En Druk vemos como cuatro profesores se embarcan en un experimento sociológico en el que cada uno de ellos deberá mantener al mismo nivel una alta tasa de alcohol en su cuerpo durante su vida laboral diaria, intentando demostrar que de esa manera pueden mejorar en todos los aspectos de su vida. Pero las consecuencias de tan peculiar experimento les cambiarán la cotidianidad de una forma drástica.
Fue uno de los títulos más esperados de los vistos en la pasada edición del Festival de San Sebastián (Concha de Plata a la mejor interpretación masculina para sus cuatro protagonistas, Mads Mikkelsen,Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranth) provenientes del tan cacareado sello Cannes, Druk el nuevo trabajo del danés Thomas Vinterberg se presenta como un relato que aborda diferentes crisis de masculinidad, una tesitura de índole existencialista que encuentra un ligero y algo transitorio acomodo en algo tan banal en apariencia como puede ser la en un principio controlada ingesta de alcohol a la hora de paliar o encontrar una especie liberación interna que es sin embargo es percibida como efímera.
Druk, el mejor trabajo con diferencia en años de Thomas Vinterberg en los últimos años, bascula por conceptos que en un principio pueden parecer algo manidos, la historia gira en torno a la idea de ahogar las penas en base a unos límites preestablecidos en el que el consumo de alcohol corre aparentemente el peligro de deja dejar de ser algo recreativo o experimental para convertirse en una adicción, en cierta manera la película podría ser perfectamente si nos basamos en su tesis en una especie de alegato contra el alcohol, sin embargo el responsable de Far from the Madding Crowd, pese que aquí rebaja ese tono de cinismo tan habitual en su cine, no es un autor muy proclive a transitar a través del puritanismo y no intenta ofrecer ningún discurso a favor o en contra de la bebida, a tal respecto no nos encontramos ante un relato que indague propiamente en el simple concepto de la borrachera sino más bien en el efecto, casi a modo de excusa o incluso de anécdota si se prefiere, de los efectos que puede provocar tal acto en unas vidas que dan la impresión de encontrarse estancadas, en cierta manera el tono del relato devendrá como ameno y cordial, con catarsis liberadora final incluida, por momentos colindante con la tragicomedia, sin embargo el mensaje se percibe desde la lejanía como bastante más profundo y amargo aun transitar peligrosamente en más de un momento por ese estigma cinematográfico de la feel-good movies en referencia a poner sobre la palestra muchas de las deficiencias existentes en la sociedad danesa y por consiguiente en la occidental en base a los altibajos que la vida puede ocasionar a un grupo de hombres que prueban como con el exceso de alcohol potencian y mejoran puntualmente habilidades laborales al mismo tiempo que evidencian de una forma más clara pasado el tiempo preceptivo las dificultades que ya existían, y que no parece tener visos de desaparecer, en sus vidas por muy de diferente manera que cada personaje lleve el exceso aquí autoimpuesto.
Menos cínica y algo más empática, y por fortuna menos demagógica, que en trabajos anteriores, el responsable de The Hunt y The Commune nos propone en Druk una ingeniosa y amena reflexión acerca de amoralidades diversas que no recurren a moralismos fáciles como aquella que nos dice cómo falsas medicinas nos pueden proporcionar de golpe supuestas felicidades. A tal respecto Vinterberg junto a su coguionista habitual Tobias Lindholm no se atreve a sumergirse en la miseria moral que parece da la sensación de retratar en un principio, también se aleja del concepto de la provocación descarada como la vista por ejemplo en The Idiots de su compatriota Lars Von Trier, lo suyo es más bien una mirada que en ocasiones parece ser algo neutra, más al estilo, salvando mucho las distancias y de una forma más comedida de La Grande Bouffe de Marco Ferreri, en ambas, cada una a su manera y su estilo, se nos habla de cómo el exceso proporciona una felicidad digamos momentánea pero no resuelve ese concepto de la insatisfacción vital tan característica en crisis adyacentes a la mediana edad, una era una especie de representación del final, la otra abraza finalmente la celebración de la vida en base a asimilar los amargos altibajos proporcionados por la vida.