
A poco menos de dos semanas para que dé comienzo una nueva edición del D’A Film Festival Barcelona (25 abril – 5 mayo) y a modo de previa recuperamos en este segundo artículo las reseñas de algunas de las películas vistas en la pasada edición del Festival de San Sebastián que estarán presentes en el que se ha convertido en una de las citas imprescindible del año a la hora de poder testear lo más importante que nos ha dado este curso en referencia al cine independiente y de autor. Como cada año Fantasicine estará presente en un certamen de cual una vez finalizado publicaremos un amplio repaso a modo de crónicas con todo lo más destacable que ha dado de sí.
The Sisters Brothers

Charlie y Eli Sisters viven en un mundo salvaje y hostil, en plena fiebre del oro. Tienen las manos manchadas de sangre: la sangre tanto de criminales como de personas inocentes. No tienen escrúpulos a la hora de matar. Es su trabajo. Charlie (Joaquin Phoenix), el hermano pequeño, nació para matar. Eli (John C. Reilly), sin embargo, sueña con llevar una vida normal. Ambos son contratados por el Comodoro para encontrar y matar a Hermann Kermit Warm (Jake Gyllenhaal), un buscador de oro. De Oregón a California arranca una caza despiadada, un viaje iniciático que pondrá a prueba el demencial vínculo entre los dos hermanos.
No deja ser un auténtico bálsamo de bienestar, en este caso particular, que en un festival de cine aún se puedan ver películas del oeste, de alguna manera no deja de ser una catarsis fílmica ante tantos films comprometidos en lo social que suelen inundar los certámenes cinematográficos, The Sisters Brothers, que pese a todo es una película densa, y que venía precedida por el Premio al Mejor Director en el pasado Festival de Venecia cumplió con creces el cometido antes citado en el visionado que un servidor pese al intempestivo horario en que se produjo, algo por otra parte inherente en cualquier festival de cine que se precie, tuvo la oportunidad de disfrutar.
The Sisters Brothers adaptación de la novela del canadiense Patrick deWitt que supone el debut en lengua inglesa del francés Jacques Audiard es esa clase de films que pese a apoyarse en referentes claramente visibles intentan ir algo más allá de los propios postulados del género del que se sustenta, que un autor en principio no afín a dicho imaginario como resulta ser el responsable de Un prophète transite por vías tan distantes dentro del western como pueden ser el humor negro, la buddy-movie, un tono existencialista con retazos filosóficos que termina derivando en algo sórdido y nihilista para acabar siendo demasiado sentimental en su acabado (posiblemente el tramo más flojo del film) hacen de The Sisters Brothers una película de desarrollo ciertamente exuberante, por momentos tan itinerante como resulta ser su propia acción, en este aspecto estamos ante un film que insufla al western cierta condición de inusual en lo concerniente a su propio concepto, una película de vaqueros que anida por complejos estudios psicológicos, hay evidentes ecos al cine de Peckimpah o Anthony Mann en ella pero siempre ante una negación autoconsciente de asumir formas de purismo, Jacques Audiard parece dar la impresión de no sentir nostalgia de todo ello y eso es en parte bueno. The Sisters Brothers tiene el añadido de tener un casting casi perfecto, tanto John C. Reilly como Joaquin Phoenix constituyes dos sinérgicas estampas de antihéroes que anhelan, uno lo sabe el otro aun no, la posibilidad de construir una utopía en un universo hostil para acometer dicha empresa, pues a fin de cuentas lo que nos quiere contar Jacques Audiard en esta brillante The Sisters Brothers es el final de un mundo que ha de dar pie al principio de otro.
Valoración 0/5: 4
In Fabric

Rebajas en un gran almacén inglés en una época indeterminada, Sheila ronda estanterías, sopesa prendas y, de repente, un vestido rojo sangre de seda la hipnotiza. Ya no hay nada que ella quiera salvo ese vestido, nada salvo acariciarlo, tantearlo, adorarlo… Parece que pesa una maldición sobre cada persona que ha poseído esa prenda fetiche.
No deja de ser digno de elogio dado su riesgo para un festival como el de San Sebastián el que apueste por un cine de connotaciones tan autorales y tan comprometido en lo relativo a sus formas en lo concerniente a ser el primer certamen de categoría A en programar en su sección oficial a concurso un film dirigido por el británico Peter Strickland, posiblemente el cineasta más original y creativo surgido en estos últimos años en el panorama cinematográfico europeo, la sofisticada y perversa historia de fantasmas In Fabric, film cuya estética deviene como clave, fue sin lugar a dudas una de las películas más honestas en intenciones y posmodernas en lo relativo a sus formas vistas en la pasada edición del Zinemaldia.
In Fabric de alguna manera supone un regreso a territorios ya explorados por parte de Strickland en su anterior Berberian Sound Studio, como todo el cine perpetrado por un autor cuyo trazo estilístico le confieren una habilidad formal notoria estamos ante un film plagado hasta la extenuación de sensaciones que contienen interesantísimas texturas tanto audiovisuales como sonoras, un sonido que siempre termina por ser tan relevante como lo es la imagen en sí misma, es de esas películas que de alguna manera se respiran, de connotaciones casi hipodérmicas, el film de forma nada caprichosa ambientado antes de la era de internet es tan descompensada narrativamente en su cómputo global como fascinante en referencia a aplicar un estilo concreto que atesora una cantidad ingente de ideas y referentes representado básicamente en conceptos del cine de terror europeo de los años 60 y 70, partiendo de una inequívoca inspiración gótica atisbamos en ella Giallo, humor de tono flemático a modo de comedia negra que transita a través del absurdo con infinidad de retazos derivativos del cine de Jess Franco, Jean Rollin o incluso Jacques Tourneur entre otros muchos, todo ello y mucho más ubicado en un relato en donde lo cotidiano y rutinario se fractura con la aparición de un elemento sobrenatural. Peter Strickland que en ningún momento deja de trabaja sobre una base genérica de estilos sigue a bastante diferencia de sus congéneres en lo referente a un trazo autoral muy concreto, pocos autores en la actualidad, Hélène Cattet & Bruno Forzani, Kiyoshi Kurosawa en ocasiones, saben tocar teclas tan novedosas dentro del actual cine de género, un tipo de películas en definitiva que no necesita de ningún tipo de justificación en lo concerniente a un trazado que puede parecer inescrutable y que parte de la referencia a un cine pretérito que bien asimilado es manipulado hasta convertirlo en algo extremadamente personal, la historia contada (se podría vislumbrar su eje narrativo principal como una velada crítica a la represión sexual y al consumismo a modo de estudio de la vanidad, que en esta ocasión atesora consecuencias funestas, como vía a acceder a una vida mejor) por el autor de la magnífica The Duke of Burgundy es lo de menos, como relato que indaga en la ilógica de todas las realidades posibles lo que realmente importa aquí es el trayecto, por momentos imposibles de evaluar y ordenar de una forma coherente otorgando un nivel que fluctúa en todo momento a través de lo más estrictamente metanarrativo, una sinfonía del desorden que paradójicamente a acaba siendo plenamente consecuente en lo concerniente a lo que son sus intenciones más primarias de exposición.
Como debilidad personal de un servidor en referencia a esta especie de Lost Highway con revestimiento de vestido maldito que es In Fabric, que da la sensación de transitar durante todo su metraje a medio camino entre un delirio de contornos psicodélicos y un tono enigmático en base a una atmosfera que deviene como enrarecida, destacar a la hipnotizante presencia de la actriz de origen rumano Fatma Mohamed, sus cuatro minutos en The Duke of Burgundy ya hacían implosionar desde dentro una película ya de por sí extraordinaria, aquí al igual que en el exquisito segmento The Cobblers’ Lot rodado por el responsable de Katalin Varga para la colectiva The Field Guide to Evil logran que la actriz expanda metraje adquiriendo visibles contornos de musa. In Fabric como paradigma de película que antepone lo sensorial a lo racional termina siendo un perfecto ejemplo de lo que debería ser un ejercicio de máxima libertad creativa, esa clase de films que en base a su indudable riesgo están continuamente sorprendiendo, pocas veces en estos últimos años una película consigue ser tan perturbadora y fascinante a través de sus diferentes capas y estilos cinematográficos, una joya que nos vuelve a confirmar el innegable talento de su creador.
Valoración 0/5: 4
Long Day’s Journey Into Night

Luo Hongwu regresa a Kaili, su ciudad natal, de la que huyó hace varios años. Comienza la búsqueda de la mujer que amaba, y a quien nunca ha podido olvidar. Ella dijo que su nombre era Wan Quiwen…
Long Day’s Journey Into Night el nuevo trabajo del realizador de origen chino Bi Gan después de su notable opera prima Kaili Blues fue por lo que respecta a un servidor la mejor película vista este año en el pasado festival de San Sebastián y muy posiblemente en este 2018, al igual que en su primer trabajo tras las cámaras nos encontramos ante un relato que transita básicamente en lo relativo a la ensoñaciones de sus protagonistas y que nos son expuestas a través de diversas capas y líneas narrativas que colindan por momentos con lo estrictamente críptico, de hecho podríamos aseverar que esta su nueva película no deja de ser una versión ampliada y mejorada de su primer trabajo como director, los personajes de Long Day’s Journey Into Night al igual que en Kaili Blues viven en un círculo o bucle temporal en el cual es harto difícil el discernir si nos encontramos en el pasado, presente o futuro, posiblemente una de las grandes diferencias entre ambos films radique en lo referente a lo que es su presupuesto, algo que propicia que en este singular noir de tono poético y romántico que es Long Day’s Journey Into Night asistamos a una imaginería a nivel formal ciertamente deslumbrante.
Dividida en dos partes bien diferenciadas Long day’s journey into night es un perfecto ejemplo de película que sobrepasa los supuestos límites narrativos al uso para interpelar directamente a los sentidos a través de la imagen y la deconstrucción de esta misma, la historia en el caso que nos ocupa por momentos es lo de menos, el relato nos explica algo que parece transitar principalmente a través de un romance del pasado, en la historia vemos a un individuo que vuelve a su ciudad natal en busca del asesino de un compañero suyo pero también, y este parece su principal objetivo, para volver a encontrarse a un amor perdido con el tiempo, en este aspecto el relato va discurriendo a través de un sentimiento de un claro tono melancólico a la vez que misterioso, será en su tramo final expuesto a través de ese desafío formal materializado por ese descomunal y por momentos imposible plano secuencia de 45 minutos de duración y rodado en 3D cuando el relato adquiera unas connotaciones casi fantasmales que por momentos parece incluso remitirnos a un imaginario proveniente del universo de Lewis Carroll, en referencia a ese real o hipotético, poco importa tal cuestión, encuentro con su amada asistimos a una inmaculada representación de lo que podemos entender como una visualización de la esencia de un sueño. Inevitablemente dada sus características siempre habrá quien vea en la película un exceso de exhibicionismo esteticista, pero también cabría preguntarse cuál es el auténtico cometido e intención de Bi Gan al contarnos y sobre todo en cómo hacerlo semejante historia que parece situada a medio camino entre lo poético y lo existencial, podríamos discernir que estamos ante un relato que circunvala el sueño del recuerdo, o dicho de otra manera, en esta extraordinaria Long Day’s Journey Into Night somos testigos de cómo el cine y la memoria forman parte de un mismo conclave, aquel que nos dice que la representación de la memoria, la primera parte del film, y el cine a modo de una sucesión de escenas que nos mienten, segunda parte de la película, forman parte por igual de esta complejísima historia de amor en donde parecen mezclarse por igual la realidad y la ensoñación.
Bi Gan con la excelsa Long day’s journey into night construye una película ciertamente insólita y por ende única, tan onírica como hipnótica, ese tipo de cine hoy tan difícil de ver que absorbe en lo visual pero también a través de su compleja estructura narrativa contada en lo concerniente a una dimensión netamente autoral que deviene como propia y personal, algo que le termina por consagrar como uno, sino el que más, de los autores más virtuosos y fascinantes surgidos del actual panorama cinematográfico proveniente de Asia, quien sabe si dentro de los próximos años estaremos hablando ya de todo un referente como en su momento lo fue Wong Kar-Wai o Tsai Ming-Liang por poner dos ejemplo, hoy en día todo parece indicar que así será.
 
			 
			 
			






























 de echo funciona como tal y no va mas allá, ante tal tesitura es harto evidente que sus escasos 70 minutos de duración se hacen algo largos, en tal sentido es muy palpable que Tommy Avallone no quiere o no puede profundizar a fondo en el personaje en cuestión, consiente de sus limitaciones este nos ofrece una simple mirada cómplice hacia la leyenda y lo curioso de su comportamiento, una mirada hacia una persona a la que admira y a la que dadas sus características es tratada como mito en base al anecdotario pues The Bill Murray Stories es básicamente eso, un catálogo de anécdotas tan simpático como poco trascendente, posiblemente esto último nunca fue intención del realizador, a un servidor sin embargo le hubiera gustado más no ya un repaso en profundidad a la trayectoria personal y profesional  del encausado sino el intentar indagar un poco más en porqué de tal posicionamiento del personaje en cuestión y no tanto en el impacto, a fin de cuentas anecdótico, de la gente corriente ante dicho comportamiento,  quedando todo pues como una entrecortada reflexión acerca de la trascendencia de estos pequeños actos y la importancia que le solemos dar.
de echo funciona como tal y no va mas allá, ante tal tesitura es harto evidente que sus escasos 70 minutos de duración se hacen algo largos, en tal sentido es muy palpable que Tommy Avallone no quiere o no puede profundizar a fondo en el personaje en cuestión, consiente de sus limitaciones este nos ofrece una simple mirada cómplice hacia la leyenda y lo curioso de su comportamiento, una mirada hacia una persona a la que admira y a la que dadas sus características es tratada como mito en base al anecdotario pues The Bill Murray Stories es básicamente eso, un catálogo de anécdotas tan simpático como poco trascendente, posiblemente esto último nunca fue intención del realizador, a un servidor sin embargo le hubiera gustado más no ya un repaso en profundidad a la trayectoria personal y profesional  del encausado sino el intentar indagar un poco más en porqué de tal posicionamiento del personaje en cuestión y no tanto en el impacto, a fin de cuentas anecdótico, de la gente corriente ante dicho comportamiento,  quedando todo pues como una entrecortada reflexión acerca de la trascendencia de estos pequeños actos y la importancia que le solemos dar.
 es en ese aspecto en donde se va mas allá de las épicas deportivas al uso vistas en documentales, al igual que el documental de James Marsh gran parte de la narrativa de Free Solo bascula a través del preparativo, es ahí en la previa de esos vertiginosos y apasionantes veinte minutos finales en donde podemos psicoanalizar si se me permite la expresión al escalador Alex Honnold, intentar buscar una razón del por qué tal comportamiento se presenta como una tarea complicada, uno puede llegar a la ligera conclusión de estar ante un individuo ciertamente excéntrico que parece estar continuamente al borde de sufrir de algún tipo de sociopatía emocional, aparentemente sólo peligroso para el mismo evidentemente, será al final de la historia en esa irremediable conclusión al que se ve obligado a enfrentarse el protagonista cuando todo cobre un sentido especifico, es ahí en dónde se logra transmitir a través del virtuosismos de las imágenes y del montaje una equidistante y palpable sensación de peligro hacia al espectador que deviene como mortal en base a varios minutos de suspense, tarea tan difícil de lograr hoy en día a través de una pantalla de cine y que conlleva un doble mérito al tratarse de una narración de inequívocos contornos hiperrealistas.
