Categoría: Peliculas
«Secuestro» review
Patricia es una abogada que ve su vida trastornada cuando su hijo Víctor desaparece del colegio. Cuando el niño regresa a casa, asegura que un hombre ha intentado secuestrarlo y lo reconoce en una rueda de identificación. Pero como las pruebas no son definitivas, el sospechoso queda en libertad. Temerosa de que algo pueda pasarle a su hijo, Patricia decide quebrantar sus principios y tomarse la justicia por su mano, lo que acabará teniendo consecuencias imprevisibles.
«Secuestro«, segundo trabajo tras las cámaras de la productora y realizadora catalana Mar Tarragona es de esos films en donde queda de una forma demasiado patente que las intenciones van muy por encima de lo que son sus resultados, unas intenciones loables por parte de la productora Rodar y Rodar, el hacer un tipo de cine de género que sea exportable o cuanto menos que rinda en lo económico de forma satisfactoria en suelo patrio, películas como «El Orfanato«, «Los ojos de Julia» o «El Cuerpo» forman parte de su catálogo, de manera más o menos regular han sido films que han funcionado en taquilla, sin embargo si añadimos a la lista ya existente «Secuestro» vemos como de forma cronológica la calidad de esta ha ido en claro descenso, la coletilla de thriller entretenido no basta ni sirve para la presente ecuación, la película de Mar Tarragona no llega a cubrir unos mínimos estándares de calidad, poniendo de manifiesto que no solo de buenas intenciones hacen que una propuesta llegue a ser satisfactoria, se requiere de mucho más mimbres a la hora de hacer un producto loable en lo concerniente a su resultado final.
En «Secuestro» queda muy claro que estamos ante una película de productora y no de realización más propiamente dicho, aparte de una dirección desangelada y plana queda patente que el supuesto buen ojo de Mar Tarragona para la producción no llega asemejarse a la labor como directora, también es por eso que sorprende que un guion tan pésimo (posiblemente la mayor lacra del film) haya sido aceptado, el libreto a cargo de Oriol Paulo es de esos que intentan por todos los medios posibles ir un paso por delante que el espectador, consiguiendo de forma involuntaria el efecto contrario, es tal la reincidencia en sus giros argumentales que cuando asistimos al último gran golpe de efecto la supuesta sorpresa se trasforma en incredulidad, un tono exacerbado y gratuito que deja bien claro que no se pude abusar en exceso de lo rocambolesco en lo narrativo a la hora de explicarnos una historia sin ser plenamente consiente a lo que te expones, también podríamos hablar de la nula concepción a cargos de sus diálogos, o esa fina línea que separa la referencia cinematográfica al saqueo poco sutil como lo demuestra esa escena escaneada de «The Usual Suspects» expuesta en el film de forma algo ridícula, especialmente sangrante en lo referente a su comparativa conceptual para los que sentimos devoción hacia el film de Bryan Singer, la única intención (pues estamos ante una película de eso más que de resultados) loable del guión a cargo de Oriol Paulo radica en esa esforzada aunque no del todo conseguida exposición sórdida que bebe claramente del giallo policial y que ya vimos de forma muy palpable en «Los ojos de Julia«, su opera prima como director.
Tampoco ayuda la faceta actoral para que «Secuestro» llegue a ser un film convincente, una Blanca Portillo que no atina ni define con solvencia su papel protagonista, de hecho estamos ante un casting de actores solventes pero completamente desaprovechados, Antonio Dechent, Vicente Romero, Macarena Gómez o José Coronado se ven imposibilitados a la hora de hacer creíbles sus personajes, algo que deriva al film a la hora de catalogarlo hacia un tono algo peyorativo que la emparente por momentos a la TV movie patria. Pocos puntos a destacar en un film de las características de «Secuestro«, hay una funcionalidad en la música compuesta por Marc Vaíllo así como un acertado trabajo en lo referente a sus localizaciones, poca cosa la verdad para una película que pone de manifiesto una vez más que no basta con aplicar con esmero una formula o un patrón provisto en principio de un buen criterio profesional si este no llega a estar acompañado de un acierto en lo concerniente a su labor artística.
Valoración 0/5:1’5
«Shelley» review
“Shelley” nos cuenta como Louise y Kasper son una pareja danesa que viven en una casa de campo en medio del bosque, lejos de la vida moderna, la tecnología e incluso la electricidad. El mayor sueño de Louise es ser madre, pero ella no tiene la capacidad de tener hijos. En su desesperación, finalmente decide hacer un pacto con su sirvienta Elena, que acepta llevar al hijo de Louise como madre de alquiler a cambio de una gran suma de dinero. Pero la vida que crece en su interior toma forma demasiado rápido y de una manera extraña, a partir de ese momento la paranoia y el horror rondarán el inminente nacimiento.
«Shelley«, producción danesa y opera prima Ali Abbasi es una nueva muestra del variado y muy sugerente muestrario del actual fantástico autoral proveniente de Europa, un film que se sitúa en las antípodas de lo que mucha gente pueda llegar a entender que representa el género de terror en la actualidad, es por eso que convendría (no tendría que ser así ni mucho menos) avisar al espectador despistado que no estamos ni de lejos ante una simple variante del «Rosemary’s Baby» de Roman Polanski, ni siquiera ante una película de terror al uso con embarazo-parto maléfico como principal premisa argumental («Baby Blood» de Alain Robak, «Grace» de Paul Solet o la más famosa en dicha temática «It’s Alive» de Larry Cohen por poner solo algunos ejemplos que me viene a la cabeza a bote pronto), «Shelley» opta por una senda totalmente diferente, una vía rica en matices, y lejos de cualquier tipo de convencionalismos genéricos, una naturaleza arquetípica la nos muestra Ali Abbasi en su primer trabajo tras las cámaras que llegan a situar al film como una de las sorpresas más agradables del presente año.
Las principales virtudes que encontramos en «Shelley» podemos encontrarlas en dos apartados que aunque muy diferenciados entre sí en lo que es su percepción final se complementan casi a la perfección, por un lado asistimos al laborioso y notable trabajo técnico por parte de Ali Abbasi, haciendo especial hincapié en una dirección artística que prioriza una enrarecida atmósfera por encima de cualquier otro aspecto en el film, pues estamos ante una película que perturba e insinúa más que asusta en el sentido más chabacano de la palabra, teniendo la virtud añadida de sustentarse sobre un guion o una premisa principal muy poco sutil en su enunciado, en este aspecto es digno de alabar la notable utilización de espacios como ente opresor de sus protagonistas (esplendidas tanto Ellen Dorrit Petersen que ya habíamos visto en la excelente «Blind» como Cosmina Stratan), su gélida fotografía y la utilización del sonido, o la falta de él, son solo algunos de los acertados mimbres que se utilizan para incomodar al espectador dejando lo supuestamente explícito en la vertiente onírica del film, apartado este quizás utilizado de manera algo repetitiva, y por otro lado tenemos esa dualidad genérica de contornos conscientemente ambiguos que se nos plantea muy hábilmente durante la película, ¿hay realmente un elemento de índole fantástica en la historia o todo es fruto de la imaginación de algunos de los protagonistas?, en este aspecto es digno de albar la dirección que toma el film, pues aunque se sustenta sobre unas normas genéricas bastantes reconocibles la capacidad que hace gala Ali Abbasi a la hora de reinventar la historia de manera constante es del todo admirable.
El resolutivo plano final a modo de perverso cuento de horror que vemos en «Shelley» sirve como un inmejorable y aterrador broche de oro final al film, lejos de un posible mensaje críptico lo que nos cuenta Ali Abbasi es la doble vertiente perversa de la historia, de forma muy llana, por una parte la fantástica que ya habíamos podido intuir-sospechado en prácticamente todo el metraje del film, y por otro lado y no menos terrorífica la meramente humana, más retorcida si cabe y que se nos muestra de forma concluyente en esa última escena (aquí y salvando las lógicas distancias habidas y por haber toma como modelo referencial en su concepto esa obra maestra de Jack Clayton que es «The Innocents«). «Shelley» al igual que esa maravilla que pudimos ver el pasado año como es el «Demon» del malogrado Marcin Wrona pertenece por derecho propio a ese tipo de cine fantástico autoral proveniente de Europa, rico en múltiples y ambivalentes matices, tanto a un nivel metafórico como conceptual, en definitiva toda una sorpresa que nos remite a seguir con sumo interés la futura carrera como director de Ali Abbasi.
Valoración 0/5:4
«Já, Olga Hepnarová» review
“Já, Olga Hepnarová” es la historia Olga, una joven lesbiana algo solitaria y desesperada por liberarse de una familia carente de sentimientos y atada a las convenciones sociales. Aunque ella haya tenido algún amante femenino ocasional no consigue formar un vínculo emocional con ninguna de ellas, en lugar de eso choca una y otra vez con un comportamiento incapaz de conectar con otras personas, esta película nos cuenta la historia de la corta vida de una joven mujer extremadamente solitaria que se convirtió en una asesina en serie cuando el 10 de julio de 1973 –el día en el que acaba de cumplir 22 años – conduce un camión alquilado contra un grupo de personas, matando a ocho de ellas. En una carta reconociendo su delito ella escribe que buscó vengarse de un mundo en la que ella se sintió odiada. A pesar de los claras indicios de que tenía serios trastornos mentales fue ejecutada, convirtiéndose en la última mujer ajusticiada públicamente en Checoslovaquia.
La ópera prima del dúo formado por Petr Kazda y Tomas Weinreb nos sumerge en la crónica de una tragedia personal que desemboca a raíz de una acción fatal en general, a través de un acto premeditado y sin ningún tipo de arrepentimiento por parte de la protagonista, un drama existencial inspirado en un hecho real acontecido en los setenta. A través de varias etapas de su propia existencia nos adentramos en la personalidad de Olga Hepnarová, personaje que se acabaría convirtiendo en la última mujer ajusticiada públicamente en Checoslovaquia, el film de Kazda y Weinreb más que en el proceso judicial y su posterior resolución (expuesto en la película solo en sus últimos quince minutos) indaga en la personalidad de la protagonista en un tono claramente introspectivo, lejos que cualquier tipo de juicio sobre los hechos acontecidos se nos narra el devenir de una existencia tortuosa y las consecuencias que acontecen a posteriori a raíz de un comportamiento autodestructivo narrados en un estricto orden cronológico y a través de un tratamiento completamente neutro, dejando al espectador su tesis moral sobre el asunto en cuestión, el llegar a preguntarnos qué parte de responsabilidad recae en la sociedad o si todo es causa del precario estado mental que padece Hepnarová.
