
La piel fría

La piel fría nos cuenta cómo, huyendo en parte de su pasado como activista del IRA, un hombre llega a una diminuta isla perdida en el océano, donde la única edificación es la cabaña del meteorólogo y un faro. Su primera sorpresa consiste en comprobar que el único habitante de la isla no sale a recibirle, pero pronto esto se convierte en un detalle sin importancia cuando descubre que el faro es periódicamente atacado por seres procedentes del mar cuyos objetivos nadie conoce. No tarda en unir esfuerzos con el defensor del faro, Batis Caffó, pero con el paso de los días, y sometido a la extrema tensión de los ataques nocturnos, empieza a replantearse su actitud hacia los supuestos monstruos marinos.
La esperada adaptación de la conocida novela de Albert Sánchez Piñol tuvo su puesta de largo en Sitges, La piel fría al mismo tiempo supone un nuevo trabajo en la dirección del francés Xavier Gens, posiblemente el integrante de ese grupo de realizadores que conformaban el nuevo extremismo francés que mejor ha sabido adaptarse y encontrar un hueco fuera de sus fronteras a la hora de asumir funciones de simple artesano, es decir el rol de asumir proyectos no propios y dotarles de un empaque asumible a una amplia gama de receptores, de alguna manera esta adaptación de La piel fría escenifica a la perfección tal tesis.
Sin haber leído la novela de Albert Sánchez Piñol y por consiguiente tener el beneplácito de no incidir en algo tan absurdo como es ese ejercicio de la comparativa literaria y cinematográfica el hacer un diagnóstico de la película en cuestión es en parte relativamente sencillo dada sus propias características , no hay mucho misterio en un film que pasa por alto cualquier tipo de trasgresión en lo referente a una narrativa algo pobre, visiblemente estática en su trama central y que un servidor deduce que esta algo alejada del texto original, lo suyo es más bien un aplicado cuento de terror marino que incluso colinda en más de un momento con la aventura clásica de claros ecos a la literatura de Verne, de pulcro acabado técnico, último trabajo en el diseño de producción del maestro Gil Parrondo (en este apartado solo chirria el excesivo número de planos aéreos), La piel fría deviene como un survival en donde la imagen se antepone siempre a las palabras, con claras connotaciones a la serie B muy visible en ese en ese final circular que parece remitirle sin ningún tipo de disimulo a la fundamental The Twilight Zone. A través de esta perspectiva La piel fría es un producto plenamente disfrutable dentro de una sola categoría, el otorgarle un estatus diferente solo hará que salgan a flote sus más que evidentes carencias, la más visible por ejemplo el otorgar al film una forzada y redundante voz en off, recurso este que igual habría funcionado si el film hubiera apostado por un tono algo más lovecraftiano que difícilmente llegamos a ver a lo largo de la película.
, no hay mucho misterio en un film que pasa por alto cualquier tipo de trasgresión en lo referente a una narrativa algo pobre, visiblemente estática en su trama central y que un servidor deduce que esta algo alejada del texto original, lo suyo es más bien un aplicado cuento de terror marino que incluso colinda en más de un momento con la aventura clásica de claros ecos a la literatura de Verne, de pulcro acabado técnico, último trabajo en el diseño de producción del maestro Gil Parrondo (en este apartado solo chirria el excesivo número de planos aéreos), La piel fría deviene como un survival en donde la imagen se antepone siempre a las palabras, con claras connotaciones a la serie B muy visible en ese en ese final circular que parece remitirle sin ningún tipo de disimulo a la fundamental The Twilight Zone. A través de esta perspectiva La piel fría es un producto plenamente disfrutable dentro de una sola categoría, el otorgarle un estatus diferente solo hará que salgan a flote sus más que evidentes carencias, la más visible por ejemplo el otorgar al film una forzada y redundante voz en off, recurso este que igual habría funcionado si el film hubiera apostado por un tono algo más lovecraftiano que difícilmente llegamos a ver a lo largo de la película.
Valoración 0/5: 2’5
The Maus

Alex y Selma viajan al corazón de Bosnia-Herzegovina. Sin embargo, su coche se para en medio del bosque. Mientras buscan ayuda, Selma, que sobrevivió a la Guerra de los Balcanes, empieza a sospechar que no andan solos, sino que una fuerza misteriosa les acompaña. Ella se aferra a su amuleto, pero lo que debería protegerla no hará más que invitar a la extraña presencia a que emerja del bosque.
La ópera prima en el largometraje de Yayo Herrero The Maus fue otra de las propuestas nacionales (en este caso coproducción) que formaron parte de la sección oficial este año en Sitges, un film que parte de un escenario prototipo del género de terror como es el bosque en donde el survival se erige como máximo exponente, también lo son en un principio los personajes ubicados en él, una pareja de vacaciones perdida en dicho escenario y una amenazante ayuda que parece llegar en un primer momento, Herrero nos ofrece a partir de esta premisa un relato alegórico de la Europa actual y pasada, evidentemente las nacionalidades de los protagonistas y posteriores actuaciones de ellos ya nos lo indica de antemano, ella Bosnia, el novio Alemán y los cazadores Serbios. The Maus en este sentido no engaña a nadie y es meridiana en lo referente a los objetivos de sus premisas, quizás demasiado, al film le hubiera venido bien algo más de sutileza a la hora de exponer la metáfora, curiosamente si encontramos un ápice de ella esta radica cuando nos adentramos en la psique de la protagonista, ese tránsito onírico de claras reminiscencias pesadillescas que parecen difuminar las por momentos imperceptibles fronteras entre realidad y sueño, en definitiva cuando la película abraza sin contemplaciones su aparente condición de relato fantástico. A The Maus pese a sus muy evidentes carencias no se le puede negar un cierto arrogo formal a la hora de salirse de unas tangentes temáticas convencionales, esta historia dual del no perdón, de conflictos históricos en donde coexisten dos partes  de imposible reconciliación y una tercera cuya neutralidad deriva finalmente en involuntaria hipocresía posiblemente merecía algo de mejor acogida en un certamen que cada vez parece menos dado por parte de un público mayoritario a intentar desgranar conflictos internos por muy maniqueos que estos nos sean presentados.
 actual y pasada, evidentemente las nacionalidades de los protagonistas y posteriores actuaciones de ellos ya nos lo indica de antemano, ella Bosnia, el novio Alemán y los cazadores Serbios. The Maus en este sentido no engaña a nadie y es meridiana en lo referente a los objetivos de sus premisas, quizás demasiado, al film le hubiera venido bien algo más de sutileza a la hora de exponer la metáfora, curiosamente si encontramos un ápice de ella esta radica cuando nos adentramos en la psique de la protagonista, ese tránsito onírico de claras reminiscencias pesadillescas que parecen difuminar las por momentos imperceptibles fronteras entre realidad y sueño, en definitiva cuando la película abraza sin contemplaciones su aparente condición de relato fantástico. A The Maus pese a sus muy evidentes carencias no se le puede negar un cierto arrogo formal a la hora de salirse de unas tangentes temáticas convencionales, esta historia dual del no perdón, de conflictos históricos en donde coexisten dos partes  de imposible reconciliación y una tercera cuya neutralidad deriva finalmente en involuntaria hipocresía posiblemente merecía algo de mejor acogida en un certamen que cada vez parece menos dado por parte de un público mayoritario a intentar desgranar conflictos internos por muy maniqueos que estos nos sean presentados.
Valoración 0/5: 2
A Day

De regreso a casa, Jun-young contempla un accidente en la carretera. Una de las víctimas es su propia hija. A partir de aquí, la escena se le repite, como un fatídico loop, como un trauma del que no puede escapar. Con la ayuda de un paramédico que ha perdido a su mujer, Jun-young intentará salvar lo inevitable, y salir de esa funesta jornada, que se reitera como una versión perversa del día de la marmota.
Este año en Sitges hubo dos películas en su sección oficial que nos explicaban historias en donde se utilizaba la paradoja temporal como principal reclamo en lo referente a sus argumentos, por un lado la efectiva producción estadounidense Happy Death Day y por otro la cinta que nos ocupa, A Day, thriller de mediano tono fantástico proveniente de Corea del Sur que se vale del bucle temporal al más puro estilo Groundhog Day para desarrollar una historia en donde se ha de corregir por todos los medios un funesto hecho. A Day ópera prima de Cho Sun-Ho al igual que mucha películas provenientes de dicha cinematografía exhiben unas carencias que valga la refundación empiezan a ser sistemáticas, son productos que en su gran mayoría gozan de un inmaculado diseño de producción,  en este caso esa estructura de repetitividad que tiene como principal premisa y reclamo no tiene ninguna explicación, o mejor dicho no se la intenta buscar algo que en cierta manera es más grave, una cosa es que productos como los arriba citados utilicen dicho planteamiento como un mera excusa a la hora de ofrecernos un divertimento que cuadre con su ineludible condición lúdica, otra cosa es que quieras ofrecer un discurso supuestamente serio y saltes reglas de credibilidad narrativa continuamente. Para más inri y como viene siendo habitual A Day es larga (no en duración 90 minutos y si en contenido), o mejor dicho su estructura narrativa se nos hace larga, aunque posiblemente su principal lastre radique en un final dramatizado hasta la extenuación (otra marca de la casa registrada) algo que termina por desbaratar cualquier atibo de atención que hasta ese momento un servidor podía aun mantener en la historia. Este año en Sitges ha quedado demostrado de sobras ese mal endémico que arrastra el cine surcoreano en estos últimos años, no hay un término medio en referencia a calidad entre autores consagrados como por ejemplo Park Chan-wook, Kim Ji-Woon o  Na Hong-jin, todos presentes el pasado año en el certamen, y el resto, un abismo diferencial del cual A Day es un fiel exponente.
en este caso esa estructura de repetitividad que tiene como principal premisa y reclamo no tiene ninguna explicación, o mejor dicho no se la intenta buscar algo que en cierta manera es más grave, una cosa es que productos como los arriba citados utilicen dicho planteamiento como un mera excusa a la hora de ofrecernos un divertimento que cuadre con su ineludible condición lúdica, otra cosa es que quieras ofrecer un discurso supuestamente serio y saltes reglas de credibilidad narrativa continuamente. Para más inri y como viene siendo habitual A Day es larga (no en duración 90 minutos y si en contenido), o mejor dicho su estructura narrativa se nos hace larga, aunque posiblemente su principal lastre radique en un final dramatizado hasta la extenuación (otra marca de la casa registrada) algo que termina por desbaratar cualquier atibo de atención que hasta ese momento un servidor podía aun mantener en la historia. Este año en Sitges ha quedado demostrado de sobras ese mal endémico que arrastra el cine surcoreano en estos últimos años, no hay un término medio en referencia a calidad entre autores consagrados como por ejemplo Park Chan-wook, Kim Ji-Woon o  Na Hong-jin, todos presentes el pasado año en el certamen, y el resto, un abismo diferencial del cual A Day es un fiel exponente.
Valoración 0/5: 1’5
Thirst Street

Gina es una azafata de vuelo traumatizada por el reciente suicidio de su novio. Cuando una de sus rutas la lleva a París, la joven se deja intoxicar por Jérôme, un camarero de personalidad turbia, y su ex novia Clémence.
Otra de las ofertas ciertamente peculiares en lo referente a su tono vistas este año en la sección Noves Visions fue el nuevo trabajo del prolífico director Nathan Silver, Thirst Street, una sorprendente y por momentos inclasificable película que se ampara básicamente en la referencia, estética en mayor parte, narrativa en menor, a la hora de abordar la senda de los thrillers psicosexuales tan prolíficos en los años 80 o 90, curiosamente el film no se detiene ahí y nos ofrece un giro retroactivo de los 70 en donde las reminiscencias tonales al cine de Rainer Werner Fassbinder o Brian DePalma son muy evidentes. En Thirst Street vemos como Gina (extraordinaria Lindsay Burdge) sufre una ansiedad, a raíz de encuentro sexual con Jerôme  (un Damien Bonnard recién venido de esa maravillosa locura que es Rester vertical) esa ansiedad pasara a convertirse en obsesión al comprobar como para el ese encuentro no deja de ser una aventura de una sola noche, todo lo contrario de lo que la mente de ella parece dictarle, hasta aquí podríamos aseverar que la historia se sustenta en un modelaje visto con anterioridad en demasiadas ocasiones, el punto de originalidad en la propuesta podemos encontrarlo en la medida de ver como Nathan Silver aplica a estos mecanismos una receta ciertamente compleja, se nos cuenta lo de siempre aunque de una manera algo distinta de la habitual, una historia de amores obsesivos que derivan en enfermizos en donde dicha perversión (siempre presente en el relato con la voz en off de Anjelica Huston) se articula a través de un tono en principio voyeurista para acabar aderezado con la tragicomedia más caustica. Thirst Street termina convirtiéndose en un sugerente ejercicio acerca de la deformidad visual, un propuesta deforme de por  sí sobre una idea equivocada del deseo que paso de forma muy desapercibida como otras tantas por ese vericueto interminable de secciones que inundan Sitges cada año.
(un Damien Bonnard recién venido de esa maravillosa locura que es Rester vertical) esa ansiedad pasara a convertirse en obsesión al comprobar como para el ese encuentro no deja de ser una aventura de una sola noche, todo lo contrario de lo que la mente de ella parece dictarle, hasta aquí podríamos aseverar que la historia se sustenta en un modelaje visto con anterioridad en demasiadas ocasiones, el punto de originalidad en la propuesta podemos encontrarlo en la medida de ver como Nathan Silver aplica a estos mecanismos una receta ciertamente compleja, se nos cuenta lo de siempre aunque de una manera algo distinta de la habitual, una historia de amores obsesivos que derivan en enfermizos en donde dicha perversión (siempre presente en el relato con la voz en off de Anjelica Huston) se articula a través de un tono en principio voyeurista para acabar aderezado con la tragicomedia más caustica. Thirst Street termina convirtiéndose en un sugerente ejercicio acerca de la deformidad visual, un propuesta deforme de por  sí sobre una idea equivocada del deseo que paso de forma muy desapercibida como otras tantas por ese vericueto interminable de secciones que inundan Sitges cada año.
Valoración 0/5: 3
Blade of the Immortal

Blade of the Immortal nos sitúa en el periodo Edo, un guerrero samurái de nombre Manji tras varias batallas se encuentra con una centenaria monja que le concede el don de la inmortalidad. Más tarde sin embargo, la muerte de su propia hermana y otros sucesos le llevaran a desear volver a la mortalidad, algo que solo podrá conseguirlo si consigue matar a 1000 hombres malvados para poder así redimirse. Pasado un tiempo conocerá a la joven Rin Asano, a quien promete ayudarla a vengarse por la muerte de sus padres a manos de un grupo de espadachines denominados Itto ruy.
Takashi Miike ya es por méritos propios un hijo adoptivo de Sitges, este año como no podía ser de otra manera estuvo presente en el festival, su cita anual estuvo compuesta por con tres películas, The Mole Song – Hong Kong Capriccio, JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond is Unbreakable y su película numero 100 Blade of the Immortal, de esta manera el director japonés quiso de alguna manera unirse a la onomástica por partida doble, Blade of the Immortal adaptación del popular manga de Hiroaki Samura es indudablemente el titulo estrella de este año por parte de Takashi Miike, un film en donde se vuelve a pones de manifiesto que su autor no ha perdido un ápice de energía ni perspicacia fílmica por mucho que algunos se empeñen en proclamarlo.
Hay una norma muy extendida entre el aficionado al género en señalar repetidamente últimamente que con el paso del tiempo Takashi Miike ha perdido la radicalidad exhibida en sus primeros trabajos, que un director con más de cien películas en su haber no muestre signos de cambio seria ciertamente preocupante, más que cambios estructurales podríamos hablar de una lógica evolución, es verdad que en estos últimos tiempos posiblemente Miike abuse de adaptaciones al manga, pero habría que detenerse en la supuesta función de un autor que casi siempre se ha movido en los terrenos más artesanales posibles. Que Blade of the Immortal fuera la tercera película tras Shield of Straw y Hara-kiri: Death of a Samurai de su autor en estar presente en una sección oficial del festival de Cannes no es un hecho que parta de la simple anécdota, pese a lo supuestamente alocado y violento de su trama estamos ante una película plenamente coherente, evolutiva y en cierta manera depurada de lo que podríamos denominar como ese subgénero propio made in Takashi Miike. En Blade of the Immortal los aficionados al manga y por ende al cine de su autor encontrarán lo que andan buscando, pocos directores saben adecuarse tan bien a unas imágenes de violencia extrema a través de una historia de lo más simple, esa temática samurái con marchamos de modernidad expuesta a la hipérbole no deja de representar una marca hereditaria y consecuente del imaginario de un realizador ciertamente único en lo referente a sus cometidos.
 ha perdido la radicalidad exhibida en sus primeros trabajos, que un director con más de cien películas en su haber no muestre signos de cambio seria ciertamente preocupante, más que cambios estructurales podríamos hablar de una lógica evolución, es verdad que en estos últimos tiempos posiblemente Miike abuse de adaptaciones al manga, pero habría que detenerse en la supuesta función de un autor que casi siempre se ha movido en los terrenos más artesanales posibles. Que Blade of the Immortal fuera la tercera película tras Shield of Straw y Hara-kiri: Death of a Samurai de su autor en estar presente en una sección oficial del festival de Cannes no es un hecho que parta de la simple anécdota, pese a lo supuestamente alocado y violento de su trama estamos ante una película plenamente coherente, evolutiva y en cierta manera depurada de lo que podríamos denominar como ese subgénero propio made in Takashi Miike. En Blade of the Immortal los aficionados al manga y por ende al cine de su autor encontrarán lo que andan buscando, pocos directores saben adecuarse tan bien a unas imágenes de violencia extrema a través de una historia de lo más simple, esa temática samurái con marchamos de modernidad expuesta a la hipérbole no deja de representar una marca hereditaria y consecuente del imaginario de un realizador ciertamente único en lo referente a sus cometidos.
Valoración 0/5: 3’5
Laissez bronzer les cadavres!