 es en ese aspecto en donde se va mas allá de las épicas deportivas al uso vistas en documentales, al igual que el documental de James Marsh gran parte de la narrativa de Free Solo bascula a través del preparativo, es ahí en la previa de esos vertiginosos y apasionantes veinte minutos finales en donde podemos psicoanalizar si se me permite la expresión al escalador Alex Honnold, intentar buscar una razón del por qué tal comportamiento se presenta como una tarea complicada, uno puede llegar a la ligera conclusión de estar ante un individuo ciertamente excéntrico que parece estar continuamente al borde de sufrir de algún tipo de sociopatía emocional, aparentemente sólo peligroso para el mismo evidentemente, será al final de la historia en esa irremediable conclusión al que se ve obligado a enfrentarse el protagonista cuando todo cobre un sentido especifico, es ahí en dónde se logra transmitir a través del virtuosismos de las imágenes y del montaje una equidistante y palpable sensación de peligro hacia al espectador que deviene como mortal en base a varios minutos de suspense, tarea tan difícil de lograr hoy en día a través de una pantalla de cine y que conlleva un doble mérito al tratarse de una narración de inequívocos contornos hiperrealistas.
 a tal respecto en Blaze el testimonio cobra una importante relevancia en base a flashbacks. En general estamos ante una película astuta y por momentos fascinante, en ella podemos percibir una especie de intento por saber en realidad quién era el propio Blaze Foley. Por otra parte lo poco convencional de dicha narrativa por momentos muy compleja e incluso poliédrica puede jugar en contra de los espectadores menos aventureros, aquellos que buscan una película biográfica de última generación. Esa narración fragmentada antes comentada  indaga en el porqué de una supuesta agitación interior del personaje, es en este enfoque la razón por la cual la película funciona, especialmente cuando se apoya en todo momento en la notable actuación de Benjamin Dickey, su postura, sus pies pesados y sus ojos cansados cuentan una historia que se intuye como muy propia. La crudeza y sensibilidad que atesora Blaze se debe en gran parte a la conciencia de estar ante un músico maldito, su visión adyacente al relato trasciende por tanto a los clichés del biopic para contar una historia bastante simple en apariencia pero de una manera muy original en referencia a sus formas. Ethan Hawke nos da a un héroe y a un artista defectuoso, ciertamente disperso, un hombre que era de carne y hueso, un buen tipo en definitiva que atesoraba en su interior a demasiados demonios.
 a tal respecto en Blaze el testimonio cobra una importante relevancia en base a flashbacks. En general estamos ante una película astuta y por momentos fascinante, en ella podemos percibir una especie de intento por saber en realidad quién era el propio Blaze Foley. Por otra parte lo poco convencional de dicha narrativa por momentos muy compleja e incluso poliédrica puede jugar en contra de los espectadores menos aventureros, aquellos que buscan una película biográfica de última generación. Esa narración fragmentada antes comentada  indaga en el porqué de una supuesta agitación interior del personaje, es en este enfoque la razón por la cual la película funciona, especialmente cuando se apoya en todo momento en la notable actuación de Benjamin Dickey, su postura, sus pies pesados y sus ojos cansados cuentan una historia que se intuye como muy propia. La crudeza y sensibilidad que atesora Blaze se debe en gran parte a la conciencia de estar ante un músico maldito, su visión adyacente al relato trasciende por tanto a los clichés del biopic para contar una historia bastante simple en apariencia pero de una manera muy original en referencia a sus formas. Ethan Hawke nos da a un héroe y a un artista defectuoso, ciertamente disperso, un hombre que era de carne y hueso, un buen tipo en definitiva que atesoraba en su interior a demasiados demonios.
 está atrapado en lo que podríamos denominar como un metafórico fuego cruzado, la única salida posible pues se encuentra en llegar a ganarse la vida con el basket y salir de dicho entorno, todo ello nos es contado a través de un retrato íntimo y envolvente, el de un buen chico que intenta salir de un mal lugar, el documental sigue a un joven llamado Sykes desde el invierno de 2011 hasta el verano de 2015 relatándonos sus intentos a la hora de equilibrar sus esperanzas e ilusiones contra la dura realidad que le acecha, en su día a día vemos como va a la escuela, va a entrenar y se va a casa, conduciendo de camino al hogar mira por la ventana del automóvil al exterior como si el cristal del vehículo fuera todo lo que lo mantiene con vida en ese momento, en la historia vemos como varios de sus compañeros de universidad por un motivo u otro han sido víctimas de un entorno que deviene ciertamente como hostil. En el trayecto que nos muestra Chi-Town es difícil no llegar a empatizar con un personaje al que acompañamos a través de una evolución tanto deportiva como personal, una lucha en definitiva de alguien que quiere trascender a sus propias limitaciones a través de una historia cuya mayor virtud posiblemente radique en llegar a ser algo más que el consabido relato al uso de superación personal.
está atrapado en lo que podríamos denominar como un metafórico fuego cruzado, la única salida posible pues se encuentra en llegar a ganarse la vida con el basket y salir de dicho entorno, todo ello nos es contado a través de un retrato íntimo y envolvente, el de un buen chico que intenta salir de un mal lugar, el documental sigue a un joven llamado Sykes desde el invierno de 2011 hasta el verano de 2015 relatándonos sus intentos a la hora de equilibrar sus esperanzas e ilusiones contra la dura realidad que le acecha, en su día a día vemos como va a la escuela, va a entrenar y se va a casa, conduciendo de camino al hogar mira por la ventana del automóvil al exterior como si el cristal del vehículo fuera todo lo que lo mantiene con vida en ese momento, en la historia vemos como varios de sus compañeros de universidad por un motivo u otro han sido víctimas de un entorno que deviene ciertamente como hostil. En el trayecto que nos muestra Chi-Town es difícil no llegar a empatizar con un personaje al que acompañamos a través de una evolución tanto deportiva como personal, una lucha en definitiva de alguien que quiere trascender a sus propias limitaciones a través de una historia cuya mayor virtud posiblemente radique en llegar a ser algo más que el consabido relato al uso de superación personal.
 En Her Smell todo gira en torno a la psique del personaje interpretado por Elisabeth Moss, a través de ella, una conocida cantante de punk-rock, asistimos a todo un influjo de comportamientos de índole autodestructivos tales como drogadicción, maternidad no asumida, auto marginación etc, para ello Alex Ross Perry emplea diferentes formatos cinematográficos, imágenes de archivo, 4:3 y mucha cámara en mano para intentar equiparar la narración fílmica al frenesí constante del personaje interpretado por Elisabeth Moss. Evidentemente la apuesta deviene como ciertamente arriesgada en fondo y formas, posiblemente la idea del autor sea que el espectador acabe exhausto en lo mental ante tal experiencia fílmica, la historia narrada de forma episódica se presenta pues tan interesante como arriesgada, dadas sus formas casi justificadamente irregular y desigual en referencia a su exposición y posterior narrativa, un auge, caída y redención mostrados pues de una forma casi epidérmica, sin ningún atisbo de linealidad narrativa en el horizonte, un estudio en definitiva de la efervescencia febril de un tránsito vital que nos fue ofrecida como una de las propuestas autorales más atrevidas de las vistas este año en el Americana.
 En Her Smell todo gira en torno a la psique del personaje interpretado por Elisabeth Moss, a través de ella, una conocida cantante de punk-rock, asistimos a todo un influjo de comportamientos de índole autodestructivos tales como drogadicción, maternidad no asumida, auto marginación etc, para ello Alex Ross Perry emplea diferentes formatos cinematográficos, imágenes de archivo, 4:3 y mucha cámara en mano para intentar equiparar la narración fílmica al frenesí constante del personaje interpretado por Elisabeth Moss. Evidentemente la apuesta deviene como ciertamente arriesgada en fondo y formas, posiblemente la idea del autor sea que el espectador acabe exhausto en lo mental ante tal experiencia fílmica, la historia narrada de forma episódica se presenta pues tan interesante como arriesgada, dadas sus formas casi justificadamente irregular y desigual en referencia a su exposición y posterior narrativa, un auge, caída y redención mostrados pues de una forma casi epidérmica, sin ningún atisbo de linealidad narrativa en el horizonte, un estudio en definitiva de la efervescencia febril de un tránsito vital que nos fue ofrecida como una de las propuestas autorales más atrevidas de las vistas este año en el Americana.
 ante un film rodado por un actor, Wildlife hace gala en este sentido de ese especial mimo de alguien que debuta y quiere que todo este correctamente colocado en su sitio, por otra parte sorprende la soltura de Paul Dano en el manejo del tiempo narrativo, de las miradas y silencios de sus protagonistas, de la suspensión del plano en definitiva, todo ello al servicio de lo que podríamos denominar como una coming-of-age poco habitual, pues más que las vivencias del poseedor de la mirada esta de sustenta en la de los demás, en el caso que nos ocupa en sus padres, en este sentido ese primer amor del joven protagonista queda en un esbozo que nunca termina siendo desarrollado, aquí el foco de atención se centra en una desintegración familiar en un escenario no previsible hasta ese momento. Esa será el epicentro de lo que acabara convirtiéndose en esa consabida inocencia herida del adolescente ante esa ruptura, este y su punto de vista serán testigos de una disolución que deviene como inevitable. Wildlife película de texturas escénicas casi teatrales termina siendo un aceptable debut tras las cámaras cuya mayor virtud posiblemente resida en lo consiente que es de sus propias limitaciones.
 ante un film rodado por un actor, Wildlife hace gala en este sentido de ese especial mimo de alguien que debuta y quiere que todo este correctamente colocado en su sitio, por otra parte sorprende la soltura de Paul Dano en el manejo del tiempo narrativo, de las miradas y silencios de sus protagonistas, de la suspensión del plano en definitiva, todo ello al servicio de lo que podríamos denominar como una coming-of-age poco habitual, pues más que las vivencias del poseedor de la mirada esta de sustenta en la de los demás, en el caso que nos ocupa en sus padres, en este sentido ese primer amor del joven protagonista queda en un esbozo que nunca termina siendo desarrollado, aquí el foco de atención se centra en una desintegración familiar en un escenario no previsible hasta ese momento. Esa será el epicentro de lo que acabara convirtiéndose en esa consabida inocencia herida del adolescente ante esa ruptura, este y su punto de vista serán testigos de una disolución que deviene como inevitable. Wildlife película de texturas escénicas casi teatrales termina siendo un aceptable debut tras las cámaras cuya mayor virtud posiblemente resida en lo consiente que es de sus propias limitaciones.
 en ella se detecta una narrativa algo más tradicional, a tal respecto el inicio del film puede ser engañoso, en el vemos a un grupo de jóvenes en un centro de acogida expuesto casi a modo de docudrama, la salida del joven huérfano del centro hará que centremos nuestra mirada hacia un tono ya de claros fundamentos melodramáticos, el intentar abrirse camino a una vida adulta desde cero y sin ningún soporte valido afectivo o emotivo del pasado se presenta cuando menos complicado para el joven protagonista, en este sentido la urgencia de llegar a un lugar sin importar el destino cobra una especial relevancia en la historia a través de las imágenes de un submundo periférico que actúa como escenario opresivo pues a fin de cuentas Friday’s Child nos habla principalmente de la fragilidad de alguien que no ha compartido la vida con nadie y que se encuentra en un escenario hostil, de jóvenes que deben madurar demasiado rápido a través de un ámbito que deviene como no natural, mostrado todo ello por parte de A.J. Edwards con un evidente trazo no verbal, unas imágenes y un sonido (ojo a la inmersiva banda sonora a cargo de Colin Stetson) que nos acercan tanto al joven protagonista como al espectador a una dura y desvalida emancipación.
 en ella se detecta una narrativa algo más tradicional, a tal respecto el inicio del film puede ser engañoso, en el vemos a un grupo de jóvenes en un centro de acogida expuesto casi a modo de docudrama, la salida del joven huérfano del centro hará que centremos nuestra mirada hacia un tono ya de claros fundamentos melodramáticos, el intentar abrirse camino a una vida adulta desde cero y sin ningún soporte valido afectivo o emotivo del pasado se presenta cuando menos complicado para el joven protagonista, en este sentido la urgencia de llegar a un lugar sin importar el destino cobra una especial relevancia en la historia a través de las imágenes de un submundo periférico que actúa como escenario opresivo pues a fin de cuentas Friday’s Child nos habla principalmente de la fragilidad de alguien que no ha compartido la vida con nadie y que se encuentra en un escenario hostil, de jóvenes que deben madurar demasiado rápido a través de un ámbito que deviene como no natural, mostrado todo ello por parte de A.J. Edwards con un evidente trazo no verbal, unas imágenes y un sonido (ojo a la inmersiva banda sonora a cargo de Colin Stetson) que nos acercan tanto al joven protagonista como al espectador a una dura y desvalida emancipación.
 ya se intuye desde los primeros minutos en un relato al que le cuesta demasiado salirse de unas coordenadas demasiadas acentuadas e inamovibles. Leave No Trace transita por el sempiterno coming of age, de echo su premisa inicial es cuanto menos interesante, no tanto su desarrollo, un drama paterno filiar en donde el adulto dado sus desórdenes post-traumáticos es incapaz de vivir en armonía con la sociedad, un posicionamiento que obliga a arrastrar a su hija tras de él a una vida nómada, la disyuntiva vendrá en el momento en que irremediablemente la joven tome la lógica decisión de emprender una vida separada a la de su padre, poco más encontraremos en una historia que basa su supuesta virtud en su modo narrativo, este deviene excesivamente meticuloso en base a querer indagar en un trazo demasiado humanista, esa profundidad, ayudada por una esmerada interpretación a cargo de Thomasin McKenzie y Ben Foster, de la que nos quiere hacer partícipes Debra Granik consiste básicamente en una supuesta mirada limpia y cristalina a sus personajes, un servidor hubiera preferido algo más de matices y claroscuros en una historia que termina dando la sensación de no ir mucho más allá de su propio enunciado.
ya se intuye desde los primeros minutos en un relato al que le cuesta demasiado salirse de unas coordenadas demasiadas acentuadas e inamovibles. Leave No Trace transita por el sempiterno coming of age, de echo su premisa inicial es cuanto menos interesante, no tanto su desarrollo, un drama paterno filiar en donde el adulto dado sus desórdenes post-traumáticos es incapaz de vivir en armonía con la sociedad, un posicionamiento que obliga a arrastrar a su hija tras de él a una vida nómada, la disyuntiva vendrá en el momento en que irremediablemente la joven tome la lógica decisión de emprender una vida separada a la de su padre, poco más encontraremos en una historia que basa su supuesta virtud en su modo narrativo, este deviene excesivamente meticuloso en base a querer indagar en un trazo demasiado humanista, esa profundidad, ayudada por una esmerada interpretación a cargo de Thomasin McKenzie y Ben Foster, de la que nos quiere hacer partícipes Debra Granik consiste básicamente en una supuesta mirada limpia y cristalina a sus personajes, un servidor hubiera preferido algo más de matices y claroscuros en una historia que termina dando la sensación de no ir mucho más allá de su propio enunciado.
 periféricos de la historia como son la madre y la directora del grupo teatral interpretada por Molly Parker, dichos puntos de vista quedan expuestos en la película de modo experimental tanto a un nivel sonoro como visual de una forma bastante acentuada, todo ello al final quedará canalizado en función de una metáfora expuesta por parte de Josephine Decke en donde también podría quedar perfectamente validada una historia de iniciación. Madeline’s Madeline de esta manera queda compuesta a través de una especie de mosaico que indaga en una meta-reflexión sobre el arte y su poder de vampirización en lo referido a buscar soluciones a conflictos personales de diferente índole, una suerte de codificación interna a través de la participación en un grupo teatral por parte de la joven protagonista disfuncional, acto este que servirá como motor de arranque a modo de construcción de una supuesta nueva identidad, aquella construida en base a un dual y algo equivocado intercambio afectivo. Madeline’s Madeline termina siendo una de esas rara avis autorales tan difícil de poder ser catalogada, un plato dadas sus características no apto para todos los paladares, tan sugerente en sus formas abordadas como ciertamente irregular en lo concerniente al devenir de su algo difusa narrativa.
 periféricos de la historia como son la madre y la directora del grupo teatral interpretada por Molly Parker, dichos puntos de vista quedan expuestos en la película de modo experimental tanto a un nivel sonoro como visual de una forma bastante acentuada, todo ello al final quedará canalizado en función de una metáfora expuesta por parte de Josephine Decke en donde también podría quedar perfectamente validada una historia de iniciación. Madeline’s Madeline de esta manera queda compuesta a través de una especie de mosaico que indaga en una meta-reflexión sobre el arte y su poder de vampirización en lo referido a buscar soluciones a conflictos personales de diferente índole, una suerte de codificación interna a través de la participación en un grupo teatral por parte de la joven protagonista disfuncional, acto este que servirá como motor de arranque a modo de construcción de una supuesta nueva identidad, aquella construida en base a un dual y algo equivocado intercambio afectivo. Madeline’s Madeline termina siendo una de esas rara avis autorales tan difícil de poder ser catalogada, un plato dadas sus características no apto para todos los paladares, tan sugerente en sus formas abordadas como ciertamente irregular en lo concerniente al devenir de su algo difusa narrativa.

