“X” review

En 1979, un grupo de jóvenes cineastas se propusieron hacer una película para adultos en la zona rural de Texas, pero cuando sus anfitriones solitarios y ancianos los atrapan en el acto, el elenco pronto se encuentra en una lucha desesperada por sus vidas.
Si hay existido a lo largo de estas últimas décadas un género cinematográfico por antonomasia que de alguna manera ha recurrido por activa y por pasiva a la re visitación propiciada por la sistemática demanda del aficionado este ha sido sin lugar a dudas el referido al terror, en unos tiempos de continua referencialidad, no muy bien planteada, en donde gran parte de la crítica y los fans vitorean y validan al unísono productos tan deficitarios en su concepción como por ejemplo la última versión de Texas Chainsaw Massacre a cargo de David Blue Garcia, por el mero hecho de ser una película supuestamente disfrutable en función únicamente de su abundante dosis de gore, no es de extrañar que surjan un generoso número de películas con una poco disimulada mirada pretérita como por ejemplo X, en este caso en lo concerniente tanto al slasher USA de los años setenta como al American Gothic que confrontaban de forma abrupta la modernidad y un enfermizo conservadurismo situado en la América rural profunda.
Posiblemente el gran déficit de X pueda percibirse en tener la sensación de estar ante un producto demasiado calculado en relación a sus supuestos propósitos y alegorías por las que supuestamente transita, por otra parte su invocación al cine primigenio de Tobe Hooper se queda en eso, en una pulcra ambientación de texturas ambivalentes en donde se apuesta por un gore analógico como es preceptivo y en especial en lo concerniente a la exposición de un árido escenario y en homenajear para regocijo del fandom otra película del responsable de la original The Texas Chainsaw Massacre como es Eaten Alive (1976). Lo que en estos relatos venía a ser una ruptura conceptual que nos derivaba a un compendio del sucio realismo especialmente brillante en su faceta sonora aquí nos encontramos con una realización demasiada cuidada, gracias principalmente a la presencia de la productora A24, y lo que es peor provista de un mensaje algo obvio en relación a confluir dos corrientes seminales no especialmente antagónicas entre sí como son el porno y el terror, la juventud y la vejez, estigma también muy presente en otra película de genero de este mismo año como es La abuela de Paco Plaza, y en especial en ese incipiente liberalismo enfrentado a un perturbador anacronismo represor en donde suelen nacen monstruos, todo ello aderezado con una innecesaria revelación final.
La carrera de Ti West ha basculado en gran parte en lo concerniente a una continua referencialidad genérica, labor especialmente afortunada en la re visitación del terror satánico de los años 70 con The House of the Devil (2009) y el relacionado con ese horror de carácter más popular y desinhibido bastante muy proclive en los años 80 con The Innkeepers (2011), sin embargo en otras reformulaciones venidas a posteriori West no se muestra tan certero, tanto con el fanatismo religioso expuesto en formato found footage visto en The Sacrament (2013) como el western a modo de revival de In a Valley of Violence (2016), propuestas al fin y al cabo que al igual que X son percibidas en base a una estructura algo más ambiciosas y modélicas que sus predecesoras pero también más direccionadas a una clara naturaleza de artificio pese a anidar supuestamente a través de discursos potencialmente nuevos.
Ubicada a finales de los 70 X representa a la perfección ese tipo de cine bastante reconocible en estos últimos años que parece más preocupado en plantear que en desarrollar, a tal respecto hay acotaciones ciertamente interesantes como el que nos dice como el sexo a modo de represión desemboca en barbarie, también el referido a ese juego meta que nos muestra el cine dentro del cine en donde los tópicos de los géneros van apareciendo uno por uno a modo de festín cinéfilo o incluso la reformulación de las reglas a la hora de definir a figura de la Final Girl, no yendo sin embargo más allá de una distendida  acumulación de elementos referenciales más cercanos al hype generado por el entorno que a la veracidad del producto entendido como tal, un cine en definitiva concebido bajo los dictámenes y parámetros de la exploitation setentera que sin embargo y a diferencia de gran parte de aquellas producciones dista mucho de atesorar el espíritu trasgresor que las solía caracterizar.

Valoración 0/5:2