Laissez bronzer les cadavres nos cuenta como Luce, una pintora excéntrica de cincuenta años, se instala en pleno verano en una pequeña casa aislada y medio en ruinas al sur de Francia en busca de inspiración, rodeada de invitados como Max Bernier, su antiguo amante, un escritor alcohólico, un abogado llamado Brisorgueil y tres amigos de este que no conocía todavía, Rhino, Gros y Alex, una banda de ladrones profesionales que tras haber hecho la compra en la ciudad asaltan un furgón blindado y se hacen con 250 kilos de oro. Volviendo poco después a la casa de Luce, con la idea de ocultarse allí tranquilamente hasta el final del verano. Ellos piensan que han encontrado el lugar perfecto para esconderse y ocultar el botín, pero algunos sucesos van a dificultar sus planes viendo como la casa se va a convertir en un campo de batalla con la llegada por sorpresa de dos agentes de policía.
Por fortuna parece que el cine de Hélène Cattet y Bruno Forzani empieza a ser reconocido como una parada obligatoria en cualquier festival de cine que se precie de incorporar a su programación un mirada autoral en las antípodas de lo heterogéneo, en este aspecto Laissez bronzer les cadavres! supone para sus autores lejos de instaurarse en una supuesta autocomplacencia un paso hacia adelante hasta cierto punto lógico y consecuente, de cual salen reforzados al adecuar un discurso que en ningún momento renuncia a sus inconfundibles señas de identidad.
Si en las excepcionales Amer y The Strange Colour of Your Body’s Tears Hélène Cattet y Bruno Forzani  a través un insólito posicionamiento rendían pleitesía a su manera al giallo de los años 70 y 80 con Mario Bava y Dario Argento como principales referentes en Laissez bronzer les cadavres!, adaptación de la novela homónima de Jean-Patrick Manchette y Jean-Pierre Bastid, lo hacen con el Neo-Western, valiéndose de un intento (algo inconsistente) de narración más convencional el dúo de cineastas belgas vuelven a ampararse en la psicodelia de sus imágenes más extremas para ofrecernos un tiroteo y expandirlo eternamente en el tiempo en medio de un calor sofocante del Mediterráneo como escenario, de características más pop que anteriores trabajos suyos y diseccionado hasta la extenuidad en función de un montaje alucinatorio, fotografía y sonido que juegan a favor del colapso y aturdimiento a través de un ejercicio que vuelve a transitar por lo más puramente invasivo sensorialmente hablando como viene siendo habitual en el cine de sus autores. Quien quiera ir al cine para que le expliquen historietas argumentadas Laissez bronzer les cadavres! será desde luego una mala elección, de hecho soy de los que piensas que para disfrutar mejor tan exquisito manjar cinematográfico es incluso adecuado el obviar por completo su argumento, si es que lo hay, en cierta manera no deja de ser una mera excusa,  la imágenes que nos muestran Cattet y Forzani no están diseñadas para responder y si para exponer con contundencia, evidentemente habrá quienes incidan en la irregularidad del producto en cuestión, ¿desde cuándo una película que nos es ofrecida a modo de reto ineludible no lo es?, en este sentido bendita la inconsistencia que deviene de otra joya de culto (la tercera) por parte de Hélène Cattet y Bruno Forzani.
 belgas vuelven a ampararse en la psicodelia de sus imágenes más extremas para ofrecernos un tiroteo y expandirlo eternamente en el tiempo en medio de un calor sofocante del Mediterráneo como escenario, de características más pop que anteriores trabajos suyos y diseccionado hasta la extenuidad en función de un montaje alucinatorio, fotografía y sonido que juegan a favor del colapso y aturdimiento a través de un ejercicio que vuelve a transitar por lo más puramente invasivo sensorialmente hablando como viene siendo habitual en el cine de sus autores. Quien quiera ir al cine para que le expliquen historietas argumentadas Laissez bronzer les cadavres! será desde luego una mala elección, de hecho soy de los que piensas que para disfrutar mejor tan exquisito manjar cinematográfico es incluso adecuado el obviar por completo su argumento, si es que lo hay, en cierta manera no deja de ser una mera excusa,  la imágenes que nos muestran Cattet y Forzani no están diseñadas para responder y si para exponer con contundencia, evidentemente habrá quienes incidan en la irregularidad del producto en cuestión, ¿desde cuándo una película que nos es ofrecida a modo de reto ineludible no lo es?, en este sentido bendita la inconsistencia que deviene de otra joya de culto (la tercera) por parte de Hélène Cattet y Bruno Forzani.
Valoración 0/5: 4
 
			 
			 
			


 The Cured termina convirtiéndose en un relato de contornos fríos en lo concerniente a su exposición, un catálogo de dilemas morales a golpe de continuos flashbacks en donde uno tiene la sensación de que personajes e historia tenían mucho más que contar de lo que finalmente lo hacen, es de esas películas que en un principio parecen querer ir más allá del simple subtexto del que parten sin llegar a conseguirlo. Esta historia de reincorporación y posterior rechazo por parte de la sociedad  en lo referente a prejuicios y miedo a lo desconocido se queda a medio gas a la hora de equilibrar intenciones y resultados, al menos el film atesora la virtud de no molestar al respetable, algo que visto el panorama de dicho subgénero a día de hoy podríamos considerar como algo digno de elogio.
 The Cured termina convirtiéndose en un relato de contornos fríos en lo concerniente a su exposición, un catálogo de dilemas morales a golpe de continuos flashbacks en donde uno tiene la sensación de que personajes e historia tenían mucho más que contar de lo que finalmente lo hacen, es de esas películas que en un principio parecen querer ir más allá del simple subtexto del que parten sin llegar a conseguirlo. Esta historia de reincorporación y posterior rechazo por parte de la sociedad  en lo referente a prejuicios y miedo a lo desconocido se queda a medio gas a la hora de equilibrar intenciones y resultados, al menos el film atesora la virtud de no molestar al respetable, algo que visto el panorama de dicho subgénero a día de hoy podríamos considerar como algo digno de elogio.
 más desaforado, a la serie B de videoclub, a la referencia y al homenaje expuesto, y esto es lo realmente importante, a través  del conocimiento al culto, en este sentido no basta con escanear con excesivos manierismos y exponerlos a modo de pleitesía como últimamente vemos repetidamente en esa equivocada y vacua exposición de la nostalgia ochentera que parece estar de moda, aquí no hay lugar a dicha nostalgia pero si a potenciarla a través del conocimiento de sus propias reglas y pautas genéricas. Brawl in Cell Block 99 es la quintaesencia del thriller carcelario por excelencia, violento y oscuro, exacerbado hasta la extenuación, el film representa un viaje y posterior bajada sin posibilidad de retorno a los infiernos por parte de un excelso Vince Vaughn (performance one man show inexplicablemente ausente en el palmarés). Ojala S. Craig Zahler, cuyo ámbito natural por lógica es Sitges, no se deje seducir por los cantos de sirenas provenientes de los grandes estudios, en cierta manera seria un paso lógico dado su innegable talento, su cine sería imposible en dicho medio, posiblemente nos ofrecería otra visión igualmente interesante pero no sería desde luego la que hasta ahora hemos conocido y disfrutado de una forma incondicional como la buena y autentica serie B que es en toda la amplitud de su término.
 más desaforado, a la serie B de videoclub, a la referencia y al homenaje expuesto, y esto es lo realmente importante, a través  del conocimiento al culto, en este sentido no basta con escanear con excesivos manierismos y exponerlos a modo de pleitesía como últimamente vemos repetidamente en esa equivocada y vacua exposición de la nostalgia ochentera que parece estar de moda, aquí no hay lugar a dicha nostalgia pero si a potenciarla a través del conocimiento de sus propias reglas y pautas genéricas. Brawl in Cell Block 99 es la quintaesencia del thriller carcelario por excelencia, violento y oscuro, exacerbado hasta la extenuación, el film representa un viaje y posterior bajada sin posibilidad de retorno a los infiernos por parte de un excelso Vince Vaughn (performance one man show inexplicablemente ausente en el palmarés). Ojala S. Craig Zahler, cuyo ámbito natural por lógica es Sitges, no se deje seducir por los cantos de sirenas provenientes de los grandes estudios, en cierta manera seria un paso lógico dado su innegable talento, su cine sería imposible en dicho medio, posiblemente nos ofrecería otra visión igualmente interesante pero no sería desde luego la que hasta ahora hemos conocido y disfrutado de una forma incondicional como la buena y autentica serie B que es en toda la amplitud de su término.
 básicamente porque estamos ante un ejercicio de estilo bien rodado, pulcro en sus intenciones y poca cosa más, un rape & revenge de manual que volviendo al discurso anterior en tiempos pasados solo eran coto privado destinado para que hombres la dirigieran, afortunadamente hoy todo esto ha cambiado. Lo que no se le puede negar a Revenge es que no sea consecuente con sus propios postulados, en este aspecto la película no solo va al grano sino que sigue una pautas genéricas perfectamente reconocibles, en lo concerniente a esto no se sale del guion en ningún momento, otra cosa es indagar en ese supuesto mensaje contestatario totalmente inexistente, evidentemente que hay un leve intento de crítica social en Revenge, ¿pero en película de violación y posterior venganza no la hay? Revenge como buena y aplicada muestra del subgénero que es pasa de pies puntillas por la credibilidad argumental, lo suyo es más bien la técnica al servicio de una supuesta historia, en este sentido Coralie Fargeat le saca provecho a ese árido paisaje del desierto mexicano que por momentos en lo referente a su función nos remite al The Most Dangerous Game de Irving Pichel, intentar buscar otra posible lectura al producto es completamente innecesario.
 básicamente porque estamos ante un ejercicio de estilo bien rodado, pulcro en sus intenciones y poca cosa más, un rape & revenge de manual que volviendo al discurso anterior en tiempos pasados solo eran coto privado destinado para que hombres la dirigieran, afortunadamente hoy todo esto ha cambiado. Lo que no se le puede negar a Revenge es que no sea consecuente con sus propios postulados, en este aspecto la película no solo va al grano sino que sigue una pautas genéricas perfectamente reconocibles, en lo concerniente a esto no se sale del guion en ningún momento, otra cosa es indagar en ese supuesto mensaje contestatario totalmente inexistente, evidentemente que hay un leve intento de crítica social en Revenge, ¿pero en película de violación y posterior venganza no la hay? Revenge como buena y aplicada muestra del subgénero que es pasa de pies puntillas por la credibilidad argumental, lo suyo es más bien la técnica al servicio de una supuesta historia, en este sentido Coralie Fargeat le saca provecho a ese árido paisaje del desierto mexicano que por momentos en lo referente a su función nos remite al The Most Dangerous Game de Irving Pichel, intentar buscar otra posible lectura al producto es completamente innecesario.
 es el perfecto cierre de la que es la trilogía yakuza por excelencia del cine contemporáneo japonés, hay quienes aseguran que la película supone un perfecto ejemplo de cómo su cine ha ido neutralizando en parte la radicalidad del lenguaje cinematográfico de sus inicios, nada más lejos de la realidad, en verdad lo que presenciamos en Outrage Coda es una depuración de conceptos y estilos hacia algo más complejo, aunque parece que haya gente que aún no se haya dado cuenta que ni esta película ni la saga en cuestión es un artilugio de la violencia más desatada como excusa genérica (supongo que lo más cerca que estuvo Kitano a dichos estilemas fue con Brother), un film que versa sobre la política del poder instaurado en las jerarquías criminales, al igual que en las dos anteriores entregas, aunque aquí de forma más notoria, tal es la complejidad narrativa en el relato que es ciertamente difícil el descifrar todas las líneas argumentales que se van exponiendo en el relato, lealtad, traición y posicionamientos diversos a modo de juego de ajedrez que vamos viendo en una película en donde el único resquemor que un servidor intuye en ella es el estar presenciando no ya el cierre de una saga cinematográfica sino el de una carrera personal como cineasta, la paradoja meta cinéfila en este caso es brutal. Esperemos que con el paso del tiempo se haga justicia y se vuelva a colocar a Takeshi Kitano en el pedestal  del que nunca muchos debieron bajarle.
es el perfecto cierre de la que es la trilogía yakuza por excelencia del cine contemporáneo japonés, hay quienes aseguran que la película supone un perfecto ejemplo de cómo su cine ha ido neutralizando en parte la radicalidad del lenguaje cinematográfico de sus inicios, nada más lejos de la realidad, en verdad lo que presenciamos en Outrage Coda es una depuración de conceptos y estilos hacia algo más complejo, aunque parece que haya gente que aún no se haya dado cuenta que ni esta película ni la saga en cuestión es un artilugio de la violencia más desatada como excusa genérica (supongo que lo más cerca que estuvo Kitano a dichos estilemas fue con Brother), un film que versa sobre la política del poder instaurado en las jerarquías criminales, al igual que en las dos anteriores entregas, aunque aquí de forma más notoria, tal es la complejidad narrativa en el relato que es ciertamente difícil el descifrar todas las líneas argumentales que se van exponiendo en el relato, lealtad, traición y posicionamientos diversos a modo de juego de ajedrez que vamos viendo en una película en donde el único resquemor que un servidor intuye en ella es el estar presenciando no ya el cierre de una saga cinematográfica sino el de una carrera personal como cineasta, la paradoja meta cinéfila en este caso es brutal. Esperemos que con el paso del tiempo se haga justicia y se vuelva a colocar a Takeshi Kitano en el pedestal  del que nunca muchos debieron bajarle.
 , de hecho la técnica (meritoria pero algo pobre en lo concerniente a su extrema animación artesanal) no es ni mucho menos la mejor virtud de Have a Nice Day, sí que lo es de forma clara su entramado narrativo, deudor de un estilo que mira a Quentin Tarantino en lo referente a personajes,  argumentación y humor negro, Lin Juan se vale de dichas referencia para ofrecernos un demoledor retrato de la actual realidad china, tras ese popurrí de situaciones variopintas a modo de bucle en su mayoría en forma de interacciones violentas entre personajes hay un trasfondo del consumo social económico versus la decadencia de la cultura china ciertamente interesante, dicha tesis se complemente  inteligentemente con esa supervivencia a cualquier precio por parte de casi todo los variopintos personajes que van desfilando en la historia, de alguna forma esa supuesta retroalimentación de conceptos narrativos da como resultado una estimulante y atípica cinta que va algo más allá del simple disfrute gamberro, sangriento y simplón que muchos creyeron haber visto solamente en él.
, de hecho la técnica (meritoria pero algo pobre en lo concerniente a su extrema animación artesanal) no es ni mucho menos la mejor virtud de Have a Nice Day, sí que lo es de forma clara su entramado narrativo, deudor de un estilo que mira a Quentin Tarantino en lo referente a personajes,  argumentación y humor negro, Lin Juan se vale de dichas referencia para ofrecernos un demoledor retrato de la actual realidad china, tras ese popurrí de situaciones variopintas a modo de bucle en su mayoría en forma de interacciones violentas entre personajes hay un trasfondo del consumo social económico versus la decadencia de la cultura china ciertamente interesante, dicha tesis se complemente  inteligentemente con esa supervivencia a cualquier precio por parte de casi todo los variopintos personajes que van desfilando en la historia, de alguna forma esa supuesta retroalimentación de conceptos narrativos da como resultado una estimulante y atípica cinta que va algo más allá del simple disfrute gamberro, sangriento y simplón que muchos creyeron haber visto solamente en él.
 para según declaraciones de los propios autores exponer una visión neutra, un servidor hubiera preferido que esta perspectiva en principio loable e incluso interesante no se hubiera centrado tanto en los últimos años de Mansfield, pues a mi modesto entender no es este periodo ni su fatídico final lo más importante de un retrato que expuesto de modo más amplio hubiera ganado en lo concerniente a su tesis, ese estudio sobre el final de un trayecto imprime al producto de un tono anecdótico, una  historia real basada en rumores y más rumores como el mismo film se publicita. Personalmente creo que el personaje de esta sustituta que nunca lo fue de Marilyn Monroe requería un estudio algo más concienzudo de la mitología del personaje, como figura pública que simbolizaba culturalmente una época, hay indicios expuestos de muy forma escueta en el documental, lástima que no se indague más en ellos a favor de un tono que colinda con lo meramente especulativo de una historia real a través de formulismos de clara naturaleza pop, en este sentido y para ser justos con tal cometido Mansfield 66/67 sí que al menos consigue amenizar un retrato íntimo de alguien que en su día representó a la perfección una imagen sexualmente tan despreocupada como positiva  a la hora de romper tabús en la cultura estadounidense de por aquel entonces.
 para según declaraciones de los propios autores exponer una visión neutra, un servidor hubiera preferido que esta perspectiva en principio loable e incluso interesante no se hubiera centrado tanto en los últimos años de Mansfield, pues a mi modesto entender no es este periodo ni su fatídico final lo más importante de un retrato que expuesto de modo más amplio hubiera ganado en lo concerniente a su tesis, ese estudio sobre el final de un trayecto imprime al producto de un tono anecdótico, una  historia real basada en rumores y más rumores como el mismo film se publicita. Personalmente creo que el personaje de esta sustituta que nunca lo fue de Marilyn Monroe requería un estudio algo más concienzudo de la mitología del personaje, como figura pública que simbolizaba culturalmente una época, hay indicios expuestos de muy forma escueta en el documental, lástima que no se indague más en ellos a favor de un tono que colinda con lo meramente especulativo de una historia real a través de formulismos de clara naturaleza pop, en este sentido y para ser justos con tal cometido Mansfield 66/67 sí que al menos consigue amenizar un retrato íntimo de alguien que en su día representó a la perfección una imagen sexualmente tan despreocupada como positiva  a la hora de romper tabús en la cultura estadounidense de por aquel entonces.
 al igual que los pensamientos de su protagonista principal parece que se autoimponga el no exponer, en este caso a través de unas imágenes que van sugiriendo de forma irregular durante prácticamente todo el metraje, básicamente podríamos estar ante un ejercicio que prioriza una sensación o intuición fatalista a través de una idea bien simple estructuradas en la película en dos parte bien distintas, una primera algo más convencional de nivel y tono detectivesco, y una segunda en donde impera una base más onírica con claras reminiscencias hacia la pesadilla personal. En Rabbit hay momentos curiosos, intentos que por algún u otro motivo no acaban materializando en ninguna de las formas que uno puede deducir durante su visionado dando la sensación de estar ante un producto que no acaba de aprovechar todas las posibles y sugerente vías que parece emprender en su inicio, sociedades secretas, premoniciones, dualidad/ doppelganger, todo ello expuesto de forma tan difusa que por momento uno acaba teniendo la sensación de estar ante ese mal endémico de muchos primeros trabajos, el estar presenciando un corto alargado que no acaba de ser consciente del todo de cuál es su verdadero camino a seguir.
al igual que los pensamientos de su protagonista principal parece que se autoimponga el no exponer, en este caso a través de unas imágenes que van sugiriendo de forma irregular durante prácticamente todo el metraje, básicamente podríamos estar ante un ejercicio que prioriza una sensación o intuición fatalista a través de una idea bien simple estructuradas en la película en dos parte bien distintas, una primera algo más convencional de nivel y tono detectivesco, y una segunda en donde impera una base más onírica con claras reminiscencias hacia la pesadilla personal. En Rabbit hay momentos curiosos, intentos que por algún u otro motivo no acaban materializando en ninguna de las formas que uno puede deducir durante su visionado dando la sensación de estar ante un producto que no acaba de aprovechar todas las posibles y sugerente vías que parece emprender en su inicio, sociedades secretas, premoniciones, dualidad/ doppelganger, todo ello expuesto de forma tan difusa que por momento uno acaba teniendo la sensación de estar ante ese mal endémico de muchos primeros trabajos, el estar presenciando un corto alargado que no acaba de ser consciente del todo de cuál es su verdadero camino a seguir.
 hay una mirada nada disimulada a un cierto cine orquestado en su día por Walter Hill, el problema que vemos a continuación viene dado en la medida de que Bushwick es una clara esclava del tiempo que la vio nacer. Una película que transita en según qué recorridos temáticos se convierte inexorablemente en campo de cultivo para la alegoría, del 11-S o de la era Trump, poco importa cuál sea en el caso que nos ocupa especialmente cuando Bushwick no da pie a ello en ningún momento, uno tiene la sensación de que no es la intención de los autores de la intranscendente Cooties tal cometido, y si lo fuera demostraría lo poco acertado del planteamiento. Hay un intento de reflejo social en su tramo final que si se vislumbra de forma tímida a modo de parábola de la gentrificación de los barrios más desprotegidos de las grandes ciudades, esa unión de las clases bajas por hacer frente al invasor queda expuesta en Bushwick de forma casi anecdótica, está a mi modo de ver solo puede funcionar a modo de un divertimento de planteamiento bien sencillo, de film de acción disfrutable escenificado a modo de un videojuego provisto de larguísimos planos secuencias, intentar extraer algún tipo de metáfora a una ecuación tan simple supone irremediablemente destapar carencias bastantes evidentes en el producto.
 hay una mirada nada disimulada a un cierto cine orquestado en su día por Walter Hill, el problema que vemos a continuación viene dado en la medida de que Bushwick es una clara esclava del tiempo que la vio nacer. Una película que transita en según qué recorridos temáticos se convierte inexorablemente en campo de cultivo para la alegoría, del 11-S o de la era Trump, poco importa cuál sea en el caso que nos ocupa especialmente cuando Bushwick no da pie a ello en ningún momento, uno tiene la sensación de que no es la intención de los autores de la intranscendente Cooties tal cometido, y si lo fuera demostraría lo poco acertado del planteamiento. Hay un intento de reflejo social en su tramo final que si se vislumbra de forma tímida a modo de parábola de la gentrificación de los barrios más desprotegidos de las grandes ciudades, esa unión de las clases bajas por hacer frente al invasor queda expuesta en Bushwick de forma casi anecdótica, está a mi modo de ver solo puede funcionar a modo de un divertimento de planteamiento bien sencillo, de film de acción disfrutable escenificado a modo de un videojuego provisto de larguísimos planos secuencias, intentar extraer algún tipo de metáfora a una ecuación tan simple supone irremediablemente destapar carencias bastantes evidentes en el producto.
 universidad empieza a experimentar unas sensaciones vitales (independencia, primeros escarceos sexuales) que hacen florecer un replanteamiento de conducta no solo para la propia implicada, una magnifica Ellie Harboe, sino también para sus allegados más cercanos, en este sentido la virtud más destacable de un producto tan estimulable como resulta ser Thelma radica en como conjuga el elemento fantástico a su narrativa, ese paso de la adolescencia a la edad adulta nos son planteados en base a poderes psíquicos incontrolados (recurso este que en cualquier producción yanqui poco sutil estarían planteados como meros artilugios al servicio del espectáculo), estos sin embargo son expuestos a modo de suntuosa metáfora, un fenómeno o habilidad incontrolada a modo de ente contestatario frente a esa implantación de la religión cristiana tanto como barrera para la confirmación personal como vehículo redentor de culpas del pasado. Thelma se erige como una de las mejores propuesta europeas autorales del presente año, un sugerente y poderoso relato del deseo reprimido en donde el factor fantástico juega siempre a favor de la historia y no al revés como suele ser bastante habitual en este tipo de películas.
 universidad empieza a experimentar unas sensaciones vitales (independencia, primeros escarceos sexuales) que hacen florecer un replanteamiento de conducta no solo para la propia implicada, una magnifica Ellie Harboe, sino también para sus allegados más cercanos, en este sentido la virtud más destacable de un producto tan estimulable como resulta ser Thelma radica en como conjuga el elemento fantástico a su narrativa, ese paso de la adolescencia a la edad adulta nos son planteados en base a poderes psíquicos incontrolados (recurso este que en cualquier producción yanqui poco sutil estarían planteados como meros artilugios al servicio del espectáculo), estos sin embargo son expuestos a modo de suntuosa metáfora, un fenómeno o habilidad incontrolada a modo de ente contestatario frente a esa implantación de la religión cristiana tanto como barrera para la confirmación personal como vehículo redentor de culpas del pasado. Thelma se erige como una de las mejores propuesta europeas autorales del presente año, un sugerente y poderoso relato del deseo reprimido en donde el factor fantástico juega siempre a favor de la historia y no al revés como suele ser bastante habitual en este tipo de películas.
 El problema viene dado cuando se quiere forzar dicho posicionamiento en ofrecer estrenos mundiales si o si, viendo la calidad media de estas presentadas este año a estas películas se las deriva a una especie de gueto, una marca registrada de la casa en donde un estreno mundial de Sitges parece significar una mala calidad en el producto. El problema de una comedia que quiere ser amable como es Gloves Off ya no es su poca justificable adscripción genérica sino la dudosa calidad que atesora, dicho de otra manera, ¿si el film de Steve Nesbit no hubiera sido estreno mundial realmente estaría presente en Sitges? Gloves Off es un film ciertamente intrascendente, casi anecdótico, esta historia de ex boxeadores perdedores que buscan una última oportunidad no funciona en las múltiples variantes de comedia por las que intenta transitar, ni en la amargura que puede derivar de la historia ni en el inconfundible tono naif en el que se enmarca, posiblemente la intención de Steve Nesbit no era la carcajada y si la sonrisa cómplice, lamentablemente ni en este segundo apartado logra aparecer tal intención.
El problema viene dado cuando se quiere forzar dicho posicionamiento en ofrecer estrenos mundiales si o si, viendo la calidad media de estas presentadas este año a estas películas se las deriva a una especie de gueto, una marca registrada de la casa en donde un estreno mundial de Sitges parece significar una mala calidad en el producto. El problema de una comedia que quiere ser amable como es Gloves Off ya no es su poca justificable adscripción genérica sino la dudosa calidad que atesora, dicho de otra manera, ¿si el film de Steve Nesbit no hubiera sido estreno mundial realmente estaría presente en Sitges? Gloves Off es un film ciertamente intrascendente, casi anecdótico, esta historia de ex boxeadores perdedores que buscan una última oportunidad no funciona en las múltiples variantes de comedia por las que intenta transitar, ni en la amargura que puede derivar de la historia ni en el inconfundible tono naif en el que se enmarca, posiblemente la intención de Steve Nesbit no era la carcajada y si la sonrisa cómplice, lamentablemente ni en este segundo apartado logra aparecer tal intención.
 su abrupto final desvelaba tal misterio, es por eso que Creep 2 transita a través de una narrativa ya marcada de antemano, no hay lugar a la duda en este aspecto como bien podemos ver en el inicio del film, por el contrario juega con cierta habilidad a la hora de emplear esa recién adquirida mitología del personaje, lo hace en la representación de esa  falta de estabilidad emocional por parte del personaje principal, expuesto todo ello de forma liviana, algo despreocupada e incluso lindando con la comedia negra gamberra. Creep 2 termina siendo una secuela consecuente y en parte conceptuada, repite planteamientos y no renuncia a unas señas de identidad propias sin caer en la autocomplacencia del invento, las modula en parte con ese nuevo posicionamiento de cara al espectador,  intenta expandirlas con mayor o menor fortuna, en este aspecto hay un déficit muy palpable con respecto al personaje de Desiree Akhavan, en mi opinión mucho menos creíble que su antecesor. La dupla Patrick Brice/ Mark Duplass nos ofrecen una alternativa del subgénero, posiblemente no sea del gusto de todos en lo referente a su exposición y posterior planteamiento pero tiene al menos la habilidad cada vez más en desuso de intentar calibrar las expectativas del espectador en base a la interacción de tan solo dos sujetos y un solo escenario.
su abrupto final desvelaba tal misterio, es por eso que Creep 2 transita a través de una narrativa ya marcada de antemano, no hay lugar a la duda en este aspecto como bien podemos ver en el inicio del film, por el contrario juega con cierta habilidad a la hora de emplear esa recién adquirida mitología del personaje, lo hace en la representación de esa  falta de estabilidad emocional por parte del personaje principal, expuesto todo ello de forma liviana, algo despreocupada e incluso lindando con la comedia negra gamberra. Creep 2 termina siendo una secuela consecuente y en parte conceptuada, repite planteamientos y no renuncia a unas señas de identidad propias sin caer en la autocomplacencia del invento, las modula en parte con ese nuevo posicionamiento de cara al espectador,  intenta expandirlas con mayor o menor fortuna, en este aspecto hay un déficit muy palpable con respecto al personaje de Desiree Akhavan, en mi opinión mucho menos creíble que su antecesor. La dupla Patrick Brice/ Mark Duplass nos ofrecen una alternativa del subgénero, posiblemente no sea del gusto de todos en lo referente a su exposición y posterior planteamiento pero tiene al menos la habilidad cada vez más en desuso de intentar calibrar las expectativas del espectador en base a la interacción de tan solo dos sujetos y un solo escenario.
 (terror, melodrama y hasta musical) para contarnos una historia en donde la dualidad juega un papel muy importante en la trama, la aparición de ese un hombre-lobo como resultado de una unión no aceptada socialmente en lo racial o social por ejemplo, una dualidad que también es muy notoria en el retrato de las dos protagonistas principales en la primera parte de la película, Clara y Ana son personajes que por un motivo u otro por fuerza mayor terminarán enfrentándose contra la misma sociedad que les creo, más tarde vemos como la unión de ese doble retrato funciona a modo de elemento fantástico, igualmente contestatario con respecto a los demás pero expuesto desde un punto de vista más heterogéneo. As boas maneiras funciona también a modo de cuento clásico aunque siempre con el trasfondo social (en este caso el de la actual sociedad brasileña) muy presente a lo largo de toda la historia, lo de Juliana Rojas y Marco Dutra es de alguna manera pervertir códigos en un principio de naturaleza convencional, es aquí cuando entra en escena lo complejo y rico en matices de la reinterpretación que nos plantean sus autores, es en ese marco metafórico de clara raíz fantástica del que se vale As boas maneiras en donde encontramos lo muy estimulante que resulta ser la propuesta en cuestión, un cuento de hadas que termina convirtiéndose en un cuento de terror provisto de un mensaje ciertamente envenenado.
 (terror, melodrama y hasta musical) para contarnos una historia en donde la dualidad juega un papel muy importante en la trama, la aparición de ese un hombre-lobo como resultado de una unión no aceptada socialmente en lo racial o social por ejemplo, una dualidad que también es muy notoria en el retrato de las dos protagonistas principales en la primera parte de la película, Clara y Ana son personajes que por un motivo u otro por fuerza mayor terminarán enfrentándose contra la misma sociedad que les creo, más tarde vemos como la unión de ese doble retrato funciona a modo de elemento fantástico, igualmente contestatario con respecto a los demás pero expuesto desde un punto de vista más heterogéneo. As boas maneiras funciona también a modo de cuento clásico aunque siempre con el trasfondo social (en este caso el de la actual sociedad brasileña) muy presente a lo largo de toda la historia, lo de Juliana Rojas y Marco Dutra es de alguna manera pervertir códigos en un principio de naturaleza convencional, es aquí cuando entra en escena lo complejo y rico en matices de la reinterpretación que nos plantean sus autores, es en ese marco metafórico de clara raíz fantástica del que se vale As boas maneiras en donde encontramos lo muy estimulante que resulta ser la propuesta en cuestión, un cuento de hadas que termina convirtiéndose en un cuento de terror provisto de un mensaje ciertamente envenenado.
 y que hecho de connotaciones más fantásticas que este podemos encontrar, un grupo de personas sentándose frente a una pantalla blanca dispuestos a ver e interpretar historias plasmada en ella a través de imágenes no corpóreas, evidentemente con algunas acotaciones al respecto la película no transita por lo que mucha gente puede entender como terror al uso, lo que hace David Lowery es más bien una relectura del género como tal, podríamos estar ante una película que emplea el terror cósmico a través de una cantidad de vertientes tan variadas como ambiciosas, digresiones tales como el sentido de la existencia o la pérdida de ella a través de un discurso contemplativo es lo nos ofrece A Ghost Story primordialmente, una película que exige paciencia por parte del espectador, la recompensa vendrá a modo de experiencia cinematográfica ciertamente enriquecedora pero también dolorosa, pues a fin de cuentas  A Ghost Story deviene como uno de los relatos más tristes e implacables sobre lo que significa el olvido resultante del paso del tiempo, un relato desolador sobre el transcurso de una vida en donde ya no se habita, el terror en definitiva de acabar existiendo como un mero fantasma.
y que hecho de connotaciones más fantásticas que este podemos encontrar, un grupo de personas sentándose frente a una pantalla blanca dispuestos a ver e interpretar historias plasmada en ella a través de imágenes no corpóreas, evidentemente con algunas acotaciones al respecto la película no transita por lo que mucha gente puede entender como terror al uso, lo que hace David Lowery es más bien una relectura del género como tal, podríamos estar ante una película que emplea el terror cósmico a través de una cantidad de vertientes tan variadas como ambiciosas, digresiones tales como el sentido de la existencia o la pérdida de ella a través de un discurso contemplativo es lo nos ofrece A Ghost Story primordialmente, una película que exige paciencia por parte del espectador, la recompensa vendrá a modo de experiencia cinematográfica ciertamente enriquecedora pero también dolorosa, pues a fin de cuentas  A Ghost Story deviene como uno de los relatos más tristes e implacables sobre lo que significa el olvido resultante del paso del tiempo, un relato desolador sobre el transcurso de una vida en donde ya no se habita, el terror en definitiva de acabar existiendo como un mero fantasma.