 no son afines a nosotros, muchas de estas situaciones debidas compromisos sociales, en su gran mayoría de naturaleza obligada, que terminan provocando una especie de apartheid afectivo de nosotros hacia el resto, esa falta de empatía emocional de un solo individuo frente a un grupo puede derivar en tensión como nos bien muestra Sebastián Silva, en el caso que nos ocupa principalmente psicológico, esto viene a ser un poco el statu quo narrativo de Tyrel, entre bambalinas percibimos posibles prejuicios raciales a través de diversas ideas y conductas sociales o políticas que vienen a expresar de alguna manera el malestar de la comunidad negra en una nación dirigida mayoritariamente por blancos, en este aspecto en un film de las características de Tyrel queda bien claro que esta encuentra un mejor acomodo en plantear preguntas ante determinados comportamientos que respondiéndolas dejándonos una sensación final de estar ante un complejo retrato que por momentos no se atreve a dar un paso hacia adelante de lo que viene a ser un fresco de la sociedad norteamericana actual, en ella logramos atisbar en la lejanía y en plena era Trumb diferentes ecosistemas de comportamientos y actitudes que sin ser premeditados devienen como conflictivos en referencia a una convivencia racial que a día de hoy sigue siendo de muy difícil acomodo social.
 no son afines a nosotros, muchas de estas situaciones debidas compromisos sociales, en su gran mayoría de naturaleza obligada, que terminan provocando una especie de apartheid afectivo de nosotros hacia el resto, esa falta de empatía emocional de un solo individuo frente a un grupo puede derivar en tensión como nos bien muestra Sebastián Silva, en el caso que nos ocupa principalmente psicológico, esto viene a ser un poco el statu quo narrativo de Tyrel, entre bambalinas percibimos posibles prejuicios raciales a través de diversas ideas y conductas sociales o políticas que vienen a expresar de alguna manera el malestar de la comunidad negra en una nación dirigida mayoritariamente por blancos, en este aspecto en un film de las características de Tyrel queda bien claro que esta encuentra un mejor acomodo en plantear preguntas ante determinados comportamientos que respondiéndolas dejándonos una sensación final de estar ante un complejo retrato que por momentos no se atreve a dar un paso hacia adelante de lo que viene a ser un fresco de la sociedad norteamericana actual, en ella logramos atisbar en la lejanía y en plena era Trumb diferentes ecosistemas de comportamientos y actitudes que sin ser premeditados devienen como conflictivos en referencia a una convivencia racial que a día de hoy sigue siendo de muy difícil acomodo social.
 por mediación de sus imágenes estas hacen participe al espectador de su condición de forastero, en su duración, algo más concisa que en sus últimos documentales (143 minutos), asistimos al día a día de una comunidad situada en lo que algunos denominan como la América profunda, Wiseman lejos de cualquier atisbo de tesis se adentra en la cotidianidad más absoluta de dicho conclave urbano, las puertas se abren de par en par y entramos en lugares comunes como peluquerías, iglesias, colegios, gimnasios, armerías, reuniones vecinales y patronales etc. Como hemos comentado anteriormente esa mirada profundiza a través de la imagen en el entendimiento y supuesto bienestar de unas vidas y sus respectivas conductas, dicha perspectiva huye conscientemente de lo que se puede entender como condescendencia o ironía de todo lo que se nos muestra, no porque los mimbres no dé pie a ello sino porque el estilo no es ese, posiblemente en su tramo final logremos atisbar un muy sutil halo recriminatorio a ese lifestyle proponiendo por encima de todo el matiz y la sugerencia al dictamen, del espectador dependerá la reflexión y conclusión de la nuevamente fabulosa analítica expuesta por el gran Frederick Wiseman.
 por mediación de sus imágenes estas hacen participe al espectador de su condición de forastero, en su duración, algo más concisa que en sus últimos documentales (143 minutos), asistimos al día a día de una comunidad situada en lo que algunos denominan como la América profunda, Wiseman lejos de cualquier atisbo de tesis se adentra en la cotidianidad más absoluta de dicho conclave urbano, las puertas se abren de par en par y entramos en lugares comunes como peluquerías, iglesias, colegios, gimnasios, armerías, reuniones vecinales y patronales etc. Como hemos comentado anteriormente esa mirada profundiza a través de la imagen en el entendimiento y supuesto bienestar de unas vidas y sus respectivas conductas, dicha perspectiva huye conscientemente de lo que se puede entender como condescendencia o ironía de todo lo que se nos muestra, no porque los mimbres no dé pie a ello sino porque el estilo no es ese, posiblemente en su tramo final logremos atisbar un muy sutil halo recriminatorio a ese lifestyle proponiendo por encima de todo el matiz y la sugerencia al dictamen, del espectador dependerá la reflexión y conclusión de la nuevamente fabulosa analítica expuesta por el gran Frederick Wiseman.
 el pequeño y destartalado habitáculo en donde malvive el protagonista una serie de personajes a cual más vulgar que lejos de solventar la problemática o coyuntura existente la agravan con una actitud que fluctúa entre el desprecio y la soberbia, nuevamente recurriendo a la metáfora de la alienación, la falta de empatía con allegados y el engañoso consumismo como una utópica vía de escape hacia la nada, ese humor bizarro con que empieza la película y que según cómo puede conseguir esbozar una ligera sonrisa socarrona en el espectador conforme avanza la trama se va volviendo más gélida y oscura pues a fin de cuentas lo que viene a explicar una película de las características de Relaxer a través básicamente del incómodo y de su engañoso survival son los equívocos de aferrarse a una existencia supuestamente autocomplaciente que al final no tendrá ningún tipo de recompensa en una generación que ya se da por perdida, connotaciones que actúan a modo de una inexistente ilusión acerca de poder aferrarse tanto a una quimérica esperanza como a encontrar un atisbo de identidad. Relaxer como producto de pocos medios por su riesgo y sus soterradas observaciones en un planteamiento provisto de innumerables lecturas  es posiblemente una de las cintas cuyo visionado resulte de los más interesantes y también incomodos de los vistos este año en el Americana.
el pequeño y destartalado habitáculo en donde malvive el protagonista una serie de personajes a cual más vulgar que lejos de solventar la problemática o coyuntura existente la agravan con una actitud que fluctúa entre el desprecio y la soberbia, nuevamente recurriendo a la metáfora de la alienación, la falta de empatía con allegados y el engañoso consumismo como una utópica vía de escape hacia la nada, ese humor bizarro con que empieza la película y que según cómo puede conseguir esbozar una ligera sonrisa socarrona en el espectador conforme avanza la trama se va volviendo más gélida y oscura pues a fin de cuentas lo que viene a explicar una película de las características de Relaxer a través básicamente del incómodo y de su engañoso survival son los equívocos de aferrarse a una existencia supuestamente autocomplaciente que al final no tendrá ningún tipo de recompensa en una generación que ya se da por perdida, connotaciones que actúan a modo de una inexistente ilusión acerca de poder aferrarse tanto a una quimérica esperanza como a encontrar un atisbo de identidad. Relaxer como producto de pocos medios por su riesgo y sus soterradas observaciones en un planteamiento provisto de innumerables lecturas  es posiblemente una de las cintas cuyo visionado resulte de los más interesantes y también incomodos de los vistos este año en el Americana.
 al igual que los trabajos del fundamental Frederick Wiseman (también presente en el festival de este año con Monrovia, Indiana) marca su trazo narrativo a través de la mera observación, en el evidentemente no encontramos entrevistas ni personajes protagonistas que marquen y conduzcan el relato pues este como tal no existe, pero a diferencia del legendario director ya octogenario RaMell Ross fotógrafo de profesión se apoya en una supuesta lírica, por momento onírica, sin llegar a ser preciosista o gratuita a la hora de retratar retazos de cotidianidad en base a pequeños detalles, a veces casi imperceptibles, estos devienen dada en este caso su acertada utilización como la mejor herramienta posible en base a poder mostrar las vivencias, el devenir, de un determinado grupo de personas, la fragmentación poética de la imagen, su indudable y nada disimulada ambición estética y su poder a la hora de contarnos a través de la naturalidad alegrías, desesperación, la vida capturada a través de la imagen en definitiva trasmitida en esta ocasión para que de algunas manera el espectador sea partícipe de todo ello, todo un logro en sí mismo dado los tiempos que corren que hace que tengamos que estar muy atentos a los futuros trabajos de RaMell Ross.
al igual que los trabajos del fundamental Frederick Wiseman (también presente en el festival de este año con Monrovia, Indiana) marca su trazo narrativo a través de la mera observación, en el evidentemente no encontramos entrevistas ni personajes protagonistas que marquen y conduzcan el relato pues este como tal no existe, pero a diferencia del legendario director ya octogenario RaMell Ross fotógrafo de profesión se apoya en una supuesta lírica, por momento onírica, sin llegar a ser preciosista o gratuita a la hora de retratar retazos de cotidianidad en base a pequeños detalles, a veces casi imperceptibles, estos devienen dada en este caso su acertada utilización como la mejor herramienta posible en base a poder mostrar las vivencias, el devenir, de un determinado grupo de personas, la fragmentación poética de la imagen, su indudable y nada disimulada ambición estética y su poder a la hora de contarnos a través de la naturalidad alegrías, desesperación, la vida capturada a través de la imagen en definitiva trasmitida en esta ocasión para que de algunas manera el espectador sea partícipe de todo ello, todo un logro en sí mismo dado los tiempos que corren que hace que tengamos que estar muy atentos a los futuros trabajos de RaMell Ross.
 Los Japón
Los Japón








 Chapecoense, en Brasil, después de que el 28 de noviembre de 2016 un accidente aéreo acabara con la vida de la mayor parte de los jugadores y personal del club, dejando a tan sólo tres supervivientes. A través del acceso exclusivo a las familias de los fallecidos, al nuevo equipo, a los tres jugadores que se recuperan de sus heridas y a miembros de la directiva del club, el documental investiga los numerosos desafíos de la comunidad después de la tragedia. La ciudad se encuentra dividida por el deseo de respetar la memoria de los fallecidos y al mismo tiempo de que el club siga adelante. “Nossa Chape” explora como afloran las tensiones entre los jugadores cuando los primeros resultados no son los esperados, como aquellos que no subieron al avión lidian con su sentimiento de culpa, como cada miembro de la comunidad tiene su propia manera de afrontar la tragedia, y nos plantea en qué momento el deseo de seguir adelante cruza la línea, y se convierte en una falta de respeto a los valores del club y el legado de los fallecidos.
Chapecoense, en Brasil, después de que el 28 de noviembre de 2016 un accidente aéreo acabara con la vida de la mayor parte de los jugadores y personal del club, dejando a tan sólo tres supervivientes. A través del acceso exclusivo a las familias de los fallecidos, al nuevo equipo, a los tres jugadores que se recuperan de sus heridas y a miembros de la directiva del club, el documental investiga los numerosos desafíos de la comunidad después de la tragedia. La ciudad se encuentra dividida por el deseo de respetar la memoria de los fallecidos y al mismo tiempo de que el club siga adelante. “Nossa Chape” explora como afloran las tensiones entre los jugadores cuando los primeros resultados no son los esperados, como aquellos que no subieron al avión lidian con su sentimiento de culpa, como cada miembro de la comunidad tiene su propia manera de afrontar la tragedia, y nos plantea en qué momento el deseo de seguir adelante cruza la línea, y se convierte en una falta de respeto a los valores del club y el legado de los fallecidos.
 es la capitana del equipo nacional femenino de fútbol sala de Irán. Tras 11 años de esfuerzo y duro trabajo logra su sueño: el equipo se ha clasificado para jugar la final de los Juegos de Asia. Deben viajar a Kuala Lumpur para disputar el partido, pero en el aeropuerto, Afrooz es retenida. La ley iraní establece que ninguna mujer puede salir del país sin permiso de su marido, y el marido de Afrooz ha utilizado su derecho legal para impedir que deje el país. Así comienza su larga y dolorosa lucha por intentar viajar a Malasia a tiempo para jugar la final. Su marido, un famoso presentador de televisión del que se ha separado un año antes, parece empeñado en impedírselo. Es difícil saber si lo hace para vengarse de ella por su ruptura, o simplemente porque no puede soportar que Afrooz sea una mujer emancipada que persigue su pasión y tiene éxito en su carrera como futbolista, un deporte competitivo y principalmente reservado a los hombres. Mientras tanto, Afrooz se enfrenta a la realidad de que todo su éxito y poder en la cancha se convierte en impotencia e indefensión ante unas leyes que no tratan de igual manera a hombres y mujeres.
es la capitana del equipo nacional femenino de fútbol sala de Irán. Tras 11 años de esfuerzo y duro trabajo logra su sueño: el equipo se ha clasificado para jugar la final de los Juegos de Asia. Deben viajar a Kuala Lumpur para disputar el partido, pero en el aeropuerto, Afrooz es retenida. La ley iraní establece que ninguna mujer puede salir del país sin permiso de su marido, y el marido de Afrooz ha utilizado su derecho legal para impedir que deje el país. Así comienza su larga y dolorosa lucha por intentar viajar a Malasia a tiempo para jugar la final. Su marido, un famoso presentador de televisión del que se ha separado un año antes, parece empeñado en impedírselo. Es difícil saber si lo hace para vengarse de ella por su ruptura, o simplemente porque no puede soportar que Afrooz sea una mujer emancipada que persigue su pasión y tiene éxito en su carrera como futbolista, un deporte competitivo y principalmente reservado a los hombres. Mientras tanto, Afrooz se enfrenta a la realidad de que todo su éxito y poder en la cancha se convierte en impotencia e indefensión ante unas leyes que no tratan de igual manera a hombres y mujeres.
 Filmado durante cinco años, este documental sigue la historia de tres mujeres y su equipo de fútbol en Libia tras la revolución, a medida que el país se interna en una guerra civil y las utópicas esperanzas de la Primavera Árabe comienzan a desvanecerse. Son amigas, provienen de diferentes contextos políticos y sociales, y viven en un ambiente de guerra, restricciones sociales y corrupción. A través de la mirada de estas activistas accidentales, se nos presenta un país en transición, dónde las historias personales de amor y las aspiraciones chocan con la historia. Se trata de un film sobre la esperanza, la lucha y el sacrificio en una tierra donde los sueños parecen un lujo. Una carta de amor a la hermandad entre mujeres y el poder del espíritu de equipo. Un tributo a una joven generación de mujeres que trata de construir el futuro que desean, incluso si para lograrlo deben cortar con sus propias manos la hierba de lo que será su campo de entrenamiento.