Posiblemente a día de hoy la exposición que nos es expuesta en «Já, Olga Hepnarová» se presenta con una mayor importancia como un incisivo debate en sí mismo, el aumento de la radicalización de jóvenes a diferentes niveles en casi todo el mundo obliga a una reflexión bien profunda. En la cinta asistimos en un principio a un retrato adolescente digamos no convencional para la época en que acontecen los hechos y sobre todo dentro del enclave de una sociedad pasiva y poca dispuesta a derribar muros conceptuales como en que le toca vivir a nuestra protagonista, un despertar sexual que deriva de inmediato en complejidades psicológicas de difícil solución, más que una orientación sexual incómoda para la época empezamos a vislumbrar que los problemas vienen de más atrás, desde la raíz del núcleo familiar (sutil y bien comedida la forma en que se nos alerta y se nos intuye de los posibles abusos que sufre el personaje principal por parte del abuelo), ese vínculo familiar que viene a representar a la perfección la metáfora de un país que no respeta o entiende a los diferentes, por no hablar del tratamiento a patologías psiquiátricas complejas (perfectamente reflejadas en las continuas e infructuosas visitas médicas a la que se ve sometida la protagonista).
«Já, Olga Hepnarová» posiblemente adolezca de una falta de solidez narrativa bastante presente en algunos tramos de la película especialmente visible en una cierta reiteración de su discurso en la parte final del film, aun así estamos ante una muy válida propuesta a medio camino entre el supuesto film denuncia de época y el relato individual de tono existencialista, contando con el añadido de una acertada interpretación por parte de la actriz polaca Michalina Olszańska así como una notable escenografía visualizada en una extraordinaria fotografía a cargo de Adam Sikoras en donde se nos muestra un acorde cuadro atmosférico como fiel reflejo de una sociedad tan enferma como inoperante antes las tesituras morales y psicológicas que le son planteadas.
Valoración 0/5.3
«Berberian Sound Studio» review
En la década de los setenta, el Berberian Sound Studio fue el estudio de postproducción de sonido más barato y sórdido de toda Italia, por el que solamente las películas más perturbadoras han procesado y editado sus mezclas de sonido en este lugar. Gilderoy, un tímido ingeniero de sonido residente en el Reino Unido, viaja a Italia para encargarse de mezclar el último giallo de Santini, el gran maestro del género; Gilderooy pronto se verá atrapado en un mundo prohibido poblado por actores maniáticos donde los caprichos artísticos y la burocracia más absurda marcan el día a día.
Pocos directores con tan solo tres films en su haber han llegado a transmitir una visión tan personal y contundente en lo referente a su valor autoral como el británico Peter Strickland, entre su muy válida opera prima «Katali Varga» y su última y excelente «The Duke of Burgundy» nos encontramos con «Berberian Sound Studio«, film de contornos enigmáticos en donde a través de una orquestada y apabullante sonorización fílmica se nos muestra un complejo tratado de la arquitectura del horror a un nivel puramente imaginario en la evolución de un personaje de connotaciones bastantes complejas ya de por sí, una historia que transita mediante una obsesión que nace a través de una colisión mental, a medio camino entre la reverencia al giallo y un universo, sobre todo en su parte final, que nos remite en su tonalidad al David Lynch más oscuro «Berberian Sound Studio» supone una de las grandes joyas más semiocultas que nos ha dado el cine europeo en estos últimos años.
Cuando hablamos de reverenciar al giallo nos encontramos que Peter Strickland a diferencia de Hélène Cattet y Bruno Forzani (con sus también muy interesantes y fundamentales «Amer» y «L’étrange couleur des larmes de ton corps«) nos da un enfoque mucho más intelectualizado, mas propio sí que quiere utilizar dicho termino y que la sitúa un paso por adelante en lo concerniente a repetir una estética en concreto o homenajear conceptos puramente genéricos. En «Berberian Sound Studio» vemos como un ingeniero de sonido inglés, un hombre tímido de contornos dóciles y de pocas palabras (un magistral Toby Jones cuya interpretación resulta muestra clave a la hora de transmitir esa fragilidad mental) se traslada a Italia para mezclar el sonido de una violenta película de terror titulada “Il vortice equestre”, conforme va trabajando en un film cuyas imágenes nunca llegamos a ver, solo lo imaginamos en nuestra mente pero que nos va siendo narrado a través de un lenguaje puramente metacinematográfico somos testigos de la colisión de dos mundos completamente opuestos, dos imaginarios antagónicos no solo a un nivel geográfico sino claramente mental, nuestro protagonista a partir de ese momento emprende un viaje hacia los rincones más inhóspitos de la mente humana, un viaje en el que se enfatiza principalmente en lo que es su propio trayecto y no la finalidad en el derrumbe psicológico a que se ve abocado nuestro protagonista, de echo su narración no deja de ser una mera excusa, de la misma manera el film también logra funcionar como un acertado tratado acerca de la influencia y su poder hipnótico o (más bien sonoro en el caso que nos ocupa) del cine como ente desestabilizador sobre los que forman parte de su propia creación como ya nos contó hace años Iván Zulueta en la gran «Arrebato«, el tramo final de «Berberian Sound Studio» llega a romper todos los esquemas y convencionalismos que hasta ese momento podíamos llegar a intuir levemente, deslizándose por unos terrenos oníricos y surrealistas, situándose lejos de un mensaje de calado críptico y claramente deudora de una abstracción formal que bebe de fuentes más arriba comentada.
Peter Strickland demuestra ser un autor singular y único, un ingeniero al servicio de la imagen y el sonido cuyas principales referencias podemos encontrar en el cine de los sesenta y setenta, poseedor de un imaginario rico en todo tipo de matices (la utilización que hace de la elipsis en el film o a cómo llega a usar el encuadre y el color para mostrarnos el estado de ánimo de los diferente personajes que vemos es solo uno de los muchos ejemplos que podemos encontrarnos en la película). «Berberian Sound Studio» termina convirtiéndose en una de la más ambigua y sugerentes aportaciones a la metaficción que el cine ha dado en los últimos años, su poder de fascinación a través de la experiencia sensorial que nos es ofrecida la convierten en una pieza única y sitúa de paso a Peter Strickland como una de las voces más interesante y a tener más en cuenta en el actual panorama cinematográfico.
Valoración 0/5:4’5
Infierno Azul (The Shallows) review
Nancy (Blake Lively) es una joven que trata de superar la pérdida de su madre. Un día, haciendo surf en una playa solitaria se queda atrapada en un islote a sólo cien metros de la costa. El problema consiste en que un enorme tiburón blanco se interpone entre ella y la otra orilla.
Hay ciertos conceptos genéricos, muy especialmente aquellos que orbitan dentro del fantástico, que de alguna manera son una apuesta segura de cara la taquilla si se saben utilizar cada cierto tiempo con inteligencia, no hace falta reinventar el denominado high concept en sí mismo, ni ser un desecho de originalidad al presentar la propuesta, basta solo saber ubicarlo con cierta destreza comercial en el momento adecuado, «The Shallows» del director catalán afincado en Estados Unidos Jaume Collet-Serra es un perfecto ejemplo de ello, es por eso que la mayor cualidad del film radica en la inteligencia-oportunismo de su producción más allá de otras cualidades llamémosle de tono más autoral, un film plagado de estereotipos pero carente (afortunadamente) de cualquier tipo de pretensiones fílmicas.
Llamar a un producto de las características de «The Shallows» como un admirable y ejemplar ejercicio de tensión fílmica es a mi modo de ver una afirmación demasiado arriesgada, más que nada porque hay mimbres dentro de la propuesta que fallan sobremanera, el principal seria el pobre guion a cargo de Anthony Jaswinsky, aparte de su total falta de originalidad (algo que ya suponemos desde un principio) hay conceptos dentro del libreto que chirrían de manera muy notoria, muy especialmente cuando intenta levemente apartarse de la reformulación minimalista del cine de escualos asesinos, el concepto de la superación personal a través de la odisea que vive la protagonista que deriva en implicaciones personales y cómo afrontar el futuro con decisión, muy visibles especialmente en su epilogo final, esa exploración supuestamente psicológica es endeble, poco creíble y sobre todo arrítmica, es aquí cuando son más notorias las limitaciones del producto.
Si ponemos como ejemplo otra película de tensión de un tono minimalista parecido que si triunfa en dicho concepto las diferencias pueden llegar a ser sangrantes, en el «Duel» de Steven Spielberg este se apoyaba en un relato corto de Richard Matheson para explicarnos el terrible acoso que sufre un hombre corriente por parte de un camionero en mitad del desierto, el personaje interpretado magistralmente por Dennis Weaver venía a representar el urbanita gris ninguneado por su mujer y sus compañeros de trabajo, el terrible enfrentamiento del que es participe sirve como perfecta metáfora y componente psicológico dentro de un relato de tensión (este sí que admirable en todos sus conceptos) de la rebelión del débil contra un oponente en teoría más poderoso, ya sea el camionero o la alegoría del circulo intimo que lo humilla de forma constante.
Jaume Collet-Serra es de esos directores que sin llegar a tener ninguna película magistral en su haber puede presumir de no tener tampoco una mala película dentro de su filmografía, a medio camino entre el cine de terror y el de acción con Liam Neeson como abanderado ha logrado labrarse una carrera en Hollywood hasta cierto punto meritoria, el calificativo que le vendría más ajustado no sería el de artesano como mucha gente se aventura a denominarlo de forma apresurada sino el de un director competente a la hora de filmar, ideal para un producto de las características de «The Shallows«, que no es otra cosa que la de construir a partir de un relato sintético una serie B un terror marino de tono entretenido, no se trata de ir con el piloto automático sino la de hacer una labor de puro y llano oficio.