 vemos como durante los últimos suspiros de la II Guerra Mundial un joven desertor por cuestiones del azar termina teniendo la potestad de decidir, lo que empieza como una acertada reflexión moral sobre los límites que implica vivir al borde de la supervivencia más extrema, de poder verse a un lado o en su reverso termina convirtiéndose en el fondo y cuestión de la barbarie que habita en una mente humana expuesta a condiciones limites, la película para más inri se permite el lujo de lanzar matizadas reflexiones al aire tales como la violencia oculta que atesora cada persona o la alienación a que puede estar sometido el ser humano en según qué condiciones. Al igual que la polaca Beyond Words The Captain se vale astutamente de su estética para evaluar y conceptuar su discurso, especialmente en lo referente a la asfixiante fotografía en blanco y negro de corte clásico a cargo de Florian Ballhaus para determinar ese tratado acerca de la paradoja del fanatismo de la propia historia. The Captain (que mereció tener una presencia más visible en el palmarés oficial) termina siendo un compendio de sobrias y crudas imágenes que sirven de testimonio para uno de los más oscuros episodios en la historia de la humanidad, imágenes de los últimos latidos del universo nazi que por cierto en el brillante epilogo final que vemos sirve a la perfección a modo de conexión con nuestro presente, y es que nada más real que la atemporalidad para exponer un problema que da visos de que nunca en mayor o menor medida  parece que vaya a desaparecer.
 vemos como durante los últimos suspiros de la II Guerra Mundial un joven desertor por cuestiones del azar termina teniendo la potestad de decidir, lo que empieza como una acertada reflexión moral sobre los límites que implica vivir al borde de la supervivencia más extrema, de poder verse a un lado o en su reverso termina convirtiéndose en el fondo y cuestión de la barbarie que habita en una mente humana expuesta a condiciones limites, la película para más inri se permite el lujo de lanzar matizadas reflexiones al aire tales como la violencia oculta que atesora cada persona o la alienación a que puede estar sometido el ser humano en según qué condiciones. Al igual que la polaca Beyond Words The Captain se vale astutamente de su estética para evaluar y conceptuar su discurso, especialmente en lo referente a la asfixiante fotografía en blanco y negro de corte clásico a cargo de Florian Ballhaus para determinar ese tratado acerca de la paradoja del fanatismo de la propia historia. The Captain (que mereció tener una presencia más visible en el palmarés oficial) termina siendo un compendio de sobrias y crudas imágenes que sirven de testimonio para uno de los más oscuros episodios en la historia de la humanidad, imágenes de los últimos latidos del universo nazi que por cierto en el brillante epilogo final que vemos sirve a la perfección a modo de conexión con nuestro presente, y es que nada más real que la atemporalidad para exponer un problema que da visos de que nunca en mayor o menor medida  parece que vaya a desaparecer.
 y sobre todo en como lo cuenta no viene a ser para nada original, un último viaje de una pareja de ancianos, ella con una enfermedad terminal, el aquejado de un severo pero intermitente Alzheimer, un final de viaje que es fácil de adivinar como será, aquí lo que en realidad importa es el trayecto y en este apartado es en donde el film saca a relucir sus muy evidentes carencias, ese supuesto equilibrio entre lo que tendría que ser comedia cotidiana y crudeza de un sufrimiento que se acerca a lo terminal deviene como muy  convencional en lo referente a su representación, podríamos aseverar que estamos ante el prototipo de trabajo que bascula en extremo y de forma algo irregular en el trasverso de lo trágico a un divertimento en apariencia inofensivo y viceversa, nada de lo que vemos en este apartado en The Leisure Seeker lo podemos considerar como novedoso y si como bastante manido, hay un intento muy notorio como no podía ser de otra manera por intentar hacer cómplice al espectador de ese buenísimo naïf a modo de pedagogía vital tan característica en este tipo de films, un servidor hubiera sido más partidario puestos a innovar en algo en otorgar al relato algo más de transgresión cómica, había mimbres suficientes en la historia para ello, como mero consuelo siempre podremos agarrarnos en ver como Paolo Virzì no fuerza el trazo lacrimógeno en el tramo final de la película, un pequeño beneplácito que no sirve para ocultar esa falta de originalidad en la propuesta antes comentada.
 y sobre todo en como lo cuenta no viene a ser para nada original, un último viaje de una pareja de ancianos, ella con una enfermedad terminal, el aquejado de un severo pero intermitente Alzheimer, un final de viaje que es fácil de adivinar como será, aquí lo que en realidad importa es el trayecto y en este apartado es en donde el film saca a relucir sus muy evidentes carencias, ese supuesto equilibrio entre lo que tendría que ser comedia cotidiana y crudeza de un sufrimiento que se acerca a lo terminal deviene como muy  convencional en lo referente a su representación, podríamos aseverar que estamos ante el prototipo de trabajo que bascula en extremo y de forma algo irregular en el trasverso de lo trágico a un divertimento en apariencia inofensivo y viceversa, nada de lo que vemos en este apartado en The Leisure Seeker lo podemos considerar como novedoso y si como bastante manido, hay un intento muy notorio como no podía ser de otra manera por intentar hacer cómplice al espectador de ese buenísimo naïf a modo de pedagogía vital tan característica en este tipo de films, un servidor hubiera sido más partidario puestos a innovar en algo en otorgar al relato algo más de transgresión cómica, había mimbres suficientes en la historia para ello, como mero consuelo siempre podremos agarrarnos en ver como Paolo Virzì no fuerza el trazo lacrimógeno en el tramo final de la película, un pequeño beneplácito que no sirve para ocultar esa falta de originalidad en la propuesta antes comentada.
 manera que su hijo legitimase su esfuerzo por mantener una sociedad patriarcal en forma de supuesto legado, el dilema de la tradición y la modernidad otra vez expuestos en un relato de tono rural, evidentemente el hijo tendrá otros planes futuros algo que hará que se desencadenara un conflicto que veíamos cada vez más predecible. En Ravens hay un trabajo de cámara ciertamente meritorio, tanto la fotografía de Jonas Alarik como la música a cargo de Peter Von Poehl  sirven como válidos interlocutores en una historia que sabe jugar bien sus cartas en lo referente a la ambivalencia de sus personajes, en especial la del protagonista principal interpretado con una inusual soltura y aplomo por Reine Brynolfsson, en este aspecto  la labor de Jens Assur a la hora de presentar y exponer diferentes capas de indagación sobre ellos es ciertamente notable, no todo lo que se nos presenta es blanco o negro, más bien hay una evidencia de claroscuros, tantos como los cielos que pueblan el escenario, en esa densidad que se otorga una película tan pequeña y meritoria como Ravens radica su incuestionable virtud.
manera que su hijo legitimase su esfuerzo por mantener una sociedad patriarcal en forma de supuesto legado, el dilema de la tradición y la modernidad otra vez expuestos en un relato de tono rural, evidentemente el hijo tendrá otros planes futuros algo que hará que se desencadenara un conflicto que veíamos cada vez más predecible. En Ravens hay un trabajo de cámara ciertamente meritorio, tanto la fotografía de Jonas Alarik como la música a cargo de Peter Von Poehl  sirven como válidos interlocutores en una historia que sabe jugar bien sus cartas en lo referente a la ambivalencia de sus personajes, en especial la del protagonista principal interpretado con una inusual soltura y aplomo por Reine Brynolfsson, en este aspecto  la labor de Jens Assur a la hora de presentar y exponer diferentes capas de indagación sobre ellos es ciertamente notable, no todo lo que se nos presenta es blanco o negro, más bien hay una evidencia de claroscuros, tantos como los cielos que pueblan el escenario, en esa densidad que se otorga una película tan pequeña y meritoria como Ravens radica su incuestionable virtud.
 que intenta renovar ciertos tópicos del género de la comedia sentimental,  por momentos logra apartarse de esa estructura argumental de contornos tan clásicos, vemos como los dos protagonistas tras un primer acercamiento sentimental se alejan demasiado pronto en referencia al tempo narrativo impuesto, más tarde y desde un solo punto de vista asistimos a un acercamiento mucho más serio y consecuente pero de final imprevisto por razone obvias. The Big Sick como no podía ser de otra manera intenta bordear los contornos del drama y el humor irreverente, no hay un acercamiento a pies puntillas en lo referente a la consabida formula de chico conoce a chica, ruptura y posterior reconciliación, en este aspecto no sigue ninguno de los suntuosos recorridos que suelen poblar la comedia romántica en su sentido más tradicional y clásico, lo que realmente importa viene a ser un trayecto poblado de pequeños detalles que parece no anidar por lugares y reglas comunes, posiblemente aquí radique la gran virtud de un producto tan honesto como desinhibido en referencia a su comicidad con el espectador.
que intenta renovar ciertos tópicos del género de la comedia sentimental,  por momentos logra apartarse de esa estructura argumental de contornos tan clásicos, vemos como los dos protagonistas tras un primer acercamiento sentimental se alejan demasiado pronto en referencia al tempo narrativo impuesto, más tarde y desde un solo punto de vista asistimos a un acercamiento mucho más serio y consecuente pero de final imprevisto por razone obvias. The Big Sick como no podía ser de otra manera intenta bordear los contornos del drama y el humor irreverente, no hay un acercamiento a pies puntillas en lo referente a la consabida formula de chico conoce a chica, ruptura y posterior reconciliación, en este aspecto no sigue ninguno de los suntuosos recorridos que suelen poblar la comedia romántica en su sentido más tradicional y clásico, lo que realmente importa viene a ser un trayecto poblado de pequeños detalles que parece no anidar por lugares y reglas comunes, posiblemente aquí radique la gran virtud de un producto tan honesto como desinhibido en referencia a su comicidad con el espectador.
 son esa clase de directores que cuando crees imposible que su cine llegue a encogerse más van y se superan con su último trabajo. Nada mejor para dicha contratación que una película tan fallida como resulta ser Loving Pablo, un relato que intenta dar una visión algo alternativa de un personaje pero que traiciona por completo sus iniciales postulados al caer en la redundancia de la historia y del personaje, lo que nos cuenta se nos ha ofrecido hasta hace bien poco desde varias vertientes y lo más importante de forma mucho mejor que aquí. Para más inri ese intento de ofrecer esa perspectiva lateral del personaje es completamente inocuo en contenido y formas, no puedes ser que se recurra a una voz en off por parte del personaje de Penélope Cruz  y que este aparezca y desaparezca por arte magia y de manera caprichosa según la narrativa por la que se discurre. Loving Pablo muy a pesar suyo termina convirtiéndose en uno de los despropósitos más notorios de este 2017, un desbarajuste tan palpable como la que contribuye a la pérdida de verosimilitud la decisión de rodar la película en un inglés mezclado con un imposible castellano-colombiano de muy difícil justificación artística, supongo que no a nivel de producción, una cuestionabilidad está tan evidente como el cine que ha perpetrado durante las dos últimas décadas un autor tan poco dado a sugestionar al espectador a través del cine como es León de Aranoa.
 son esa clase de directores que cuando crees imposible que su cine llegue a encogerse más van y se superan con su último trabajo. Nada mejor para dicha contratación que una película tan fallida como resulta ser Loving Pablo, un relato que intenta dar una visión algo alternativa de un personaje pero que traiciona por completo sus iniciales postulados al caer en la redundancia de la historia y del personaje, lo que nos cuenta se nos ha ofrecido hasta hace bien poco desde varias vertientes y lo más importante de forma mucho mejor que aquí. Para más inri ese intento de ofrecer esa perspectiva lateral del personaje es completamente inocuo en contenido y formas, no puedes ser que se recurra a una voz en off por parte del personaje de Penélope Cruz  y que este aparezca y desaparezca por arte magia y de manera caprichosa según la narrativa por la que se discurre. Loving Pablo muy a pesar suyo termina convirtiéndose en uno de los despropósitos más notorios de este 2017, un desbarajuste tan palpable como la que contribuye a la pérdida de verosimilitud la decisión de rodar la película en un inglés mezclado con un imposible castellano-colombiano de muy difícil justificación artística, supongo que no a nivel de producción, una cuestionabilidad está tan evidente como el cine que ha perpetrado durante las dos últimas décadas un autor tan poco dado a sugestionar al espectador a través del cine como es León de Aranoa.
 el mero estimulo del arte en lo referente a toda un diversidad de vertientes tales como el activismo cultural, vecinal e incluso político, que un trabajo tan exhausto y por momentos agotador en lo concerniente a su intensidad hagan que sus más de tres horas de duración se nos hagan al final algo insuficientes significa algo, o debería hacerlo. La biblioteca pública de Nueva York se erige de esta manera como escenario de una precisa disección de sus órganos internos, como experimentado documentalista Wiseman nos hace participes de tal actividad, y lo hace como no podía ser de otra manera desde una distancia que se nos antoja muy cercana, su cámara en ningún momento incide en lo que nos muestra, tan solo nos expone como esta legendaria institución cultural actúa a modo de mapa interactivo del conocimiento, como se adapta a los nuevos tiempo en esa función formativa, no es un recurso es en cierta manera una obligación el dar la máxima accesibilidad a la cultura más allá de su primigenio apartado literato, Frederick Wiseman nos viene a decir a través de sus imágenes el valor existente que anida en el conocimiento a modo herramienta de progreso. En unos días en donde se vulgariza hasta extremos insospechados la coletilla cine necesario una obra tan medida y épica en sus postulados como resulta ser Ex Libris: The New York Public Library nos valida por completo tal afirmación.
 el mero estimulo del arte en lo referente a toda un diversidad de vertientes tales como el activismo cultural, vecinal e incluso político, que un trabajo tan exhausto y por momentos agotador en lo concerniente a su intensidad hagan que sus más de tres horas de duración se nos hagan al final algo insuficientes significa algo, o debería hacerlo. La biblioteca pública de Nueva York se erige de esta manera como escenario de una precisa disección de sus órganos internos, como experimentado documentalista Wiseman nos hace participes de tal actividad, y lo hace como no podía ser de otra manera desde una distancia que se nos antoja muy cercana, su cámara en ningún momento incide en lo que nos muestra, tan solo nos expone como esta legendaria institución cultural actúa a modo de mapa interactivo del conocimiento, como se adapta a los nuevos tiempo en esa función formativa, no es un recurso es en cierta manera una obligación el dar la máxima accesibilidad a la cultura más allá de su primigenio apartado literato, Frederick Wiseman nos viene a decir a través de sus imágenes el valor existente que anida en el conocimiento a modo herramienta de progreso. En unos días en donde se vulgariza hasta extremos insospechados la coletilla cine necesario una obra tan medida y épica en sus postulados como resulta ser Ex Libris: The New York Public Library nos valida por completo tal afirmación.
 Verónica como Muse respectivamente, pero no deja de ser algo sintomático sin embargo el comprobar como el director valenciano sí parece haber encontrado un discurso genérico tan adecuado como propio mientras que Balagueró da la impresión de estar sumido en una involución tan perceptible como preocupante. Muse es un producto que denota un esfuerzo pero que deviene claramente fallido en unos postulados muy convencionales, dando la impresión de que en ningún momento se adecua a una a priori ambiciosa historia mitad thriller de investigación al más puro estilo El código Da Vinci mitad relato sobrenatural esotérico, ni en una ni en otra parcela hay signos del inconformismo temático que veíamos en trabajos como Los sin nombre, Darkness o la muy reivindicable Frágiles por no hablar de sus primeros cortos. Muse derrocha una corrección vacua en un relato de múltiples lecturas (esa metáfora sobre el proceso de creación daba lugar a muchas vías no exploradas) que pedía más bien todo lo contrario a lo mostrado, convirtiéndose lastimosamente en otra de esas películas Filmax destinadas a tener una modesta cuota de pantalla internacional sin reparar mucho en atesorar unos mínimos rasgos autorales en el producto.
Verónica como Muse respectivamente, pero no deja de ser algo sintomático sin embargo el comprobar como el director valenciano sí parece haber encontrado un discurso genérico tan adecuado como propio mientras que Balagueró da la impresión de estar sumido en una involución tan perceptible como preocupante. Muse es un producto que denota un esfuerzo pero que deviene claramente fallido en unos postulados muy convencionales, dando la impresión de que en ningún momento se adecua a una a priori ambiciosa historia mitad thriller de investigación al más puro estilo El código Da Vinci mitad relato sobrenatural esotérico, ni en una ni en otra parcela hay signos del inconformismo temático que veíamos en trabajos como Los sin nombre, Darkness o la muy reivindicable Frágiles por no hablar de sus primeros cortos. Muse derrocha una corrección vacua en un relato de múltiples lecturas (esa metáfora sobre el proceso de creación daba lugar a muchas vías no exploradas) que pedía más bien todo lo contrario a lo mostrado, convirtiéndose lastimosamente en otra de esas películas Filmax destinadas a tener una modesta cuota de pantalla internacional sin reparar mucho en atesorar unos mínimos rasgos autorales en el producto.
 no se me ocurre mejor interlocutor que el director mexicano para estos menesteres pues si hace algo bien el autor de The Shape of Water aparte de dirigir es hablar, discernir sobre una carrera o película, esta cualidad estuvo muy presente en el debate posterior a la proyección de Suspiria. Es un poco absurdo el detenerse a analizar una obra tan mastodóntica como esta en tan pocas líneas, una película de estas características requieren espacio y tiempo de sobras, sí que este es el lugar aprovechando la ocasión de reivindicar en mi opinión la difusión de este tipo de trabajos en certámenes cinematográficos, y precisamente hoy más que nunca, aquello tan manido de educar la mirada de la nueva cinefilia adquiere un significado muy evidente en estos menesteres, unos tiempos en que cada vez se valora menos el ver cine en una pantalla grande. Una enormidad como Suspiria con la presencia de su autor casi justifica por si solo la existencia de un certamen de cine,  tanto como la justificada pleitesía que el aficionado vuelca sobre ella como se pudo comprobar en el pase del Auditori, esperemos que dicha devoción en mayor o menor medida o desde una perspectiva cercana o algo más lejana  también la podamos encontrar en la nueva versión que el próximo año veremos de la película a cargo del siempre interesante Luca Guadagnino, todo un reto del que estaremos muy atentos.
 no se me ocurre mejor interlocutor que el director mexicano para estos menesteres pues si hace algo bien el autor de The Shape of Water aparte de dirigir es hablar, discernir sobre una carrera o película, esta cualidad estuvo muy presente en el debate posterior a la proyección de Suspiria. Es un poco absurdo el detenerse a analizar una obra tan mastodóntica como esta en tan pocas líneas, una película de estas características requieren espacio y tiempo de sobras, sí que este es el lugar aprovechando la ocasión de reivindicar en mi opinión la difusión de este tipo de trabajos en certámenes cinematográficos, y precisamente hoy más que nunca, aquello tan manido de educar la mirada de la nueva cinefilia adquiere un significado muy evidente en estos menesteres, unos tiempos en que cada vez se valora menos el ver cine en una pantalla grande. Una enormidad como Suspiria con la presencia de su autor casi justifica por si solo la existencia de un certamen de cine,  tanto como la justificada pleitesía que el aficionado vuelca sobre ella como se pudo comprobar en el pase del Auditori, esperemos que dicha devoción en mayor o menor medida o desde una perspectiva cercana o algo más lejana  también la podamos encontrar en la nueva versión que el próximo año veremos de la película a cargo del siempre interesante Luca Guadagnino, todo un reto del que estaremos muy atentos.
 en este y otros sentidos que veremos más tarde el 1997: Rescate en Nueva York de John Carpenter quizás sea la película más deudora que coexiste dentro de The Bad Batch, aquí el implacable desierto se erige como hábitat de ese grupo de personas que han sido catalogadas por el gobierno a modo de lote defectuoso entre los que podemos encontrar a drogadictos, tullidos, delincuentes etc, dentro de este escenario veremos como distintas facciones han conseguido levantar diferentes etnias, en la representación de estas es en donde la película adquiere un inconfundible aroma de distopía de reminiscencias pop y psicodélicas, es en este páramo post-nuclear es donde nuestra protagonista tendrá que encontrar su lugar siempre y cuando consiga poder sobrevivir. The Bad Batch que se mueve a través de una ingente cantidad de caricaturas icónicas, también parece retratar esa búsqueda o ese amor improbable que en la película deviene como caníbal como última opción, sin caer en el pastiche indigesto de influencias no estaría de más eso sí que en un futuro Amy Lily Amirpour consiguiera pulir, adecuar y poner algo de orden a tanto exceso y referencias autorales, por otra parte la responsable de A Girl Walks Home Alone at Night en lo referente a atesorar agudeza e ingenio en sus propuestas no es algo de la que ande escasa por fortuna.
 en este y otros sentidos que veremos más tarde el 1997: Rescate en Nueva York de John Carpenter quizás sea la película más deudora que coexiste dentro de The Bad Batch, aquí el implacable desierto se erige como hábitat de ese grupo de personas que han sido catalogadas por el gobierno a modo de lote defectuoso entre los que podemos encontrar a drogadictos, tullidos, delincuentes etc, dentro de este escenario veremos como distintas facciones han conseguido levantar diferentes etnias, en la representación de estas es en donde la película adquiere un inconfundible aroma de distopía de reminiscencias pop y psicodélicas, es en este páramo post-nuclear es donde nuestra protagonista tendrá que encontrar su lugar siempre y cuando consiga poder sobrevivir. The Bad Batch que se mueve a través de una ingente cantidad de caricaturas icónicas, también parece retratar esa búsqueda o ese amor improbable que en la película deviene como caníbal como última opción, sin caer en el pastiche indigesto de influencias no estaría de más eso sí que en un futuro Amy Lily Amirpour consiguiera pulir, adecuar y poner algo de orden a tanto exceso y referencias autorales, por otra parte la responsable de A Girl Walks Home Alone at Night en lo referente a atesorar agudeza e ingenio en sus propuestas no es algo de la que ande escasa por fortuna.
 Obra inusual dadas sus características que sin embargo deviene como imperfecta o irregular a raíz de un tratado que se ve imposibilitado a la hora de equilibrar estética y narrativa, de hecho entre ambos conceptos hay una lejanía que por momentos nos puede parecer abismal y no solo en lo referente a sus respectivas formas. Es evidente que Loving Vincent se aparta de lo que conocemos como biopic al uso, este loable esfuerzo en ofrecer una premisa novedosa al servicio de una idea cinematográfica llega a ser algo contraproducente, hay momentos en la película en donde somos testigos del milagro de poder estar viendo un cuadro del famoso pintor holandés adquirir vida propia, sin embargo y de manera sistemática todo queda de alguna manera contrarrestado por una historia que no está a la altura de lo que son sus imágenes, se nos narra los últimos meses de vida del pintor a través de una suerte de investigación detectivesca que intenta indagar en los verdaderos motivos que causaron la muerte del pintor en base a testimonios de personas allegadas al artista, muchos de estos datos y detalles de sus últimos días que no son contados están basados en la correspondencia que mantenían Vincent y su hermano Theo. Los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman logran un esfuerzo ciertamente hercúleo en intentar retratar una determinada lucha y pasión como por momentos fue la obra del artista, lastima que esa otra lucha entre la forma y el contenido del producto no logre validar una película tan equidistante en lo referente a sus postulados.
 Obra inusual dadas sus características que sin embargo deviene como imperfecta o irregular a raíz de un tratado que se ve imposibilitado a la hora de equilibrar estética y narrativa, de hecho entre ambos conceptos hay una lejanía que por momentos nos puede parecer abismal y no solo en lo referente a sus respectivas formas. Es evidente que Loving Vincent se aparta de lo que conocemos como biopic al uso, este loable esfuerzo en ofrecer una premisa novedosa al servicio de una idea cinematográfica llega a ser algo contraproducente, hay momentos en la película en donde somos testigos del milagro de poder estar viendo un cuadro del famoso pintor holandés adquirir vida propia, sin embargo y de manera sistemática todo queda de alguna manera contrarrestado por una historia que no está a la altura de lo que son sus imágenes, se nos narra los últimos meses de vida del pintor a través de una suerte de investigación detectivesca que intenta indagar en los verdaderos motivos que causaron la muerte del pintor en base a testimonios de personas allegadas al artista, muchos de estos datos y detalles de sus últimos días que no son contados están basados en la correspondencia que mantenían Vincent y su hermano Theo. Los directores Dorota Kobiela y Hugh Welchman logran un esfuerzo ciertamente hercúleo en intentar retratar una determinada lucha y pasión como por momentos fue la obra del artista, lastima que esa otra lucha entre la forma y el contenido del producto no logre validar una película tan equidistante en lo referente a sus postulados.
 soy de la opinión de que estamos ante un film que tiende a incomodar, al igual que la notable Caniba de Verena Paravel y Lucien Castaing-Taylor aunque desde un punto de vista totalmente contrario, esta apología al shock real no parece ser santo de devoción de un público más interesado en propuestas de una naturaleza más lúdica y confortable, algo que me lleva a pensar que ha sido de esa curiosidad genérica que antaño era mucho más visible en Sitges. Rodada en un angustioso 4:3 Tesnota profundiza desde dentro en lo que podríamos llamar la problemática de las raíces geográficas, a través de dicho paralelismo territorial se incide en la libertad e independencia de una emancipación no solamente física sino también mental, en este aspecto Kantemir Bagalov un autor recordemos de tan solo 26 años de edad nos ofrece una de las radiografías más doliente vista en mucho tiempo acerca de la Rusia actual, en este sentido la precisión de un cineasta tan precoz resulta por momentos asombrosa, en la película somos testigos como este no cae en el error de ser partícipe de la intensificación del sufrimiento de los protagonistas, expone pero no comparte. Tesnota será otra de las películas que con motivo de su estreno comercial volveremos a ella con más detenimiento, uno de los trabajos más interesante que ha dado este año el cine europeo y una inmejorable carta de presentación de un autor del cual habrá que estar muy atento a partir de este momento.
 soy de la opinión de que estamos ante un film que tiende a incomodar, al igual que la notable Caniba de Verena Paravel y Lucien Castaing-Taylor aunque desde un punto de vista totalmente contrario, esta apología al shock real no parece ser santo de devoción de un público más interesado en propuestas de una naturaleza más lúdica y confortable, algo que me lleva a pensar que ha sido de esa curiosidad genérica que antaño era mucho más visible en Sitges. Rodada en un angustioso 4:3 Tesnota profundiza desde dentro en lo que podríamos llamar la problemática de las raíces geográficas, a través de dicho paralelismo territorial se incide en la libertad e independencia de una emancipación no solamente física sino también mental, en este aspecto Kantemir Bagalov un autor recordemos de tan solo 26 años de edad nos ofrece una de las radiografías más doliente vista en mucho tiempo acerca de la Rusia actual, en este sentido la precisión de un cineasta tan precoz resulta por momentos asombrosa, en la película somos testigos como este no cae en el error de ser partícipe de la intensificación del sufrimiento de los protagonistas, expone pero no comparte. Tesnota será otra de las películas que con motivo de su estreno comercial volveremos a ella con más detenimiento, uno de los trabajos más interesante que ha dado este año el cine europeo y una inmejorable carta de presentación de un autor del cual habrá que estar muy atento a partir de este momento.
 en la edición de Sitges del año 2014) indaga a través de prototipos genéricos muy reconocibles, quizás demasiados, la película no deja de ser un continuo contenedor de referencias muy detectables por el inquieto fan del fantástico, como ejemplo algo superfluo de su argumento digamos que la película empieza de forma muy parecida al Livide de Julien Maury y Alexandre Bustillo (el mejor film del dúo francés en mi opinión), continúa bebiendo del concepto visto en un extraordinario episodio de la fundamental The Twilight Zone titulado The Howling Man para acabar siendo un conglomerado temático de otra pieza fundamental en la historia del cine de terror como es El Exorcista de William Friedkin. El habitante supone de esta manera un ejercicio de obvias referencias temáticas, un producto de disfrute tan ligero como olvidable, no hay un ápice de trascendencia ni es su intención, el problema viene dado en que tienes que ser muy revisionista del género para encontrar un esbozo de originalidad en la propuesta, esa originalidad por muy pequeña que fuera hubiera impedido que el film una vez visto quede en el más inmediato olvido dada su más que evidente obviedad temática.
en la edición de Sitges del año 2014) indaga a través de prototipos genéricos muy reconocibles, quizás demasiados, la película no deja de ser un continuo contenedor de referencias muy detectables por el inquieto fan del fantástico, como ejemplo algo superfluo de su argumento digamos que la película empieza de forma muy parecida al Livide de Julien Maury y Alexandre Bustillo (el mejor film del dúo francés en mi opinión), continúa bebiendo del concepto visto en un extraordinario episodio de la fundamental The Twilight Zone titulado The Howling Man para acabar siendo un conglomerado temático de otra pieza fundamental en la historia del cine de terror como es El Exorcista de William Friedkin. El habitante supone de esta manera un ejercicio de obvias referencias temáticas, un producto de disfrute tan ligero como olvidable, no hay un ápice de trascendencia ni es su intención, el problema viene dado en que tienes que ser muy revisionista del género para encontrar un esbozo de originalidad en la propuesta, esa originalidad por muy pequeña que fuera hubiera impedido que el film una vez visto quede en el más inmediato olvido dada su más que evidente obviedad temática.
 The Disaster Artist (en las antípodas de esa impostura que es C’est la vie) fue recibida con un justificado y sincero agradecimiento por parte de la audiencia, un film que mira en la temática de manera nada disimulada al Ed Wood de Tim Burton aunque con claras diferencia en lo referente a su narrativa, algo que hace que la propuesta de James Franco adquiera una personalidad muy definida y propia. Nunca he sido partidario de ese concepto de venerar un cine torpe o malo hasta revertir su valoración real por mucho que se haga desde un posicionamiento totalmente lúdico y despreocupado, solo he visto en una ocasión el The Room de Tommy Wiseau y no la volveré a ver nunca más por razones que para un servidor son muy obvias, me interesa y fascina mucho más como me ocurrió con Ed Wood la gestación del cómo y el por qué, en este aspecto The Disaster Artist sacia por completo y para bien toda mi curiosidad, un retrato en forma de buddy comedy que nos presenta a un personaje y una situación teniendo la virtud de no caer ni en la complacencia que podría derivar de la exaltación de una ilusión extrema ni en el cinismo ni la caricaturización burda de un personaje que da de sobras para ello. The Disaster Artist funciona a la perfección tanto como una rica e imaginativa muestra de ese impulso creativo o como una pulcra y asombrosa recreación de un hecho concreto (imprescindible ver el nivel de recreación mostrado en los títulos de créditos finales) confirmando el talento que atesora un autor tan inquieto de visiones como es James Franco.
 The Disaster Artist (en las antípodas de esa impostura que es C’est la vie) fue recibida con un justificado y sincero agradecimiento por parte de la audiencia, un film que mira en la temática de manera nada disimulada al Ed Wood de Tim Burton aunque con claras diferencia en lo referente a su narrativa, algo que hace que la propuesta de James Franco adquiera una personalidad muy definida y propia. Nunca he sido partidario de ese concepto de venerar un cine torpe o malo hasta revertir su valoración real por mucho que se haga desde un posicionamiento totalmente lúdico y despreocupado, solo he visto en una ocasión el The Room de Tommy Wiseau y no la volveré a ver nunca más por razones que para un servidor son muy obvias, me interesa y fascina mucho más como me ocurrió con Ed Wood la gestación del cómo y el por qué, en este aspecto The Disaster Artist sacia por completo y para bien toda mi curiosidad, un retrato en forma de buddy comedy que nos presenta a un personaje y una situación teniendo la virtud de no caer ni en la complacencia que podría derivar de la exaltación de una ilusión extrema ni en el cinismo ni la caricaturización burda de un personaje que da de sobras para ello. The Disaster Artist funciona a la perfección tanto como una rica e imaginativa muestra de ese impulso creativo o como una pulcra y asombrosa recreación de un hecho concreto (imprescindible ver el nivel de recreación mostrado en los títulos de créditos finales) confirmando el talento que atesora un autor tan inquieto de visiones como es James Franco.
 The Florida Project, podríamos decir que la película capta a la perfección esa esencia tan característica de su cine, hay una reincidencia en la tendencia de situarnos en historias de desfavorecidos en lo social y lo emocional, en tal narrativa hay un trasfondo escénico o contexto decisivo para lograr entender el devenir y desarrollo de personajes y situaciones, la virtud de Baker reside en cómo se apoya en la cotidianidad y naturalidad de la acción, algo que en un principio puede parecer tan sencillo pero que no lo es tanto, ahí radica la honestidad de la propuesta, la grandeza de The Florida Project está también en no cargar la tintas en lo melodramático, y no porque la historia no dé pie a ello, de hecho Baker adopta una postura muy contemplativa marca de la casa, cercana incluso al documental en lo referente a una honestidad narrativa ciertamente meritoria. The Florida Project nos cuenta como la inocencia se adelanta momentáneamente a la antesala del dolor, ese efímero micro mundo de libertad y pillería con fecha de caducidad nos es mostrada como uno de los dramas más coloridos y conmovedores del presente año, pocos cineastas en la actualidad como Sean Baker a la hora de saber retrata la ternura e inocencia que anida en la más absoluta sordidez social.
 The Florida Project, podríamos decir que la película capta a la perfección esa esencia tan característica de su cine, hay una reincidencia en la tendencia de situarnos en historias de desfavorecidos en lo social y lo emocional, en tal narrativa hay un trasfondo escénico o contexto decisivo para lograr entender el devenir y desarrollo de personajes y situaciones, la virtud de Baker reside en cómo se apoya en la cotidianidad y naturalidad de la acción, algo que en un principio puede parecer tan sencillo pero que no lo es tanto, ahí radica la honestidad de la propuesta, la grandeza de The Florida Project está también en no cargar la tintas en lo melodramático, y no porque la historia no dé pie a ello, de hecho Baker adopta una postura muy contemplativa marca de la casa, cercana incluso al documental en lo referente a una honestidad narrativa ciertamente meritoria. The Florida Project nos cuenta como la inocencia se adelanta momentáneamente a la antesala del dolor, ese efímero micro mundo de libertad y pillería con fecha de caducidad nos es mostrada como uno de los dramas más coloridos y conmovedores del presente año, pocos cineastas en la actualidad como Sean Baker a la hora de saber retrata la ternura e inocencia que anida en la más absoluta sordidez social.
 A Fish Out of Water transita a través del drama cotidiano y familiar, el de la asimilación de los pequeños detalles que nos son mostrados poco a poco, de hecho la película es en extremo veraz y realista en lo concerniente a sus supuestos postulados, tal punto de partida no deja de ser una mera excusa a la hora de abordar cuestiones tales como la superación de obstáculos a modo de fábula doméstica, en la película todo el entramado argumental está muy sugerido, posiblemente demasiado, no se incide en un mensaje de tono críptico por fortuna pero la sensación de falta de profundidad, de quedarnos en la superficie de algo mucho más interior está latente en prácticamente todo el relato, un film que también peca como muchos otros primeros trabajos de anteponer un cierto preciosismo en sus imágenes por delante de su exposición narrativa, no es penalizable que haya un cuidado formal destacable, en la película hay infinidad de cuidadosos encuadres escénicos ciertamente elaborados, algo que en teoría no tendría como he dicho que ser negativo si no fuera por esa cierta reincidencia a la hora de recurrir a ello como condición sine qua non en primeros trabajos cinematográficos.