Filmado durante cinco años, este documental sigue la historia de tres mujeres y su equipo de fútbol en Libia tras la revolución, a medida que el país se interna en una guerra civil y las utópicas esperanzas de la Primavera Árabe comienzan a desvanecerse. Son amigas, provienen de diferentes contextos políticos y sociales, y viven en un ambiente de guerra, restricciones sociales y corrupción. A través de la mirada de estas activistas accidentales, se nos presenta un país en transición, dónde las historias personales de amor y las aspiraciones chocan con la historia. Se trata de un film sobre la esperanza, la lucha y el sacrificio en una tierra donde los sueños parecen un lujo. Una carta de amor a la hermandad entre mujeres y el poder del espíritu de equipo. Un tributo a una joven generación de mujeres que trata de construir el futuro que desean, incluso si para lograrlo deben cortar con sus propias manos la hierba de lo que será su campo de entrenamiento.
 demasiado ocupado con su trabajo para prestarle mucha atención, y un vecino anciano que echa de menos a su propio nieto. El niño y el vecino se unen en su obsesión por el fútbol, viendo los partidos del Mundial de 1998 en secreto, ya que el padre del niño quiere que se centre en sus estudios. El vecino se resiste ferozmente a los intentos de derribar el patio tradicional en el que todos viven, para construir un nuevo bloque de viviendas y se vuelca en la misión de preparar al niño para las pruebas del equipo de fútbol de su escuela. Tras un descubrimiento inesperado el niño decide huir con su anciano vecino con la esperanza de permanecer junto a su mejor amigo y aliado. La película nos muestra un verano de aventura, descubrimiento y dolor para tres hombres de tres generaciones diferentes. Asistimos al proceso de cómo afrontan su propia confusión, soledad, y ansias de ser comprendidos en un momento muy especial de la historia de China, cuando el país inicia un viaje de transformación en su estructura social, económica y política. En palabras del director nos permite “tomar consciencia de que el proceso de madurar no es algo que les sucede solamente a los niños o adolescentes, que los hombres de cualquier edad se merecen la oportunidad de crecer y apreciar la complejidad e incertidumbre de la vida.”
demasiado ocupado con su trabajo para prestarle mucha atención, y un vecino anciano que echa de menos a su propio nieto. El niño y el vecino se unen en su obsesión por el fútbol, viendo los partidos del Mundial de 1998 en secreto, ya que el padre del niño quiere que se centre en sus estudios. El vecino se resiste ferozmente a los intentos de derribar el patio tradicional en el que todos viven, para construir un nuevo bloque de viviendas y se vuelca en la misión de preparar al niño para las pruebas del equipo de fútbol de su escuela. Tras un descubrimiento inesperado el niño decide huir con su anciano vecino con la esperanza de permanecer junto a su mejor amigo y aliado. La película nos muestra un verano de aventura, descubrimiento y dolor para tres hombres de tres generaciones diferentes. Asistimos al proceso de cómo afrontan su propia confusión, soledad, y ansias de ser comprendidos en un momento muy especial de la historia de China, cuando el país inicia un viaje de transformación en su estructura social, económica y política. En palabras del director nos permite “tomar consciencia de que el proceso de madurar no es algo que les sucede solamente a los niños o adolescentes, que los hombres de cualquier edad se merecen la oportunidad de crecer y apreciar la complejidad e incertidumbre de la vida.”

 sigue al equipo, dentro y fuera del campo, en su vida cotidiana y en su lucha por sobrevivir a una situación económica difícil. Nos presenta la nueva vida de Therese, la nueva directora deportiva del club, exjugadora del equipo e icono del fútbol femenino sueco. Vemos cómo afronta convertirse en la jefa de sus antiguas compañeras y como maneja las diferentes tareas de su nuevo cargo. También asistimos a la frustración del director general del club ante la forma desigual en la que la UEFA divide las dotaciones económicas entre el fútbol masculino y femenino. Y a la preocupación de Marta, votada como la mejor mujer futbolista del mundo durante 5 años seguidos, pero con un futuro económico incierto cuando termine su carrera deportiva. El documental explora la lucha inherente al fútbol femenino, como su condiciones tienen mucho que ver con las estructuras de nuestra sociedad, tal vez al fin y al cabo, todo se reduce a una cuestión de género.
sigue al equipo, dentro y fuera del campo, en su vida cotidiana y en su lucha por sobrevivir a una situación económica difícil. Nos presenta la nueva vida de Therese, la nueva directora deportiva del club, exjugadora del equipo e icono del fútbol femenino sueco. Vemos cómo afronta convertirse en la jefa de sus antiguas compañeras y como maneja las diferentes tareas de su nuevo cargo. También asistimos a la frustración del director general del club ante la forma desigual en la que la UEFA divide las dotaciones económicas entre el fútbol masculino y femenino. Y a la preocupación de Marta, votada como la mejor mujer futbolista del mundo durante 5 años seguidos, pero con un futuro económico incierto cuando termine su carrera deportiva. El documental explora la lucha inherente al fútbol femenino, como su condiciones tienen mucho que ver con las estructuras de nuestra sociedad, tal vez al fin y al cabo, todo se reduce a una cuestión de género.
 El director Corneliu Porumboiu nos lleva de viaje a su pueblo natal en Rumania, para conocer a Laurentiu Ginghina. Para él, el fútbol debe ser modificado, simplificado, liberado de restricciones. La primera vez que se percató de que las reglas estaban equivocadas, era aún joven y se encontraba jugando al fútbol durante las vacaciones de verano, un rival le atacó y terminó con el peroné fracturado. Ahora es un burócrata que habla de su nueva versión del juego a su amigo Porumboiu. Sus ideas para revolucionar el fútbol “liberando el balón” no parecen ser una solución aplicable en la realidad. Sin embargo, tal vez reflejan ese lugar dentro de cada uno de nosotros, donde por tediosa que sea nuestra vida y sin importar cuantos sueños rotos arrastremos, no hay lesiones ni trabas físicas, no tenemos límites, somos infinitos.
El director Corneliu Porumboiu nos lleva de viaje a su pueblo natal en Rumania, para conocer a Laurentiu Ginghina. Para él, el fútbol debe ser modificado, simplificado, liberado de restricciones. La primera vez que se percató de que las reglas estaban equivocadas, era aún joven y se encontraba jugando al fútbol durante las vacaciones de verano, un rival le atacó y terminó con el peroné fracturado. Ahora es un burócrata que habla de su nueva versión del juego a su amigo Porumboiu. Sus ideas para revolucionar el fútbol “liberando el balón” no parecen ser una solución aplicable en la realidad. Sin embargo, tal vez reflejan ese lugar dentro de cada uno de nosotros, donde por tediosa que sea nuestra vida y sin importar cuantos sueños rotos arrastremos, no hay lesiones ni trabas físicas, no tenemos límites, somos infinitos.
 Mario es un delantero que lucha por llegar al primer equipo del club, pero aparece Leon, otro delantero que rivalizará con él por el puesto. Sin embargo, inesperadamente, se enamoran, y su historia de amor amenaza con destruir su soñado futuro profesional. Cuando aparecen los primeros rumores, Mario ve su carrera en peligro, pero no quiere perder a Leon por nada del mundo. ¿Debería salir del armario y arriesgar su carrera? ¿o agachar la cabeza y seguir adelante negando quien es y a quien ama? La historia de amor entre Mario y Leon expone claramente las razones que podría tener un futbolista profesional para no declarar su condición sexual abiertamente. La directiva del club, los patrocinadores, los propios compañeros de vestuario e incluso los fans suponen factores de presión que no facilitan el tomar esa decisión.
Mario es un delantero que lucha por llegar al primer equipo del club, pero aparece Leon, otro delantero que rivalizará con él por el puesto. Sin embargo, inesperadamente, se enamoran, y su historia de amor amenaza con destruir su soñado futuro profesional. Cuando aparecen los primeros rumores, Mario ve su carrera en peligro, pero no quiere perder a Leon por nada del mundo. ¿Debería salir del armario y arriesgar su carrera? ¿o agachar la cabeza y seguir adelante negando quien es y a quien ama? La historia de amor entre Mario y Leon expone claramente las razones que podría tener un futbolista profesional para no declarar su condición sexual abiertamente. La directiva del club, los patrocinadores, los propios compañeros de vestuario e incluso los fans suponen factores de presión que no facilitan el tomar esa decisión.


 Carlos «Kaiser» Henrique Raposo era un futbolista profesional. Tiene a sus espaldas una carrera de 26 años en el fútbol de primera. Pero en realidad nunca jugó un partido. Con la ayuda de sus amigos periodistas, convenció a todos de sus habilidades como futbolista y fue de club en club sin jugar ni un solo partido, evitando el fútbol, pero viviendo de fiesta en fiesta. Engaño a clubes y mafiosos para vivir la vida de una estrella del fútbol si dar una sola patada a un balón. Grandes jugadores como Zico o Bebeto cuentan las anécdotas protagonizadas por el Kaiser en este documental que atrapa al espectador, incluso si no tienen ningún tipo de interés en el fútbol.
Carlos «Kaiser» Henrique Raposo era un futbolista profesional. Tiene a sus espaldas una carrera de 26 años en el fútbol de primera. Pero en realidad nunca jugó un partido. Con la ayuda de sus amigos periodistas, convenció a todos de sus habilidades como futbolista y fue de club en club sin jugar ni un solo partido, evitando el fútbol, pero viviendo de fiesta en fiesta. Engaño a clubes y mafiosos para vivir la vida de una estrella del fútbol si dar una sola patada a un balón. Grandes jugadores como Zico o Bebeto cuentan las anécdotas protagonizadas por el Kaiser en este documental que atrapa al espectador, incluso si no tienen ningún tipo de interés en el fútbol.
















 17.00 h: Proyección del Film
17.00 h: Proyección del Film  17 h. Proyección de
17 h. Proyección de 



















 transita en todo momento a través de lo insinuante, sugerido y muy especialmente de los tiempos pausados mediante una cocción narrativa que deviene lenta, de trasfondo a través de una base contemplativa podemos atisbar un ligero trazo clásico en su estructura que evidentemente en algún momento del relato se resquebrajara con la inclusión del elemento fantástico, la soledad como factor de desequilibrio en modo de indagación subyacente de cierto folklore local representado en esta ocasión por un misterioso viento que influye de alguna manera en la débil psique de la protagonista principal (notable Caitlin Gerard), mujer que sufre, como abnegada esposa que se queda sola en casa mientras su marido apenas para en ella, las consecuencias de dicho factor imaginario a modo de elemento inherente a una irrealidad subjetiva que marcaran una historia que por momentos tiene la virtud de redefinir con aplomo conceptos genéricos desde una mirada tan renovada como distanciada en referencia a sus precedentes. The Wind deviene como una ópera prima muy a tener en cuenta, dada su apuesta sin apenas concesiones posiblemente no tenga un beneplácito más generalizado que si han tenido autoras que han transitado por sendas parecidas con anterioridad, algo que no ha de ser óbice para seguir con inusitada atención los futuros trabajos de alguien tan prometedor como da la impresión de ser Emma Tammi
 transita en todo momento a través de lo insinuante, sugerido y muy especialmente de los tiempos pausados mediante una cocción narrativa que deviene lenta, de trasfondo a través de una base contemplativa podemos atisbar un ligero trazo clásico en su estructura que evidentemente en algún momento del relato se resquebrajara con la inclusión del elemento fantástico, la soledad como factor de desequilibrio en modo de indagación subyacente de cierto folklore local representado en esta ocasión por un misterioso viento que influye de alguna manera en la débil psique de la protagonista principal (notable Caitlin Gerard), mujer que sufre, como abnegada esposa que se queda sola en casa mientras su marido apenas para en ella, las consecuencias de dicho factor imaginario a modo de elemento inherente a una irrealidad subjetiva que marcaran una historia que por momentos tiene la virtud de redefinir con aplomo conceptos genéricos desde una mirada tan renovada como distanciada en referencia a sus precedentes. The Wind deviene como una ópera prima muy a tener en cuenta, dada su apuesta sin apenas concesiones posiblemente no tenga un beneplácito más generalizado que si han tenido autoras que han transitado por sendas parecidas con anterioridad, algo que no ha de ser óbice para seguir con inusitada atención los futuros trabajos de alguien tan prometedor como da la impresión de ser Emma Tammi
 nada convencional para la época de su realización, relato que versa principalmente sobre el misterio de los sueños expuestos en modo pesadillesco con el trasfondo del trauma como epicentro generador de tal acto, en este aspecto la película podría ser interpretada como una posterior variación british sin muchas concesiones y algo más artística en la forma que está narrada de la fundamental A Nightmare on Elm Street o incluso del Jacob’s Ladder de Adrian Lyne, de esta forma Dream Demon transita de forma casi exclusiva por un oscuro imaginario onírico que repite de forma sistemática un patrón narrativo que incita al espectador a adivinar constantemente si lo que están viendo es real o simplemente es otro producto de la problemática imaginación de las dos chicas protagonistas, algo que deriva a Dream Demon a ser un excelente ensayo genérico acerca de dos mujeres con una profunda tara psicológica que es expresada y desarrollada a través de unas pesadillas que parecen continuamente mezclarse con la realidad, todo un descubrimiento que merece ser rescatado este film de Harley Cokeliss en referencia a esa clase de películas algo atípicas que nos ofrecen variaciones temáticas en lo concerniente a representaciones fílmicas nada convencionales de los estados de sueño.
nada convencional para la época de su realización, relato que versa principalmente sobre el misterio de los sueños expuestos en modo pesadillesco con el trasfondo del trauma como epicentro generador de tal acto, en este aspecto la película podría ser interpretada como una posterior variación british sin muchas concesiones y algo más artística en la forma que está narrada de la fundamental A Nightmare on Elm Street o incluso del Jacob’s Ladder de Adrian Lyne, de esta forma Dream Demon transita de forma casi exclusiva por un oscuro imaginario onírico que repite de forma sistemática un patrón narrativo que incita al espectador a adivinar constantemente si lo que están viendo es real o simplemente es otro producto de la problemática imaginación de las dos chicas protagonistas, algo que deriva a Dream Demon a ser un excelente ensayo genérico acerca de dos mujeres con una profunda tara psicológica que es expresada y desarrollada a través de unas pesadillas que parecen continuamente mezclarse con la realidad, todo un descubrimiento que merece ser rescatado este film de Harley Cokeliss en referencia a esa clase de películas algo atípicas que nos ofrecen variaciones temáticas en lo concerniente a representaciones fílmicas nada convencionales de los estados de sueño.
 al instante por parte del espectador algo instruido en la materia, en tal sentido esos  cánones del género que nos muestra 70 binladens no la hacen una propuesta original en sí misma, la película transita por una senda que no deja de ser una fórmula mil veces vista en el cine negro norteamericano, aunque sí que logra ser efectiva en cómo pese a momentos algo rebuscados, que curiosamente resultan siendo algo previsibles en lo concerniente a un inequívoco filtro de costumbrismo en su narrativa, siendo fiel a una serie de coordenadas en donde atisbamos un reconocible juego entre el gato y el ratón expuesto en un relato en donde el supuesto factor sorpresa circunvala la acción en casi todo su metraje. 70 binladens que intenta ser más realista que efectista en base a un moldeable y solido diseño de producción y un buen aprovechamiento de su reducido espacio escénico termina siendo una película que sin llegar a trascender resulta suficientemente correcta, en ella sin embargo no llegaremos a encontrar algo que salga de un patrón preestablecido en referencia a un catálogo de influencias que le otorga al producto en cuestión una funcionalidad que deviene finalmente como bien asumida dadas sus modestas ambiciones.
al instante por parte del espectador algo instruido en la materia, en tal sentido esos  cánones del género que nos muestra 70 binladens no la hacen una propuesta original en sí misma, la película transita por una senda que no deja de ser una fórmula mil veces vista en el cine negro norteamericano, aunque sí que logra ser efectiva en cómo pese a momentos algo rebuscados, que curiosamente resultan siendo algo previsibles en lo concerniente a un inequívoco filtro de costumbrismo en su narrativa, siendo fiel a una serie de coordenadas en donde atisbamos un reconocible juego entre el gato y el ratón expuesto en un relato en donde el supuesto factor sorpresa circunvala la acción en casi todo su metraje. 70 binladens que intenta ser más realista que efectista en base a un moldeable y solido diseño de producción y un buen aprovechamiento de su reducido espacio escénico termina siendo una película que sin llegar a trascender resulta suficientemente correcta, en ella sin embargo no llegaremos a encontrar algo que salga de un patrón preestablecido en referencia a un catálogo de influencias que le otorga al producto en cuestión una funcionalidad que deviene finalmente como bien asumida dadas sus modestas ambiciones.
