“Playground” review

logo_967

Último día de colegio en una pequeña ciudad polaca. Es la última oportunidad para Gabrysia, de 12 años, de declararse a un compañero de clase. Gabrysia organiza una cita secreta y chantajea al objeto de su amor para que se presente. Pero lo que se esperaba que fuera una charla íntima se descontrola y conduce a un final inesperado. La película, más allá de plantear una pregunta obvia —¿qué se esconde tras los crímenes cometidos por niños?—, cuestiona si somos realmente capaces de encontrar una respuesta.

a08

Playground opera prima del polaco Bartosz M. Kowalski vino a cubrir la cuota de polémica (algo necesaria dicho sea de paso) en la presente edición del festival de San Sebastián, un film que transita acerca de la violencia dentro de nuestra sociedad, el concepto de la maldad expuesto a través de un primer plano, una acción ubicada en el inicio de la adolescencia, o sea de alguna manera se intenta abordar lo que es su propia génesis,  una polémica que vino dada por la crudeza de una última escena de cerca de diez minutos de duración rodada a través de un plano secuencia fijo desde la distancia, algo que incomodo sobremanera provocando que durante dicha escena se produjera una huida bastante importante por parte del público presente en el pase del Kursaal, produciéndose incluso algún que otro improperio hacia a los responsables de la película presentes durante la proyección, puestos a pensar sobre la conveniencia o no de su presencia dentro de la sección oficial uno puede considerarla como una apuesta ciertamente valiente y en parte coherente por parte del festival el programarla en contraposición con una actitud por parte de un sector (algo minoritario todo hay que decirlo) de público ciertamente lamentable, un comportamiento algo retrogrado e incluso muy gratuito, un posicionamiento este que curiosamente choca frontalmente y de manera algo independientemente con la muy dudosa calidad que en teoría el film debería poseer.

56113177a593Bartosz M Kowalski nos retrata y al mismo tiempo ubica en el que es su primer largometraje en esa Polonia de contornos urbanísticos grises y fríos, una suerte de país fundamentado en el hormigón en donde la lluvia siempre parece estar omnipresente de una forma u otra, un perfecto escenario a la hora de intentar al menos retratar esa deshumanización de los niños protagonistas, puestos a buscar alguna posible explicación al hecho en sí podemos encontrarlo en una supuesta falta de estímulo diario, aquí entrarían varias disquisiciones de índole social e incluso territorial, según palabras del propio director este se inspiró y cogió de base para la película un antiguo crimen real que dio la vuelta al mundo, el asesinato de James Bulger, un niño de 2 años a manos de otros dos niños de 10 años de edad, hecho acontecido en Liverpool en 1993, un acto atroz que acaeció por razones que nunca se llegaron a aclarar del todo, de la misma manera podemos encontrar una cierta justificación a ese sin sentido en el rumbo dubitativo de una juventud que no tiene suficiente con desahogar su nada claro porvenir en los videojuegos o en las redes sociales como ficticio medio de comunicación, algo que puede direccionar al inconsciente empleo de la más descarnada violencia. Playground nos retrata un hecho a través del realismo más devastador y agresivo posible, en el film no nos encontraremos ante un elemento atípico o de género fantástico que pueda servir como mera excusa argumental para dicha anómala patología infantil, unos en definitiva futuros adultos que transitan a través de la amoralidad, que no llegan a inmutarse ante sus actos posiblemente debido al formar parte de una sociedad de contornos inequívocamente apáticos en donde los principios no parecen tener cabida.

untitledaSin embargo da la sensación de que Bartosz M. Kowalski en Playground parece intentar indagar sin apenas conseguirlo en los motivos de la crueldad en los niños en el retrato escenificado de los tres personajes adolescentes, sin respuestas simplemente  se expone dicha tesis en base a un enfoque extremadamente frío que bebe sin disimulo de una atmósfera realista de tono malsano muy al estilo de Michael Haneke (la sombra de Funny Games sigue siendo muy alargada) pero expuesta sin ninguna posible reflexión ipso facto sobre el trasfondo real de la problemática en cuestión, se expone pero no se divaga, en cierta manera queda claro que estamos ante un producto que funciona mejor en lo relativo a preguntar que no a responder, no creo como se comentó de una forma bastante generalizada que Playground anide en lo referente a la simple provocación o la gratuidad sobre todo lo que llega a exponer, simplemente estamos ante un producto de una naturaleza bastante torpe, de tono maniqueo si se quiere argumentar de esta manera, incapaz de articular a través de su propia argumentación e imposibilitado al mismo tiempo el poder actuar supuestamente como un golpe seco dirigido hacia nuestra propia conciencia como parece ser el propósito principal del que partía el señor Bartosz M. Kowalski.

Valoración 0/5: 2

plac_zabaw-868802356-large