“Thelma” review

Thelma no es una chica normal. Desesperada, le pregunta insistentemente a Dios por qué la ha hecho así. Sus padres tampoco son de gran ayuda, sino dos personas misteriosas que se muestran tranquilas ante los poderes que muestra su hija, que, cada vez que siente algo, causa desastres. Cuando Thelma inicie una relación con una compañera, las emociones propias del amor harán estragos.

Había una justificada expectación por ver como el responsable de las interesantes Oslo, 31 de agosto y Louder Than Bombs hacia su primera incursión dentro del cine de género, Thelma que de forma algo injustificada no tuvo una presencia más visible en el palmarés oficial del Sitges 2017 supone uno de los mejores trabajos, sino el mejor, del noruego Joachim Trier hasta la fecha, un film que nos habla a través de un drama sobrenatural del despertar de una joven mujer (notable interpretación a cargo de Elli Harboe en un registro nada fácil) y como a través de este hecho anómalo se nos plantea el daño que puede causar un excesivo control parental o religioso, todo ello vertebrado a través de un elemento fantástico que aunque amparándose en diversas e inconfundibles influencias y referencias varias (evidentemente la Carrie de Sthephen King orbita en todo momento a través del relato) no tiene la menor intención de reinventar conceptos genéricos y si la de lograr exponer de una manera ciertamente sutil una alegoría sobre el encuentro de una identidad propia que hasta ese momento era nonata.

Pocas películas vistas en el pasado festival de Sitges (Premio Especial del jurado, Mejor guion, Melies de plata) conjugan tan bien un tempo narrativo perfectamente dosificado con la elegancia de una puesta en escena que por momentos llega a ser casi perfecta, Thelma, que dadas ciertos conceptos narrativos podría formar un perfecto programa doble junto a la denostada injustamente Réquiem de Hans-Christian Schmid, se aparta conscientemente del manido concepto cinematográfico del coming-of-age al uso aunque evidentemente su estructura se sustente alrededor de lo iniciático, tampoco es que no hayamos visto antes con antelación ese conflicto que surge en ver como un adolescente al dejar por primera vez el hogar familiar para ir a la universidad empieza a experimentar unas sensaciones (independencia, primeros escarceos sexuales) que hacen florecer un replanteamiento de conducta no solo para la propia implicada sino también para sus allegados más cercanos, en este sentido la virtud más destacable de un producto tan estimulable como resulta ser Thelma aparte de una puesta en escena en donde encuadres y posición de luz rozan en ocasiones lo suntuoso radica en como conjuga el elemento fantástico a su propia narrativa, ese paso de la adolescencia a la edad adulta nos son planteados en base a poderes psíquicos incontrolados (recurso este que en cualquier producción yanqui poco sutil estarían planteados como meros artilugios al servicio del espectáculo), estos sin embargo nos son expuestos a modo de aplicada metáfora, una especie de despertar sexual y sentimental que deriva en un fenómeno o habilidad incontrolada a modo de ente contestatario frente a tanto a esa implantación de la religión cristiana como a un soterrado pasado de control heteroparental como barrera para la confirmación/liberación personal y de paso como vehículo redentor de las culpas del ayer.

Thelma se erige como una de las mejores propuesta europeas autorales de este año que está a punto de finalizar, un sugerente y poderoso relato del deseo reprimido que deriva en una ruptura de las normativas imperantes expuesto a modo de suntuoso y sugerido relato genérico, en este sentido somos testigos de cómo el factor fantástico juega siempre a favor de la historia y no al revés como suele ser bastante habitual en este tipo de películas que ensamblan cuestiones de índole vital con elementos fantásticos, Joachim Trier en su cuarto trabajo tras las cámaras pasa victorioso con nota y cierta solvencia, no solo por pasar a formar parte de ese selecto grupo cada vez más nutrido de valiosos y prometedores autores en un principio no afines al género, sino en lograr indagar con acierto en discursos dotados de ligeros trazos multigenéricos que lejos de buscar una originalidad o ampararse en un manido subrayado narrativo terminan definiéndose como tratados que van mucho más allá de un simple y ocasional registro genérico, en este sentido queda meridianamente claro que Thelma no supone en la carrera de Joachim Trier una aportación espontanea o un anexo como tal y sí una coherente evolución de conceptos sin llegar a perder un ápice de personalidad en lo concerniente a uno de los autores más interesantes del actual panorama de cine europeo.

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