 tanto de una continua reinvención como de una vuelta cada cierto tiempo a un patrón ya conocido, es un funcionamiento que deviene casi como cíclico y que sigue estando en pleno vigor. Los productores de esta nueva entrega detectaron que esa vía era muy factible y que mejor apuesta que volver la mirada a lo primigenio, a lo original, John Carpenter orquestando la música y dando el beneplácito, Jamie Lee Curtis al frente del reparto y vendiéndonos el producto como la secuela oficial del film de 1978. David Gordon Green en tal aspecto no se complica demasiado en el modo de seguir unas directrices concretas expuestas con tanta contención como con alguna que otra leve variación como parecen dictaminar los cañones, en tal sentido todo está calculado a conciencia a la hora de desarrollar según que vías, el guiño al fan de la saga en modo meta a través de un continuo cambio de roles en relación a sus dos protagonistas principales, atmósfera escaneada y unos asesinatos que son escenificados con cierta originalidad, mimbres que terminan concediendo al film un estatus tan correcto como meramente funcional, con una supuesta vocación de último viaje que en realidad lo será según dictamine su carrera comercial.
 tanto de una continua reinvención como de una vuelta cada cierto tiempo a un patrón ya conocido, es un funcionamiento que deviene casi como cíclico y que sigue estando en pleno vigor. Los productores de esta nueva entrega detectaron que esa vía era muy factible y que mejor apuesta que volver la mirada a lo primigenio, a lo original, John Carpenter orquestando la música y dando el beneplácito, Jamie Lee Curtis al frente del reparto y vendiéndonos el producto como la secuela oficial del film de 1978. David Gordon Green en tal aspecto no se complica demasiado en el modo de seguir unas directrices concretas expuestas con tanta contención como con alguna que otra leve variación como parecen dictaminar los cañones, en tal sentido todo está calculado a conciencia a la hora de desarrollar según que vías, el guiño al fan de la saga en modo meta a través de un continuo cambio de roles en relación a sus dos protagonistas principales, atmósfera escaneada y unos asesinatos que son escenificados con cierta originalidad, mimbres que terminan concediendo al film un estatus tan correcto como meramente funcional, con una supuesta vocación de último viaje que en realidad lo será según dictamine su carrera comercial.

 a través de una atmósfera que es presentada como extraña, lo sutil pero sobre todo lo sugerido actúan en el film a modo de una inquietante visión con respecto a un futuro que deviene como apocalíptico bajo la mirada de solo unos pocos privilegiados, en este sentido L’heure de la sortie no se ampara en ningún tipo de discurso social de índole alarmista, al igual que el Take Shelter de Jeff Nichols con el que guarda más de un punto en común lo amenazante aquí no es tanto el hecho en sí mismo y si la actitud que se adopta ante él por parte de algunos, lo que empieza siendo un relato a modo de perspectiva  conspirativa con brechas generacionales de trasfondo se va trasformando en una trama que por momentos parece cuestionar los matices antes expuestos, al igual que el protagonista principal (un ceñido Laurent Lafitte) el espectador deambula con desorientación e inquietud intentando buscar una razón ante un comportamiento que se aparta de lo que entendemos como convencional, en relación a dicha exposición la película transita en todo momento a través del desconcierto sin que dicho adjetivo sea peyorativo, más bien al contrario, algo que otorga a L’heure de la sortie la condición de relato que sabe generar de una forma adecuada, pulcra y nada convencional un tono tan obsesivo como ciertamente fascinante.
 a través de una atmósfera que es presentada como extraña, lo sutil pero sobre todo lo sugerido actúan en el film a modo de una inquietante visión con respecto a un futuro que deviene como apocalíptico bajo la mirada de solo unos pocos privilegiados, en este sentido L’heure de la sortie no se ampara en ningún tipo de discurso social de índole alarmista, al igual que el Take Shelter de Jeff Nichols con el que guarda más de un punto en común lo amenazante aquí no es tanto el hecho en sí mismo y si la actitud que se adopta ante él por parte de algunos, lo que empieza siendo un relato a modo de perspectiva  conspirativa con brechas generacionales de trasfondo se va trasformando en una trama que por momentos parece cuestionar los matices antes expuestos, al igual que el protagonista principal (un ceñido Laurent Lafitte) el espectador deambula con desorientación e inquietud intentando buscar una razón ante un comportamiento que se aparta de lo que entendemos como convencional, en relación a dicha exposición la película transita en todo momento a través del desconcierto sin que dicho adjetivo sea peyorativo, más bien al contrario, algo que otorga a L’heure de la sortie la condición de relato que sabe generar de una forma adecuada, pulcra y nada convencional un tono tan obsesivo como ciertamente fascinante.
 en este sentido en el trabajo de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt hay un continuo conflicto en lo concerniente a lo que uno puede entender como su verdadero mensaje. Pese al continuo derroche de imaginación y una narrativa llevada supuestamente al límite Diamantino intenta ser más trascendental de lo que supuestamente puede dar a entender en un principio, en ese discurso que parece tener la apariencia de denuncia social encontramos cuestiones tan candentes en la actualidad como la xenofobia política, la problemática de los refugiados o proyectos de muros fronterizos que separan estados, si uno escarba concienzudamente en su interior también puede atisbar en la lejanía de la historia un estudio en como llegados a un punto se ha de dar un paso atrás hacia un estado más primigenio que este desprovisto de la toxicidad de nuestros días, sin embargo todo resulta demasiado difuso, por momentos incluso absurdo, el humor expuesto se decanta más por lo naif que por lo grotesco exigiendo bastante predisposición  por parte del espectador a la hora de asimilar una amalgama que finalmente termina dando la sensación de ser simplemente una curiosa anécdota con muy escasos momentos graciosos, un film que termina dando la impresión de no lograr resistir con aplomo y coherencia su hora y media de metraje.
en este sentido en el trabajo de Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt hay un continuo conflicto en lo concerniente a lo que uno puede entender como su verdadero mensaje. Pese al continuo derroche de imaginación y una narrativa llevada supuestamente al límite Diamantino intenta ser más trascendental de lo que supuestamente puede dar a entender en un principio, en ese discurso que parece tener la apariencia de denuncia social encontramos cuestiones tan candentes en la actualidad como la xenofobia política, la problemática de los refugiados o proyectos de muros fronterizos que separan estados, si uno escarba concienzudamente en su interior también puede atisbar en la lejanía de la historia un estudio en como llegados a un punto se ha de dar un paso atrás hacia un estado más primigenio que este desprovisto de la toxicidad de nuestros días, sin embargo todo resulta demasiado difuso, por momentos incluso absurdo, el humor expuesto se decanta más por lo naif que por lo grotesco exigiendo bastante predisposición  por parte del espectador a la hora de asimilar una amalgama que finalmente termina dando la sensación de ser simplemente una curiosa anécdota con muy escasos momentos graciosos, un film que termina dando la impresión de no lograr resistir con aplomo y coherencia su hora y media de metraje.
 y pieza de culto en según que círculos, en este aspecto y lejos del consabido making-of de un film concreto un documental como Wolfman’s Got Nards no solo indaga en una rememoración sino también en una reivindicación, el film sigue unas directrices bastante reconocibles en lo que es su desarrollo, ejecutadas casi a modo de manual, en este aspecto no encontraremos sorpresas en cómo está narrada, en el documental vemos un ejercicio de un claro tránsito existente entre el homenaje y la empatía hacia unos implicados que han tenido que esperar un largo periodo de tiempo para ver reconocido un trabajo que en su día no lo fue y que con el tiempo ha devenido como influyente, hay una frase por parte de Fred Dekker a tal respeto que resume de forma caso perfecta el sentir del autor hacia su obra, en este caso The Monster Squad, Dekker llega a afirmar que su sentimiento con respecto a ella a día de hoy es como como cuando lanzas un tiro a canasta que no la ves entrar hasta pasado treinta años. Wolfman’s Got Nards es un ejercicio ciertamente estimable en lo concerniente a su vertiente más lúdica, su adscripción resulta inequívoca en tal aspecto, busca y encuentra al fan en base a su afiliación generacional mediante una sentida y sincera emotividad en lo relativo a todo lo que nos cuenta.
 y pieza de culto en según que círculos, en este aspecto y lejos del consabido making-of de un film concreto un documental como Wolfman’s Got Nards no solo indaga en una rememoración sino también en una reivindicación, el film sigue unas directrices bastante reconocibles en lo que es su desarrollo, ejecutadas casi a modo de manual, en este aspecto no encontraremos sorpresas en cómo está narrada, en el documental vemos un ejercicio de un claro tránsito existente entre el homenaje y la empatía hacia unos implicados que han tenido que esperar un largo periodo de tiempo para ver reconocido un trabajo que en su día no lo fue y que con el tiempo ha devenido como influyente, hay una frase por parte de Fred Dekker a tal respeto que resume de forma caso perfecta el sentir del autor hacia su obra, en este caso The Monster Squad, Dekker llega a afirmar que su sentimiento con respecto a ella a día de hoy es como como cuando lanzas un tiro a canasta que no la ves entrar hasta pasado treinta años. Wolfman’s Got Nards es un ejercicio ciertamente estimable en lo concerniente a su vertiente más lúdica, su adscripción resulta inequívoca en tal aspecto, busca y encuentra al fan en base a su afiliación generacional mediante una sentida y sincera emotividad en lo relativo a todo lo que nos cuenta.
 con demasiada frecuencia en referencia a tales temarios es ciertamente elogiable aunque esto no la salve por momentos de ciertos manierismos de dudosa ejecución, hay un rigor histórico evidente en la propuesta aunque también dicha radiografía está trazada por momentos en base a una cierta abstracción que descoloca, a través de todo ello se nos muestra a un ser carente de según qué emociones empáticas algo que evidentemente le deriva a ser un psicópata que al asesinar no siente ningún tipo de remordimiento ante tal acto delictivo, curiosamente en la película dicho comportamiento nos es ofrecido a modo de una parábola sarcástica que neutraliza en todo momento lo dramático del acto en cuestión, en su mirada se detecta un tono con evidentes trazos de ser políticamente incorrecta en su cometido con respecto a una época determinada, en este sentido esta historia criminal fluctúa a través de varias vertientes narrativas a cual más dispar, de alguna manera se aprovecha de una crónica negra real y atroz para derivarla a una especie de acto contestatario, el trazo desinhibido, por momentos incluso surrealista, cuyo virtuosismo cool irreverente la puede equipar a un cierto cine perpetrado por Tarantino queda expuesto por inequívocas texturas visuales de un marcado tono pop que nos vienen a explicar que la libertad y osadía en aquellos tiempos provenían en cierta manera a través de lo delictivo, esto puede derivar a estar en frente de un producto por momentos frívolo en referencia a su dictado narrativo, la moralidad en estos casos suele ser muy subjetiva por parte del espectador, en este sentido Luis Ortega  deja bien claro su fascinación por el personaje, posicionamiento a fin de cuentas que deviene como complejo, un riesgo común con correspondiente peaje al intentar ofrecer lo sórdido como algo supuestamente divertido.
con demasiada frecuencia en referencia a tales temarios es ciertamente elogiable aunque esto no la salve por momentos de ciertos manierismos de dudosa ejecución, hay un rigor histórico evidente en la propuesta aunque también dicha radiografía está trazada por momentos en base a una cierta abstracción que descoloca, a través de todo ello se nos muestra a un ser carente de según qué emociones empáticas algo que evidentemente le deriva a ser un psicópata que al asesinar no siente ningún tipo de remordimiento ante tal acto delictivo, curiosamente en la película dicho comportamiento nos es ofrecido a modo de una parábola sarcástica que neutraliza en todo momento lo dramático del acto en cuestión, en su mirada se detecta un tono con evidentes trazos de ser políticamente incorrecta en su cometido con respecto a una época determinada, en este sentido esta historia criminal fluctúa a través de varias vertientes narrativas a cual más dispar, de alguna manera se aprovecha de una crónica negra real y atroz para derivarla a una especie de acto contestatario, el trazo desinhibido, por momentos incluso surrealista, cuyo virtuosismo cool irreverente la puede equipar a un cierto cine perpetrado por Tarantino queda expuesto por inequívocas texturas visuales de un marcado tono pop que nos vienen a explicar que la libertad y osadía en aquellos tiempos provenían en cierta manera a través de lo delictivo, esto puede derivar a estar en frente de un producto por momentos frívolo en referencia a su dictado narrativo, la moralidad en estos casos suele ser muy subjetiva por parte del espectador, en este sentido Luis Ortega  deja bien claro su fascinación por el personaje, posicionamiento a fin de cuentas que deviene como complejo, un riesgo común con correspondiente peaje al intentar ofrecer lo sórdido como algo supuestamente divertido.
 es una película tan curiosa en base a su estructura como algo derivativa y ciertamente dispersa en su resultado final en base a ese estudio que hace de las consecuencias del anonimato del héroe y la reflexión y las motivaciones que hace de ello en referencia al pasado, en este aspecto el relato, que se beneficia de la incuestionable solidez interpretativa a cargo del veterano Sam Elliott, por momentos da la sensación de transitar a través de una suerte de fábula de un inequívoco tono melancólico, un relato que pretende ser sincero en su, a día de hoy, inusual dictado pero que sin embargo y pese a la intención, ciertamente loable, termina derivando en algo que da la impresión de ser algo incoherente, a tal aspecto no ayuda que su narrativa no este expuesta de una forma cronológica. The Man Who Killed Hitler and then The Bigfoot y no solo en referencia a esa algo complicada mezcla de géneros terminan siendo esa clase de películas que descolocan al espectador sin que realmente sea esta su principal intención, un film que sin llegar a aburrir solo logra funcionar de forma muy episódica encontrando graves problemas a la hora de poder conjugar de una forma adecuada las diferentes singularidades que parece atesorar.
es una película tan curiosa en base a su estructura como algo derivativa y ciertamente dispersa en su resultado final en base a ese estudio que hace de las consecuencias del anonimato del héroe y la reflexión y las motivaciones que hace de ello en referencia al pasado, en este aspecto el relato, que se beneficia de la incuestionable solidez interpretativa a cargo del veterano Sam Elliott, por momentos da la sensación de transitar a través de una suerte de fábula de un inequívoco tono melancólico, un relato que pretende ser sincero en su, a día de hoy, inusual dictado pero que sin embargo y pese a la intención, ciertamente loable, termina derivando en algo que da la impresión de ser algo incoherente, a tal aspecto no ayuda que su narrativa no este expuesta de una forma cronológica. The Man Who Killed Hitler and then The Bigfoot y no solo en referencia a esa algo complicada mezcla de géneros terminan siendo esa clase de películas que descolocan al espectador sin que realmente sea esta su principal intención, un film que sin llegar a aburrir solo logra funcionar de forma muy episódica encontrando graves problemas a la hora de poder conjugar de una forma adecuada las diferentes singularidades que parece atesorar.
 (experimentos del ejército nazi para conseguir crear al supersoldado), en ella hay infinidad de referencias que podemos detectar en el relato, esa idea del Mad Doctor nos remite entre otros muchos tanto al King of the Zombies de Jean Yarbrough y el Revenge of the Zombies de Steve Sekely como al Shock Waves de Ken Wiederhorn y muy especialmente a la franquicia de videojuegos Wolfenstein, en este sentido Overlord como ineludible cine de pura evasión que actualiza derivaciones propias de tono pulp provenientes de los antiguos comics bélicos y el terror de serie B deviene como un producto destinado casi de forma exclusiva a hacer disfrutar al incondicional seguidor del género fantástico, su mayor virtud aparte de dicha intención limitada de prejuicios posiblemente radique en el hecho de cómo tras una premisa en un principio muy dada al descontrol narrativo logre un tono atmosférico milimétricamente calculado y ejecutado con cierta solvencia, el inusual, por lo generoso para este tipo de propuestas, presupuesto ayuda a ello de forma muy evidente convirtiéndola en una película de connotaciones clásicas, detectable en sus inequívocas intenciones aunque de un espíritu algo innovador a la hora de construir una estructura de forma tan inteligente como libre de ataduras genéricas.
