Leonardo, El Novio y La Novia son un triángulo inseparable desde niños, pero Leonardo y La Novia poseen un hilo invisible, feroz, imposible de romper. Pasan los años y ella, angustiada, se prepara para su boda con El Novio en medio del desierto blanco donde vive con su padre. El día anterior a la ceremonia, a su puerta llama una Mendiga que le ofrece un regalo y un consejo: «No te cases si no le amas», mientras le da dos puñales de cristal. Un escalofrío recorre el alma y el cuerpo de La Novia.
Indudablemente fue una de las grandes sorpresas en positivo en la pasada edición del festival de San Sebastián, «La Novia» es el segundo trabajo tras las cámaras de la directora aragonesa Paula Ortiz tras su curiosa «De tu ventana a la mía«, que en esta ocasión se atreve con la adaptación cinematográfica de uno de los grandes de la literatura, Federico García Lorca y sus Bodas de Sangre, una obra literaria que ya había sido llevada a la gran pantalla en diversas ocasiones aunque de una forma tan irregular como dispar, Paula Ortiz nos ofrece en esta ocasión una versión arriesgada en su formulismo, destinada a provocar sensaciones polarizadas, poseedora de un despliegue visual muy potente, que a riesgo de parecer presentarnos un trabajo de trazo algo pretencioso o impostado logra dotar al conjunto de la valentía necesaria que se requiere al apostar por una historia que sabe cómo avanzar y transmitir a través de sus imágenes, algo nada fácil, no solo se conforma con exhibir el consabido trazo emocional inherente en el propio texto, aquí ayudada de forma notable por prácticamente todo el reparto y en especial por la inmensa interpretación de la actriz Inma Cuesta en el papel protagonista, sino que intenta dar un paso más hacia delante a la hora de indagar y exponer con bastante acierto en las metáforas esenciales que subyacen dentro del universo Lorquiano.
«La Novia» podría catalogarse es sí mismo como un pequeño triunfo, en cómo saber adaptar-evocar un universo literario tan complejo de visualizar en imágenes, en donde la simbología y lo onírico elementos característicos del universo de Lorca ha de saber asimilarse en una historia de claros contornos trágicos, de una manera casi milagrosa y junto a un guión inteligentemente bien adaptado que pone el verso y el diálogo en el momento adecuado todos estos elementos logran cohesionarse casi a la perfección, se adecuan a un propósito en concreto, desde la música, canciones populares +banda sonora compuesta por el japonés Shigeru Umebayashi hasta sus aspectos más técnicos, diseño de producción de Jesús Bosqued, fotografía de Migue Amoedo, logran transmitir con acierto ese sensación de tragedia tan característica en el imaginario en el que se basa. Paula Ortiz construye un relato que sabe alejarse de forma consciente de lo más puramente teatral y pictórico, todo ello elaborado en base una potencia visual incuestionable, una imagen y sus recursos al servicio del texto, que sabe exactamente por donde direccionar la historia, cómo querer contarlo y dónde saber colocar la cámara en el momento oportuno para facilitar de este modo una narración que fluye con soltura.
En los próximos premios Goya «La Novia» no solo tendría que ser reconocida a un nivel de apartados meramente secundarios como pueden ser su música o fotografía, tendría que ser valorada más unánimemente, Paula Ortiz es de forma clara una de las voces más refrescantes y rompedoras del panorama del cine español actual, ese tipo de cine que a semejanza de la «Blancanieves» de Pablo Berger saben asumir un riesgo autoral que se tendría que ver recompensado de una forma más decidida, un camino a seguir que pasa por una renovación de conceptos que el cine patrio pide a gritos desde hace ya un tiempo, la valiente propuesta orquestada por Paula Ortiz posee estos atributos, «La Novia» es de esos trabajos que logran indagar con acierto en los sentidos del espectador y que merecen ser valorados en su justa medida.
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