“Pearl” review

Atrapada en la aislada granja de su familia, Pearl debe cuidar a su padre enfermo bajo la amarga y dominante vigilancia de su devota madre. Anhelando una vida glamurosa como la que ha visto en las películas, Pearl descubre que sus ambiciones y tentaciones chocan con el entorno represivo en el que vive.
Uno de los premios honoríficos de la pasada edición del Festival de Sitges fue para el realizador norteamericano Ti West, autor de trayectoria visible en el certamen que presento Pearl, segunda parte de esa inteligente trilogía, empezada este mismo 2022 con X y que concluirá este año con MaXXXine. Si X se adentraba a modo de reinterpretación en el slasher USA de los años 70, en donde el American Gothic confronta de forma abrupta modernidad y libertad sexual con un enfermizo conservadurismo situado en la América rural profunda, Pearl, precuela concebida sobre la marcha, nos sitúa décadas atrás del film original, a modo de relato que indaga en el origen, en cómo se fundamenta mediante la fatalidad la identidad del psicópata.
La carrera de Ti West ha ido evolucionando con el paso de los años, aunque esto no signifique que pueda ser considerado como algo positivo, en el caso que nos ocupa más bien todo lo contrario, pues anula interesantes constantes de sus inicios. El cine de Ti West ha transitado en gran medida entre lo concerniente a una continua referencialidad genérica de talante desprejuiciado, labor especialmente afortunada en dos películas, en la vuelta al terror satánico de los años 70 vista en The House of the Devil (2009), y el relacionado con ese horror, de talante más popular y desinhibido, muy proclive en los 80 con The Innkeepers (2011). Sin embargo, en otras reformulaciones venidas a posteriori West no se muestra tan certero, dos ejemplos serian en relación con el fanatismo religioso expuesto en formato found footage visto en The Sacrament (2013), y en el western a modo de revival en In a Valley of Violence (2016).
En X, que forma parte de ese descenso evolutivo, se intuían interesantes sugerencias que, sin embargo, a diferencia de esos primeros trabajos, son percibidas como demasiada calculadas. Pearl lo es aún más, o lo que es peor, en ella se intuye una naturaleza caprichosa auspiciada por A24, que por momentos intenta ser paródica, a la hora de ofrecer una suerte de performance al servicio exclusivo de Mia Goth con relación a un relato que se cree más inteligente de lo que en realidad es. El percibir como revolucionario, dentro del género de terror, un monólogo de varios minutos, o el plano sostenido de un rostro durante los títulos de crédito finales, material de derribo en otros tiempos proclive a formar parte simplemente de un extra de un DVD, demuestran el ansia errada del fan en alabar y querer guarecerse en el concepto de una supuesta novedad, aquí veleidosa y gratuita, tanto como la osada y muy temeraria semejanza que algunos han querido ver en Pearl a la hora de equipararla en estética al cine de Douglas Sirk.

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