 A Fish Out of Water transita a través del drama cotidiano y familiar, el de la asimilación de los pequeños detalles que nos son mostrados poco a poco, de hecho la película es en extremo veraz y realista en lo concerniente a sus supuestos postulados, tal punto de partida no deja de ser una mera excusa a la hora de abordar cuestiones tales como la superación de obstáculos a modo de fábula doméstica, en la película todo el entramado argumental está muy sugerido, posiblemente demasiado, no se incide en un mensaje de tono críptico por fortuna pero la sensación de falta de profundidad, de quedarnos en la superficie de algo mucho más interior está latente en prácticamente todo el relato, un film que también peca como muchos otros primeros trabajos de anteponer un cierto preciosismo en sus imágenes por delante de su exposición narrativa, no es penalizable que haya un cuidado formal destacable, en la película hay infinidad de cuidadosos encuadres escénicos ciertamente elaborados, algo que en teoría no tendría como he dicho que ser negativo si no fuera por esa cierta reincidencia a la hora de recurrir a ello como condición sine qua non en primeros trabajos cinematográficos.
 sentido de pertenencia a dicho lugar de adopción, dicha reflexión o detonante surge a raíz del momento en que aparece en la trama un elemento que deviene distorsionador en la acomodada vida de nuestro personaje principal, un padre al que apenas conoce que hará que el protagonista que hasta ese momento disfrutaba de esa confortable posición social se plantee varias disquisiciones sobre cuál es su papel en una sociedad adoptiva que por momentos consideraba como propia. En Beyond Words hay un conflicto muy evidente entre imágenes y discurso, ciertamente la notable estética visual del film (magnífico trabajo en la fotografía a cargo de Lennert Hillege) es exquisito en lo referente a sus formas, este dispositivo formal por momentos llega a marcar distancia en lo referente al mensaje o más bien a las varias reflexiones que lanza al aire Urszula Antoniak en lo relativo a la disquisición de cuales son la auténticas raíces del inmigrante, sin embargo en el film hay una innegable abstracción en lo referente a esas visualizaciones que llegan a colindar con la ensoñación subjetiva y que de alguna manera impide la cercanía a unos personajes en clara crisis identitaria, una verdadera lástima pues las bases de la que parte Beyond Words aparte de interesantes son de plena actualidad y pedían un soporte formal que no se limitará solo a una estética que deriva al final tristemente en estática con respecto a lo que es su argumentación.
 sentido de pertenencia a dicho lugar de adopción, dicha reflexión o detonante surge a raíz del momento en que aparece en la trama un elemento que deviene distorsionador en la acomodada vida de nuestro personaje principal, un padre al que apenas conoce que hará que el protagonista que hasta ese momento disfrutaba de esa confortable posición social se plantee varias disquisiciones sobre cuál es su papel en una sociedad adoptiva que por momentos consideraba como propia. En Beyond Words hay un conflicto muy evidente entre imágenes y discurso, ciertamente la notable estética visual del film (magnífico trabajo en la fotografía a cargo de Lennert Hillege) es exquisito en lo referente a sus formas, este dispositivo formal por momentos llega a marcar distancia en lo referente al mensaje o más bien a las varias reflexiones que lanza al aire Urszula Antoniak en lo relativo a la disquisición de cuales son la auténticas raíces del inmigrante, sin embargo en el film hay una innegable abstracción en lo referente a esas visualizaciones que llegan a colindar con la ensoñación subjetiva y que de alguna manera impide la cercanía a unos personajes en clara crisis identitaria, una verdadera lástima pues las bases de la que parte Beyond Words aparte de interesantes son de plena actualidad y pedían un soporte formal que no se limitará solo a una estética que deriva al final tristemente en estática con respecto a lo que es su argumentación.
 de finales del siglo XVI. La peste atesora un diseño de producción ciertamente excelente que hace que estemos ante un producto perfectamente exportable de cara al exterior, algo en verdad muy importante y que de alguna manera no dejaba de ser un déficit bastante evidente habido en el medio patrio durante muchos años. Disquisiciones de producción en la trastienda La peste pese a su lujoso envoltorio tiene una estructura narrativa que puede resultar ser algo reincidente en lo referente a su premisa y posterior tesis, como lastre complementario se incide (no es la primera vez) en una pésima vocalización de muchos de los actores que vemos en la serie, algo que hace difícil el seguimiento, al menos en una pantalla de cine si no se dispone de los subtítulos correspondientes. Inconvenientes técnicos a parte la serie tiene la virtud de alejarse de series históricas españolas de naturaleza y veracidad muy artificiosas, Alberto Rodríguez quien parece claro que ha tenido libertad creativa logra acaparar un cierto interés en lo referente a subtramas y como aplica en ellas ciertos paralelismos, las cloacas del poder devienen como clave en una historia en donde curiosamente vemos ingente cantidad de ratas, actuaciones de gobernantes cuyos comportamientos equivalen por momentos a los de los roedores. Con referencia a dichos paralelismos en La peste también somos testigos de un reflejo nada complaciente de nuestros propios días en lo referente al juego y roles de poderes de las altas esferas, una esforzada y por momentos conseguida visión histórica la ofrecida que nos demuestra que pese a la diferencia temporal  la situación no parece haber cambiado mucho.
 de finales del siglo XVI. La peste atesora un diseño de producción ciertamente excelente que hace que estemos ante un producto perfectamente exportable de cara al exterior, algo en verdad muy importante y que de alguna manera no dejaba de ser un déficit bastante evidente habido en el medio patrio durante muchos años. Disquisiciones de producción en la trastienda La peste pese a su lujoso envoltorio tiene una estructura narrativa que puede resultar ser algo reincidente en lo referente a su premisa y posterior tesis, como lastre complementario se incide (no es la primera vez) en una pésima vocalización de muchos de los actores que vemos en la serie, algo que hace difícil el seguimiento, al menos en una pantalla de cine si no se dispone de los subtítulos correspondientes. Inconvenientes técnicos a parte la serie tiene la virtud de alejarse de series históricas españolas de naturaleza y veracidad muy artificiosas, Alberto Rodríguez quien parece claro que ha tenido libertad creativa logra acaparar un cierto interés en lo referente a subtramas y como aplica en ellas ciertos paralelismos, las cloacas del poder devienen como clave en una historia en donde curiosamente vemos ingente cantidad de ratas, actuaciones de gobernantes cuyos comportamientos equivalen por momentos a los de los roedores. Con referencia a dichos paralelismos en La peste también somos testigos de un reflejo nada complaciente de nuestros propios días en lo referente al juego y roles de poderes de las altas esferas, una esforzada y por momentos conseguida visión histórica la ofrecida que nos demuestra que pese a la diferencia temporal  la situación no parece haber cambiado mucho.
 A medio camino entre el ejercicio nostálgico y el discurso social Guediguian nos retrata el reencuentro e intento de reconciliación de tres hermanos en un escenario plenamente reconocible, un trazo cotidiano el que se nos ofrece que da pasó al habitual discurso en donde el drama familiar adquiere reminiscencias sobre antiguas heridas afectivas que no parecen estar completamente cerradas, a partir de ahí una narración en donde impera mucho el silencio en lo concerniente a unos diálogos mezclados hábilmente con momentos de tragedias y confrontaciones del pasado y del presente visualizado a través de material de archivo a modo de vídeos caseros familiares. La Villa nos habla básicamente de cómo afrontar el ayer y el hoy, esa ambivalencia temporal vista desde un prisma familiar e íntimo que nos es presentado a modo de una mirada autoral de cierto beneplácito, estas virtudes por momentos parecen dar paso también a una morosidad de una narrativa excesivamente transitada con anterioridad por parte del director, en este aspecto esa supuesta elegancia encorsetada queda algo en evidencia al intentar armar una historia en donde el conflicto generacional y social en la parte final de la película no terminan de adecuarse con la habilidad que antaño Guediguian si parecía dominar con un mejor tacto. Por fortuna en el cine del autor francés siempre encontraremos varios resquicios para la discusión ideológica, política y social rica en matices, una retórica que por fortuna a lo largo de los años ha sabido mantenerse alejada del mensaje populista.
 A medio camino entre el ejercicio nostálgico y el discurso social Guediguian nos retrata el reencuentro e intento de reconciliación de tres hermanos en un escenario plenamente reconocible, un trazo cotidiano el que se nos ofrece que da pasó al habitual discurso en donde el drama familiar adquiere reminiscencias sobre antiguas heridas afectivas que no parecen estar completamente cerradas, a partir de ahí una narración en donde impera mucho el silencio en lo concerniente a unos diálogos mezclados hábilmente con momentos de tragedias y confrontaciones del pasado y del presente visualizado a través de material de archivo a modo de vídeos caseros familiares. La Villa nos habla básicamente de cómo afrontar el ayer y el hoy, esa ambivalencia temporal vista desde un prisma familiar e íntimo que nos es presentado a modo de una mirada autoral de cierto beneplácito, estas virtudes por momentos parecen dar paso también a una morosidad de una narrativa excesivamente transitada con anterioridad por parte del director, en este aspecto esa supuesta elegancia encorsetada queda algo en evidencia al intentar armar una historia en donde el conflicto generacional y social en la parte final de la película no terminan de adecuarse con la habilidad que antaño Guediguian si parecía dominar con un mejor tacto. Por fortuna en el cine del autor francés siempre encontraremos varios resquicios para la discusión ideológica, política y social rica en matices, una retórica que por fortuna a lo largo de los años ha sabido mantenerse alejada del mensaje populista.
 Todo esto viene a colación en lo relativo a la desnaturalización de la percepción de según qué películas, en este aspecto el significado de Annabelle: Creation es ciertamente cristalino y no ofrece dobles interpretaciones, su papel en el engranaje de una franquicia de éxito económico está bien claro, todo se reduce a seguir unos esquemas temáticos, un estilo identificativo que beba de su predecesora y conceptuarlos como un apéndice más, si se es ambicioso se puede incluso expandir dicho ideario a otras parcelas. Lo bueno de Annabelle: Creation es que no engaña a nadie en lo referente a su cometido, David F. Sandberg lo hace con solvencia y cierto estilo artesanal, hay soluciones visuales que aunque manidas resultan dignas, también hay un intento loable en lo referente a su escenario, aquí se sustituye la clásica mansión por una destartalada granja situada en mitad del campo reconvertida en orfanato para niñas y adolescentes y que nos remite al gótico sureño, todos estos recursos son parte de ese engranaje genérico que hemos visto ya en innumerables ocasiones, en Annabelle: Creation no hay lugar a la sorpresa y si la previsibilidad, tampoco es intención de los responsables apartarse de dicha resolución, algo que en cierta manera nos puede llevar al planteamiento de una supuesta honestidad a la hora de ofrecer un producto por mucho que este camine inescrutablemente por senderos ya de por sí bastantes trillados.
 Todo esto viene a colación en lo relativo a la desnaturalización de la percepción de según qué películas, en este aspecto el significado de Annabelle: Creation es ciertamente cristalino y no ofrece dobles interpretaciones, su papel en el engranaje de una franquicia de éxito económico está bien claro, todo se reduce a seguir unos esquemas temáticos, un estilo identificativo que beba de su predecesora y conceptuarlos como un apéndice más, si se es ambicioso se puede incluso expandir dicho ideario a otras parcelas. Lo bueno de Annabelle: Creation es que no engaña a nadie en lo referente a su cometido, David F. Sandberg lo hace con solvencia y cierto estilo artesanal, hay soluciones visuales que aunque manidas resultan dignas, también hay un intento loable en lo referente a su escenario, aquí se sustituye la clásica mansión por una destartalada granja situada en mitad del campo reconvertida en orfanato para niñas y adolescentes y que nos remite al gótico sureño, todos estos recursos son parte de ese engranaje genérico que hemos visto ya en innumerables ocasiones, en Annabelle: Creation no hay lugar a la sorpresa y si la previsibilidad, tampoco es intención de los responsables apartarse de dicha resolución, algo que en cierta manera nos puede llevar al planteamiento de una supuesta honestidad a la hora de ofrecer un producto por mucho que este camine inescrutablemente por senderos ya de por sí bastantes trillados.
 Todo el cine perpetrado por Yorgos Lanthimos es de una crueldad inexorable, extremadamente doliente y traumática en lo emocional, pocas películas como por ejemplo Canino nos explicaban algo tan atroz desde un punto de vista tan marciano e irónico, en The Killing of a Sacred Deer hay poco lugar a ese supuesto cinismo, o al menos hay que escarbar lo suyo para poder encontrarlo, Yorgos Lanthimos nos ofrece un relato quirúrgico y aséptico en lo referente sus formas, en este sentido hay un homenaje kubrickiano presente en todo momento en el film, la intención sigue siendo la misma que en anteriores trabajos del director griego, la de incomodar al subconsciente a través de una descontextualización de lo real, se nos traslada a un imaginario ciertamente perturbador, lo que empieza como una cotidianidad en base a la banalidad de diálogos y situaciones varias va transformándose poco a poco en algo anómalo que en un principio nos causa desconcierto para ir pasando inexorablemente al horror. La película más cuidada formalmente hasta la fecha por parte de Lanthimos evidencia sin embargo de una reiteración a nivel narrativo muy notoria especialmente en su tramo final, un pequeño lastre que no empañan la que es posiblemente la película más perturbadora de este año, The Killing of a Sacred Deer logra con inusitada precisión sumergirnos en una pesadilla de perfecta caligrafía geométrica en lo referente a unas imágenes que nos derivan a diversas alegorías ciertamente desoladoras de nuestro propio presente en el mundo que nos toca vivir.
Todo el cine perpetrado por Yorgos Lanthimos es de una crueldad inexorable, extremadamente doliente y traumática en lo emocional, pocas películas como por ejemplo Canino nos explicaban algo tan atroz desde un punto de vista tan marciano e irónico, en The Killing of a Sacred Deer hay poco lugar a ese supuesto cinismo, o al menos hay que escarbar lo suyo para poder encontrarlo, Yorgos Lanthimos nos ofrece un relato quirúrgico y aséptico en lo referente sus formas, en este sentido hay un homenaje kubrickiano presente en todo momento en el film, la intención sigue siendo la misma que en anteriores trabajos del director griego, la de incomodar al subconsciente a través de una descontextualización de lo real, se nos traslada a un imaginario ciertamente perturbador, lo que empieza como una cotidianidad en base a la banalidad de diálogos y situaciones varias va transformándose poco a poco en algo anómalo que en un principio nos causa desconcierto para ir pasando inexorablemente al horror. La película más cuidada formalmente hasta la fecha por parte de Lanthimos evidencia sin embargo de una reiteración a nivel narrativo muy notoria especialmente en su tramo final, un pequeño lastre que no empañan la que es posiblemente la película más perturbadora de este año, The Killing of a Sacred Deer logra con inusitada precisión sumergirnos en una pesadilla de perfecta caligrafía geométrica en lo referente a unas imágenes que nos derivan a diversas alegorías ciertamente desoladoras de nuestro propio presente en el mundo que nos toca vivir.
 King Cohen: The Wild World of Filmmaker Larry Cohen es un documental de manual, sigue unas directrices concretas y las ejecuta a la perfección, el director Steve Mitchell nos sitúa desde el comienzo de la vida de Cohen, escuchamos historias sobre la infancia en la ciudad de Nueva York, y cómo sus experiencias creciendo en ese lugar fueron definiéndolo como artista, especialmente en su trabajos cinematográficos, Cohen también habló sobre cómo vendió su primer guión a la temprana edad de 17 años y como comenzó a trabajar consistentemente en el mundo de la televisión como guionista, experiencia que le fue creando una frustración por no tener el control creativo de sus propios trabajos, algo que llevó a Cohen a comenzar a hacer películas por sí mismo, a partir de ese momento se disecciona un personaje fundamental en el desarrollo de la serie B de los años 70 y 80 en Estados Unidos, un documental que se vertebra a la perfección por un lado con la confesión en primera persona del propio Cohen, por otro con los testimonios de gente como Joe Dante, Mick Garris, John Landis, J.J. Abrams, Eric Roberts, Fred Williamson o Martin Scorsese entre otros muchos, en este apartado el catálogo de anécdotas y material audiovisual es abundante, tanto como la rica perspectiva que se da a la trayectoria. King Cohen: The Wild World of Filmmaker Larry Cohen es un trabajo de obligada visión para el cinéfilo que atesora pedigrí genérico, un ceñido homenaje a un autor de dedicación y espíritu creativo ciertamente inquebrantable.
King Cohen: The Wild World of Filmmaker Larry Cohen es un documental de manual, sigue unas directrices concretas y las ejecuta a la perfección, el director Steve Mitchell nos sitúa desde el comienzo de la vida de Cohen, escuchamos historias sobre la infancia en la ciudad de Nueva York, y cómo sus experiencias creciendo en ese lugar fueron definiéndolo como artista, especialmente en su trabajos cinematográficos, Cohen también habló sobre cómo vendió su primer guión a la temprana edad de 17 años y como comenzó a trabajar consistentemente en el mundo de la televisión como guionista, experiencia que le fue creando una frustración por no tener el control creativo de sus propios trabajos, algo que llevó a Cohen a comenzar a hacer películas por sí mismo, a partir de ese momento se disecciona un personaje fundamental en el desarrollo de la serie B de los años 70 y 80 en Estados Unidos, un documental que se vertebra a la perfección por un lado con la confesión en primera persona del propio Cohen, por otro con los testimonios de gente como Joe Dante, Mick Garris, John Landis, J.J. Abrams, Eric Roberts, Fred Williamson o Martin Scorsese entre otros muchos, en este apartado el catálogo de anécdotas y material audiovisual es abundante, tanto como la rica perspectiva que se da a la trayectoria. King Cohen: The Wild World of Filmmaker Larry Cohen es un trabajo de obligada visión para el cinéfilo que atesora pedigrí genérico, un ceñido homenaje a un autor de dedicación y espíritu creativo ciertamente inquebrantable.
 que deriva en claustrofóbico, a partir de ahí Almeida amparándose en inequívocos códigos genéricos nos ofrece una lectura social nada complaciente acerca de personalidades varias. O Animal Cordial (no se me ocurre mejor título a la película) con una factura escénica de clara base teatral bascula a través del terror interior que alberga cada persona, aquí el detonante, la excusa genérica, es una violenta situación límite, un atraco, algo que servirá de detonante para que cada uno de los personajes atrapados muy a su pesar suyo en el restaurante y cada uno a su manera saquen a relucir esa personalidad oculta en un principio cordial pero que siempre ha sido animal y que ha estado anulada hasta ese momento ya sea por imposición social o por simple naturaleza sumisa, es ciertamente interesante ver como Gabriela Amaral Almeida reconstruye  anatomías y roles de poder desarrollarlos a través de comportamiento primitivos según avanza la trama. O Animal Cordial fue una de las joyas ocultas que este año se pudieron ver en la sección Noves Visions, ese cine de género que a través de la ambivalencia cognitiva que va mucho más allá de una simple lectura.
 que deriva en claustrofóbico, a partir de ahí Almeida amparándose en inequívocos códigos genéricos nos ofrece una lectura social nada complaciente acerca de personalidades varias. O Animal Cordial (no se me ocurre mejor título a la película) con una factura escénica de clara base teatral bascula a través del terror interior que alberga cada persona, aquí el detonante, la excusa genérica, es una violenta situación límite, un atraco, algo que servirá de detonante para que cada uno de los personajes atrapados muy a su pesar suyo en el restaurante y cada uno a su manera saquen a relucir esa personalidad oculta en un principio cordial pero que siempre ha sido animal y que ha estado anulada hasta ese momento ya sea por imposición social o por simple naturaleza sumisa, es ciertamente interesante ver como Gabriela Amaral Almeida reconstruye  anatomías y roles de poder desarrollarlos a través de comportamiento primitivos según avanza la trama. O Animal Cordial fue una de las joyas ocultas que este año se pudieron ver en la sección Noves Visions, ese cine de género que a través de la ambivalencia cognitiva que va mucho más allá de una simple lectura.
 A diferencia de los dos extraordinarios ejemplos citados más arriba Mom and Dad funciona solo a modo de gamberrada sin ir mucho más allá de lo que es su propio enunciado, una disparatada comedia a golpe de frenética y convulsa cámara en mano y montaje de formas epilépticas que nos remite mucho a la saga Crank, el principal problema de la película es que hay un momento en que duda en seguir ofreciendo un disfrute sin complejos o hilvanar una suerte de crítica social cínica y mordaz del concepto  de la familia tradicional norteamericana. Por suerte para el espectador Brian Taylor es consciente de sus propias limitaciones a la hora de salirse de unas coordenadas concretas y aborta el discurso abruptamente en el tramo final para algarabía de quienes esperan de ella un mero pasatiempo sin ningún tipo de ínfulas acerca de una posible reflexión en lo concerniente a la pérdida de identidad por parte del entramado parental.
A diferencia de los dos extraordinarios ejemplos citados más arriba Mom and Dad funciona solo a modo de gamberrada sin ir mucho más allá de lo que es su propio enunciado, una disparatada comedia a golpe de frenética y convulsa cámara en mano y montaje de formas epilépticas que nos remite mucho a la saga Crank, el principal problema de la película es que hay un momento en que duda en seguir ofreciendo un disfrute sin complejos o hilvanar una suerte de crítica social cínica y mordaz del concepto  de la familia tradicional norteamericana. Por suerte para el espectador Brian Taylor es consciente de sus propias limitaciones a la hora de salirse de unas coordenadas concretas y aborta el discurso abruptamente en el tramo final para algarabía de quienes esperan de ella un mero pasatiempo sin ningún tipo de ínfulas acerca de una posible reflexión en lo concerniente a la pérdida de identidad por parte del entramado parental.
 o haciéndolo en muy pocas ocasiones, de hecho podríamos sugerir que la película transita casi exclusivamente a través de los estados de ánimos de los protagonistas, esa sensación de estar rodeado continuamente de zombies se puede extrapolar a un nivel estructural, la elipsis y el fuera de campo están omnipresentes en todo momento, en este aspecto la alegoría en el film es muy evidente, de hecho la película es una gran metáfora como tal, hasta los mismos zombies nos son presentados como víctimas de la situación, no dejan de ser los restos de lo que un día fue la memoria de la humanidad, ese magnífico detalle de como estos apilan objetos como ultima conexión de lo que fueron nos remiten directamente al maestro, a diferencia de sonrojantes series de televisión que por algún que otro motivo se vanaglorian de la referencia Les affamés tiene la gran virtud de no caer en la obviedad en basa a su sutileza y sus formas, a su manera algo poética es de los pocos ejemplos que mira con respeto y cierta solvencia al cine de George A Romero, algo que visto por donde transitan la gran mayoría de sus congéneres es realmente digno de elogio.
 o haciéndolo en muy pocas ocasiones, de hecho podríamos sugerir que la película transita casi exclusivamente a través de los estados de ánimos de los protagonistas, esa sensación de estar rodeado continuamente de zombies se puede extrapolar a un nivel estructural, la elipsis y el fuera de campo están omnipresentes en todo momento, en este aspecto la alegoría en el film es muy evidente, de hecho la película es una gran metáfora como tal, hasta los mismos zombies nos son presentados como víctimas de la situación, no dejan de ser los restos de lo que un día fue la memoria de la humanidad, ese magnífico detalle de como estos apilan objetos como ultima conexión de lo que fueron nos remiten directamente al maestro, a diferencia de sonrojantes series de televisión que por algún que otro motivo se vanaglorian de la referencia Les affamés tiene la gran virtud de no caer en la obviedad en basa a su sutileza y sus formas, a su manera algo poética es de los pocos ejemplos que mira con respeto y cierta solvencia al cine de George A Romero, algo que visto por donde transitan la gran mayoría de sus congéneres es realmente digno de elogio.
 Todo esto viene a colación por la importancia del escenario nostálgico en la historia que nos cuenta Soldaţii, adaptación de la novela homónima de Adrian Șchiop, una historia de amor, tan atípica y en parte sucia como lo es dicho escenario.
 Todo esto viene a colación por la importancia del escenario nostálgico en la historia que nos cuenta Soldaţii, adaptación de la novela homónima de Adrian Șchiop, una historia de amor, tan atípica y en parte sucia como lo es dicho escenario.
 En Happy End el objetivo vuelve a ser la clase burguesa, la adinerada familia que no es diseccionada en la película a partir de una mirada en cierta manera neutra es en verdad problemática, no solo en lo concerniente al exterior sino especialmente de puertas adentro, Michael Haneke vuelve a insistirnos en que algo no funciona correctamente en el núcleo, un discurso que transita básicamente en lo relativo a la podredumbre moral, el problema viene dado en que el matiz del discurso lo conocemos de sobras, algo que por momentos nos deriva al déjà vu, es como si de alguna manera en muchas de la situaciones que vemos en Happy End estemos un paso por delante de lo que va a ocurrir, estamos ante un trabajo que no deja de ser un reciclaje de ideas y conceptos muy reconocibles, Amour, Cache o Benny’s Video están muy presentes de una manera u otra, algo que por muy diluido que se nos presente no deja de ser una coherencia en lo concerniente a temarios de su filmografía, sobre todo cuando el cineasta se adentra en la farsa con ganas de apaciguar de alguna manera la situación a través de la ironía. Esa continuidad en las obsesiones siempre presentes en su obra no deja de representar un riesgo autoral que asume con cierto carácter, lástima que el resultado final se perciba como ambiguo o incompleto, como si de alguna manera lo que estamos presenciando fuera obra de un alumno aventajado y no del maestro.
En Happy End el objetivo vuelve a ser la clase burguesa, la adinerada familia que no es diseccionada en la película a partir de una mirada en cierta manera neutra es en verdad problemática, no solo en lo concerniente al exterior sino especialmente de puertas adentro, Michael Haneke vuelve a insistirnos en que algo no funciona correctamente en el núcleo, un discurso que transita básicamente en lo relativo a la podredumbre moral, el problema viene dado en que el matiz del discurso lo conocemos de sobras, algo que por momentos nos deriva al déjà vu, es como si de alguna manera en muchas de la situaciones que vemos en Happy End estemos un paso por delante de lo que va a ocurrir, estamos ante un trabajo que no deja de ser un reciclaje de ideas y conceptos muy reconocibles, Amour, Cache o Benny’s Video están muy presentes de una manera u otra, algo que por muy diluido que se nos presente no deja de ser una coherencia en lo concerniente a temarios de su filmografía, sobre todo cuando el cineasta se adentra en la farsa con ganas de apaciguar de alguna manera la situación a través de la ironía. Esa continuidad en las obsesiones siempre presentes en su obra no deja de representar un riesgo autoral que asume con cierto carácter, lástima que el resultado final se perciba como ambiguo o incompleto, como si de alguna manera lo que estamos presenciando fuera obra de un alumno aventajado y no del maestro.
 libremente en el relato L’homme semence de Violette Ailhaud teoriza a través de sus cuidadas imágenes en una situación que podríamos perfectamente denominar casi de utópica, el empoderamiento de un núcleo femenino que ha de afrontar la intrusión de una aparición masculina en su entorno, una aldea compuestas exclusivamente por mujeres desamparadas y desprovistas en lo afectivo que nos puede remitir en un primer momento al The Beguiled de Don Siegel y Sofia Coppola pero a diferencia de la novela de Thomas Cullinan Marine Francen opta por ofrecernos una versión que se aparta de lo violento y lujurioso para ampararse en una visión mucho más poética de dicho conflicto, en este apartado la puesta en escena juega un papel muy importante a la hora de utilizar artificios formales tales como con las sombras y la iluminación que otorgan un empaque visual ciertamente meritorio a esa quietud escénica antes comentada. Le semeur con sus obvias referencias pictóricas y esa evidente pulcritud y cuidado formal expuesto en formato 4.3 adolece de una trascendencia en lo referente a su historia, hay cierta tendencia a apostar por lo académico, un deleite estético ciertamente premeditado que juega en ocasiones contra de una narrativa más acentuada que esperemos que Marine Francen sepa adecuar en su próximo trabajo.
 libremente en el relato L’homme semence de Violette Ailhaud teoriza a través de sus cuidadas imágenes en una situación que podríamos perfectamente denominar casi de utópica, el empoderamiento de un núcleo femenino que ha de afrontar la intrusión de una aparición masculina en su entorno, una aldea compuestas exclusivamente por mujeres desamparadas y desprovistas en lo afectivo que nos puede remitir en un primer momento al The Beguiled de Don Siegel y Sofia Coppola pero a diferencia de la novela de Thomas Cullinan Marine Francen opta por ofrecernos una versión que se aparta de lo violento y lujurioso para ampararse en una visión mucho más poética de dicho conflicto, en este apartado la puesta en escena juega un papel muy importante a la hora de utilizar artificios formales tales como con las sombras y la iluminación que otorgan un empaque visual ciertamente meritorio a esa quietud escénica antes comentada. Le semeur con sus obvias referencias pictóricas y esa evidente pulcritud y cuidado formal expuesto en formato 4.3 adolece de una trascendencia en lo referente a su historia, hay cierta tendencia a apostar por lo académico, un deleite estético ciertamente premeditado que juega en ocasiones contra de una narrativa más acentuada que esperemos que Marine Francen sepa adecuar en su próximo trabajo.
 Nunca he sido muy partidario del cine perpetrado por Darren Aronofsky, reconozco las virtudes de una muy estimulante opera prima como es Pi, fe en el caos o algunos trabajos posteriores como Black Swan, pero es en Mother! donde posiblemente  Aronofsky logre la que considero su mejor película. Simplificar la trama de Mother! a través de una solo vía narrativa es totalmente inútil, podemos aseverar eso sí que estamos ante una gran alegoría metafísica  sobre la Biblia y sus conceptos canónicos como mitos, creación, devoción, egoísmo etc, también podría servir a modo de metáfora sobre el descontrol en que esta sumido el mundo contemporáneo, no creo que este sea el lugar idóneo para discernir significados que de alguna manera están en la percepción de cada uno, lo que realmente me parece fascinante de Mother! no es el mensaje sino el trayecto pues estamos ante una película de las que sacude tanto en lo emocional que termina derivando en físico a través de una contundencia de clara naturaleza kamikaze, evidentemente una apuesta tan arriesgadamente  inmersiva conlleva una narrativa caótica, hay momentos en que situaciones y diálogos rozan el disparate, en cierta manera es un peaje muy lógico, Mother! es ante todo un apabullante ejercicio de puras formas cinematográficas, en donde el estilo visual, la historia y su concepto simbólico están al servicio de la trasgresión convirtiéndose en una de esas agresivas fabulas que hacen falta de vez en cuando en el actual panorama cinematográfico.
Nunca he sido muy partidario del cine perpetrado por Darren Aronofsky, reconozco las virtudes de una muy estimulante opera prima como es Pi, fe en el caos o algunos trabajos posteriores como Black Swan, pero es en Mother! donde posiblemente  Aronofsky logre la que considero su mejor película. Simplificar la trama de Mother! a través de una solo vía narrativa es totalmente inútil, podemos aseverar eso sí que estamos ante una gran alegoría metafísica  sobre la Biblia y sus conceptos canónicos como mitos, creación, devoción, egoísmo etc, también podría servir a modo de metáfora sobre el descontrol en que esta sumido el mundo contemporáneo, no creo que este sea el lugar idóneo para discernir significados que de alguna manera están en la percepción de cada uno, lo que realmente me parece fascinante de Mother! no es el mensaje sino el trayecto pues estamos ante una película de las que sacude tanto en lo emocional que termina derivando en físico a través de una contundencia de clara naturaleza kamikaze, evidentemente una apuesta tan arriesgadamente  inmersiva conlleva una narrativa caótica, hay momentos en que situaciones y diálogos rozan el disparate, en cierta manera es un peaje muy lógico, Mother! es ante todo un apabullante ejercicio de puras formas cinematográficas, en donde el estilo visual, la historia y su concepto simbólico están al servicio de la trasgresión convirtiéndose en una de esas agresivas fabulas que hacen falta de vez en cuando en el actual panorama cinematográfico.
 Le parc nunca me cansaré de recomendar nos propone otra apuesta de características extremas, en esta ocasión de claro tono contemplativo y estructura totalmente minimalista, The Night I Swam es de esas películas en donde cualquier pequeño detalle por muy minio pueda parecernos en un principio tiene su importancia, evidentemente esa supuesta importancia se la tendremos que otorgar nosotros mismos, a la hora de enfrentarte a ella ha de existir una predisposición por parte del espectador, esta historia sin ningún tipo de dialogo oral transita a través de la espontaneidad de un niño de seis años, lo que empieza como una fuga ya mutando en la curiosidad y la preservación de un trayecto. La existencia de un producto de las características de The Night I Swam no deja de ser un triunfo en sí mismo en unos tiempos en donde cada vez menos la imagen es utilizada para articular un discurso, en este caso el trasformar un paisaje nevado en un imaginario infantil cálido, que nadie se deje llevar por el concepto de la simplicidad, la joya perpetrada por Kohei Igarashi y Damien Manivel es mucho más que su enunciado.
Le parc nunca me cansaré de recomendar nos propone otra apuesta de características extremas, en esta ocasión de claro tono contemplativo y estructura totalmente minimalista, The Night I Swam es de esas películas en donde cualquier pequeño detalle por muy minio pueda parecernos en un principio tiene su importancia, evidentemente esa supuesta importancia se la tendremos que otorgar nosotros mismos, a la hora de enfrentarte a ella ha de existir una predisposición por parte del espectador, esta historia sin ningún tipo de dialogo oral transita a través de la espontaneidad de un niño de seis años, lo que empieza como una fuga ya mutando en la curiosidad y la preservación de un trayecto. La existencia de un producto de las características de The Night I Swam no deja de ser un triunfo en sí mismo en unos tiempos en donde cada vez menos la imagen es utilizada para articular un discurso, en este caso el trasformar un paisaje nevado en un imaginario infantil cálido, que nadie se deje llevar por el concepto de la simplicidad, la joya perpetrada por Kohei Igarashi y Damien Manivel es mucho más que su enunciado.
 La llamada es un auténtico popurrí de géneros ciertamente luminosos que juega a ser políticamente incorrecta consiguiéndolo solo a medias, un relato de iniciación acerca de cómo querer afrontar la vida y que decisiones tomar, tampoco es intención de los responsables el profundizar en matices tan trascendentales, lo suyo es exponerlos de forma extremadamente liviana, cómplice, sin llegar a molestar a ninguna de las facciones de las expuestas, estas intenciones la película las cumple con inusitada solvencia, da lo que ofrece sin mucho más que disgregar, otra cuestión totalmente diferente seria detenernos de forma algo pulcra en los recursos cinematográficos utilizados de su traslación teatral, el déficit en este aspecto es muy evidente, hay varios pasajes que no pasan el corte mínimo de su traducción al lenguaje fílmico, algo que en cierta manera no deja de ser puramente anecdótico en un producto con la única misión de entretener a un público tan amable como predispuesto a dejarse seducir por la propuesta.
La llamada es un auténtico popurrí de géneros ciertamente luminosos que juega a ser políticamente incorrecta consiguiéndolo solo a medias, un relato de iniciación acerca de cómo querer afrontar la vida y que decisiones tomar, tampoco es intención de los responsables el profundizar en matices tan trascendentales, lo suyo es exponerlos de forma extremadamente liviana, cómplice, sin llegar a molestar a ninguna de las facciones de las expuestas, estas intenciones la película las cumple con inusitada solvencia, da lo que ofrece sin mucho más que disgregar, otra cuestión totalmente diferente seria detenernos de forma algo pulcra en los recursos cinematográficos utilizados de su traslación teatral, el déficit en este aspecto es muy evidente, hay varios pasajes que no pasan el corte mínimo de su traducción al lenguaje fílmico, algo que en cierta manera no deja de ser puramente anecdótico en un producto con la única misión de entretener a un público tan amable como predispuesto a dejarse seducir por la propuesta.
 de altura, una arrebatadora fabula con contornos de cuento de hadas romántica provista de múltiples y ricas referencias al fantástico de ayer como no podía ser de otra manera tratándose del autor en activo que posiblemente ha tratado el género con más honestidad y conocimiento en estas últimas décadas.
 de altura, una arrebatadora fabula con contornos de cuento de hadas romántica provista de múltiples y ricas referencias al fantástico de ayer como no podía ser de otra manera tratándose del autor en activo que posiblemente ha tratado el género con más honestidad y conocimiento en estas últimas décadas.