Si hay algo que podríamos destacar en la entretenida pero inocua «The Shallows» junto a la laboriosa fotografía a cargo de Flavio Labiano es el provecho que le saca Jaume Collet-Serra a tan pocos mimbres validos puestos a su disposición, un aprovechamiento sobre todo del espectacular físico de Blake Lively como activo importante en la ecuación, el correcto pero algo limitado utilización de los resortes de suspense y muy especialmente el provecho que saca a elementos basados en las nuevas tecnologías para romper de alguna manera con una narrativa algo tradicional, lástima que su guion decide pasarse por todo lo alto las convenciones del sentido común en este tipo de historias para convertirse en algo más cercano al llano producto de serie B que en el supuesto blockbuster de economía mediana que aparenta ser.
Valoración 0/5’2
«Demolition» review
Davis Mitchell (Jake Gyllenhaal) es un exitoso ejecutivo que sufre una grave desconexión emocional tras la repentina y trágica muerte de su mujer (Heather Lind) en un accidente de coche. Aunque su suegro (Chris Cooper) intenta por todos los medios que se recupere, continúa bloqueado y se dedica a desmontar compulsivamente toda clase de objetos. Gracias a la ayuda de Karen (Naomi Watts) y de su hijo, a los que acaba de conocer, Davis empieza a reconstruir su vida.
El director quebequés Jean-Marc Vallée había abordado en sus dos últimos trabajos «Dallas Buyers Club» y «Wild» un esforzado digamos alejamiento autoimpuesto con respecto a un academismo bastante tradicional dentro del actual cine norteamericano, aun así la condición de ambos trabajos en modo biopic en cierta manera al uso le derivaban por momentos en un encorsetamiento que incidía de manera clara en las propuestas, un evidente conflicto de intereses entre una autoría inherente del creador y la naturaleza del producto en cuestión. En parte con «Demolition» Jean-Marc Vallée consigue retomar un discurso ya expuesto por su parte con anterioridad, de echo su cine siempre ha estado plagado de personajes que intentan luchar contra su entorno de una manera u otra, aquí se elabora un alegato metafórico acerca del devenir del ser humano en un mundo que ya no le pertenece, y como este intenta reamoldase a partir de un nuevo punto de partida.
«Demolition» es de aquellas películas de mensaje y narrativa ambivalente en función de lo que esté dispuesto el espectador a aceptar, puede parecer en un principio que su discurso llegue a ser obvio, e incluso demasiado esquemático por momentos en lo referente a sus postulados si se prefiere, una obviedad a la hora de transmitir dicho mensaje que sin embargo no llega a ser óbice en ningún momento a la hora de elaborar una serie de percepciones por parte de un autor como Jean-Marc Vallée que tiene como principal aval creativo una composición de continuos giros de perspectiva bastante presente dentro de su filmografía. En «Demolition» asistimos a un mecanismo de curación que funciona y discurre mediante una labor de reparación emocional que parte desde cero, a medio camino entre el drama y la comedia sutil Jean-Marc Vallée aborda esa obsesión del protagonista por reconstruir o derribar un entorno del que sabe que ya no pertenece, ya sea a un nivel puramente material, o simplemente en función de una serie de cosas que no encuentra su razón de ser y que siguen subsistiendo a su alrededor, una serie de situaciones estas que derivan principalmente del hecho de su incapacidad de poder sentir tristeza por la pérdida de su esposa, de esta manera podemos ver cómo a través de los pequeños detalles que nos va sugiriendo Jean-Marc Vallée este consigue llevarnos por ciertos territorios de la mente y del comportamiento humano a modo de flashbacks como solución a la hora de reinventarse como persona y superar su situación a través y bajo el apoyo de una colindante sub-historia de amor que se aleja de convencionalismos ya vistos con anterioridad en productos de en teoría semejante naturaleza.
«Demolition» es una película que aborda el duelo emocional desde una perspectiva claramente alegórica, esa búsqueda del comprender qué te tiene que hacer realmente feliz ya ha sido llevada al cine en innumerable ocasiones, pero viendo el film de Jean-Marc Vallée a un servidor le vino a la cabeza de forma bastante continuada la extraordinaria «Fearless» de Peter Weir, allí la trascendencia vital que experimentaba su protagonista aunque desde diferentes puntos de partida logran confluir en lo que a su ideario principal se refiere, amén de compartir un notable actor como principal protagonista, tanto Jeff Bridges en aquella como Jake Gyllenhaal en el film que nos ocupa transmiten de forma acertada esa primaria sensación de búsqueda emocional, sin este activo difícilmente una película de las características de «Demolition» llegaría a un buen puerto si nos atenemos estrictamente a lo que son sus postulados.
Valoración 0/5:3
«Before I Wake» review
“Before I Wake” se centra en una pareja (Kate Bosworth y Thomas Jane) que sufre una crisis tras la pérdida de su hijo pequeño. Cody, un huérfano que vive en una casa de acogida es adoptado por el matrimonio con la esperanza de ayudar a restablecer la estabilidad familiar. Pero enseguida surge un problema, Cody tiene la extraña habilidad de que sus sueños se hacen realidad… algo que resultara ser todo un peligro cuando comienza a tener pesadillas y terrores nocturnos.
Si hace bien poco hablábamos de Hush la última película del realizador norteamericano Mike Flanagan ahora nos detendremos en su anterior trabajo titulado «Before I Wake«, película que por problemas de producción y distribución ha sido el último en poder ver la luz. Si en «Hush» ha habido una práctica unanimidad a la hora de conceptuar dicho trabajo como un acertado y aplicado por momentos ejercicio de estilo (muy loable dado sus autoimpuestos recursos limitados) en «Before I Wake» asistimos a una formula algo parecida en forma aunque muy diferente en contenido y sobre todo en lo referente a su concepción e identidad propiamente genérica.
En primer lugar «Before I Wake» se aparta de forma algo expeditiva del género de terror al uso que como tal anteriormente había tratado Mike Flanagan (en «Oculus» a través de lo estrictamente sobrenatural y en «Hush» como un slasher enclavado dentro del subgénero del denominado home invasión) para ofrecernos un thriller dramático- fantástico con un ligero tono de cuento de hadas en donde el papel del desarraigo afectivo-familiar cubre una importante cuota dentro del postulado que nos ofrece Flanagan. Lo cierto es que aunque correcta en su forma este drama familiar de contornos sobrenaturales supone un paso atrás en la carrera de un director que había dado sobradas muestras hasta ahora de un elevado potencial a la hora de saber manejar con cierta solvencia los consabidos resortes genéricos en sus películas.
El mayor problema de «Before I Wake» radica en que transita entre lo obvio y en ocasiones lo tedioso con un devenir narrativo con muchas dificultades a la hora de llegar a ser fluido, más bien todo lo contrario, se detecta una digamos arritmia bastante notoria amen de un final en exceso explicativo algo que anula por completo un efecto sugerido que no le hubiera venido del todo mal al film. La originalidad argumental, ese elemento fantástico expuesta por Mike Flanagan junto a Jeff Howard tampoco es que digamos sea su punto más fuerte, la fantasiosa imaginación de un menor que cobra vida propia ya ha sido llevada al cine con resultados mucho más fructíferos, entre otro podemos recordar «Paperhouse» , Bernard Rose (1988) opera prima y a la postre mejor película de su director para el que suscribe esto, «Intruders«, Juan Carlos Fresnadillo (2011) o la reciente «Babadook» de Jennifer Kent (2014), e incluso si retrocedemos en el tiempo podemos encontrar un reverso muy mal intencionado de la temática en la fundamental Twilight Zone y su extraordinario episodio «It’s a Good Life» dirigido por James Sheldon en 1961 y que años más tarde versionaría Joe Dante en la desdichada «En Los Límites de la Realidad«. «Before I Wake» pese a una evidente corrección formal en el producto a la hora de no llegar a recurrir en esos recursos fáciles y clichés tan habituales dentro del género se detecta una falta de soltura en lo concerniente a utilizar convenientemente los resortes meramente dramáticos, un postulado bastante presente dentro de la historia, los conceptos de tristeza afectiva y culpabilidad parental son expuestos aquí bajo una ligera inconexión estructural, no hay una afinidad entre personajes y situación dando la impresión de que a Mike Flanagan le cuesta algo orquestar de manera conceptuada un escenario puramente dramático despojado del imaginario fantástico.
Por ultimo destacar la labor interpretativa del joven Jacob Tremblay (Room 2015) muy por encima tanto de Kate Bosworth (una de las actrices más inexpresivas que ha dado el cine en los últimos años) como de un Thomas Jane que parece no haber tenido el tiempo suficiente de pasarse por la peluquería después de ese esperpento titulado «The Veil«. «Before I Wake» termina siendo un perfecto ejemplo de un producto ligeramente correcto en alguna que otra faceta pero que no llega a trascender en lo más mínimo, habrá que esperar a ver los resultados de la próxima «Ouija: Origin of Evil«, en donde esperemos que Mike Flanagan ya de vuelta al género de terror propiamente dicho se muestre algo más atinado.
Valoración 0/5:2
«The Childhood of a Leader» review
“The Childhood of a Leader” nos narra la historia de una familia norteamericana que vive en Francia durante el periodo de posguerra de la Primera Guerra Mundial. La situación del país será el germen del fascismo que surgirá en varios países, y el más joven de la familia será uno de sus futuros líderes.
Con tan solo 27 años el debut en la dirección del actor norteamericano afincado en Europa Brady Corbet con «The Childhood of a Leader» (Premio a la Mejor Ópera Prima y Mejor Director de la Sección Orizzonti en la pasada edición del festival de Venecia) ha supuesto una de las óperas primas más estimulantes que pudimos presenciar la pasada temporada, un film de un ímpetu visual avasallador cuyos mimbres formales utilizados por parte del director hacen que asistamos a una muy atípica primera película, da la sensación que el joven Corbet se haya saltado varios escalones del consabido aprendizaje directoral, un por momentos apabullante dispositivo formal encabezado en un primer lugar por un rodaje en unos esplendorosos 35 mm, una brillante planificación de su puesta en escena o una utilización de su banda sonora a cargo del genial Scott Walker a medio camino entre lo atronador, estridente y lo psicopático en lo concerniente y como un elemento más de un estado mental colectivo determinado y lo operístico y sublime como fiel retrato de una época muy determinada (principios del siglo XX, finalizada la I Guerra Mundial y en plena elaboración del Tratado de Versalles en Paris, una época que da lugar a un patriotismo y una religiosidad muy exacerbadas), hacen una ópera prima que destila a partes iguales descaro, seguridad y una quizás elevada dosis de cálculo a la hora de presentar una estructura supuestamente autoral, algo que esto último juega en ocasiones en contra de la película.