 (experimentos del ejército nazi para conseguir crear al supersoldado), en ella hay infinidad de referencias que podemos detectar en el relato, esa idea del Mad Doctor nos remite entre otros muchos tanto al King of the Zombies de Jean Yarbrough y el Revenge of the Zombies de Steve Sekely como al Shock Waves de Ken Wiederhorn y muy especialmente a la franquicia de videojuegos Wolfenstein, en este sentido Overlord como ineludible cine de pura evasión que actualiza derivaciones propias de tono pulp provenientes de los antiguos comics bélicos y el terror de serie B deviene como un producto destinado casi de forma exclusiva a hacer disfrutar al incondicional seguidor del género fantástico, su mayor virtud aparte de dicha intención limitada de prejuicios posiblemente radique en el hecho de cómo tras una premisa en un principio muy dada al descontrol narrativo logre un tono atmosférico milimétricamente calculado y ejecutado con cierta solvencia, el inusual, por lo generoso para este tipo de propuestas, presupuesto ayuda a ello de forma muy evidente convirtiéndola en una película de connotaciones clásicas, detectable en sus inequívocas intenciones aunque de un espíritu algo innovador a la hora de construir una estructura de forma tan inteligente como libre de ataduras genéricas.
 que recurre a la doble sátira de dicho concepto, una parodia dentro de la parodia, una ya presente en el comic, la otra en referencia a lo patrio como concepto de mediocridad nacional, o sea reírnos de nosotros mismos. Posiblemente al film se le eche en cara la ausencia de un tono más agrio en lo relativo a dicha parodia, a tal aspecto es evidente que Superlópez es una película de una clara connotación light provista de una apabullante sencillez narrativa, por momentos incluso de un trazo peligrosamente infantil, con respecto a la exposición que se hace del costumbrismo de sus personajes. Lo que si se percibe como unitario con respecto al comic y la película es el homenaje que se hace en ambos a la gente común que tiene un don especial, en este sentido Superlópez es una adaptación que no va más allá de su propio concepto, ni lo pretende en ningún momento, honesta en intenciones, posiblemente bastante corta en diversos aspectos, y lo más importante, que pese a ser plenamente autoconsciente de sus limitaciones logra ser por momentos divertida.
 que recurre a la doble sátira de dicho concepto, una parodia dentro de la parodia, una ya presente en el comic, la otra en referencia a lo patrio como concepto de mediocridad nacional, o sea reírnos de nosotros mismos. Posiblemente al film se le eche en cara la ausencia de un tono más agrio en lo relativo a dicha parodia, a tal aspecto es evidente que Superlópez es una película de una clara connotación light provista de una apabullante sencillez narrativa, por momentos incluso de un trazo peligrosamente infantil, con respecto a la exposición que se hace del costumbrismo de sus personajes. Lo que si se percibe como unitario con respecto al comic y la película es el homenaje que se hace en ambos a la gente común que tiene un don especial, en este sentido Superlópez es una adaptación que no va más allá de su propio concepto, ni lo pretende en ningún momento, honesta en intenciones, posiblemente bastante corta en diversos aspectos, y lo más importante, que pese a ser plenamente autoconsciente de sus limitaciones logra ser por momentos divertida.
 estando bien representado como un habitáculo claustrofóbico a modo de aislamiento, el problema del debut tras las cámaras de Kristoffer Nyholm radica en el guion a cargo de Joe Bone y Celyn Jones, este transita por una ausencia total de misterio en lo referente a su ejecución narrativa, en este aspecto la raíz o motivo del desequilibrio es presentado como demasiado terrenal e incluso previsible o lo que es más grave, poco sostenible en referencia a su credibilidad, si volvemos a hacer una comparativa podemos fijarnos en otro relato en donde se fabulaba acerca de un hecho real acontecido hace también mucho tiempo, en la miniserie The Terror también se nos explicaban unas desapariciones nunca resueltas, la exposición de esta como relato de índole fantástico sí que lograba cumplir con creces las expectativas y posibilidades que pudiera generar las hipótesis de la historia. Keepers sin embargo no consigue sacarle partido a ese componente mágico cercano que podemos atisbar en la isla Flannan, en su desarrollo hay una ligera intención de derivarla al drama de elementos shakespearianos, también se detecta un intento por reflejar una masculinidad que parece ir a la deriva por la falta de la figura femenina en la acción, ligeros apuntes que no logran salvar esta historia de tres personajes aislados en donde el enigma como concepto de desequilibrio mental brilla por su total ausencia.
 estando bien representado como un habitáculo claustrofóbico a modo de aislamiento, el problema del debut tras las cámaras de Kristoffer Nyholm radica en el guion a cargo de Joe Bone y Celyn Jones, este transita por una ausencia total de misterio en lo referente a su ejecución narrativa, en este aspecto la raíz o motivo del desequilibrio es presentado como demasiado terrenal e incluso previsible o lo que es más grave, poco sostenible en referencia a su credibilidad, si volvemos a hacer una comparativa podemos fijarnos en otro relato en donde se fabulaba acerca de un hecho real acontecido hace también mucho tiempo, en la miniserie The Terror también se nos explicaban unas desapariciones nunca resueltas, la exposición de esta como relato de índole fantástico sí que lograba cumplir con creces las expectativas y posibilidades que pudiera generar las hipótesis de la historia. Keepers sin embargo no consigue sacarle partido a ese componente mágico cercano que podemos atisbar en la isla Flannan, en su desarrollo hay una ligera intención de derivarla al drama de elementos shakespearianos, también se detecta un intento por reflejar una masculinidad que parece ir a la deriva por la falta de la figura femenina en la acción, ligeros apuntes que no logran salvar esta historia de tres personajes aislados en donde el enigma como concepto de desequilibrio mental brilla por su total ausencia.
 por mucha recreación visual que atesore la misma es de esas películas en donde el espectador un poco avispado ira siempre por delante que la propia narrativa del film, en este sentido la sensación de déjà vu es constante en una historia en donde lo irracional, brutal y agudo termina transmutándose en un tono que la deriva a reflexiva y algo suave en lo relativo a sus formas. Posiblemente lo más destacado que encontremos en la película provenga a parte de ese escenario de periferia poblado de azules y grises tan triste como melancólico, también de la relación e interactuación de dos personajes tan antagónicos como resultan ser el curtido ex presidario y la joven adolecente, curiosamente dicha relación deviene por momentos más intrigante que la propia trama delictiva del relato, escenas en donde vemos a Danny ayuda a limpiar en la ducha a la joven recién violada o cuando ambos personajes esperan los resultados de una prueba de VIH exponen un vínculo que a través de la gravedad de un hecho terminan confluyendo, dicha relación ha de terminar por empatizar al respetable como casi la única virtud a destacar en una película tan correcta como predecible en lo referente a sus postulados.
por mucha recreación visual que atesore la misma es de esas películas en donde el espectador un poco avispado ira siempre por delante que la propia narrativa del film, en este sentido la sensación de déjà vu es constante en una historia en donde lo irracional, brutal y agudo termina transmutándose en un tono que la deriva a reflexiva y algo suave en lo relativo a sus formas. Posiblemente lo más destacado que encontremos en la película provenga a parte de ese escenario de periferia poblado de azules y grises tan triste como melancólico, también de la relación e interactuación de dos personajes tan antagónicos como resultan ser el curtido ex presidario y la joven adolecente, curiosamente dicha relación deviene por momentos más intrigante que la propia trama delictiva del relato, escenas en donde vemos a Danny ayuda a limpiar en la ducha a la joven recién violada o cuando ambos personajes esperan los resultados de una prueba de VIH exponen un vínculo que a través de la gravedad de un hecho terminan confluyendo, dicha relación ha de terminar por empatizar al respetable como casi la única virtud a destacar en una película tan correcta como predecible en lo referente a sus postulados.
 de la evocación de un cine ya casi extinto, a través de ella y sus muy evidentes imperfecciones recordamos ese cine sin prejuicios en donde no se ponía cortapisas al horror ni se mesuraba el tono de comedia en ellas, era un cine que también tuvo su representación en las películas y series que partían de las antologías como Creepshow (1982), Cat’s Eyes (1985), Body Bags (1993) o Tales from the Crypt (1989) por poner solo unos ejemplos, Nightmare Cinema nace del empeño de Mick Garris por el intento de rememoración, dicho autor siempre ha sido mejor productor (posiblemente la serie Master of Horror fuera su cima artística) que director, a este aspecto no deja de ser algo sintomático que en la interesante nómina de directores presentes en el film, Joe Dante (Mirare), David Slade (This way to Egress), Ryûhei Kitamura (Mashit) y Alejandro Brugués (The thing in the Woods) sea el episodio del propio Mick Garris (Dead) el menos afortunado. Nightmare Cinema como autentica e irregular montaña rusa narrativa tiene al menos el beneplácito de ser leída y digerida dada su condición ya de ejercicio de índole nostálgico con cierto beneplácito por parte del fiel seguidor del género, un homenaje tan disfrutable como olvidable con una ocasional gracia a la hora de exponer unos conceptos y resortes  del género de terror algo difícil de visualizar hoy en día.
 de la evocación de un cine ya casi extinto, a través de ella y sus muy evidentes imperfecciones recordamos ese cine sin prejuicios en donde no se ponía cortapisas al horror ni se mesuraba el tono de comedia en ellas, era un cine que también tuvo su representación en las películas y series que partían de las antologías como Creepshow (1982), Cat’s Eyes (1985), Body Bags (1993) o Tales from the Crypt (1989) por poner solo unos ejemplos, Nightmare Cinema nace del empeño de Mick Garris por el intento de rememoración, dicho autor siempre ha sido mejor productor (posiblemente la serie Master of Horror fuera su cima artística) que director, a este aspecto no deja de ser algo sintomático que en la interesante nómina de directores presentes en el film, Joe Dante (Mirare), David Slade (This way to Egress), Ryûhei Kitamura (Mashit) y Alejandro Brugués (The thing in the Woods) sea el episodio del propio Mick Garris (Dead) el menos afortunado. Nightmare Cinema como autentica e irregular montaña rusa narrativa tiene al menos el beneplácito de ser leída y digerida dada su condición ya de ejercicio de índole nostálgico con cierto beneplácito por parte del fiel seguidor del género, un homenaje tan disfrutable como olvidable con una ocasional gracia a la hora de exponer unos conceptos y resortes  del género de terror algo difícil de visualizar hoy en día.
 el punto de vista del criminal, a tal sentido posiblemente William Lusting nunca llega a ponerse a la altura de dicha mirada, eso sí, la acción está centralizada en todo momento a través de los pasos del asesino, en este sentido Maniac y ese look enfermizo del que hace gala ha de considerarse como un film si bien no original si muy percutor al invertir por medio de una doble trasgresión fílmica una mecánica narrativa que quiere argumentar un relato de un psycho killer contado desde dentro, esta codificación queda plasmada perfectamente en esa notable secuencia  de persecución desarrollada en el metro. Por otra parte la sordidez desquiciada del relato carente de cualquier tipo de sutilidad esta omnipresente en todo momento especialmente en la exposición de la psicología malsana del criminal en referencia a ese oscuro fetichismo como motor del desequilibrio mental. Maniac aparte de conservar una indudable ferocidad extremadamente realista en base a numerosos toques de violencia desmedida tiene la virtud de no seguir siendo a día de hoy un slasher al uso, lo suyo es más bien una radiografía que por momentos juguetea con lo experimental de un desequilibrio, la sucia atmósfera con que es retratada dicha psique otorga una sensación de inestabilidad no solo en lo concerniente a la ruptura mental expuesta al asesino sino también a la desazón que sigue produciendo el visionado en el espectador 40 años después de su realización, todo un logro se mire como se mire.
 el punto de vista del criminal, a tal sentido posiblemente William Lusting nunca llega a ponerse a la altura de dicha mirada, eso sí, la acción está centralizada en todo momento a través de los pasos del asesino, en este sentido Maniac y ese look enfermizo del que hace gala ha de considerarse como un film si bien no original si muy percutor al invertir por medio de una doble trasgresión fílmica una mecánica narrativa que quiere argumentar un relato de un psycho killer contado desde dentro, esta codificación queda plasmada perfectamente en esa notable secuencia  de persecución desarrollada en el metro. Por otra parte la sordidez desquiciada del relato carente de cualquier tipo de sutilidad esta omnipresente en todo momento especialmente en la exposición de la psicología malsana del criminal en referencia a ese oscuro fetichismo como motor del desequilibrio mental. Maniac aparte de conservar una indudable ferocidad extremadamente realista en base a numerosos toques de violencia desmedida tiene la virtud de no seguir siendo a día de hoy un slasher al uso, lo suyo es más bien una radiografía que por momentos juguetea con lo experimental de un desequilibrio, la sucia atmósfera con que es retratada dicha psique otorga una sensación de inestabilidad no solo en lo concerniente a la ruptura mental expuesta al asesino sino también a la desazón que sigue produciendo el visionado en el espectador 40 años después de su realización, todo un logro se mire como se mire.
 ambiguas que se cuece a fuego lento y que hay que dejar un buen tiempo en barbecho, lo mejor de esta adaptación de un relato corto (penas 70 páginas) de Haruki Murakami (Quemar graneros) que es Burning posiblemente no se encuentre en sus diálogos sino más bien en la ausencia de estos, a tal respecto en una historia que podríamos clarificar como un denso drama acerca de la insatisfacción de un conclave generacional concreto con texturas de thriller en lo concerniente a su parte final es tan importante lo que oculta como lo que da la impresión de contar, tesis igualmente aplicable a su desarrollo escénico en lo referente a lo que hay tanto fuera del plano como dentro, Burning como prodigio de concreción y expresividad en torno a esa reflexión alrededor de la naturaleza humana termina siendo una película de una sencillez apasionante a la vez que provista de un montón de capas de significados, en este aspecto el responsable de Secret Sunshine nos ofrece un apasionante trayecto moral y psicológico a una enfermiza dinámica de clases que puede ser interpretada por algunos como una desgarradora denuncia anticapitalista expuesta a modo de apabullante thriller existencial, todo ello al servicio de un cine plagado de audacias, ideas e infinidad de talento.
ambiguas que se cuece a fuego lento y que hay que dejar un buen tiempo en barbecho, lo mejor de esta adaptación de un relato corto (penas 70 páginas) de Haruki Murakami (Quemar graneros) que es Burning posiblemente no se encuentre en sus diálogos sino más bien en la ausencia de estos, a tal respecto en una historia que podríamos clarificar como un denso drama acerca de la insatisfacción de un conclave generacional concreto con texturas de thriller en lo concerniente a su parte final es tan importante lo que oculta como lo que da la impresión de contar, tesis igualmente aplicable a su desarrollo escénico en lo referente a lo que hay tanto fuera del plano como dentro, Burning como prodigio de concreción y expresividad en torno a esa reflexión alrededor de la naturaleza humana termina siendo una película de una sencillez apasionante a la vez que provista de un montón de capas de significados, en este aspecto el responsable de Secret Sunshine nos ofrece un apasionante trayecto moral y psicológico a una enfermiza dinámica de clases que puede ser interpretada por algunos como una desgarradora denuncia anticapitalista expuesta a modo de apabullante thriller existencial, todo ello al servicio de un cine plagado de audacias, ideas e infinidad de talento.
 para más inri este trabaja en una morgue, a tal aspecto las posibilidades del relato devienen casi como infinitas en lo concerniente a establecer un supuesto paralelismo o confluencia entre la fantasmagoria del propio relato y un escenario social que se presenta como caótico y desesperanzador como es el en São Paulo de periferia que se nos muestra, lástima que se indague tan poco en ese figurado terror social y se opte por una opción bastante más fácil y directa, bien es cierto que la cotidianidad del personaje da ciertas texturas de oscuridad a un relato que termina siendo tosco en su ejecución, ese atrayente planteamiento inicial termina mutando en una historia de posesiones vengativas algo banal, sensación esta acrecentada por la excesiva duración del film. Este terror tan directo como falto de sutilezas que podría clasificarse como terrenal y algo manido en referencia a supuestos y variados sobresaltos sonoros finalmente configura casi todo el armazón de Morto Não Fala, film que hace de lo convencional su principal funcionalidad a la hora de intentar generar supuestos aspavientos a un público poco exigente.
 para más inri este trabaja en una morgue, a tal aspecto las posibilidades del relato devienen casi como infinitas en lo concerniente a establecer un supuesto paralelismo o confluencia entre la fantasmagoria del propio relato y un escenario social que se presenta como caótico y desesperanzador como es el en São Paulo de periferia que se nos muestra, lástima que se indague tan poco en ese figurado terror social y se opte por una opción bastante más fácil y directa, bien es cierto que la cotidianidad del personaje da ciertas texturas de oscuridad a un relato que termina siendo tosco en su ejecución, ese atrayente planteamiento inicial termina mutando en una historia de posesiones vengativas algo banal, sensación esta acrecentada por la excesiva duración del film. Este terror tan directo como falto de sutilezas que podría clasificarse como terrenal y algo manido en referencia a supuestos y variados sobresaltos sonoros finalmente configura casi todo el armazón de Morto Não Fala, film que hace de lo convencional su principal funcionalidad a la hora de intentar generar supuestos aspavientos a un público poco exigente.
