“Nomadland” review

En Nomadland vemos como una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern empaca su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional como nómada moderna.

Nomadland, curiosamente junto a otro film dirigido por una mujer como es la espléndida First Cow de Kelly Reichardt, se sitúa por méritos propios en la cima del mejor cine independiente visto por un servidor en este atípico año 2020, la realizadora Chloé Zhao, que da la sensación de pertenecer a esa clase de autores de naturaleza casi extinta que suelen retratan y reinterpretar sistemáticamente mediante la imagen primaria y contemplativa un género como es el western de índole crepuscular, muy a semejanza de la fundamental The Straight Story de David Lynch, a la hora de contarnos una historia contemporánea en donde se vuelve a incidir en la soterrada cultura norteamericana adaptando de forma algo libre la novela Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de la periodista Jessica Bruder, todo ello expuesto a través de la unión de ese antes comentado tono contemplativo en lo referente a la exposición de espacios, grandes llanuras prototípicas del oeste semirural americano, y la ficción emotiva de sus personajes.

Como en muchas de las películas vistas el pasado año en el Festival de San Sebastián Nomadland colinda en muchos momentos con ese tono documental tan habitual en su autora situado en relación a esa difusa línea que separa la realidad y la ficción aquí abordada a través de un sinfín de momentos que parecen improvisados y que nos muestran una nueva realidad social como es aquella en donde un tipo de nueva comunidad itinerante, que están completamente al margen del consumismo, intenta buscar un lugar en el mundo tras verse despojado por la crisis económica que golpeó los Estados Unidos en los años 2007 y 2009 de su hasta entonces estado sedentario, de alguna manera este film, que encumbra y reconoce de forma definitiva la carrera de Chloé Zhao, trata básicamente de huidas y viajes a ninguna parte, tanto a un nivel mental como físico, y lo hace a través de una herramienta narrativa tan intrínseco dentro de la cultura yanqui como es la carretera y la vida nómada como solución a la marginalidad en donde el concepto de viaje no ha de significar forzosamente una huida hacia delante sino una especie entrada a un supuesto nuevo estatus social con todo lo ello puede conllevar.

En tal sentido Nomadland no deja de ser un relato en donde se expande el concepto de los nómadas a la hora de enfatizar el contraste y la contradicción existente entre decidir liberarse de la sociedad y sentirse al mismo tiempo alejado de ella. En última instancia el guión orquestado por Chloé Zhao no repudia ni toma partido a favor con respecto a las elecciones de la protagonista, la película en cierta manera transita en base al posicionamiento de una mujer que se cansa de lo que es su entorno tomando la decisión de dejar de lado la presión que supone adaptarse a los ritmos tradicionales existentes en esa difícil coyuntura social acerca de la angustia de la clase baja con respecto a la ambivalencia del nuevo capitalismo.

Es difícil enjuiciar en su justa medida una película de las características de Nomadland sin dejar de lado la gran labor interpretativa de una portentosa Frances McDormand, su personaje acaba por mimetizarse en todo momento con un entorno retratado a través de un verismo de tono melancólico solo empañado de forma algo puntual por una banda sonora a cargo de Ludovico Einaudi algo intrusiva, poco lastre en definitiva para una historia plagada de matices que nos son perfectamente explicados y ejecutados en base a la enorme emotividad de sus prodigiosos últimos diez minutos, una conclusión perfecta con la que el relato se da por finiquitado alcanzando un agraciado cenit en eso a veces tan complicado de mostrar como es el simple acto de capturar mediante la mera observación de ambientes las emociones de unos personajes abocados en esta ocasión a un movimiento aquí percibido como perpetuo.

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