“Viejos” review

Manuel tiene que mudarse a la casa de su hijo Mario (y la familia de éste después de que un terrible suceso acabe con la vida de su anciana mujer. Poco a poco, la realidad se impone: algo incomprensible ocurre con Manuel. Las voces que dice escuchar, las presencias con las que dice hablar. Lena, la mujer de Mario, quiere echarle de la casa: está segura de que algo espantoso puede ocurrir. Solo Naia, la hija adolescente, está de su parte, pero incluso ella empieza a dudar a medida que los fenómenos extraños se suceden en torno a su abuelo, cada vez más perturbado. Es el verano más caluroso de la historia, ha empezado una cuenta atrás y ya es demasiado tarde para pararla.
Convertido en estos últimos años casi en un subgénero en sí mismo con películas como Relic (Natalie Erika James 2020), La abuela (Paco Plaza 2021) o incluso ese slasher camuflado que es  X (Ti West 2022), aunque años antes ya hubo incursiones algo más derivativas como la interesante The Skeleton Key (Iain Softley 2005) o el cortometraje del propio Plaza Abuelitos (1999), la vejez y la decrepitud derivada de ella como estigma social se ha convertido últimamente en un recurso narrativo bastante recurrente a la hora de articular historias que orbitan a través del terror. Viejos, el segundo trabajo tras las cámaras del dúo formado por Raúl Cerezo y Fernando González Gómez, tras su desprejuiciada La pasajera (2021), se adentra en dicha temática, partiendo de postulados casi universales con relación a mostrar un oscuro orden social, ubicado dentro de un entorno familiar que es percibido como campo de batalla, a través de un relato que es lo suficientemente inteligente como para intuir sus propias carencias a la hora de delimitar según que barreras adyacentes al fantástico.
A tal respecto, la discursiva social queda afortunadamente en un solo enunciado que da paso a un entretenimiento de género que se dirige hacia una narrativa que va in crescendo, en algunos momentos canalizado en un calculado, y poco favorecedor, histrionismo, en otros, con ideas y conceptos sugerentes, como por ejemplo la magnífica escena que da inicio a la película. Todo ello refrendado con una revelación final, que podría beber perfectamente de la idea argumental vista en Village of the Damned, llevado al terreno de la senectud, concepto genérico que pese a ser manido, no deja de ser consecuente, especialmente en su función de mostrar una alegoría, los ancianos rebelándose, gracias al elemento fantástico, contra una sociedad que los denigra, en lo concerniente a un clímax que abraza sin complejos retazos propios del relato pulp.

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