Dividida en tres actos (encabezadas estos por sendas rabietas del niño protagonista, un ceñido y prometedor Tom Sweet que pasa a formar parte por méritos propios en la catalogación de niños entendiblemente hostiables de la historia del cine) acompañados de un prólogo y epílogo «The Childhood of a Leader» nos muestra la formación, evolución y supuesto germen de un futuro dictador a través de una estricta disfuncionalidad de un entorno familiar incapaz de detener esa especie de embrión del mal, basada en un relato corto de Sartre y levemente inspirada en la infancia de Benito Mussolini el film se mueve dentro de conceptos casi freudianos, un estudio de ese caldo de cultivo del totalitarismo que parece moverse más en intentar narrar un devenir en concreto que en profundizar en las consecuencias del mismo, en este aspecto sale de forma visible a flote uno de los lastres del film, una cierta inclinación involuntaria hacia lo supuestamente obvio del mensaje o una cierta incapacidad por parte de Brady Corbet de intentar ahondar en esa supuesta génesis o semilla del mal en clara contraposición con una habilidad muy a tener en cuenta por parte del director a la hora de manejas conceptos genéricos de forma notable, la puesta en escena de la decrépita mansión donde transcurre la mayor parte de la acción nos deriva de forma clara a una atmósfera tenebrista que remite tanto al thriller psicológico como al gótico italiano de terror de los años 60-70, más que mostrarnos una hechos físicos determinados el mérito consiste en sugerir una contante contención de la violencia global dentro de un ambiente de clara raíz malsana.
Hoy más que nunca y dado el muy preocupante actual devenir político del viejo continente, «The Childhood of a Leader» cobra dimensiones casi de obra premonitoria, curiosamente hablándonos y desviando la mirada hacia el pasado, aunque es bastante evidente que no es la intención por parte de Brady Corbet el de ofrecernos una consensuada disección política- social de la historia, lo suyo básicamente es puro virtuosismo técnico a través de una supuesta transgresión partiendo de lo más puramente académico, no es casualidad que como actor Brady Corbet haya trabajado con directores de la concepción autoral de Olivier Assayas, Lars von Trier, Bertrand Bonello, Mia Hansen-Løve o Michael Haneke cuya «La cinta blanca» podríamos catalogar como hermana de sangre de este preciosista y ampuloso retrato de la premonición de lo incomodo que por momentos llega a ser «The Childhood of a Leader»
Valoración 0/5:4
https://youtu.be/A6D0U7LtGbo
«Expediente Warren: El caso de Enfield» review
Enfield, Inglaterra, años 70. En una casa de esta pequeña localidad inglesa, donde viven una madre soltera y sus cuatro hijos, tienen lugar unos extraños sucesos. De nuevo, y para ayudar a esta familia que experimenta fenómenos sobrenaturales protagonizados por espíritus malignos, nos reencontraremos con el matrimonio de renombrados demonólogos formado por Lorraine y Ed Warren, que investigarán estos aterradores fenómenos paranormales.
Con «Expediente Warren: El caso de Enfield» el director James Wan se póstula de una forma clara como el actual digamos rey del que podríamos denominar un tipo de terror mainstream, una parcela genérica bastante denostada a día de hoy por razones algo obvias y que más abajo intento explicar, el realizador de origen Malayo muy hábil a la hora de saber cómo construir atmósfera y tensión consigue a través de una narrativa que la direcciona a ese set-pieces de terror tan habitual en su cine un producto entretenido que funciona a través del susto inmediato y porque no decirlo algo prefabricado, lejos de la sutileza pero sin caer en ningún momento en lo gratuito (utilizando básicamente recursos técnicos de manera admirable, una visualización del formato panorámico y una profundidad de campo digna de elogio, y sobre todo el consabido e indispensable recurso sonoro a modo y semejanza casi como si tratase de un personaje más de la función) consiguiendo un producto de lo más solvente, sin embargo por encimas de sus evidentes virtudes y algún que otro defecto bastante perceptible no estaría de más detenerse un poco en el papel y el posicionamiento del film dentro del actual panorama de género, algo que se me antoja importante.
A día de hoy viven y coexisten dos curiosas corrientes o tendencias muy visibles y bastantes diferenciadas entre sí dentro del actual panorama de cine de terror, por un lado tenemos una muy válida corriente de productos en su gran mayoría de raíz independiente en donde prácticamente cada año suelen sobresalir un par de productos a modo de revitalizar y oxigenar el género con propuestas que parten de una inconfundible base autoral, títulos como «It Follows» de David Robert Mitchell, «Babadook» de Jennifer Kent, «The Invitation» de Karyn Kusama, «The Witch» de D. Robert Eggers o «Under the shadow» de Babak Anvari son propuestas que buscan una vía alternativa a la hora de darse a conocer aprovechando especialmente el hype festivalero para hacer valer sus indudables atributos, evidentemente todo el campo no es orégano y se suelen colar un ingente número de films que no pasan un corte mínimo de calidad, un mal menor hasta cierto punto lógico dentro de una tendencia que a mi modo de ver es una alternativa interesante y con mucho recorrido en un futuro, por otra parte tenemos el denominado terror mainstream, el auspiciado por el gran estudio que parece haber abandonado de manera momentánea el recurso del remake y la secuela para curiosamente apoyarse en un tipo de cine independiente pero de manera muy engañosa, el apropiarse de producto de ínfima estructura presupuestaria (y en su gran mayoría también de calidad) y presentarlo bajo ostentosas campañas de publicidad que suelen doblar o triplicar sus presupuestos iniciales, «As Above, So Below» de John Erick Dowdle o «The Forest» de Jason Zada son solo dos ejemplos que me vienen a la cabeza a bote pronto, el problema viene en la medida de que la gente no suele ser tonta a la hora de aceptar esta digamos triquiñuela con una clara fecha de caducidad.
Es por eso de la importancia de un director como James Wan y una película como «Expediente Warren: El caso de Enfield» dentro del que podríamos denominar el actual y maltrecho cine de terror de índole comercial (para disecciones más profundas y complejas la notable serie dramática «The Enfield Hauntings 2015″ puede ofrece una visión alternativa para interesados sobre el tema), un film en definitiva que lejos de una supuesta originalidad en la propuesta o de un tono en ocasiones algo histriónico y redundante en su estructura sabe dignificar el género a través de la complicidad por parte del espectador de algo que se sabe que funciona a día de hoy, aunque posiblemente se agote en un futuro no muy lejano pues de siempre el género de terror ha apoyado su éxito en el momentáneo factor sorpresa, pero que demuestra una labor a destacar por parte de James Wan, un director que sin ninguna obra digamos excelsa tiene la virtud de no tener una mala película en su haber (para cuando una justa reivindicación de «Dead Silence«, curiosamente su mejor film y el menos reconocido de su filmografía), un autor por otra parte que tiene el añadido de no caer en la desidia a la hora de tener que repetir formulismos, todo lo contrario, lo suyo consiste en mejorar dentro de lo posible y de sus evidentes limitaciones una estructura ya utilizada y sobre todo y lo más importante dada la naturaleza del producto, el conseguir llegar a ofrecer lo que se promete en un principio, todo un logro en sí mismo, una labor esta que anteriormente iba ligada a una palabra hoy en día casi en desuso, la del buen artesano de género.
Valoración 0/5:3’5
«Night Fare» review
Tras salir de fiesta por París, dos jóvenes regresan en taxi a su hotel. Bebidos, y pasando de todo, bajan del coche sin pagar, pero la jugarreta les saldrá cara: el taxista empezará a perseguirlos, haciendo de la noche una pesadilla.
«Night Fare» del francés Julien Seri (El retorno de los Yamakashi, Scorpion) nació casi sin quererlo la pasada temporada como una posible nueva esperanza por parte del fiel seguidor de género fantástico para revivir en parte la denominada y casi hoy extinta Nouvelle Horreur Vague (un día convendría detenerse a analizar con detenimiento la curiosa trayectoria de género en Francia en las últimas décadas, tan irregular en sus propuestas como contundente en lo referente a sus resultados), nada más lejos de la realidad, «Night Fare» se sitúa en las antípodas de las posibles semejanzas antes mencionadas en dicho esquema, seguramente sus intenciones tampoco iban dirigidas al intento de refundar tal categoría genérica, de hecho no me cabe la menor duda de que estamos ante una broma plasmada en celuloide, el problema viene dado en la medida en que uno tiene la sensación de que su director se lo toma demasiado en serio, una postura esta que llega a desarmar por completo cualquier intento posible de defender la película.
«Night Fare» es uno de esos films en los que si uno tira de un mínimo de raciocinio coherente en lo referente a su argumento se desmonta muy fácilmente, sin entrar en demasiados spoilers la película parte de una premisa de tono minimalista bastante sugerente en un principio, sus directrices arquetípicas nos direcciona enseguida al «Duel» de Steven Spielberg o al «The Hitcher» de Robert Harmon por poner solo dos ejemplos, con el estimulante añadido a priori de ubicar la acción en la noche parisina de extrarradio y periferia, esa otra cara de una gran urbe en la que se podrían encontrar y salvando las distancias incluso perfectamente alguna que otra referencia al «Taxi Driver» Martin Scorsese, sin embargo enseguida nos damos cuenta que la cosa no ira por esa senda, ni en intenciones y mucho menos en resultados, ni siquiera logra funcionar como un mero producto de serie B que aúna los conceptos del survival y el del justiciero nocturno, básicamente porque ni personajes (incapaces de tener un mínimo de interés en lo referente a su construcción, ni los principales ni mucho menos unos secundarios excesivamente caricaturizados como por ejemplo los policías corruptos) ni historia, con momentos no ya inverosímiles en sí mismos y en lo concerniente a su credibilidad sino rozando por momentos el ridículo, especialmente porque Julien Seri se empeña en querer otorgarle al film una supuesta y muy falsa trascendencia en vez de tirar hacia la serie B más desinhibida, en este aspecto resulta realmente irrisorio el cambio narrativo que vemos en el larguísimo epílogo de sus veinte últimos minutos, si hasta ese momento la trama ya era de por sí bastante descabellada y muy poco creíble a partir de ese momento se pasa a lo grotesco de manera directa.