 Todo el cine realizado por Justin Benson y Aaron Moorhead hasta la fecha ha dado la sensación de querer abarcar mucho más de lo que realmente puede conceptuarlo, algo que ya era muy visible en sus anteriores Resolución y Spring, en The Endless esta percepción se incrementa y es incluso más notoria, evidentemente tal mixtura genérica y de conceptos varios terminan derivando en una leve irregularidad en lo relativo a su narrativa pero hay un intento por parte de sus autores ciertamente elogiable en querer ampararse solamente en la imagen y la palabra y no en el artificio más común a la hora de contarnos una historia fantástica, se sugiere más que se matiza, posiblemente la precariedad de la que parte tenga algo de culpa en todo esto pero no deja de ser meritorio la honestidad en proponer un discurso muy fiel y deudor a ciertas coordenadas del cine de género y como amparándose a través de todo ello ofrecernos una mirada muy personal. The Endless con todas las derivas que puede atesorar representa a la perfección el mejor y más honesto cine independiente de género que a día de hoy podemos ver dentro, aquel que no le tiembla el pulso a la hora de ofrecer un discurso y una mirada muy personal, la decisión de los propios directores de ser los protagonistas del film no es casual, más bien se trata de una declaración de intereses, un posicionamiento que en parte que demuestra lo irreductible de tan estimulante propuesta.
Todo el cine realizado por Justin Benson y Aaron Moorhead hasta la fecha ha dado la sensación de querer abarcar mucho más de lo que realmente puede conceptuarlo, algo que ya era muy visible en sus anteriores Resolución y Spring, en The Endless esta percepción se incrementa y es incluso más notoria, evidentemente tal mixtura genérica y de conceptos varios terminan derivando en una leve irregularidad en lo relativo a su narrativa pero hay un intento por parte de sus autores ciertamente elogiable en querer ampararse solamente en la imagen y la palabra y no en el artificio más común a la hora de contarnos una historia fantástica, se sugiere más que se matiza, posiblemente la precariedad de la que parte tenga algo de culpa en todo esto pero no deja de ser meritorio la honestidad en proponer un discurso muy fiel y deudor a ciertas coordenadas del cine de género y como amparándose a través de todo ello ofrecernos una mirada muy personal. The Endless con todas las derivas que puede atesorar representa a la perfección el mejor y más honesto cine independiente de género que a día de hoy podemos ver dentro, aquel que no le tiembla el pulso a la hora de ofrecer un discurso y una mirada muy personal, la decisión de los propios directores de ser los protagonistas del film no es casual, más bien se trata de una declaración de intereses, un posicionamiento que en parte que demuestra lo irreductible de tan estimulante propuesta.
 es no saber mucho de ella, esa falta de información nos permitirá ir en cierta manera a la par que la protagonista en su descendiente trayecto, posiblemente el apelativo que le venga mejor a esta sugerente película sea la de psicodrama, filmada en Super 16 con textura de color y grano que nos remite a los años 70 y extenuando por momentos los movimientos de cámara Most Beautiful Island tiene la virtud de exponer un terror social desde dos perspectivas y narrativas bien diferenciadas, una primera que linda casi con el documental a modo de survival urbano costumbrista ubicado en la gran manzana de Nueva York, y una segunda que abraza más decisivamente la ficción y por tanto el género como tal y que por momentos parece una versión abreviada del 13 Tzameti de Géla Babluani, la gran virtud que atesora el film es que tanto en una como en otra parcela cada una a su manera ambas logran una sensación de inquietud y asfixia bastante lograda. Bajo un tamiz de cierta sencillez Most Beautiful Island atesora varias capas de exposición en lo referente a  ese reverso oscuro del sueño americano que nos es presentado, Ana Asensio nos habla de una vulneración extrema por parte del desamparado social, primero interior y psicológica y luego una física de cara al exterior, también de la diferencia de clases y su indecencia, todo ello a través de una mirada introspectiva en una de las óperas primas más estimulantes que nos ha deparado el presente curso.
 es no saber mucho de ella, esa falta de información nos permitirá ir en cierta manera a la par que la protagonista en su descendiente trayecto, posiblemente el apelativo que le venga mejor a esta sugerente película sea la de psicodrama, filmada en Super 16 con textura de color y grano que nos remite a los años 70 y extenuando por momentos los movimientos de cámara Most Beautiful Island tiene la virtud de exponer un terror social desde dos perspectivas y narrativas bien diferenciadas, una primera que linda casi con el documental a modo de survival urbano costumbrista ubicado en la gran manzana de Nueva York, y una segunda que abraza más decisivamente la ficción y por tanto el género como tal y que por momentos parece una versión abreviada del 13 Tzameti de Géla Babluani, la gran virtud que atesora el film es que tanto en una como en otra parcela cada una a su manera ambas logran una sensación de inquietud y asfixia bastante lograda. Bajo un tamiz de cierta sencillez Most Beautiful Island atesora varias capas de exposición en lo referente a  ese reverso oscuro del sueño americano que nos es presentado, Ana Asensio nos habla de una vulneración extrema por parte del desamparado social, primero interior y psicológica y luego una física de cara al exterior, también de la diferencia de clases y su indecencia, todo ello a través de una mirada introspectiva en una de las óperas primas más estimulantes que nos ha deparado el presente curso.
 Purgatoryo es un fiel exponente de ese realismo sucio tan típico en dicha cinematografía, la película aunque anida a través de la picaresca de los personajes lo que se nos relata es ciertamente angustioso, asfixiante y bastante oscuro, de hecho la puesta en escena por parte de Cabrido deviene casi como teatral en base a ese propio hermetismo, prácticamente hay un solo escenario, la funeraria, en ella asistimos a una especie de ecosistema ciertamente toxico en donde diversos personajes dan rienda suelta a instintos que cada vez nos perecerán más degradantes. Purgatoryo no es una película agradable ni fácil de ver, tras esa fachada de comedia negra que poco a poco va derivando en trágica vislumbramos un desarrollo ciertamente sucio y poco complaciente, en donde la miserabilidad de situaciones y actos diversos se vuelven cada vez más perturbadores, un relato que por muchas pretéritas historias que la circunvalan esta en todo momento en contacto con la muerte, un halo mortuorio del que es imposible desprenderse  durante todo su metraje, sensación acrecentada con la fundada idea de que la mayoría de cadáveres que vemos en el film sean muy probablemente reales. A parte de lo arriesgado y en parte original de una propuesta nada condescendiente como es Purgatoryo en ella hay un trabajo formal en lo relativo a su apartado técnico muy a destacar, nada mejor que esos largos planos secuencia para certificar a través de lo contemplativo el tránsito y estancia de unos personajes dentro de un auténtico purgatorio.
Purgatoryo es un fiel exponente de ese realismo sucio tan típico en dicha cinematografía, la película aunque anida a través de la picaresca de los personajes lo que se nos relata es ciertamente angustioso, asfixiante y bastante oscuro, de hecho la puesta en escena por parte de Cabrido deviene casi como teatral en base a ese propio hermetismo, prácticamente hay un solo escenario, la funeraria, en ella asistimos a una especie de ecosistema ciertamente toxico en donde diversos personajes dan rienda suelta a instintos que cada vez nos perecerán más degradantes. Purgatoryo no es una película agradable ni fácil de ver, tras esa fachada de comedia negra que poco a poco va derivando en trágica vislumbramos un desarrollo ciertamente sucio y poco complaciente, en donde la miserabilidad de situaciones y actos diversos se vuelven cada vez más perturbadores, un relato que por muchas pretéritas historias que la circunvalan esta en todo momento en contacto con la muerte, un halo mortuorio del que es imposible desprenderse  durante todo su metraje, sensación acrecentada con la fundada idea de que la mayoría de cadáveres que vemos en el film sean muy probablemente reales. A parte de lo arriesgado y en parte original de una propuesta nada condescendiente como es Purgatoryo en ella hay un trabajo formal en lo relativo a su apartado técnico muy a destacar, nada mejor que esos largos planos secuencia para certificar a través de lo contemplativo el tránsito y estancia de unos personajes dentro de un auténtico purgatorio.
 Curiosamente el cine surcoreano ha tratado de forma bastante habitual parte de esa violencia como un concepto cotidiano más bastante inherente en el interior de dicha sociedad, raro es por ejemplo que en un film policíaco proveniente de dicha cinematografía no veamos como un superior reprende a un subalterno ya no verbalmente sino físicamente como algo que en cierta manera se considera normal, afortunadamente The Seeds of Violence nos propone un discurso de dicho origen desde una perspectiva diferente y más real, en la película nunca vemos el estallido y si lo que ocasiona el germen, alejada de esos artificios que suelen ser bastante habituales de ver en dicha cinematografía. En la película somos testigos de cómo el protagonista Jooyong va incubando dicha semilla a raíz de diversas situaciones que le resulta muy complicado de manejar, ya no solo en lo referente al estamento militar del que forma parte sino también en el familiar al percibir los maltratos físicos que sufre su propia hermana por parte de su marido, en este aspecto es interesante comprobar cómo se nos muestra la omisión de terceros e incluso de las propias victimas en lo relativo a diversas situaciones. The Seeds of Violence pese a una narración y puesta en escena algo morosa y poco incisiva tiene al menos la virtud de exponer y reflexionar de forma solvente acerca del papel de la sociedad surcoreana como causante, víctima o simple testigo pasivo en dichos comportamientos.
 Curiosamente el cine surcoreano ha tratado de forma bastante habitual parte de esa violencia como un concepto cotidiano más bastante inherente en el interior de dicha sociedad, raro es por ejemplo que en un film policíaco proveniente de dicha cinematografía no veamos como un superior reprende a un subalterno ya no verbalmente sino físicamente como algo que en cierta manera se considera normal, afortunadamente The Seeds of Violence nos propone un discurso de dicho origen desde una perspectiva diferente y más real, en la película nunca vemos el estallido y si lo que ocasiona el germen, alejada de esos artificios que suelen ser bastante habituales de ver en dicha cinematografía. En la película somos testigos de cómo el protagonista Jooyong va incubando dicha semilla a raíz de diversas situaciones que le resulta muy complicado de manejar, ya no solo en lo referente al estamento militar del que forma parte sino también en el familiar al percibir los maltratos físicos que sufre su propia hermana por parte de su marido, en este aspecto es interesante comprobar cómo se nos muestra la omisión de terceros e incluso de las propias victimas en lo relativo a diversas situaciones. The Seeds of Violence pese a una narración y puesta en escena algo morosa y poco incisiva tiene al menos la virtud de exponer y reflexionar de forma solvente acerca del papel de la sociedad surcoreana como causante, víctima o simple testigo pasivo en dichos comportamientos.
 la película nos narra el encuentro de dos personajes en un principio totalmente antagónicos que sirven como base a una disección que se aparta de la simple rivalidad deportiva (expuesta de forma algo esquemática en el film y dejándose en el trayecto apartados ciertamente importantes) para ofrecernos un relato en torno al ambiente y las percepciones que rodea a unos personajes retratado de una forma excesivamente efectista por parte del danés Janus Metz. Hay un intento de trascendencia algo impostada en lo referente a unas imágenes que quieren separarse de la épica, entendible si aceptamos que estamos ante un retrato dual y por lo tanto imparcial, de hecho el enfrentamiento de la final de Wimbledon deviene como anticlimático en lo referente a la emoción deportiva. En este aspecto la dirección por parte de Janus Metz es ciertamente fluida en lo que respecta a un lenguaje cinematográfico que se sustenta básicamente en composiciones visuales ciertamente elaboradas logrando que los apartados de tensión estén bien dosificados en la trama argumental, el problema viene dado en que este tipo de retratos requieren de una empatía casi obligada por parte del espectador hacia unos personajes que es muy difícil de vislumbrar en la película, es en esa falta de emotividad por mucha trascendencia que se le quiera otorgar a la historia en donde somos plenamente conscientes de las evidentes carencias que atesora una películas de las características de Borg/McEnroe, un retrato que funciona más como simple encuentro o hecho histórico mostrado con cierta solvencia visual que como una profunda disección de personajes.
  la película nos narra el encuentro de dos personajes en un principio totalmente antagónicos que sirven como base a una disección que se aparta de la simple rivalidad deportiva (expuesta de forma algo esquemática en el film y dejándose en el trayecto apartados ciertamente importantes) para ofrecernos un relato en torno al ambiente y las percepciones que rodea a unos personajes retratado de una forma excesivamente efectista por parte del danés Janus Metz. Hay un intento de trascendencia algo impostada en lo referente a unas imágenes que quieren separarse de la épica, entendible si aceptamos que estamos ante un retrato dual y por lo tanto imparcial, de hecho el enfrentamiento de la final de Wimbledon deviene como anticlimático en lo referente a la emoción deportiva. En este aspecto la dirección por parte de Janus Metz es ciertamente fluida en lo que respecta a un lenguaje cinematográfico que se sustenta básicamente en composiciones visuales ciertamente elaboradas logrando que los apartados de tensión estén bien dosificados en la trama argumental, el problema viene dado en que este tipo de retratos requieren de una empatía casi obligada por parte del espectador hacia unos personajes que es muy difícil de vislumbrar en la película, es en esa falta de emotividad por mucha trascendencia que se le quiera otorgar a la historia en donde somos plenamente conscientes de las evidentes carencias que atesora una películas de las características de Borg/McEnroe, un retrato que funciona más como simple encuentro o hecho histórico mostrado con cierta solvencia visual que como una profunda disección de personajes.
 un principio distintas, un guion vertebrado en sendas historias en donde personajes y situaciones varias en un principio distantes y sin ninguna conexión entre ellas acabarán unidas en un final que no dejar ningún cabo suelto en lo referente a la comprensión de su argumento. Evidentemente ese final orquestado anteriormente a modo de puzle narrativo nos proporcionara toda la información que hemos ido buscando durante todo el trayecto anterior, sin embargo un servidor se preguntó al finalizar la proyección si realmente era necesario o justificado tal dispositivo narrativo para lo que al final se nos termina contando, cuestiones  como la infidelidad, el compromiso sentimental o la venganza quedan en un segundo plano, la sensación de que las formas anulan por completo el fondo queda de manifiesto de una forma palparía, hay un trasfondo ciertamente interesante en la ubicación de la historia, verano de Beijing de 2008), ese contexto de la China contemporánea marcada por la pujanza económica que marca claramente el desarrollo de sus personajes, lástima que solo sea un apunte muy esporádico, muy entrecomillado, al final el espectador se planteará si en verdad ha valido la pena llegar hasta el final del trayecto de un producto que atesora una exploración con demasiados tintes de superficialidad en su haber.
 un principio distintas, un guion vertebrado en sendas historias en donde personajes y situaciones varias en un principio distantes y sin ninguna conexión entre ellas acabarán unidas en un final que no dejar ningún cabo suelto en lo referente a la comprensión de su argumento. Evidentemente ese final orquestado anteriormente a modo de puzle narrativo nos proporcionara toda la información que hemos ido buscando durante todo el trayecto anterior, sin embargo un servidor se preguntó al finalizar la proyección si realmente era necesario o justificado tal dispositivo narrativo para lo que al final se nos termina contando, cuestiones  como la infidelidad, el compromiso sentimental o la venganza quedan en un segundo plano, la sensación de que las formas anulan por completo el fondo queda de manifiesto de una forma palparía, hay un trasfondo ciertamente interesante en la ubicación de la historia, verano de Beijing de 2008), ese contexto de la China contemporánea marcada por la pujanza económica que marca claramente el desarrollo de sus personajes, lástima que solo sea un apunte muy esporádico, muy entrecomillado, al final el espectador se planteará si en verdad ha valido la pena llegar hasta el final del trayecto de un producto que atesora una exploración con demasiados tintes de superficialidad en su haber.
 los precedentes de La invención de Hugo de Martin Scorsese y ese aroma de tono tan Spielberg que rezuma casi toda la obra de Selsznick podía dar a entender una cierta pérdida de personalidad autoral por parte de Todd Haynes. El resultado final en cuanto a intenciones y resultado es tan ambivalente como lo singular que resulta ser lo enfático de dicha propuesta.
los precedentes de La invención de Hugo de Martin Scorsese y ese aroma de tono tan Spielberg que rezuma casi toda la obra de Selsznick podía dar a entender una cierta pérdida de personalidad autoral por parte de Todd Haynes. El resultado final en cuanto a intenciones y resultado es tan ambivalente como lo singular que resulta ser lo enfático de dicha propuesta.
 su acogida fue una de las películas más vilipendiadas durante el certamen por parte de prensa y público, de manera muy justa visto el resultado final aunque quizás las formas de manifestar tal descredito convendría adecuarlas de forma algo más ecuánime.
su acogida fue una de las películas más vilipendiadas durante el certamen por parte de prensa y público, de manera muy justa visto el resultado final aunque quizás las formas de manifestar tal descredito convendría adecuarlas de forma algo más ecuánime.
 Morir transita de frente y sin apenas tapujos por una asfixia emocional sin ningún tipo de complacencia de cara al espectador, centrada en el personaje de Marta (esplendida Marian Álvarez), la historia nos cuenta la agonía sufrida en pareja del último trayecto vital por parte de uno de sus integrantes, historia circular de una abnegación en solitario que a través de sus imágenes sobrias y milimétricamente precisas Franco logra construir a partir de simbolismos cotidianos y en base a una amalgama de sentimientos contradictorios resultantes de dicha situación a través de una crónica intimista del que va a dejar de vivir pero sobre todo del acompañante, hay dos puntos de vista pero sobre quien bascula la práctica totalidad del relato es en el personaje de ella. Morir es un tipo de cine extremadamente directo que puede dar lugar a entender que todo lo que se nos cuenta transita en lo relativo a una cierta superficialidad en el tratado de una enfermedad y sus consecuencias, nada más lejos de la realidad, es la mirada del espectador la que tiene que evaluar en su justa medida un tipo de cine que huye de simbolismos manidos tales como el heroicidad o la superación, Fernando Franco se limita con inusual acierto a exponer por una descomposición vital por la que tarde o temprano todos tenemos que pasar de un modo u otro, en base a la exposición de ese doloroso trance transcurre una de las propuestas nacionales más validas vistas este año en el Zinemaldia.
Morir transita de frente y sin apenas tapujos por una asfixia emocional sin ningún tipo de complacencia de cara al espectador, centrada en el personaje de Marta (esplendida Marian Álvarez), la historia nos cuenta la agonía sufrida en pareja del último trayecto vital por parte de uno de sus integrantes, historia circular de una abnegación en solitario que a través de sus imágenes sobrias y milimétricamente precisas Franco logra construir a partir de simbolismos cotidianos y en base a una amalgama de sentimientos contradictorios resultantes de dicha situación a través de una crónica intimista del que va a dejar de vivir pero sobre todo del acompañante, hay dos puntos de vista pero sobre quien bascula la práctica totalidad del relato es en el personaje de ella. Morir es un tipo de cine extremadamente directo que puede dar lugar a entender que todo lo que se nos cuenta transita en lo relativo a una cierta superficialidad en el tratado de una enfermedad y sus consecuencias, nada más lejos de la realidad, es la mirada del espectador la que tiene que evaluar en su justa medida un tipo de cine que huye de simbolismos manidos tales como el heroicidad o la superación, Fernando Franco se limita con inusual acierto a exponer por una descomposición vital por la que tarde o temprano todos tenemos que pasar de un modo u otro, en base a la exposición de ese doloroso trance transcurre una de las propuestas nacionales más validas vistas este año en el Zinemaldia.
 la de ofrecer un producto de tono libre y arriesgado y de paso si es posible en cierta manera que se atreva a romper códigos narrativos en lo relativo a una valentía autoral que tendría que tendría que ser más habitual en primeros trabajos tras las cámaras. En un principio el enunciado y la visión superficial de la que parte Blue My Mind puede parecer algo manida, el cuerpo de una adolescente de 15 años como metáfora de cambio que deriva a inadaptación a un ámbito concreto, sin embargo la propuesta de Brühlmann va un paso más allá ofreciéndonos una feroz y sugerente parábola acerca del punto de inflexión que circunvala el teen angst.
 la de ofrecer un producto de tono libre y arriesgado y de paso si es posible en cierta manera que se atreva a romper códigos narrativos en lo relativo a una valentía autoral que tendría que tendría que ser más habitual en primeros trabajos tras las cámaras. En un principio el enunciado y la visión superficial de la que parte Blue My Mind puede parecer algo manida, el cuerpo de una adolescente de 15 años como metáfora de cambio que deriva a inadaptación a un ámbito concreto, sin embargo la propuesta de Brühlmann va un paso más allá ofreciéndonos una feroz y sugerente parábola acerca del punto de inflexión que circunvala el teen angst.
 el film parte de una premisa histórica situada en la Viena del siglo XVIII ciertamente interesante, la ceguera de la protagonista (extraordinaria interpretación a cargo de Maria Draguscomo, posiblemente lo mejor de la película) le otorga una valía artística que se pone en riesgo al ir recuperando la visión y perdiendo poco a poco la concentración y calidad interpretativa que atesoraba a raíz al parecer de dicha disfunción visual, podríamos decir que la película cuestiona la necesidad de elegir entre dos importantes y vitales conceptos por el que se rige el ser humano ¿arte o vida?, bajo esta premisa el núcleo dramático se diversifica en varias disquisiciones de la época en que transcurre la trama, hay varias cuestiones  ciertamente jugosas y hasta por momentos reflexivas, el papel de la ciencia dentro de este contexto histórico, el cruel juego de clases y normas sociales que definen dicha época o el arte como sustento de una parte de la burguesía, disquisiciones estas que sin embargo se quedan muy en la superficie, Barbara Albert es incapaz de analizar o profundizar en ellas de una manera convincente, la narrativa ciertamente plana del film se encamina hacia lo contemplativo pero desde una óptica algo equivocada, no hay rastros de ese conflicto latente entre la autenticidad interior y la falsedad que anida en el exterior de personajes y escenario, podemos percibir levemente eso si un intento de observación de todo lo que se deriva a través su incuestionable academicismo, lástima que ese lujoso diseño de producción y ambientación exquisita se decante más por la rigurosa estética en detrimento de una mirada algo más personal del relato.
 el film parte de una premisa histórica situada en la Viena del siglo XVIII ciertamente interesante, la ceguera de la protagonista (extraordinaria interpretación a cargo de Maria Draguscomo, posiblemente lo mejor de la película) le otorga una valía artística que se pone en riesgo al ir recuperando la visión y perdiendo poco a poco la concentración y calidad interpretativa que atesoraba a raíz al parecer de dicha disfunción visual, podríamos decir que la película cuestiona la necesidad de elegir entre dos importantes y vitales conceptos por el que se rige el ser humano ¿arte o vida?, bajo esta premisa el núcleo dramático se diversifica en varias disquisiciones de la época en que transcurre la trama, hay varias cuestiones  ciertamente jugosas y hasta por momentos reflexivas, el papel de la ciencia dentro de este contexto histórico, el cruel juego de clases y normas sociales que definen dicha época o el arte como sustento de una parte de la burguesía, disquisiciones estas que sin embargo se quedan muy en la superficie, Barbara Albert es incapaz de analizar o profundizar en ellas de una manera convincente, la narrativa ciertamente plana del film se encamina hacia lo contemplativo pero desde una óptica algo equivocada, no hay rastros de ese conflicto latente entre la autenticidad interior y la falsedad que anida en el exterior de personajes y escenario, podemos percibir levemente eso si un intento de observación de todo lo que se deriva a través su incuestionable academicismo, lástima que ese lujoso diseño de producción y ambientación exquisita se decante más por la rigurosa estética en detrimento de una mirada algo más personal del relato.
 una película que se mueve a través de un realismo social nada complaciente, posiblemente la gran virtud de esta ópera prima sea su incuestionable valentía a la hora de mostrar un entorno determinado utilizando una mirada claramente neutra, Pailalim por ello no cae en el error de juzgar o posicionarse en lo relativo a personajes y contexto y por lo tanto no caer en lo gratuito de una historia ciertamente cruda que podía a lugar a ello fácilmente.
 una película que se mueve a través de un realismo social nada complaciente, posiblemente la gran virtud de esta ópera prima sea su incuestionable valentía a la hora de mostrar un entorno determinado utilizando una mirada claramente neutra, Pailalim por ello no cae en el error de juzgar o posicionarse en lo relativo a personajes y contexto y por lo tanto no caer en lo gratuito de una historia ciertamente cruda que podía a lugar a ello fácilmente.
 una interpretación por parte de Ramsay que supone una peculiar y muy arriesgada nueva lectura del Taxi Driver de Martin Scorsese, unos esquemas argumentales prácticamente idénticos aunque bastante diferentes a la hora de como contarlos.
una interpretación por parte de Ramsay que supone una peculiar y muy arriesgada nueva lectura del Taxi Driver de Martin Scorsese, unos esquemas argumentales prácticamente idénticos aunque bastante diferentes a la hora de como contarlos.
 thriller político que vertebra su narrativa en un drama familiar e incluso en un relato de trasfondo psicológico con algún que otro elemento fantástico, el problema de un enunciado tan prometedor a priori viene dado que pese al intento de ofrecer un producto nada complaciente o convencional uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que no termina de posicionarse o desarrollar convenientemente ninguna de las varias vías planteadas por su director, ofreciendo un producto tan irregular como ambivalente, tan difuso y enigmático como resulta ser su protagonista principal.
 thriller político que vertebra su narrativa en un drama familiar e incluso en un relato de trasfondo psicológico con algún que otro elemento fantástico, el problema de un enunciado tan prometedor a priori viene dado que pese al intento de ofrecer un producto nada complaciente o convencional uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que no termina de posicionarse o desarrollar convenientemente ninguna de las varias vías planteadas por su director, ofreciendo un producto tan irregular como ambivalente, tan difuso y enigmático como resulta ser su protagonista principal.
 The Day After dentro de la sección Zabaltegi – Tabakalera. Dada la fecundidad a la hora de dirigir por parte de Hong Sang-soo (tres películas en este 2017) soy de la firme opinión de que un festival de cine de las características de San Sebastián se queda de alguna manera cojo o desprotegido si no presenta alguno de sus trabajos en cada edición, The Day After sin ser la mejor película de su director fue en mi opinión una de las indiscutibles cimas autorales más estimulantes vista este año en el certamen.
The Day After dentro de la sección Zabaltegi – Tabakalera. Dada la fecundidad a la hora de dirigir por parte de Hong Sang-soo (tres películas en este 2017) soy de la firme opinión de que un festival de cine de las características de San Sebastián se queda de alguna manera cojo o desprotegido si no presenta alguno de sus trabajos en cada edición, The Day After sin ser la mejor película de su director fue en mi opinión una de las indiscutibles cimas autorales más estimulantes vista este año en el certamen.
 trabajos suyos llegaban a ser ciertamente escandalosas, una postura la de aquí tomada que sin embargo sigue evidenciando de forma muy clara un riesgo 0 en lo referente a una propuesta  que parece más destinada a un pase televisivo de domingo tarde que a una inclusión en la sección oficial de un festival de clase A.
trabajos suyos llegaban a ser ciertamente escandalosas, una postura la de aquí tomada que sin embargo sigue evidenciando de forma muy clara un riesgo 0 en lo referente a una propuesta  que parece más destinada a un pase televisivo de domingo tarde que a una inclusión en la sección oficial de un festival de clase A.
 drama y melancolía recuperando la mejor tradición de un reparto coral capitaneado por una inconmensurable Frances McDormand, una interpretación con claro marchamo de Oscar.
drama y melancolía recuperando la mejor tradición de un reparto coral capitaneado por una inconmensurable Frances McDormand, una interpretación con claro marchamo de Oscar.
 hay un énfasis muy evidente por parte de la realizadora en lo concerniente a la fabricación de un imaginario propio (el de la joven protagonista) que intenta contrarrestar la amenaza de todo lo masculino que le rodea de una forma no natural, y que sirve al mismo tiempo como metáfora de como las mujeres siempre han estado supeditadas de alguna manera a los deseos y a los sueños masculinos. El posicionamiento de Princesita con respecto a un tema tan sórdido es algo distante, en cierta manera rehúye de lo escabrosa jugándoselo todo a una carta al presentar dos visiones que son estructuradas a través de una doble voz en off, la de la niña protagonista y la del Miguel, el líder de la secta presentado bajo los rasgos siempre inquietantes de un solvente Marcelo Alonso, dicha dualidad tiene la intención de crear una cierta ambigüedad en el espectador en lo concerniente al relato, lo consigue solo a medias pues uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que quizás se ampare demasiado en lo preconcebido a la hora de desvelar sus propios recursos narrativos.
hay un énfasis muy evidente por parte de la realizadora en lo concerniente a la fabricación de un imaginario propio (el de la joven protagonista) que intenta contrarrestar la amenaza de todo lo masculino que le rodea de una forma no natural, y que sirve al mismo tiempo como metáfora de como las mujeres siempre han estado supeditadas de alguna manera a los deseos y a los sueños masculinos. El posicionamiento de Princesita con respecto a un tema tan sórdido es algo distante, en cierta manera rehúye de lo escabrosa jugándoselo todo a una carta al presentar dos visiones que son estructuradas a través de una doble voz en off, la de la niña protagonista y la del Miguel, el líder de la secta presentado bajo los rasgos siempre inquietantes de un solvente Marcelo Alonso, dicha dualidad tiene la intención de crear una cierta ambigüedad en el espectador en lo concerniente al relato, lo consigue solo a medias pues uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que quizás se ampare demasiado en lo preconcebido a la hora de desvelar sus propios recursos narrativos.
 A la hora de intentar evaluar Ni juge, ni soumise no estaría de más retroceder algo en el tiempo y acercarnos a otro film belga como C’est arrivé près de chez vous, un trabajo que de alguna manera reactivo hace ya 25 años lo que se dio a entender como el falso mockumentary, entre las evidentes diferencias entre ambas películas convendría detenerse en una muy particular, la supuesta veracidad por la que transitan ambas, el problema viene dado cuando ese realidad que parece pregonar Ni juge, ni soumise cuando menos se nos presenta cuestionable, no en referencia a los hechos de los que somos testigos y si en la representación que nos ofrece la jueza de instrucción Anne Gruwez, aquí habría que detenerse y preguntarnos si realmente no estamos asistiendo a una interpretación por parte de tan peculiar personaje, hay un énfasis muy evidente por parte de la letrada en subrayar en todo momento su perfil irónico y su supuesta libertad de expresión especialmente en situaciones digámosla de naturaleza complicada, en este aspecto parece claro que los realizadores toman la determinación de seguirle el juego aplicando formalismos muy cuestionables ¿realmente era necesario el ofrecer explícitos planos de la exhumación de un cadáver reciente para ser testigos de la incorreción política de la señora en la que posiblemente fue la escena más desagradable vista durante todo el festival?. En cierta manera la validez de Ni juge, ni soumise viene dada por la frescura de la propuesta como tal y la oportunidad de ver un lado muy poco conocido de la burocracia jurídica, en contra la película apuesta fuerte en referencia  la supuesta empatía por parte del espectador hacia una protagonista con un ego difícilmente asimilable para según quien. Al igual que C’est arrivé près de chez vous  Ni juge, ni soumise se cierra utilizando esquemas y conceptos similares, un testimonio aterrador sirve en parte para borrar la sonrisa cómplice que se había tenido de ella hasta ese momento, una escena por cierto que curiosamente serviría como un inmejorable preámbulo a la notable 12 jours.
A la hora de intentar evaluar Ni juge, ni soumise no estaría de más retroceder algo en el tiempo y acercarnos a otro film belga como C’est arrivé près de chez vous, un trabajo que de alguna manera reactivo hace ya 25 años lo que se dio a entender como el falso mockumentary, entre las evidentes diferencias entre ambas películas convendría detenerse en una muy particular, la supuesta veracidad por la que transitan ambas, el problema viene dado cuando ese realidad que parece pregonar Ni juge, ni soumise cuando menos se nos presenta cuestionable, no en referencia a los hechos de los que somos testigos y si en la representación que nos ofrece la jueza de instrucción Anne Gruwez, aquí habría que detenerse y preguntarnos si realmente no estamos asistiendo a una interpretación por parte de tan peculiar personaje, hay un énfasis muy evidente por parte de la letrada en subrayar en todo momento su perfil irónico y su supuesta libertad de expresión especialmente en situaciones digámosla de naturaleza complicada, en este aspecto parece claro que los realizadores toman la determinación de seguirle el juego aplicando formalismos muy cuestionables ¿realmente era necesario el ofrecer explícitos planos de la exhumación de un cadáver reciente para ser testigos de la incorreción política de la señora en la que posiblemente fue la escena más desagradable vista durante todo el festival?. En cierta manera la validez de Ni juge, ni soumise viene dada por la frescura de la propuesta como tal y la oportunidad de ver un lado muy poco conocido de la burocracia jurídica, en contra la película apuesta fuerte en referencia  la supuesta empatía por parte del espectador hacia una protagonista con un ego difícilmente asimilable para según quien. Al igual que C’est arrivé près de chez vous  Ni juge, ni soumise se cierra utilizando esquemas y conceptos similares, un testimonio aterrador sirve en parte para borrar la sonrisa cómplice que se había tenido de ella hasta ese momento, una escena por cierto que curiosamente serviría como un inmejorable preámbulo a la notable 12 jours.
 Bajo la premisa argumental de esos 12 días en donde un juez a tiene que determinar la salida o el internamiento psiquiátrico del paciente asistimos a unas escenas elaboradas a través de la máxima austeridad formal del testimonio-entrevista de diez hospitalizados que tendrán que exponer su aparente verdad ante el letrado en base a un continuo plano-contra plano más un tercero dispositivo visual de composición neutra.
Bajo la premisa argumental de esos 12 días en donde un juez a tiene que determinar la salida o el internamiento psiquiátrico del paciente asistimos a unas escenas elaboradas a través de la máxima austeridad formal del testimonio-entrevista de diez hospitalizados que tendrán que exponer su aparente verdad ante el letrado en base a un continuo plano-contra plano más un tercero dispositivo visual de composición neutra.


