“Greta” review

Frances es una dulce e ingenua joven que, tras la muerte de su madre, se muda a Manhattan. Cuando encuentra en el metro un bolso extraviado, decide entregárselo a su legítima dueña, Greta, una pianista viuda con una desesperada necesidad de compañía. Rápidamente se convierten en amigas, pero su amistad cambia cuando se descubren las siniestras intenciones de Greta.

Greta, titulo bastante más adecuado y en parte mucho más sutil que La viuda, su equivalente castellano en nuestras salas comerciales, es un film que vuelve a poner sobre la palestra el buen hacer de una clase de autores como es el caso del irlandés Neil Jordan que a día de hoy devienen en referencia a su condición casi como extintos dado los estándares contemporáneos de una mala entendida autoría en lo concerniente a los muy itinerantes gustos del público actual. Si hay algo inherente en el cine de Neil Jordan es que este siempre ha requerido por parte del espectador una mirada hacia atrás, a sus bases antes utilizadas, especialmente en lo concerniente a desgranar unas determinadas coordenadas genéricas, su cine visto en la actualidad por las nuevas generaciones puede correr un cierto riesgo de ser despachado de buenas a primeras, de no ser valorado en su justa medida en definitiva.

Si hay algo que ha caracterizado el cine de Neil Jordan a lo largo de estas últimas cuatro décadas es que este siempre se ha apoyado en la narrativa visual a la hora de desarrollar su cine, posicionándose a medio camino entre un universo muy propio y otro algo más alimenticio en referencia a trabajos manufacturados con especial buena mano a la hora de abordar el género fantástico con títulos capitales como The Company of Wolves o aproximaciones a temáticas vampíricas tan estimulantes como Interview with the Vampire o la algo denostada Byzantium. Greta pese a no ser un film fantástico esta rodado como tal (especialmente visible entre otras en la inquietante secuencia de la persecución por la Gran Manzana con los móviles como cuarto personaje del entramado escénico), en parte el film coquetea en ocasiones con el giallo partiendo de una premisa argumental claramente reconocible, la del acosador enloquecido que deriva en psicópata y que nos es ubicado a la vuelta de la esquina de nuestra casa, invirtiendo roles según se dé el caso y mostrado bajo los contornos de un thriller psicológico su estructura difícilmente varia de una historia a otra, los estándares narrativos devienen como extremadamente similares, la irrupción en un entorno familiar o aparentemente convencional de un extraño, al principio amigable y placentero para posteriormente devenir como una amenaza hacia esa supuesta estabilidad invadida, como punta de iceberg de dicho temario a últimos de los ochenta encontramos el Fatal Attraction de Adrian Lyne, fue en los noventa cuando la cosa se expandió considerablemente con títulos como por ejemplo Pacific Heights, Single White Female o The Hand that Rocks the Cradle entre otros muchos, una fórmula que duro lo que la taquilla dicto, la evidente saturación de tal concepto de hostigadores relego dicho temario a ser casi un refugio algo denostado de telefilms de sobremesa. Tales coordenadas son rescatadas aquí por Neil Jordan, no tanto a la hora de hacer una relectura de él y si en la medida de fabularlo en referencia a orquestar un retrato de la soledad provisto de un aire de cuento perverso, queda claro que aquí no importa tanto el fondo como si el manipular las formas siempre elegantes por parte del realizador irlandés en la medida de moldear una historia que transita a través de personajes ubicados y a merced de una gran urbe, la terrible soledad de ellos, a unos ocasionando enajenamiento, a otros una abrumadora pérdida seguridad personal, todo ello visualizado en un drama que muta en thriller y posteriormente en pieza de terror acerca dos mujeres que se sienten solas, todo ello expuesto en lo concerniente a un maternalismo que degenera en obsesión.

Evidentemente todo este concepto ha de girar y quedar centralizado como mandan los cánones en la figura de la supuesta villana, la francesa Isabelle Huppert, actriz que ya en los años ochenta ejercía de curtida femme fatale por las Américas con la hoy algo olvidada The Bedroom Window, su rol no decepciona  en referencia a tal aspecto ofreciéndonos todo un repertorio de matices y estridencias malsanas, estas curiosamente en base a una rígida y autoconsciente inexpresividad gestual que otorga al personaje un tamiz ciertamente perturbador. Es en la parte final de esta historia de mujeres abocadas por un motivo u otro a la desesperación en donde posiblemente se le vaya algo de las manos el relato a Neil Jordan, esa conclusión donde tenemos la suerte de ver como marca registrada de la casa al indispensable Stephen Rea y en donde se roza lo paródico en base a sus algo predecibles giros argumentales da la sensación de perder algo de cohesión narrativa, la reflexión anterior queda algo diluida en beneficio del consabido Grand Guignol genérico que contornea con el trazo de artificio a modo de juego lúdico, peaje que un servidor atisba como ciertamente menor en una película que seguramente no depare grandes sorpresas en su interior pero que evidencia un buen hacer y un talento detrás de las cámaras digno de reseñar y al que hay que enfrentarse con cierta nostalgia dada su inequívoca condición en el buen sentido de la palabra de producto otra época.

Valoración 0/5:3