«Night Fare» termina siendo un producto que pedía a gritos y de forma muy clara una falta de pretensiones y un tono más liviano en sus postulados de una manera casi obligatoria, en vez de eso Julien Seri nos obsequia con el ridículo más espantoso, muy poco de salvable encontramos en la película, hay buenos estímulos en la banda sonora a cargo de Carpenter Brut que hace que por momentos nos olvidemos de semejante despropósito y poco cosa más. En definitiva, un producto el que nos ocupa que solo es levemente disfrutable si pasas muy por encima de cualquier tipo de licencias, lástima que su director quiera tomarse demasiado en serio (o al menos a mí me lo ha parecido) todo lo que nos llega a ofrecer en «Night Fare«, una autentica pena.
Valoración 0/5:1
«Desde allá» review
Armando, de 50 años, busca hombres jóvenes en las calles de Caracas y les paga para que lo acompañen a su casa. También espía regularmente a un hombre mayor con el cual parece estar atado por algún nexo del pasado. Un día conoce a Elder, de 17 años, líder de una pequeña banda de malandros. Su relación, violenta al principio, se transforma en algo hermoso… Hasta que ocurre lo inevitable.
«Desde allá«, la ópera prima a cargo del director venezolano Lorenzo Vigas confirma una incuestionable pujanza autoral en lo referente al cine latinoamericano, una tendencia está especialmente visible dentro del círculo de festivales europeos, esta coproducción venezolana-mexicana que se pudo ver en la pasado edición del festival de San Sebastián dentro de la sección Horizontes Latinos venía precedida por el sorprendente León de Oro conseguido en el festival de Venecia del mismo año, premio este que sin embargo se me antoja algo excesivo pese a las indudables virtudes que posee el film dirigido por Lorenzo Vargas, más que nada por las erróneas expectativas que por parte de un cierto público pueden derivarse de un producto de estas características, un film de tono y naturaleza demasiada mimético y sin apenas diálogos, plagada de continuos silencios y abundante planos largos, pero que deviene en un film rico en matices que bascula en lo sutil o lo sugerido de sus personajes más que en lo explícito de sus actos.
“Desde allá” transita principalmente y de forma clara a través de la ambigüedad emocional y la austeridad explicativa en lo referente a su narrativa, hay un pasado que no se nos llega a contar pero se intuye levemente, al igual que ciertos actos del cual somos testigos y que tenemos que ir interpretando a medida que avanza la película, todo ello en una Caracas contemporánea desangelada y sórdida como escenario en donde se nos muestra mundo sin cualquier atisbo de esperanza direccionada en la relación que se establece entre dos personajes muy duros y complejos (notables Alfredo Castro y Luis Silva) completamente antagónicos entre si y marcados por un destino a la deriva, tanto en lo emocional como en lo coyuntural, ambos, de diferente manera, incapaces de poder relacionarse con su propio entorno, una compleja relación entre dos seres de un extracto social y cultural muy diferente, en donde la paternidad y la homosexualidad termina convirtiéndose en una especie de condena moral y estigma social en lo referente a sus vidas. Lorenzo Vargas utiliza de un modo acertado el recurso de la filmación fuera de campo en prácticamente todo el metraje de la película a modo premonición fatalista, bajo una mirada tan gélida como completamente neutra el film transita tanto como un emotivo lienzo acerca de la carencia afectiva que sufren los dos personajes principales o como también una metáfora social de las diferencias de las clase existente en la Venezuela actual, un país que da la sensación que cada vez es más difícil el poder confrontar ideas y actitudes.
“Desde allá” termina siendo un debut más que notable, una propuesta estimulante sobre todo en el recorrido que utiliza para dibujar un entorno determinado, especialmente el referido al contexto social en el cual se sitúan sus dos torturados personajes, pero que sin embargo se ve algo lastrado por momentos en lo previsible que puede llegar a resultar su propia narrativa al recurrir en exceso y como fórmula a esa dramaturgia de tono oscuro que suele ser demasiado habitual en un número elevado de películas actuales provenientes de Latinoamérica, aun así no convendría perder de vista en un futuro la carrera de Lorenzo Vigas, en “Desde allá” se atisban rasgos y conceptos de una inusitada fuerza a la hora de saber radiografiar con tino los conflictos vitales por el que suelen transitan sus personajes.
Valoración 0/5:3’5
«Mountains May Depart» (Más allá de las montañas) review
China, a finales del año 1999. Dos amigos desde la infancia, Zang y Liangzi, cortejan a Tao, una joven de Fenyang. Zang es dueño de una gasolinera y tiene un futuro prometedor. Liangzi trabaja en una mina de carbón. Tao tiene el corazón dividido entre ambos, pero deberá tomar una decisión que marcará su vida y la de Dollar, su futuro hijo. Desde una China en pleno cambio a una Australia como promesa de una vida mejor, la película sigue las esperanzas y amores de estos personajes.
Jia Zhang Ke nos propone en “Mountains May Depart“ un melodrama que bascula especialmente en torno a una amarga mirada direccionada hacia el pasado, presente y futuro de su país, ambientado en tres épocas distintas (1999, 2014 y 2025) construye tres historias en el tiempo en las que los personajes se van relacionando y desapareciendo al unísono, el film reúne conceptos plenamente reconocibles del que podríamos denominar ese universo inherente de Zhang-ke, cine rico en extraordinarias alegorías y reflexiones del vínculo familiar y territorial, una cinta que se abre y se cierra bajo el tono musical claramente irónico del Go West de los Pet Shop Boys, presentándonos a unos personajes ubicados alrededor de una realidad rota, mostrada en tres actos que logran estar parcialmente definidos aunque algo irregularmente expuestos (especialmente el ultimo) en lo referente a su tonalidad narrativa, pasado, presente y futuro con sus correspondientes elipsis, tres espacios escénicos que van desde la China de finales del siglo XX hasta la Australia del año 2025, diferenciados no solo en su tono sino también en lo referente a su formato cinematográfico (la primera parte rodada en 1:33, la segunda en 1:85 y la tercera en scope), todo ello dentro de un escenario marcado por un progreso tecnológico y social bastante acelerado. Film de claro tono melodramático en el que la representación de los sueños de prosperidad de todo una generación se estampa de forma violenta frente a un modelo socioeconómico que no logra detenerse, una radiografía en donde diferentes paralelismos exponen los cambios en las formas de vivir que han tenido lugar en poco más de dos décadas en la China.
Si hay algo que sobresalga en “Mountains May Depart“ es el tratamiento que otorga Jia Zhang Ke a las imágenes como perfecto reflejo del estado anímico de sus personajes y muy especialmente en lo concerniente a su capacidad de plasmar en ellas cómo algunos de esos sentimientos que van fluctuando y haciendo mella inexorablemente con el paso del tiempo, pues básicamente de lo que trata el film de Jia Zhang Ke es sobre la pérdida subyacente en el transcurrir del tiempo, una exposición acerca de esa pérdida de valores e identidad en la cultura china a favor de ese creciente capitalismo y globalización que termina equiparándose a la incapacidad de sus personajes de poder crear cualquier tipo de lazos afectivos más profundos, en la quimera de un sueño que nunca llego a aparecer (en este apartado la interpretación de la genial Tao Zhao vuelve a ser prodigiosa una vez mas) posiblemente Jia Zhang Ke vuelva a incidir sobre formularios ya expuestos en anteriores trabajos suyos, sin embargo aquí lo encontramos más conceptuado y direccionado hacia un apartado y un tono emocional e incluso melancólico en claro detrimento del mas puramente contemplativo (especialmente visible en sus primeras películas) o visceral como pudimos ver en su anterior y magnifica «A Touch of Sin«.
Ciertamente quizás sea la propuesta que incida más en lo melodramático en la carrera de Jia Zhang Ke, un cambio de registro que no es óbice para que este demuestre que no ha perdido para nada su habitual fuerza narrativa y estilo inconfundible, aun así posiblemente podríamos aseverar que «Mountains May Depart» quizás no sea la película más redonda de su autor, la falta de sutileza en lo referente a sus postulados es bastante palpable por momentos, no así en lo que respecta a su lucida mirada en lo concerniente a la pérdida progresiva de esa singularidad tanto territorial como emocional que vemos de forma palpable en el film y que nos es representada de forma notoria y magistral, “Mountains May Depart” es un proyecto ambicioso en su estructura y no por eso menos incisivo en el brillante mensaje que siempre nos propone y que nos suele tener acostumbrado para bien un genio de la talla de Jia Zhang Ke.
Valoración 0/5: 4
https://youtu.be/wLcrCujPPK8
«Hush» review
«Hush» narra la historia de una joven escritora que se quedó sorda en su adolescencia y vive aislada en una casa en medio de la nada. Una noche comienza a ser acosada por un misterioso hombre enmascarado, sin la posibilidad de pedir ayuda, por lo que tendrá que ingeniárselas para salir airosa de su acosador.
Mike Flanagan con tan solo dos films hasta la fecha en su haber ha sabido labrarse un cierto interés por parte de ese sector irreductible aficionado al fantástico, tanto su opera prima «Absentia» como su más conocida» Oculus» se movían dentro de unas coordenadas genéricas en lo referente al terror bastantes reconocibles, a medio camino entre la imprevisibilidad de su propia narrativa y el consabido catálogo de golpes de efecto como herramienta técnica acompañante, una unión que lograba el presentar unos productos tan ligeramente previsibles en lo referente a sus postulados como de sobras correctos en lo meramente concerniente a su simple ejecución, el seguimiento fan al director al que me refería más arriba unido a su amplia difusión a la hora de ver la luz por parte de la plataforma Netflix han hecho que su cuarto film «Hush» (su tercer trabajo «Before I Wake» de momento sigue pospuesto en el limbo de la distribución) haya estado precedido de una ligera y por momentos inusitada expectación.