 La douleur parte de hándicap de la dificultad de poder adaptar un texto en extremo literario, un relato en donde la voz y el silencio han de tener que mostrarse y posteriormente asimilarse de una manera coherente, o al menos intentarlo, lo que nos cuenta la escritora francesa en su escrito transita a través de un catálogo en donde la espera, el ansía o la angustia ubicados en una época claustrofóbica y demoledora han de transitar en lo relativo a una sola voz y mirada (extraordinaria interpretación a cargo de Mélanie Thierry e incomprensiblemente no presente en el palmarés del certamen).
 La douleur parte de hándicap de la dificultad de poder adaptar un texto en extremo literario, un relato en donde la voz y el silencio han de tener que mostrarse y posteriormente asimilarse de una manera coherente, o al menos intentarlo, lo que nos cuenta la escritora francesa en su escrito transita a través de un catálogo en donde la espera, el ansía o la angustia ubicados en una época claustrofóbica y demoledora han de transitar en lo relativo a una sola voz y mirada (extraordinaria interpretación a cargo de Mélanie Thierry e incomprensiblemente no presente en el palmarés del certamen).
 Discípulo declarado del cine de Yasujiro Ozu y acostumbrados al drama costumbrista tan característico en sus películas, The Third Murder siendo un film algo menor si lo comparamos con otros trabajos suyos no es tampoco la fallida y convencional película que parece que muchos terminaron viendo.
Discípulo declarado del cine de Yasujiro Ozu y acostumbrados al drama costumbrista tan característico en sus películas, The Third Murder siendo un film algo menor si lo comparamos con otros trabajos suyos no es tampoco la fallida y convencional película que parece que muchos terminaron viendo.
 esta premisa de claras connotaciones fantásticas son representadas en imágenes a través de unos planos en donde vemos a dos ciervos acariciarse en un bosque nevado, dicho enunciado onírico parece querer mirar a la magnífica Upstream Color de Shane Carruth pero a diferencia de esta en donde todo se sustentaba a través de lo críptico Ildikó Enyedi tiende a recurrir en demasiadas ocasiones a un trazo deliberadamente explicito ubicado en un escenario que parece remitirnos a La sangre de las bestias de Georges Franju con la particularidad de que por momentos se logra equilibrar de forma admirable esa contundente puesta en escena con un exquisito gusto por el detalle (ojo al maravilloso plano final de los dos protagonistas desayunando  plagado de acotaciones).
esta premisa de claras connotaciones fantásticas son representadas en imágenes a través de unos planos en donde vemos a dos ciervos acariciarse en un bosque nevado, dicho enunciado onírico parece querer mirar a la magnífica Upstream Color de Shane Carruth pero a diferencia de esta en donde todo se sustentaba a través de lo críptico Ildikó Enyedi tiende a recurrir en demasiadas ocasiones a un trazo deliberadamente explicito ubicado en un escenario que parece remitirnos a La sangre de las bestias de Georges Franju con la particularidad de que por momentos se logra equilibrar de forma admirable esa contundente puesta en escena con un exquisito gusto por el detalle (ojo al maravilloso plano final de los dos protagonistas desayunando  plagado de acotaciones).


