hora de realizar su icónica Black Sunday , viene a representar de forma meridiana la representación de la fantasía popular aplicada en su traslación a la gran pantalla al prestigio cultural asociado al nombre de Nikolai Gogol, el resultado termina siendo una película modesta en medios aunque no en relación a su desbordante faceta creativa, un cuento de brujas en un principio más cercana al divertimento fantástico, dado en gran medida a sus ligeros apuntes livianos de humor, e incluso en lo relativo a una velada crítica al autoritarismo feudal extrapolable a otros ámbitos sociales de la época, que a una narrativa gótica proveniente de la Europa occidental percibida como más adulta y menos fabularía en lo concerniente a un tono más oscuro y sexualizado. Viy viene a ser esa clase de películas que dada su naturaleza inclasificable de cuento de hadas perverso con un antihéroe como protagonista principal atesora una meritoria atmósfera irreal y onírica, pasando a engrosar la lista de aquellos films que por desgracia no tuvieron ni referentes ni continuidad, películas que terminaron siendo una especie de islotes que sin embargo atesoraban una identidad formal muy propia destinada con el paso del tiempo a ser redescubiertas y reivindicadas en su justa medida.

 

Valoración 0/5: 4’5

 

The Education of Fredrick Fitzell

Con un trabajo corporativo, pareja estable y una madre enferma, el encuentro casual de Fred con un hombre de su juventud resulta en recuerdos aterradores. Poco a poco, va desentrañando un misterio oculto durante años sobre una niña desaparecida, una droga llamada Mercury y una criatura aterradora, que le ha acompañado en cada paso del camino. Pasado, presente y futuro se van cruzando, y Fred comienza a explorar las vidas posibles que podría llevar. ¿Cuál elegiría?

Ocho años han pasado para el realizador canadiense Christopher MacBride volviera a ponerse detrás de las cámaras tras debutar en 2012 con The Conspiracy, uno de los mejores y más interesantes mockumentarys realizados en los últimos años, con este estimulante primer trabajo en la ficción titulado The Education of Fredrick Fitzell MacBride se adentra en un drama existencial de tono onírico y fantástico que transita a través de diversas realidades paralelas y la posibilidad de poder incidir y reflexionar a través de ellas.

The Education of Fredrick Fitzell bascula principalmente en base a ese concepto que todo mortal hemos tenido en algún momento de nuestras vidas en mayor o menor medida, el preguntarnos, ya con un bagaje extenso en lo relativo a nuestra existencia, a nosotros mismos que derroteros hubieran trancurrido por nuestras vidas de haber tomado decisiones diferentes a las finalmente elegidas, Christopher MacBride partiendo de esa premisa argumental ofrece un drama con texturas de thriller alucinógeno de un claro tono existencial, el elemento fantástico para que el protagonista se adentre en estas dobles o triples realidades estará causado o representado por mediación de una droga de diseño conocida como Mercurio que permite de alguna manera ampliar la mente y su conciencia a los personajes que decidieron tomarla tanto en el pasado como en el presente, un apunte argumental que nos remite a la siempre reivindicable Jacob’s Ladder de Adrian Lyne con respecto al concepto de supuestas vidas vividas con posibilidad de poder reconfigurarlas. En estos últimos años a la hora de enfrentarnos a relatos que manipulan el espacio tiempo siempre ha habido un temor, al menos en lo que concierne a un servidor, a la hora de enfrentarte a un relato que es consciente de su naturaleza criptica y que necesite seguramente de más de un visionado para poder entender del todo bien esas narrativas laberínticas que forman parte de la historia, como ejemplo con respecto a esta tesis me viene por ejemplo a la cabeza películas como el Endorphine de André Turpin o el Donnie Darko de Richard Kelly, afortunadamente la intención de Christopher MacBride con respecto a The Education of Fredrick Fitzell es la de no aturdir al espectador por mucho que la física cuántica esté muy presente en un relato que más que detenerse en explorar las posibilidades materiales de alterar todas las vidas que podría tener un ser humano, o en las consabidas segundas oportunidades, indaga en la reflexión casi intimista de alguien que atesora el don de ser consciente de todas y cada una de las realidades creadas a partir de lo que han sido sus propias decisiones, un film que decide detenerse más en lo emotivo que en lo laberintico exponiendo la ambivalencia de esa percepción que solemos tener de lo entendible como realidad.

Valoración 0/5: 3