Lo mejor de «Hush» podríamos aseverar que radica en su intención de ser o en su propia naturaleza más que en el resultado final que puede llegar a ofrecernos, bajo el amparo de la Blumhouse y con un presupuesto de lo más austero esta home invasión con visos de slasher que parte de la premisa del personaje con alguna forma de discapacidad ubicado y aislado dentro de un espacio cerrado a merced de una amenaza (concepto este que ha dado al subgénero un buen número de títulos, «Wait Until Dark» de Terence Young y «Blind Terror» de Richard Fleischer posiblemente sean los más conseguidos y notorios, si acortamos el espacio temporal podemos encontrar a la reivindicable «Jennifer 8» de Bruce Robinson o incluso ese giallo encubierto patrio que es «Los ojos de Julia» entre otras muchas) no deja de ser la quintaesencia de un aplicado ejercicio de estilo en donde destaca una buena utilización del manejo y la dosificación de la tensión por parte de Mike Flanagan, en las antípodas de querer innovar en algo dentro del subgénero (como otros compañeros suyos que lo han intentado con desigual fortuna) el director norteamericano se aparta ligeramente del mismo modo del trazo de anteriores trabajos, nos encontramos ante un producto muy lineal y hasta cierto punto básico en sus postulados, tanto en su narrativa como incluso en su puesta en escena, de contornos casi minimalistas que se traduce en un film tenso y angustioso, de inteligente y buena dosificación argumental, es tal la apuesta de Flanagan por este supuesto mimetismo que apenas llegamos a saber mucho de los dos personajes principales o de cuáles son sus motivaciones, solo asistimos a un comportamiento base, hasta cierto punto primario y exclusivamente en función de la acción que está aconteciendoen ese momento, en este aspecto cabe destacar la reformulación desde cero llevada a cabo por Mike Flanagan en lo que respecta a lo compacto que finalmente llega a resultar su propuesta y su propia logística cinematográfica.
Que Mike Flanagan haya salido relativamente bien parado de una propuesta de las características de «Hush» no deja de ser algo muy meritorio, un indiscutible paso hacia adelante por parte de un director aun en ciernes con respecto a su propia autoría pero del que se le vislumbra un manejo de los conceptos genéricos más que aceptable así como una variopinta versatilidad a la hora de contextualizar diferentes propuestas muy a tener en cuenta, los resultados de sus futuras «Before I Wake» y «Ouija 2» seguramente dicten sentencia de lo que nos puede deparar en el futuro este prometedor realizador.
Valoración 0/5: 3
«Sangue del mio sangue» review
Norte de Italia, siglo XVII. En un monasterio, una monja acusada de brujería seduce a un joven confesor quien se niega a ceder a la ardiente tentación. Una lucha de deseos, ilusiones y mentiras que se arrastrarán de forma inesperada hasta la actualidad…
El veterano director italiano Marco Bellocchio nos presenta en Sangue del mio sangue, su penúltimo trabajo (acaba de presentar en el reciente festival de Cannes su última película «Fai bei sogni«) un compendio bastante definido de lo que podríamos denominar un tipo de cine sustentado en forma y en base a vínculos tanto familiares como territoriales, un discurso autoral el de Bellocchio de lo más rico y coherente que ha dado el cine italiano en las ultimas décadas y a mi modo de ver no del todo reconocido a un nivel más amplio, puede que «Sangue del mio sangue» no llegue a ser su mejor film hasta la fecha, de echo hasta cierto punto podríamos considerar que su concepto metafórico final llegue a ser demasiado previsible en lo referente a su exposición, de lo que no cabe la menor duda es que estamos ante un film que aborda su tesis desde la valentía autoral y lo que es más importante desde un discurso de plena vigencia, un apasionante estudio de como la tradición o el puritanismo se convierte en un ente retrógrado del pasado y presente más decadente y pueril.
No deja de ser curioso de que en «Sangue del mio sangue» asistamos a varis roturas de la ortodoxia cinematográfica más tradicional ya sean a un nivel meramente narrativo o conceptual, el film se compone argumentalmente de dos tiempos ubicados en un mismo espacio, un monasterio, un pasado ambientado en el S. XVII en donde somos testigos de la llegada de un joven y apuesto militar de familia acomodada a un convento en busca de respuestas, su hermano gemelo, cura del lugar se ha suicidado y no podrá ser enterrado en la tierra sagrada como es deseo de la familia, una muerte según cuentan por la influencia amorosa de una joven monja, una mujer a la que los párrocos del convento tratan de sonsacar una confesión a la fuerza de su supuesto pacto con el diablo y el presente en donde vemos como un viejo vampiro apodado el “Conde” ve amenazada su plácida y arcaica existencia cuando un millonario ruso representado por un joven empresario italiano muestra interés por comprar su actual morada, el mismo convento en el que hace siglos fue encerrada la joven acusada de brujería, ambos pasajes temporales vertebrados con el Nothing Else Matters de Metallica, cantada a cappella y en clave misa como punto rupturista de ambas acciones en donde vemos primero como el crimen de la religión y la falsa moral se acaban transformado en otro crimen, en esta ocasión tanto a un nivel capitalista como tiránico y conservador en su segunda historia, pecados que equivalen a la maldad y cierto decrepito que sacudía la sociedad italiana cuatro siglos atrás, y que sigue sacudiéndolo a día de hoy, dos mundo que en un principio deberían ser completamente antagónicos por el tiempo que los separa pero que terminan convergiendo en la quintaesencia de un mal endémico de una región en concreto, de un país o de una sociedad en definitiva.
Un discurso del todo atemporal el de Marco Bellocchio en «Sangue del mio sangue» que sirve al mismo tiempo como vínculo inexorable a medio camino entre el presente y el pasado, todo ello barnizado con un sentido del humor cargado de simbolismos que puede llegar a despistar en algo al espectador poco atento, a medio camino entre la seriedad y lo parcialmente sutil de la primera parte (que la emparentan genéricamente casi a un film de terror) en contraposición con un tono más ameno, liviano y rico en su función metafórica en la segunda, en el fondo y pese a esa cierta irregularidad y salidas de tono adyacentes en el relato solo un realizador tan experimentado, valiente y de un discurso tan vigente como el de Marco Bellocchio podía llegar a construir una pieza de las características de «Sangue del mio sangue«, todo un canto a la libertad creativa de la que hace gala un autor de la vieja guardia ubicado en la actualidad.
Valoración 0/5:4
«Demon» review
Python y Janet reciben como regalo de boda unas tierras en las que construir su hogar. Al preparar el suelo para la futura casa, el novio encuentra unos huesos humanos. Será el primero de una serie de hechos extraños que culminan con la irrupción de un turbulento espíritu en las nupcias.
“Demon” del malogrado Marcin Wrona es sin lugar a dudas una de las películas más singulares y originales especialmente dada las múltiples vías de lecturas que nos llega a ofrecer de la pasada temporada, una original propuesta que convendría no pasar por alto dado su incuestionable valor y que sirve al mismo tiempo como perfecto ejemplo de ese fantástico alternativo rico en matices de diversa índole, en «Demon» asistimos a un enlace nupcial que se convierte en el escenario de una supuesta posesión demoníaca, a partir de ese momento se nos conduce a jugosas reflexiones, que pueden llegar a ser tanto políticas como meramente sociales en base a un retrato sobre la difícil coexistencia del pasado y el presente de la actual Polonia. El mito clásico del dybbuk como paradigma de venganza de un pasado que se niega a ser enterrado, como un ente recordatorio que con su doliente presencia nos recuerda que hubo un padecimiento endémico dentro de un territorio determinado, que mucha gente llego a sufrir en un pasado como para que ahora se llegue a mancillar esa memoria individual o más bien colectiva con una felicidad actual más bien frívola y consumista, presentado en el film a modo de boda, todo ello expuesto a semejanza de un retrato social y crítico en la versión más caustica del devenir temporal de un país, «Demon» se aleja de esta manera del relato de terror convencional de posesiones al uso y bebe de ese cine fantástico de la Europa del este tan característico en los años setenta, abundante en metáforas y simbolismos especialmente de raices tradicionales, poseedor de una mirada tan inusual y atípica como atrevida.
En cierta manera «Demon» se sitúa en las antípodas del prototipo relato trillado en lo referente a su formulario meramente genérico, es por ello que convendría avisar al espectador despistado de las intenciones y posterior resultado que puede dar un producto de estas características, una expectativas erróneas pueden llevar a un análisis del film totalmente equivocado en lo referente a sus intenciones, una película que en apariencia puede parecer decirnos muy poco, e incluso en un principio dar la sensación de moverse en un terreno algo superficial, solo en apariencia pues el director polaco consigue cohesionar a través de una amalgama genérica diversa (drama, comedia, terror) el trasportar la génesis del producto a ese tipo de cine que se estructura en base a diversas capas y múltiples lecturas, las tradiciones nupciales y todo lo que lo rodea alrededor de las bodas polacas expuestas aquí a través de una mirada en apariencia absurda (un tono que por momentos la direcciona de una forma palpable a «El ángel exterminador» de Buñuel), casi de tintes y trazo surrealista pero que con su transcurso sabe llegar a cohesionarse de manera sabia hacia el prototipo relato fantástico tradicional que aquí bebe del folklore judío en base a una historia mostrada bajo un tono claramente costumbrista que llega a caminar entre la comedia negra y el cuento oscuro de atmosfera malsana.
«Demon» deviene finalmente como un perfecto ejemplo de lo que tendría que ser una historia acerca de la metáfora incrustada dentro de la propia mitología del relato, una verdadera pena del prematuro fallecimiento de su joven director poco antes del inicial periplo festivalero del film, un hecho del todo trágico y luctuoso que nos priva de forma definitiva de poder asistir a la evolución de un discurso cinematográfico que se intuía por momentos de lo más apasionante.
Valoración 0/5: 4
«Midnight Special» review
“Midnight Special” nos cuenta como el pequeño Jaeden Lieberther emprende una huida junto a su padre tras descubrir que posee ciertos poderes especiales, lo que comienza como una carrera para huir de extremistas religiosos y fuerzas del orden locales pronto se convertirá en una persecución a nivel nacional en la que participan los más altos niveles del gobierno federal.
Mucha expectación había levantado la nueva película del director norteamericano Jeff Nichols, director que con tan solo tres películas en su haber «Shotgun Stories«, «Take Shelter» y «Mud» había dado muestras de ser uno de los autores independientes estadounidenses más personales e interesantes del momento, si a esto le sumamos que «Midnight Special» es su primer film puramente genérico además de estar auspiciado por una major como Warner las interrogantes y expectativas habían colocado al film como unos de los más esperados del presente curso.