 el film parte de una idea bien sencilla, recorrer distintas localidades de Francia conociendo a los desconocidos habitantes de esas regiones periféricas que parecen estar situadas en una especie de olvido territorial para luego poder inmortalizarlos a través de enormes murales que son expuestos  a la vista de todos sus conciudadanos.
 el film parte de una idea bien sencilla, recorrer distintas localidades de Francia conociendo a los desconocidos habitantes de esas regiones periféricas que parecen estar situadas en una especie de olvido territorial para luego poder inmortalizarlos a través de enormes murales que son expuestos  a la vista de todos sus conciudadanos.





 tampoco ayuda que las cintas que han inaugurado en estos últimos años el festival no han tenido un nivel digámoslo suavemente aceptable en referencia a su calidad global. Submergence, la nueva película del alemán Wim Wenders no logra cambiar dicha dinámica con esta muy fallida adaptación de la novela homónima de J.M. Ledgard.
tampoco ayuda que las cintas que han inaugurado en estos últimos años el festival no han tenido un nivel digámoslo suavemente aceptable en referencia a su calidad global. Submergence, la nueva película del alemán Wim Wenders no logra cambiar dicha dinámica con esta muy fallida adaptación de la novela homónima de J.M. Ledgard.
 una película que desde un principio nos introduce en el drama social de la inmigración visto en primera persona, a través de una ansiedad de un solo personaje, de hecho la historia que se nos cuenta parece bascular básicamente en lo concerniente a una desesperada lucha contrarreloj, la del protagonista principal con intentar arraigarse de una forma legal en Copenhague. La ansiedad de Esmail conforme avanza el metraje dota a la historia de oscuros tintes psicológicos en detrimento del  inicial conflicto social expuesto, algo que deriva al producto por momentos en el pantanoso terreno del psicodrama paranoico, en la narrativa impuesta por Milad Alami vemos como el protagonista principal trata de conseguir por todos los medios posibles lo que cada vez parece más difícil, para más inri tendrá que lidiar internamente con un sentimiento de culpa ocasionado por los supuestos daños colaterales de sus acciones como nos muestra la contundente escena inicial con que Milad Alami abre el film.
una película que desde un principio nos introduce en el drama social de la inmigración visto en primera persona, a través de una ansiedad de un solo personaje, de hecho la historia que se nos cuenta parece bascular básicamente en lo concerniente a una desesperada lucha contrarreloj, la del protagonista principal con intentar arraigarse de una forma legal en Copenhague. La ansiedad de Esmail conforme avanza el metraje dota a la historia de oscuros tintes psicológicos en detrimento del  inicial conflicto social expuesto, algo que deriva al producto por momentos en el pantanoso terreno del psicodrama paranoico, en la narrativa impuesta por Milad Alami vemos como el protagonista principal trata de conseguir por todos los medios posibles lo que cada vez parece más difícil, para más inri tendrá que lidiar internamente con un sentimiento de culpa ocasionado por los supuestos daños colaterales de sus acciones como nos muestra la contundente escena inicial con que Milad Alami abre el film.
 Call Me by Your Name anida a través de una historia iniciática sobre el primer amor, personajes y escenario complementan un tono ciertamente exquisito y en las antípodas del habitual manierismo existente en la mayoría de cine que aborda la temática del enamoramiento gay, todo ello expuesto a través de una máxima sencillez narrativa que se invierte en un depurado ejercicio que aborda cuestiones tan trascendentales que van mucho más lejos de lo que es una simple representación de unas primeras relaciones amorosas entre dos individuos.
 Call Me by Your Name anida a través de una historia iniciática sobre el primer amor, personajes y escenario complementan un tono ciertamente exquisito y en las antípodas del habitual manierismo existente en la mayoría de cine que aborda la temática del enamoramiento gay, todo ello expuesto a través de una máxima sencillez narrativa que se invierte en un depurado ejercicio que aborda cuestiones tan trascendentales que van mucho más lejos de lo que es una simple representación de unas primeras relaciones amorosas entre dos individuos. Álvaro quiere ser escritor, pero todo lo que escribe es falso, pretencioso, insípido. Trabaja como escribiente en una notaría de Sevilla y su vida es gris, coloreada sólo por sus sueños. Su mujer, Amanda, es todo lo contrario. Siempre ha tenido los pies en la tierra y nunca ha soñado con ser escritora. Sin embargo, es ella la que se pone a escribir y le sale un best-seller. Ironías de la vida. La separación es inevitable. Y en ese momento, Álvaro decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación. Guiado por Juan, su profesor de escritura, indaga en los fundamentos de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para crear una historia, una historia real que supera a la ficción.
Álvaro quiere ser escritor, pero todo lo que escribe es falso, pretencioso, insípido. Trabaja como escribiente en una notaría de Sevilla y su vida es gris, coloreada sólo por sus sueños. Su mujer, Amanda, es todo lo contrario. Siempre ha tenido los pies en la tierra y nunca ha soñado con ser escritora. Sin embargo, es ella la que se pone a escribir y le sale un best-seller. Ironías de la vida. La separación es inevitable. Y en ese momento, Álvaro decide afrontar su sueño: escribir una gran novela. Pero es incapaz; no tiene talento ni imaginación. Guiado por Juan, su profesor de escritura, indaga en los fundamentos de la novela, hasta que un día descubre que la ficción se escribe con la realidad. Álvaro comienza a manipular a sus vecinos y amistades para crear una historia, una historia real que supera a la ficción.