 Alejandro Fadel que se siente más cómodo generando suspense a través de lo atmosférico y no en lo narrativo utiliza un desarrollo en su trama bastante derivativo que da la impresión de beber de fuentes tan inequívocas a primera vista como el cine de Lynch, Jodorowsky y bastantes más referente icónicos del fantástico, a través de ellos intentar involucrar al espectador en un imaginario plagado de locura, miedo y evidentemente de desconcierto en base a la creación de un microclima de tendencia ominosa que hacen complicado el dilucidar que es lo real y que es lo sobrenatural, a través de estas derivaciones intuimos que la violencia de género que visionamos en la historia a modo de cruentos asesinatos está representada como un mal generalizado, un poco a la manera del Cruising de William Friedkin por poner un ejemplo, de esta manera ese ente monstruoso solo es materializado visualmente en la conclusión del relato y de manera bastante alegórica. Muere, monstruo, muere sin embargo da la impresión de quedarse a medio camino sin que tal termino llegue a ser peyorativo, posiblemente demasiada criptica para el amante mainstream del género y algo extrema y abrupta para el militante al cine de autor que juguetea con el fantástico, con todo y por lo que respecta a un servidor este es el cine de género proveniente de Latinoamérica que merece ser descubierto, un tipo de cine que al igual que el Tenemos la carne de Emiliano Rocha Minter desafía continuamente al espectador en relación a una ambición y un riesgo autoral ciertamente admirable.
 Alejandro Fadel que se siente más cómodo generando suspense a través de lo atmosférico y no en lo narrativo utiliza un desarrollo en su trama bastante derivativo que da la impresión de beber de fuentes tan inequívocas a primera vista como el cine de Lynch, Jodorowsky y bastantes más referente icónicos del fantástico, a través de ellos intentar involucrar al espectador en un imaginario plagado de locura, miedo y evidentemente de desconcierto en base a la creación de un microclima de tendencia ominosa que hacen complicado el dilucidar que es lo real y que es lo sobrenatural, a través de estas derivaciones intuimos que la violencia de género que visionamos en la historia a modo de cruentos asesinatos está representada como un mal generalizado, un poco a la manera del Cruising de William Friedkin por poner un ejemplo, de esta manera ese ente monstruoso solo es materializado visualmente en la conclusión del relato y de manera bastante alegórica. Muere, monstruo, muere sin embargo da la impresión de quedarse a medio camino sin que tal termino llegue a ser peyorativo, posiblemente demasiada criptica para el amante mainstream del género y algo extrema y abrupta para el militante al cine de autor que juguetea con el fantástico, con todo y por lo que respecta a un servidor este es el cine de género proveniente de Latinoamérica que merece ser descubierto, un tipo de cine que al igual que el Tenemos la carne de Emiliano Rocha Minter desafía continuamente al espectador en relación a una ambición y un riesgo autoral ciertamente admirable.
 población que se planta frente a la pantalla de dicho artilugio esperando la información necesaria para actuar en conciencia a las directrices recibidas, la premisa pues no deja de ser ciertamente estimulante no así su desarrollo. En este sentido Await Further Instructions es un producto carente de cualquier tipo de sutileza con respecto al mensaje que pretende hacer llegar, como película minimalista que nos quiere hacer partícipes de una situación angustiosa también resulta fallida a todas luces por su falta de credibilidad, tanto en personajes como en según qué situaciones, a tal respecto para que la alegoría tenga un cierto sentido en lo concerniente como está expuesta a de haber una narrativa que tienda a ser creíble, esto lo podemos ver por ejemplo en el Cube de Vincenzo Natali o en cualquier episodio de la fundamental Twilight Zone, la extrema caricaturización de personajes que podemos apreciar en Await Further Instructions anulan de alguna manera dicho propósito por contra es en su tramo final es donde de alguna manera liberada ya de sus ataduras corrosivas encuentra su verdadera razón de ser, esta no es otra que la de presentarse como un producto tan humilde como disfrutable en lo concerniente a su ya inequívoca adscripción genérica.
 población que se planta frente a la pantalla de dicho artilugio esperando la información necesaria para actuar en conciencia a las directrices recibidas, la premisa pues no deja de ser ciertamente estimulante no así su desarrollo. En este sentido Await Further Instructions es un producto carente de cualquier tipo de sutileza con respecto al mensaje que pretende hacer llegar, como película minimalista que nos quiere hacer partícipes de una situación angustiosa también resulta fallida a todas luces por su falta de credibilidad, tanto en personajes como en según qué situaciones, a tal respecto para que la alegoría tenga un cierto sentido en lo concerniente como está expuesta a de haber una narrativa que tienda a ser creíble, esto lo podemos ver por ejemplo en el Cube de Vincenzo Natali o en cualquier episodio de la fundamental Twilight Zone, la extrema caricaturización de personajes que podemos apreciar en Await Further Instructions anulan de alguna manera dicho propósito por contra es en su tramo final es donde de alguna manera liberada ya de sus ataduras corrosivas encuentra su verdadera razón de ser, esta no es otra que la de presentarse como un producto tan humilde como disfrutable en lo concerniente a su ya inequívoca adscripción genérica.
 un ejercicio en definitiva de memoria fílmica que huye de la nostalgia, el cine de la responsable de la espléndida Le meraviglie no trata de la trasformación y apropiación de unas referencias concretas, más bien las moldea y le da una continuidad muy identificable, en Lazzaro Felice hay mucho de Federico Fellini, Olmi, Pasolini y claro del Milagro en Milán de Vittorio De Sica, en este sentido el film bascula en todo momento entre un rígido realismo y una libre fantasía de tono neorrealista a través de un discurso en apariencia complejo en lo social y poético en donde se exploran cuestiones variables como el dialogo alterno entre el campo y la ciudad o la pureza frente al fin del mundo, un film de tono político que cuestiona la realidad para hacer valer un discurso que hace hincapié en una corrupción moral pasada y presente que queda siempre contrarrestada por medio de la nobleza humana. Lazzaro feliz, obra mayor donde las haya,  termina convirtiéndose en esos relatos en donde la belleza como concepto inabarcable se adueña por completo de una historia a modo de cuento bíblico que denuncia el hoy consagrando definitivamente a Alice Rohrwacher como uno de los mayores talentos surgido del cine italiano en las últimas décadas.
un ejercicio en definitiva de memoria fílmica que huye de la nostalgia, el cine de la responsable de la espléndida Le meraviglie no trata de la trasformación y apropiación de unas referencias concretas, más bien las moldea y le da una continuidad muy identificable, en Lazzaro Felice hay mucho de Federico Fellini, Olmi, Pasolini y claro del Milagro en Milán de Vittorio De Sica, en este sentido el film bascula en todo momento entre un rígido realismo y una libre fantasía de tono neorrealista a través de un discurso en apariencia complejo en lo social y poético en donde se exploran cuestiones variables como el dialogo alterno entre el campo y la ciudad o la pureza frente al fin del mundo, un film de tono político que cuestiona la realidad para hacer valer un discurso que hace hincapié en una corrupción moral pasada y presente que queda siempre contrarrestada por medio de la nobleza humana. Lazzaro feliz, obra mayor donde las haya,  termina convirtiéndose en esos relatos en donde la belleza como concepto inabarcable se adueña por completo de una historia a modo de cuento bíblico que denuncia el hoy consagrando definitivamente a Alice Rohrwacher como uno de los mayores talentos surgido del cine italiano en las últimas décadas.
 sustentar su tesis en un supuesto lirismo a través de un relato que transita en todo momento por una relación de tintes tan obsesivos como enfermizos, una radiografía sobre el peso de la culpa existente entre dos hermanos que en algún momento se vuelve retroactiva, en este sentido la algo inusual película de Quarxx se vislumbra como una pequeña rareza, una pieza de horror autoral arty que por momentos es multigenérica pues en ella también hay lugar para ligeros trazos de comedia , drama e incluso ciencia ficción de tono metafísico, esta amalgama se presenta como peculiar aunque algo irregular en lo referente a su desarrollo, un cine de texturas tan inusuales como imperfectas en su plasmación fílmica, posiblemente existe en la película un cierto hermetismo que nos haga pensar en un momento u otro que Tous les Dieux du ciel no atesora tantos misterios como nos quiere hacen entrever, con todo y pese a sus evidentes aristas el film de Quarxx deviene como una rara avis a descubrir, por momentos estimulante, cuya principal virtud radica en el hecho de transitar por sendas muy poco convencionales del fantástico, intención esta que pese a sus imperfecciones siempre es de agradecer.
 sustentar su tesis en un supuesto lirismo a través de un relato que transita en todo momento por una relación de tintes tan obsesivos como enfermizos, una radiografía sobre el peso de la culpa existente entre dos hermanos que en algún momento se vuelve retroactiva, en este sentido la algo inusual película de Quarxx se vislumbra como una pequeña rareza, una pieza de horror autoral arty que por momentos es multigenérica pues en ella también hay lugar para ligeros trazos de comedia , drama e incluso ciencia ficción de tono metafísico, esta amalgama se presenta como peculiar aunque algo irregular en lo referente a su desarrollo, un cine de texturas tan inusuales como imperfectas en su plasmación fílmica, posiblemente existe en la película un cierto hermetismo que nos haga pensar en un momento u otro que Tous les Dieux du ciel no atesora tantos misterios como nos quiere hacen entrever, con todo y pese a sus evidentes aristas el film de Quarxx deviene como una rara avis a descubrir, por momentos estimulante, cuya principal virtud radica en el hecho de transitar por sendas muy poco convencionales del fantástico, intención esta que pese a sus imperfecciones siempre es de agradecer.
 de códigos morales rígidos aunque no en lo relativo al proceder de sus formas que es Dragged Across Concrete tiene la sensación de estar ante la película que de alguna manera nunca se atrevió a rodar Quentin Tarantino, en este sentido el film, con evidentes reminiscencias a la buddy movie de manual, muestra en ocasiones una especie de supuesta deuda referencial al recurrir de forma algo forzada a una cierta verborrea Tarantiniana en lo concerniente a sus diálogos. S. Craig Zahler en Dragged Across Concrete nos cuenta una historia de dos policías corruptos pero íntegros, esto no deja de ser toda una declaración de intereses por parte del realizador estadounidense en lo referente a como desde el concepto de un cine pretérito que mira sin aspavientos al thriller policíaco de los años 70 logra reconstruirlo en base a su habitual suspensión de tiempos, en este sentido Dragged Across Concrete sigue teniendo alguna que otra arista por pulir, como película en donde está claro que el guionista siempre se sitúa por delante del directos hay subtramas argumentales que sobran y que impiden centrarse en el núcleo principal, poca cosa en definitiva para un tipo de cine de personalidad muy marcada que en los tiempos que corren ha de ser valorado en su justa y siempre muy agradecida medida.
 de códigos morales rígidos aunque no en lo relativo al proceder de sus formas que es Dragged Across Concrete tiene la sensación de estar ante la película que de alguna manera nunca se atrevió a rodar Quentin Tarantino, en este sentido el film, con evidentes reminiscencias a la buddy movie de manual, muestra en ocasiones una especie de supuesta deuda referencial al recurrir de forma algo forzada a una cierta verborrea Tarantiniana en lo concerniente a sus diálogos. S. Craig Zahler en Dragged Across Concrete nos cuenta una historia de dos policías corruptos pero íntegros, esto no deja de ser toda una declaración de intereses por parte del realizador estadounidense en lo referente a como desde el concepto de un cine pretérito que mira sin aspavientos al thriller policíaco de los años 70 logra reconstruirlo en base a su habitual suspensión de tiempos, en este sentido Dragged Across Concrete sigue teniendo alguna que otra arista por pulir, como película en donde está claro que el guionista siempre se sitúa por delante del directos hay subtramas argumentales que sobran y que impiden centrarse en el núcleo principal, poca cosa en definitiva para un tipo de cine de personalidad muy marcada que en los tiempos que corren ha de ser valorado en su justa y siempre muy agradecida medida.
 fabularías que transita por un pervertido cine de aventuras en apariencia familiar, solo en una primera instancia pues más adelante somos testigos como este bajo la apariencia de un exótico cuento sobrenatural que conforme avanza narrativamente a través de sus tres actos se va bifurcando a la hora de abordar cuestiones tales como el rigor histórico/político de una determinada época o el posicionamiento totalmente subordinado de la mujer en el universo que nos presenta una historia que da la impresión de darse de bruces en todo momento en lo concerniente al conflicto existente entre la tradición y el modernismo, aunque posiblemente lo que orbite en todo momento por esta fascinante Tumbbad es su indagación moral acerca de cómo la avaricia y la falta de principios no trae nada bueno, para más inri el despliegue de efectos visuales orquestados para la ocasión aparte de estar perfectamente cohesionado a la historia no le hace ascos a ninguna producción media alta proveniente del actual  Hollywood. Tumbbad termina siendo un gran y muy gratificante espectáculo a modo de terrorífico cuento de tono mitológico con trasfondo de moraleja, un film que ojala pueda trascender más allá del visionado en el circuito de festivales, la película bien lo vale.
 fabularías que transita por un pervertido cine de aventuras en apariencia familiar, solo en una primera instancia pues más adelante somos testigos como este bajo la apariencia de un exótico cuento sobrenatural que conforme avanza narrativamente a través de sus tres actos se va bifurcando a la hora de abordar cuestiones tales como el rigor histórico/político de una determinada época o el posicionamiento totalmente subordinado de la mujer en el universo que nos presenta una historia que da la impresión de darse de bruces en todo momento en lo concerniente al conflicto existente entre la tradición y el modernismo, aunque posiblemente lo que orbite en todo momento por esta fascinante Tumbbad es su indagación moral acerca de cómo la avaricia y la falta de principios no trae nada bueno, para más inri el despliegue de efectos visuales orquestados para la ocasión aparte de estar perfectamente cohesionado a la historia no le hace ascos a ninguna producción media alta proveniente del actual  Hollywood. Tumbbad termina siendo un gran y muy gratificante espectáculo a modo de terrorífico cuento de tono mitológico con trasfondo de moraleja, un film que ojala pueda trascender más allá del visionado en el circuito de festivales, la película bien lo vale.