«Midnight Special» sin llegar a la excelencia no deja de ser un triunfo en sí misma, especialmente en lo referente a su concepción y estructura, tanto en su labor de ejercicio de género como en su acertado ensayo metalingüístico a cargo de un autor con una voz y unas pautas muy propias y perfectamente reconocibles, en este aspecto no deja de ser significativo que los mejores momentos de «Midnight Special» ocurran en su primera hora, ahí es cuando este thriller de ciencia ficción con elementos casi místicos y bajo un esquema de Sci-fi de estética ochentera que evoca de forma clara al cine de Steven Spielberg («Close Encounters of the Third Kind«, «E.T.»), al «Starman» de John Carpenter y demás productos derivativos de dicha época («D.A.R.Y.L«, «Flight of the Navigator«, etc) e incluso a un cierto cine perpetrado por M. Night Shyamalan despojándolo eso sí de esos defectos sensibleros que hoy en día podían llegar a ser algo inadecuados a favor de un realismo más acorde con el supuesto imaginario del director, consigue que Jeff Nichols se adueña y recodifica tanto su discurso como la temática de este engañoso en un principio blockbuster para hacerlos completamente suyo, muy afín a su discurso autoral, una transfiguración genérica está en donde Nichols vuelve a hacer un especial hincapié en la familia como eje principal de ese vínculo, obligaciones y hasta obsesiones paterno filiares, una desesperada lucha por parte de un padre para salvaguardar a su hijo por encima de cualquier cuestión o tesitura posible, todo ello con la apariencia de road movie bajo un escenario de tono paranoide post 11-S ya muy presente en su extraordinaria «Take Shelter» (su mejor película hasta la fecha).Podríamos aseverar sin riesgo a equivocarnos que hasta ese momento «Midnight Special» funciona de una manera casi excepcional, desde su inmaculado casting encabezado por el actor fetiche del director (un inconmensurable Michael Shannon) hasta su definida y espléndida banda sonora a cargo del habitual David Wingo, así como su acertada y dosificada estructura narrativa impuesta hasta ese momento por Jeff Nichols, es en la parte final del film cuando podemos apreciar como el asunto se le va un poco de las manos, esa grandilocuencia puramente fantástica que vemos no acaba de estar plenamente cohesionada con el resto del relato, da la impresión de que a la hora de recurrir a esos referentes antes aludidos de forma plena en su clímax final Nichols pierde algo de consistencia en lo referente a narrativa y estilo, tanto en lo concerniente a su puesta en escena como en la labor de intentar imprimir una estructura bien definida, el conjugar adecuadamente dos vertientes tan marcadamente diferenciadas como pueden ser un realismo inherente de un universo personal con situaciones propias del cine fantástico de tono más mainstream no termina de ser una tarea fácil, es algo al alcance de muy pocos, en lo concerniente a esta vicisitud en particular Jeff Nichols solo lo consigue a medias.
«Midnight Special» termina siendo un perfecto ejemplo de lo que debería ser un producto de trazo autoral direccionado en un principio hacia ámbitos algo diferentes de los que suele transitar en un principio su director, ofreciéndonos una suerte de reverso conceptual de lo que en su día llego a ser un film de las características del «Super 8» de J.J. Abrams, Jeff Nichols no se contenta en reverenciar un estilo en base a una directrices concretas de naturaleza algo inamovibles, intenta ir más allá a la hora de hacer notar una imprenta inherente en el producto, como bien lo demuestra ese última y sugerente escena de la película, es ahí en donde se nos termina de mostrar la firmeza de un discurso tan fascinante como propio por parte de un autor poseedor de un innegable talento.
Valoración 0/5:3’5
«Darling» review
Carter es una solitaria joven que es contratada como cuidadora de una antigua y misteriosa mansión en Manhattan. Pasa la inmensa mayoría de sus horas en soledad y desde ese momento seremos testigos de su descenso al infierno de la locura.
Mickey Keating en poco más de tres años se ha establecido como un cineasta bastante afín y activo en lo referente al género de terror actual, no solo en lo relativo a su vertiente como director sino también en la de guionista e incluso en la de productor de sus propios trabajos, si sus anteriores «Ritual» y «Pod» no dejaban de ser leves esbozos de naturaleza poco convincente en lo concerniente a sus postulados, en «Darling» da un ligero golpe de timón en estilo y temática y nos ofrece un thriller psicológico con elementos de terror con la premisa del aislamiento expuesto tanto a nivel psíquico como físico, algo que la direcciona inequívocamente y de manera poco disimulada a films referencia en dichas líderes como pueden llegar a ser el «Repulsión» de Roman Polanski o el «The Shining» de Stranley Kubrick, todo ello barnizado con un estilo de características algo arty y marcado tono alucinatorio, de connotaciones casi experimentales, su fotografía en blanco y negro y un ligero trazo críptico en lo concerniente a su narración así lo atestigua. El riesgo formal asumido por Mickey Keating en «Darling» es indudable aunque esto no siempre es garantía de éxito, podríamos aseverar sin riego a equivocarnos que nos encontramos ante un producto en donde prima más los que son sus loables y valientes intenciones que lo que termina siendo su resultado final.
Uno de los mayores problemas a la hora de enfrentarnos a un film de las características de «Darling» reside en su muy endeble guion, no hay una narración argumental valida en lo referente a su desarrollo, estamos ante esa clase de productos en donde cualquier excusa vale para un propósito final, en este caso dado tanto por su inverosimilitud en lo concerniente a varios aspectos de su historia (realmente hay una necesidad real de una cuidadora en la casa) como por la poca profundidad en lo referente a su historia y personajes, tampoco la ambivalencia que quiere dotar Mickey Keating al conjunto llega a ser de un nivel satisfactorio, para crear o sugerir una duda (en este caso lo referente a si realmente la protagonista llega a estar desequilibrada por ella misma o por causa de la casa) se requiere de una consistencia evolutiva por parte del personaje principal (uno de los puntos positivos de «Darling» es la esforzada interpretación de Lauren Ashley Carter, rostro muy reconocible dentro del género actual)algo que no ocurre principalmente por el tono casi episódico que llega a emplear Mickey Keating a la historia, un irregular lienzo estilístico en donde se llega a abusar en algo del fotograma abrupto como mero vehículo gratuito a la hora de intentar perturbar al espectador.
«Darling» termina convirtiéndose de una manera clara en un producto fallido por su no posicionamiento estructural, aun así tiene la ligera virtud de pertenecer a esa clase de películas de muy bajo presupuesto que se apartan del consabido trazo convencional genérico en lo referente a lo que son sus propuestas, films como «I Am a Ghost» o «The House on Pine Street» (bastantes mas superiores al film de nos ocupa) nos recuerdan que aún existen sendas a explorar dentro del género de terror, del talento de su director depende que el riego final asumido sea reconocido para bien, Mickey Keating y su «Darling» de una forma evidente se queda a medio camino, aun así estamos ante un director inquieto y de naturaleza evolutiva, la buena acogida de su último film en el pasado festival de Sundance «Carnage Park» (un nuevo cambio de registro) parece confirmar un nuevo paso adelante por parte de un autor que no convendría perder de vista en un futuro.
Valoración 0/5:2’5
«The Boy» review
Greta (Lauren Cohan) es una joven americana que acepta trabajar como niñera en Inglaterra huyendo de su pasado. Para su sorpresa, el niño al que tiene que cuidar es un muñeco a tamaño real. Además, en el cumplimiento de su trabajo tiene que seguir unas reglas muy estrictas. Cuando se queda sola, Greta desobedece las normas, lo que desencadena una serie de eventos perturbadores que le llevarán a convencerse de que el muñeco podría estar vivo.
La premisa del muñeco con vida propia ya sea a través de la posesión o simplemente como un ente con vida propia sin explicación aparente y de intenciones poco amigables ha sido un apéndice algo secundario dentro del género de terror a lo largo de los años, tendríamos que echar la mirada hacia atrás para poder encontrar las mejores propuestas en dicha temática, si nos remontamos a la génesis ahí encontraremos «The Devil-Doll» de Tod Browning o la fantástica «Dead of Night» y su episodio dirigido por Alberto Cavalcanti The Ventriloquist’s Dummy, más adelante en la fundamental serie de televisión Twilight Zone veremos estimulantes episodios como The Dummy, Living Doll y Cesar and Me, más recientemente Richard Attenborough nos proponía en «Magic» un perturbador relato psicológico con Anthony Hopkins al frente del reparto, el éxito de las sagas en cines «Child’s Play» o en ámbito doméstico «Puppetmasters» y la reciente «Annabelle» (descafeinado spin-off de la notable «The Conjuring«) han contribuido en parte a desvirtuar en alguna medida el concepto clásico del término visto hasta el momento.
Lamentablemente la película que nos ocupa queda muy por debajo de sus anteriores referentes, el principal problema de un film de las características de «The Boy» es que todo resulta muy predecible a la hora de mostrarnos sus supuestos atributos, pero sobre todo los personajes y según qué situaciones se nos presentan de forma demasiado inverosímil algo que provoca que el efecto terror quede muy diluido por una falta de supuesta credibilidad en lo referente a lo que es su narración. Por otra parte el director William Brente Bell (Devil Inside, Stay Alive) nos propone una situación en donde se sobreexplotan de manera algo forzada y con momentos confusos los tópicos acostumbrados vistos con demasiado frecuencia dentro del género de terror moderno, estos son crear una situación tensa o anómala dentro de un único escenario afín (caserón antiguo) a base principalmente de continuos y gratuitos golpes de efectos y un twist final en teoría sorpresivo pero que se ve venir de lejos, un catálogo repleto de clichés expuestos de una manera bastante torpe en donde prima más lo gratuito y el tono explicito expuesto de manera algo burda en contraposición al tono más sugerido o intuido.
Estamos pues ante una película que se sostiene a duras penas en el momento que nos va mostrando sus cartas, es a la hora de desarrollarlas cuando el castillo de naipes se viene abajo por completo, lo poco rescatable que podemos encontrar en «The Boy» lo visualizamos en su agradable y esforzada protagonista Lauren Cohan (The Walking Dead), embutida en un personaje absurdo, y haciendo todo lo posible por salvarse de la función, tampoco es desdeñable el aséptico diseño de porcelana del muñeco «Brahms”, lástima que no este lo convenientemente bien utilizado en el momento de crear una acertada tensión como vehículo terrorífico, «The Boy» termina convirtiéndose en uno más de esos proyectos que a priori podían haber reconducido en algo diferente el maltrecho subgénero de “muñecos diabólicos”, sin embargo termina siendo un producto más dentro de la larga lista de propuestas fallidas en lo concerniente al género de terror actual.