 el sueco Ruben Östlund parece querer contarnos la decadencia moral e identitaria de la civilización occidental en base a un catálogo en donde situaciones y personajes que interactúan a modo de contrastes irónicos y punzantes dentro de la historia. En The Square bajo el anecdotario de llevar el arte al límite vemos como la clase social es diseccionada (de forma algo deslavazada) en un film en donde parece primar de forma más soluble el mensaje que la propia representación de dicho acto, expresado de otra manera, se incide en demasía en lo relativo al supuesto trazo que articula lo escandaloso en base a acciones puntuales dejando en un segundo término la en teoría efectividad subyacente en la propia historia.
el sueco Ruben Östlund parece querer contarnos la decadencia moral e identitaria de la civilización occidental en base a un catálogo en donde situaciones y personajes que interactúan a modo de contrastes irónicos y punzantes dentro de la historia. En The Square bajo el anecdotario de llevar el arte al límite vemos como la clase social es diseccionada (de forma algo deslavazada) en un film en donde parece primar de forma más soluble el mensaje que la propia representación de dicho acto, expresado de otra manera, se incide en demasía en lo relativo al supuesto trazo que articula lo escandaloso en base a acciones puntuales dejando en un segundo término la en teoría efectividad subyacente en la propia historia.





































 ÀGNES VARDA
ÀGNES VARDA


















































