El faro (The Lighthouse) review

En una remota isla de la costa de Nueva Inglaterra, dos fareros atrapados y aislados debido a una tormenta aparentemente sin fin se enzarzan en una creciente escalada de enfrentamientos a medida que se fraguan tensiones entre ambos y unas misteriosas fuerzas, reales o imaginarias, parecen apoderarse de ellos.

Fue una de las películas presentadas dentro de la sección Perlas del Festival de San Sebastián que mayor expectación habían levantado este año, tras el éxito de su opera prima The Witch el nuevo trabajo de Robert Eggers titulado The Lighthouse, que se alzó con el Premio FIPRESCI de la Quincena de realizadores en el pasado Festival de Cannes, supone para el realizador estadounidense un paso adelante en eso tan complicado en el mundo del cine que es superar expectativas con un segundo trabajo tras las cámaras, curiosamente lo hace a través de una película que no toma un camino que en lo referente a su construcción y posterior desarrollo que se perciba como convencional.

Antes de entrar en materia y como apunte a modo de apéndice no deja de ser curioso como The Lighthouse de cara a un determinado circulo de aficionados al género fantástico haya sido catalogada de buenas a primeras como una pieza que entraría a formar parte en esa horrible denominación tan de moda hoy en día llamada elevated horror, o lo que es lo mismo, una nomenclatura utilizada normalmente de forma algo despectiva que hace referencia a como un autor mira de forma algo pretenciosa por encima del hombro a un género determinado, en este caso el fantástico, la pregunta vendría en la medida de considerar a Robert Eggers como un realizador afín a dicho género, en tal sentido que su opera prima transitara por recovecos bastante detectables no significa obligatoriamente que su futura trayectoria se deba por fuerza mayor a unas coordenadas genéricas determinadas, pensándolo bien un servidor es de la opinión que el responsable de The Witch es un director que básicamente utiliza formas y modismos prototípicos del genero fantástico a la hora de contar fundamentalmente historias dramáticas que indagan normalmente en un origen clásico de la mitología direccionada en gran parte a una Norteamérica pretérita, a diferencia de por ejemplo Ari Aster, en donde si es detectable un posicionamiento excesivamente calculado con respecto a lo que quiere contar, el cine de Robert Eggers y su catalogación como “terror de autor” resulta bastante cuestionable en la manera de apreciar cómo este se apropia y desarrollara según que códigos habituales dentro del cine de horror.

Ambientada a finales del siglo XIX en un solo escenario y dos únicos personajes aislados de forma expeditiva del mundo exterior, sobresalientes una vez más Willem Dafoe y Robert Pattinson en un duelo descarnado de dos masculinidades toxicas bien distintas a través de una relación entre un veterano farero y su ayudante que evidentemente no tendrá un final feliz, The Lighthouse nos cuenta básicamente un descenso a la locura, un infernal purgatorio expuesto a modo de drama de época de malsanas tendencias shakespeareanas aderezado por una apuesta estética de alto nivel a través de un trazo visual que nos remite de forma evidente al cine silente. The Lighthouse como estética pieza de cámara de que es abandona conscientemente cualquier tipo de convencionalismos pese a ser en realidad una película bastante sencilla en su fondo pero no en lo relativo a sus formas, un film cuya narrativa no deja de ser en parte anecdótica en la medida de arriesgarlo todo a través solo de sus imágenes pese a que la dimensión verbal y sonora también resulten fundamentales en la historia, a tal respecto es evidente que el film está extremadamente calculado, algo que no tiene que ser forzosamente negativo, desde su formato 1,19:1 hasta su inequívoco tono expresionista provisto de abundantes picados y contrapicados o un blanco y negro que anula cualquier atisbo de utilización cromática, recursos que no hacen más que confirmar que Eggers es de esos autores que se preocupan por que el imaginario orquestado que rodea la historia devenga como extremadamente real y creíble pese a que en esta ocasión recurra de forma algo soterrada a un humor tan negro como escatológico, una austeridad formal expuesta a través de una pieza cinematográfica que deviene por momentos como un apabullante e hipnótico ejercicio de estilo que rehúye cualquier tipo de tendencias liquidas habituales dentro del actual cine de género fantástico a la hora de ofrecernos una arriesgada pieza de orfebrería provista de un propio y singular lenguaje autoral.

Un tipo de cine como he indicado más arriba que muy posiblemente los puristas del género fantástico acusen erróneamente de ser demasiado pretenciosa o en el peor de los casos artificiosa en referencia a lo que es su dictado, que la imagen como tal vaya siempre por delante de la narrativa más que un déficit puede ser perfectamente un beneficio siempre que esté bien aplicado el recurso, a tal respecto Robert Eggers transita a través de un imaginario enfermizo que recurre sin muchos disimulos a clásicos autores como Murnau, Stanley Kubrick o incluso Béla Tarr aderezado para la ocasión con ligeros tonos proveniente de imaginarios propios que toman el concepto de la novela de marinos en base a referentes a clásicos como pueden ser Melville, Lovecraft o Poe, apropiaciones literarias estas tan solo utilizadas como punto de inspiración estética en lo relativo a una propuesta de atmósfera ominosa que rozando lo experimental queda situada entre un sucio realismo desvirtuado y lo pesadillesco en base a la creación de un lienzo tenebrista provisto de imágenes de impacto en dónde el crescendo narrativo deviene como un inquietante caldo de cultivo a la hora de mostrarnos una degradación moral y física. The Lighthouse termina convirtiéndose por méritos propios en una de las propuestas más radicales realizadas este año al mismo tiempo que supone la confirmación de un joven autor poseedor de una peculiar mirada hacia lo genérico, una trayectoria que nos obligara a estar muy atentos en un futuro.

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