“Venus” review

Una bailarina de discoteca, Lucía, roba un alijo de pastillas y comienza a ser perseguida por mafiosos, refugiándose en un bloque de apartamentos con su hermana Rocío y su sobrina Alba. Una vez allí las tres descubren que unas fuerzas sobrenaturales malévolas poseen el edificio. El horror invade los pasillos de cemento de un complejo residencial maldito en las afueras de Madrid.
En un 2022, bastante prolífico con respecto al número de películas españolas producidas, no era de extrañar que Sitges, y demás festivales patrios, hayan sido un fiable termómetro, un gran escaparate, a la hora de dar a conocer dicha cosecha previo a su estreno comercial. Un debate bastante interesante, que vendría a ser alternativo al aquí ofrecido, sería revelar, y dar a conocer, la auténtica naturaleza de esta proliferación, los motivos reales que han llevado a dicha situación y probablemente lo más importante de todo ello, el supuesto rédito que todo ello puede comportar respecto a una viabilidad comercial que vaya más allá de la burbuja festivalera.
Centrándonos en el análisis de las películas presentes este año en el festival, y previo paso por Toronto, se entendió como lógico y bastante consecuente que Venus fuera la encargada de inaugurar Sitges 2022. Segundo trabajo del sello The Fear Collection, la película, un loable y disfrutable producto comercial planteado a modo de festejo de género puro, situada a medio camino entre el ingenio y la previsibilidad, se sitúa un peldaño por encima de su decepcionante predecesora, Veneciafrenia de Álex de la Iglesia. Con todo, en Venus se percibe los infructuosos intentos de una autoría, como la de Jaume Balagueró, que da la impresión de querer manifestarse, con relación a querer traspasar la etiqueta de producto de encargo de la que parte la propuesta, posicionamiento curiosamente repetido y reincidente este mismo año en su episodio El televisor, de la muy discutible segunda temporada de Historias para no dormir.
En el imaginario de Jaume Balagueró ha sido muy habitual la coexistencia de escenarios cerrados propensos a un tipo de terror seco, casi epidérmico, de índole malsano en donde es habitual el sufrimiento de personajes femeninos, un posicionamiento comprometido con unas señas de identidad que de alguna manera crearon un estilo propio, muy presente en unos trabajos que terminaron siendo los más logrados de su trayectoria, Los sin nombre (1999), la reivindicable Darkness (2002), Frágiles (2005) o Mientras duermes (2011). Algo de todo esto se percibe en Venus, esas vecinas polanskianas entre otras ideas, lástima que sea de una forma bastante residual, ya que en la película se intentan aglutinar varias tendencias que son percibidas como híbridas, entre ellas el terror/humor neocastizo, y conceptos genéricos, como la figura final de la scream queen o la relectura feminista del slasher, en detrimento de ese horror más explícito, aquí derivativo del cósmico, antes citado. Lástima que la sensación final, y principal hándicap, venga dado en lo referido a un clímax final, que parece estar más enfocado a ser un trabajo donde prevalece más la labor del productor que la del autor.

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