 que con anterioridad por lo visto ya había desempeñado, esa antigua vida se intuye a través de las pocas pistan que nos dan de ella como poco halagüeña, o al menos desde el punto de vista del nuevo rol asumido por el personaje, es esa la sensación que percibimos al igual que la protagonista principal, una meritoria Gabriela Muskala. Película de una tesis en principio simple pero no exenta de riesgos formales en referencia al estudio de supuestas psicologías oscuras, Fugue que solo recurre al fantástico a través de escuetas ensoñaciones da la impresión de ampararse en todo momento a través de la alegoría o la metáfora en lo concerniente a un supuesto estado mental de muchas mujeres en la Polonia de hoy en día, para ello Agnieszka Smoczynska plantea Fugue casi a modo de una película de terror especialmente a través de una atmosfera que es mostrada como opresiva y asfixiante, el destino final siempre se prevé como el de la autorrealización pero si hay una tendencia que circunvala en todo momento esta película de características un tanto herméticas en sus formas es el de un continuo incómodo, un incómodo derivado de la extrañeza a veces mostrado de forma acertada en su definición estrictamente dramática, no tanto en lo referente a lo confuso que puede parecer por momentos su narrativa.
que con anterioridad por lo visto ya había desempeñado, esa antigua vida se intuye a través de las pocas pistan que nos dan de ella como poco halagüeña, o al menos desde el punto de vista del nuevo rol asumido por el personaje, es esa la sensación que percibimos al igual que la protagonista principal, una meritoria Gabriela Muskala. Película de una tesis en principio simple pero no exenta de riesgos formales en referencia al estudio de supuestas psicologías oscuras, Fugue que solo recurre al fantástico a través de escuetas ensoñaciones da la impresión de ampararse en todo momento a través de la alegoría o la metáfora en lo concerniente a un supuesto estado mental de muchas mujeres en la Polonia de hoy en día, para ello Agnieszka Smoczynska plantea Fugue casi a modo de una película de terror especialmente a través de una atmosfera que es mostrada como opresiva y asfixiante, el destino final siempre se prevé como el de la autorrealización pero si hay una tendencia que circunvala en todo momento esta película de características un tanto herméticas en sus formas es el de un continuo incómodo, un incómodo derivado de la extrañeza a veces mostrado de forma acertada en su definición estrictamente dramática, no tanto en lo referente a lo confuso que puede parecer por momentos su narrativa.
 oculto.
 oculto.
 retrato psicológico a modo de crónica social da la impresión por momentos de ser demasiado difusa en contenidos, en ningún momento de la película hay una visión neutra de los acontecimientos que va narrando uno de sus protagonistas al más puro estilo Sunset Boulevard, un desarrollo que termina dando la sensación de estar demasiado enclaustrada dentro de sus propios personajes, en este sentido Lords of Chaos como híbrido de biopic y horror real genera algunas dudas con respecto a su supuesta veracidad, o la de su supuesta interpretación como tal, tener el estribillo de basado en hechos reales no es tarea fácil en la medida de desarrollar una narrativa que resulte veraz y coherente, que el film ubicado en la Noruega de los 80 este hablado en su práctica totalidad en ingles tampoco ayuda a ello, por el contrario como hábil relato que transita a través un ácido sentido del humor en referencia a la crudeza de su violencia tiene una razón de ser muy a tener en cuenta, lástima que la perspectiva sociológica sobre chicos que quieren rebelarse sin saber muy bien de qué y por qué quede expuesta de forma muy esquemática.
retrato psicológico a modo de crónica social da la impresión por momentos de ser demasiado difusa en contenidos, en ningún momento de la película hay una visión neutra de los acontecimientos que va narrando uno de sus protagonistas al más puro estilo Sunset Boulevard, un desarrollo que termina dando la sensación de estar demasiado enclaustrada dentro de sus propios personajes, en este sentido Lords of Chaos como híbrido de biopic y horror real genera algunas dudas con respecto a su supuesta veracidad, o la de su supuesta interpretación como tal, tener el estribillo de basado en hechos reales no es tarea fácil en la medida de desarrollar una narrativa que resulte veraz y coherente, que el film ubicado en la Noruega de los 80 este hablado en su práctica totalidad en ingles tampoco ayuda a ello, por el contrario como hábil relato que transita a través un ácido sentido del humor en referencia a la crudeza de su violencia tiene una razón de ser muy a tener en cuenta, lástima que la perspectiva sociológica sobre chicos que quieren rebelarse sin saber muy bien de qué y por qué quede expuesta de forma muy esquemática.
 en lo concerniente a indagar en los instintos más bajos del ser humano, no solo en lo concerniente a ese protagonista principal interpretado con solvencia por parte de Guillermo Francella sino también el referido a su entorno, el familiar, el requerido por la urgencia, en donde atisbamos una encarnizada lucha de clases y el social, con una nada disimulada critica al sistema sanitario argentino que podría actualmente explayarse perfectamente al de otros países, en este sentido la síntesis argumental planteada en Animal puede parecer algo sencilla y simple, no tanto en referencia a las resonancias que expande, exponer a un hombre común a una situación límite y como ese supuesto sacrificio que está dispuesto a realizar llega a estar justificado o no, a partir de aquí entra el juego existencial de egoísmos varios que deriva en una continua imprevisibilidad por parte de los protagonista de una historia que aparte de oscura termina pareciendo desagradable sin recurrir a lo explicito, posiblemente a su final le falte algo de credibilidad en referencia a su planteamiento algo que termina de empañar de forma algo leve un film que en todo momento transita con buen tacto a través de la supuesta ambigüedad lanzada por sus propias interrogantes.
en lo concerniente a indagar en los instintos más bajos del ser humano, no solo en lo concerniente a ese protagonista principal interpretado con solvencia por parte de Guillermo Francella sino también el referido a su entorno, el familiar, el requerido por la urgencia, en donde atisbamos una encarnizada lucha de clases y el social, con una nada disimulada critica al sistema sanitario argentino que podría actualmente explayarse perfectamente al de otros países, en este sentido la síntesis argumental planteada en Animal puede parecer algo sencilla y simple, no tanto en referencia a las resonancias que expande, exponer a un hombre común a una situación límite y como ese supuesto sacrificio que está dispuesto a realizar llega a estar justificado o no, a partir de aquí entra el juego existencial de egoísmos varios que deriva en una continua imprevisibilidad por parte de los protagonista de una historia que aparte de oscura termina pareciendo desagradable sin recurrir a lo explicito, posiblemente a su final le falte algo de credibilidad en referencia a su planteamiento algo que termina de empañar de forma algo leve un film que en todo momento transita con buen tacto a través de la supuesta ambigüedad lanzada por sus propias interrogantes.
 autodestructivo que a ojos del resto de los mortales pueden parecer atrocidades, uno tiene la sensación de que a Lars Von Trier le ha salido un relato más serio y en parte trascendental de lo que él hubiera pretendido en un inicio, ese supuesto y poco reconocible humor negro queda en parte dilapidado en base a una cierta socarronería de lo supuestamente explícito en referencia a la recreación de forma algo sistemática de la violencia infligida a las víctimas. Al igual que el Maniac de William Lustig (en el que nos detendremos próximamente tras su excelso pase en esta misma edición en una versión restaurada en 4K) o el Henry: Portrait of a Serial Killer de John McNaughton estamos ante una película contada desde la propia problemática, narrada desde dentro, o sea desde la mirada del asesino, pero a diferencia de estas ese ejercicio de metacine en referencia a cierta angustia existencia que es The House That Jack Built hace de dicho discurso como algo propio, consistente y evidentemente narcisista, de hecho este no deja de ser una confesión dialogada tanto en primera persona como con la ayuda de esa voz de la conciencia presentada bajos los rasgos de Bruno Ganz y expuesta a modo de descenso a un infierno que en su parte final nos remite de forma meridiana clara a La divina comedia de Dante, deviniendo como una muestra más, y ya van unas cuantas, de la innegable pericia autoral de unos de los indiscutibles genios cinematográficos que nos ha dado el cine en estas ultima décadas.
 autodestructivo que a ojos del resto de los mortales pueden parecer atrocidades, uno tiene la sensación de que a Lars Von Trier le ha salido un relato más serio y en parte trascendental de lo que él hubiera pretendido en un inicio, ese supuesto y poco reconocible humor negro queda en parte dilapidado en base a una cierta socarronería de lo supuestamente explícito en referencia a la recreación de forma algo sistemática de la violencia infligida a las víctimas. Al igual que el Maniac de William Lustig (en el que nos detendremos próximamente tras su excelso pase en esta misma edición en una versión restaurada en 4K) o el Henry: Portrait of a Serial Killer de John McNaughton estamos ante una película contada desde la propia problemática, narrada desde dentro, o sea desde la mirada del asesino, pero a diferencia de estas ese ejercicio de metacine en referencia a cierta angustia existencia que es The House That Jack Built hace de dicho discurso como algo propio, consistente y evidentemente narcisista, de hecho este no deja de ser una confesión dialogada tanto en primera persona como con la ayuda de esa voz de la conciencia presentada bajos los rasgos de Bruno Ganz y expuesta a modo de descenso a un infierno que en su parte final nos remite de forma meridiana clara a La divina comedia de Dante, deviniendo como una muestra más, y ya van unas cuantas, de la innegable pericia autoral de unos de los indiscutibles genios cinematográficos que nos ha dado el cine en estas ultima décadas.
 narrativo de unos personajes que parecen no estar a la altura del entramado técnico orquestado para la ocasión, no deja de ser un contrasentido que el guion escrito por Mike Makowsky no termine de estar consensuado a una premisa que en su inicio da la sensación de estar planteada de una forma inteligente, esta no deja de ser un tratado acerca de la sociabilidad como ente toxico que una sociedad venidera que parece haber adoptado de una pretérita, al igual que un Robinson Crusoe ubicado en un futuro distópico en donde la soledad autoimpuesta como medida del sufrimiento interno parece ser la única solución viable a la hora de apartarse de imposturas sociedades recién creadas. I Think We’re Alone Now juega su principal baza a través de la exploración psicológica de sus personajes, quizás mostrada de forma algo abrupta en referencia a la falta de sutileza antes mencionada, en este sentido su resolución final deviene como algo torpe al no manejar los tiempos narrativos de una forma algo más adecuada, ese clímax final de alguna manera traiciona la esencia que hasta ese momento habíamos atisbado, unas reflexiones las planteadas que aunque poco profundas en su desarrollo al menos intentaban el ofrecer una visión algo alternativa y no al uso de lo apocalíptico en el cine.
 narrativo de unos personajes que parecen no estar a la altura del entramado técnico orquestado para la ocasión, no deja de ser un contrasentido que el guion escrito por Mike Makowsky no termine de estar consensuado a una premisa que en su inicio da la sensación de estar planteada de una forma inteligente, esta no deja de ser un tratado acerca de la sociabilidad como ente toxico que una sociedad venidera que parece haber adoptado de una pretérita, al igual que un Robinson Crusoe ubicado en un futuro distópico en donde la soledad autoimpuesta como medida del sufrimiento interno parece ser la única solución viable a la hora de apartarse de imposturas sociedades recién creadas. I Think We’re Alone Now juega su principal baza a través de la exploración psicológica de sus personajes, quizás mostrada de forma algo abrupta en referencia a la falta de sutileza antes mencionada, en este sentido su resolución final deviene como algo torpe al no manejar los tiempos narrativos de una forma algo más adecuada, ese clímax final de alguna manera traiciona la esencia que hasta ese momento habíamos atisbado, unas reflexiones las planteadas que aunque poco profundas en su desarrollo al menos intentaban el ofrecer una visión algo alternativa y no al uso de lo apocalíptico en el cine.
 en este caso la cuarta entrega de la saga denominada como Los casos del Departamento Q del novelista Jussi Adler-Olsen. He de reconocer que me cuesta bastante el desgranar con algo de ecuanimidad un producto de semejante características, en este se percibe una cartografía casi de manual y de piloto automático en referencia a su desarrollo, un film de agradable visionado pero totalmente intrascendente a la hora de ir algo más allá de sus propios postulados, en este sentido su función de thriller rutinario resulta efectivo, se agradece en su trama alguna que otra derivación hacia lo macabro, ese inequívoco gusto por la morbidez en los asesinatos que son investigados no dejan de ser un activo en esta clase de películas, lástima que en todo lo demás no se atisbe nada nuevo en el horizonte, personajes excesivamente estereotípicos, indagaciones históricas que quedan muy en la superficie o cierta pretensión de querer ser más de lo que en realidad es son solo algunos de los males endémicos de un tipo de cine tan detectable y resultón en referencia a su consumo como extremadamente liso en lo concerniente a todo lo demás que precisamente no es poco.
 en este caso la cuarta entrega de la saga denominada como Los casos del Departamento Q del novelista Jussi Adler-Olsen. He de reconocer que me cuesta bastante el desgranar con algo de ecuanimidad un producto de semejante características, en este se percibe una cartografía casi de manual y de piloto automático en referencia a su desarrollo, un film de agradable visionado pero totalmente intrascendente a la hora de ir algo más allá de sus propios postulados, en este sentido su función de thriller rutinario resulta efectivo, se agradece en su trama alguna que otra derivación hacia lo macabro, ese inequívoco gusto por la morbidez en los asesinatos que son investigados no dejan de ser un activo en esta clase de películas, lástima que en todo lo demás no se atisbe nada nuevo en el horizonte, personajes excesivamente estereotípicos, indagaciones históricas que quedan muy en la superficie o cierta pretensión de querer ser más de lo que en realidad es son solo algunos de los males endémicos de un tipo de cine tan detectable y resultón en referencia a su consumo como extremadamente liso en lo concerniente a todo lo demás que precisamente no es poco.
 en el verano de 1979 parte de una inequívoca estética setentera en donde el exceso estilístico asoma a cada nueva secuencia de su metraje, plagada con colores saturados meticulosamente iluminados el film coquetea con derivaciones propias del giallo, slasher y el porno a través de una mirada desprejuiciada y en ocasiones chillona y casi de contornos camp, en este aspecto hay quien podría asegurar que estamos ante la película que Pedro Almodóvar no se atrevió a rodar en su día, lo que parece claro es que Un couteau dans le coeur es toda una agradable rara avis en el actual panorama genérico europeo no destinada a todos los paladares, plagada de metanarrativas al igual que algunos de los trabajos orquestados por Hélène Cattet y Bruno Forzani, un film en definitiva que lejos de la referencia o el homenaje al uso demuestra tener una vida propia a través de un trabajo que deviene como casi artesanal en su aplicación, de esas películas que para lo bueno y también lo malo no te ofrece medias tintas en lo concerniente a una manifiesta particularidad que puede derivarla con los años en una pieza de culto ha redescubrir, en este sentido el tiempo dictara sentencia a tal respecto.
 en el verano de 1979 parte de una inequívoca estética setentera en donde el exceso estilístico asoma a cada nueva secuencia de su metraje, plagada con colores saturados meticulosamente iluminados el film coquetea con derivaciones propias del giallo, slasher y el porno a través de una mirada desprejuiciada y en ocasiones chillona y casi de contornos camp, en este aspecto hay quien podría asegurar que estamos ante la película que Pedro Almodóvar no se atrevió a rodar en su día, lo que parece claro es que Un couteau dans le coeur es toda una agradable rara avis en el actual panorama genérico europeo no destinada a todos los paladares, plagada de metanarrativas al igual que algunos de los trabajos orquestados por Hélène Cattet y Bruno Forzani, un film en definitiva que lejos de la referencia o el homenaje al uso demuestra tener una vida propia a través de un trabajo que deviene como casi artesanal en su aplicación, de esas películas que para lo bueno y también lo malo no te ofrece medias tintas en lo concerniente a una manifiesta particularidad que puede derivarla con los años en una pieza de culto ha redescubrir, en este sentido el tiempo dictara sentencia a tal respecto.