Valoración 0/5: 2
«James White» review
«James White» nos cuenta como tras la repentina muerte de su padre y el avanzado cáncer que padece su madre hacen de James White, un joven inadaptado de Nueva York, un ser turbulento e irracional que encuentra en la violencia y en su propia autodestrucción una válvula de escape emocional ante los problemas que le asechan, llegados a un punto tendrá que plantearse el luchar para controlar eso impulsos autodestructivos antes que sea demasiado tarde.
Presentada en el festival de Sundance 2015 la opera prima como director de Josh Mond ( ávido productor indie responsable de títulos tales como «Martha Marcy May Marlene» o «Simon Killer«) deviene como la quintaesencia perfecta de ese cine independiente norteamericano que suele orbitar principalmente a través del drama de connotaciones puramente viscerales, un estudio psicológico algo radical en lo referente a su exposición técnica del caos contemporáneo subyacente dentro de una juventud que se ve imposibilitada a la hora de iniciar un cambio de rumbo en sus vidas, en «James White» vemos esta inmersión emocional en el retrato de un traumático joven de comportamiento totalmente errático que se ve imposibilitado a no poder huir por mucho más tiempo, ha de empezar a tomar decisiones de una manera forzosa (reciente fallecimiento de su padre-enfermedad terminal de su madre), un ciclo a través del dolor, la rabia y muy especialmente la impotencia.
En «James White» asistimos a una visión certeramente expuesta de cómo nuestro comportamiento y las excusas en que solemos apoyarnos acerca de nuestras vidas caen bajo ciertas condiciones de naturaleza ineludible, la mayoría de nosotros hemos tratado con dolor emocional de una manera u otra a lo largo de nuestra vida, la pérdida y el dolor en nuestro devenir te remite a un cambio obligado a la hora de afrontar el futuro, en el film somos testigos de ese tránsito pero direccionado hacia ninguna parte, los meses que entrega todo el amor el personaje protagonizado por Christopher Abbott (magistral interpretación) a su madre sirven como una última conexión para darle algo de sentido a sus propios actos, en este aspecto hay una escena clarificadora que personifica de manera perfecta dicha tesitura, James sabiendo que su madre se está muriendo y viéndola en su momento más vulnerable, le ofrece una utópica visión alternativa de lo que podría ser un futuro que nunca llegara a producirse, aquella en la que se ve a sí mismo como un hombre amable, responsable y de familia numerosa, una fabulación de tono desgarrador en forma de ensoñación vaporosa como único escape posible hacia la nada.
Josh Mond termina aplicando al film un estilo extremadamente hiperrealista, de cerrados planos cámara en mano, prima hermana del found footage pero de intenciones genéricas muy diferentes, una cámara esta utilizada casi como de una herramienta se tratase, que llega a oprimir a nuestro protagonista de una manera casi claustrofóbica, en este sentido la película puede llegar a presentarse como un recurso formal potente pero algo insuficiente y repetitivo por momentos e incluso algo molesto en lo concerniente a lo más estrictamente visual de su propuesta, algo que nos lleva a interpretar a «James White» como un producto que funciona mucho mejor en lo referente a su finalidad que a lo referido a su desarrollo narrativo, y que tiene al mismo tiempo como una de sus principales virtudes el huir de una forma consiente del melodrama manido y simplista, algo que el material en el que se sustenta podía a llegar a ser muy proclive. «James White» termina siendo un demoledor retrato acerca de la desubicación emocional del ser humano, un reflejo sobre la angustia y la falta de dirección de un individuo en ruinas que no llega a encontrar ninguna razón objetiva para poder sustentarse así mismo.
Valoración 0/5.3’5
Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny, review
Después de muchos años de absoluta soledad, la famosa guerrera Yu Shu Lien emerge de su retiro para emprender un viaje a Pekín, donde la legendaria espada de Li Mu Bai conocida como Green Destiny está localizada. Yu Shu Lien, aún de luto por la muerte de Mu Bai, busca la espada como forma de guardar respeto por la memoria de su compañero en batalla. Sin embargo, Hades Dai, un señor de la guerra de los bajos fondos, envía a sus lugartenientes para robar la espada con planes de dominar el mundo marcial. Un héroe con un enigmático pasado llamado Silent Wolf llegan a la ayuda de Shu Lien junto a una banda dispar de guerreros que aún creen en el honor, deberán enfrentarse a Dai y sus combatientes en esta historia de amor perdido, de leyendas escondidas, y de una oportunidad final de redención.
Quince años han tenido que pasar para que esta tardía secuela de la reconocida «Crouching Tiger, Hidden Dragon» de Ang Lee (film capital que dio lugar a que posteriormente directores de la talla de Zhang Yimou, Chen Kaige o recientemente Hou Hsiao-hsien aportarán su punto de vista de dicho subgénero) viera la luz, lo cierto es que las previsiones iniciales con respecto a esta continuación no eran precisamente demasiadas halagüeñas, al excesivo tiempo existente entre los dos films se sumaba la incorporación presupuestaria occidental al proyecto con Harvey Weinstein al mando y con la previsión de estrenar inicialmente la película en cines en China y posteriormente en formato doméstico para el resto del mundo a través de la plataforma Neflix, que el rodaje en su gran mayoría trascurriera Nueva Zelanda también era algo que generaba muchas dudas entre los fans del primer film. Curiosamente «Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny» pese a estar claramente uno o dos escalones por debajo con respecto a su predecesora deviene como un producto bastante digno y competente en lo referente a lo que es su función y su forma de ser, y que de una forma algo sorpresiva llega a mostrarse incluso algo más fiel en lo concerniente a lo que es su estructura a las raíces del subgénero del Wuxia de que lo fue la película de Ang Lee.
Basado nuevamente en las novelas de Wang Du lu (1909-1977), «Crouching Tiger, Hidden Dragon» tiene la principal virtud de apoyarse sobre un tono muy clásico, que tras las cámaras se encuentre un veterano experto en la materia como es Yuen Woo-Ping tiene mucho que ver en ello, de hecho podríamos llegar a aseverar que estamos ante una revisitación de tono ligeramente alternativo del «Crouching Tiger, Hidden Dragon» de Ang Lee, hay patrones narrativos y personajes que circunvalan de una muy forma muy evidente dicho concepto de ese universo antes referido pero despojando al producto de esa cierta hibridación evolutiva que el film del director taiwanés poseía y que la direccionaba de una manera algo puntual a la cultura occidental, un distanciamiento estructural este que a la hora de hacer una comparación global entre ambos films juega muy en contra de «Sword of Destiny«, de todas maneras su apuesta por ese clasismo antes comentado, de connotaciones casi antropológicas, aportan un activo muy notorio al film, especialmente en lo referente a las coreografías y secuencias de acción (la escena del confrontamiento sobre el lago helado es una buena muestra de ello), aparte el carisma en pantalla de Michelle Yeoh y muy especialmente de Donnie Yen, todo un referente actual del cine de acción hongkonés, hacen que el film llegue a ser bastante disfrutable en su vertiente más puramente fandom.
«Crouching Tiger, Hidden Dragon: Sword of Destiny» deviene finalmente como un producto muy digno pero lejos de ser perfecto, poseedor de algún que otro defecto bastante acentuado, especialmente en lo referente a un atropello de ritmo narrativo bastante visible en lo concerniente a su tramo final y a un cierto exceso digital a la hora de mostrar paisajes. Finalmente convendría hacerse la pregunta si es del todo conveniente la elaboración con capital occidental de un material como el que nos ocupa, si el resultado obtenido es un producto de las características de «Sword of Destiny» que al menos intenta mantener la esencia de un ADN puro.. la respuesta es un sí rotundo.
Valoración 0/5:3
«El abrazo de la serpiente» review
Karamakate fue en su día un poderoso chamán del Amazonas, es el último superviviente de su pueblo, y ahora vive en aislamiento voluntario en lo más profundo de la selva. Lleva años de total soledad que lo han convertido en chullachaqui, una cáscara vacía de hombre, privado de emociones y recuerdos. Pero su vida vacía da un vuelco el día en que a su remota guarida llega Evan, un etnobotánico americano en busca de la yakruna, una poderosa planta oculta, capaz de enseñar a soñar. Karamakate accede a acompañar a Evan en su búsqueda y juntos emprenden un viaje al corazón de la selva en el que el pasado, presente y futuro se confunden, y en el que el chamán irá recuperando sus recuerdos perdidos. Esos recuerdos traen consigo vestigios de una amistad traicionada y de un profundo dolor que no liberará a Karamakate hasta que no transmita por última vez su conocimiento ancestral, el cual parecía destinado a perderse para siempre.
«El abrazo de la serpiente» tercer largometraje de Ciro Guerra ganador del máximo galardón de la quincena de los realizadores del pasado festival de Cannes inicia una nueva etapa dentro del cine colombiano de clara proyección internacional, film que bascula en base a un híbrido entre el documental y la ficción de tono minimalista, a medio camino entre la célebre novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas y cierto cine orquestado en su día por Werner Herzor termina moviéndose dentro de unos territorios en donde la premisa del colonialismo brutal y la inexorable pérdida de tradiciones y culturas indígenas quedan plasmadas dentro de una vertiente histórica través del retrato de dos personajes reales (Theodor Koch-Grunberg y Richard Evans Schultes), la cultura primigenia o el conocimiento ancestral en contraposición al de la ciencia, expuesta en forma de una travesía llena de simbolismos que va avanzando entre lo real y lo onírico, a medio camino entre el misticismo y la crítica social. Ciro Guerra logra mostrar a través de ese misticismo sutil antes comentado el discurrir de dos historias en paralelo con todos los matices que ello pueda conllevar, pero más que nada consigue desentrañar una premisa en forma de fábula atemporal de como el carácter humano se llega a posicionar por encima de cualquier tipo de raza, origen o creencias.
«El conocimiento pertenece a todos», frase que oímos en el film durante varias veces sirve como perfecta metáfora unidireccional hacia una civilización que demuestra una supuesta negación a la hora de permitir el progreso hacia otras culturas que amenacen a la suya propia, y que al mismo tiempo sirve como vehículo de denuncia sobre el efecto devastador causado por el colonialismo, tanto en su vertiente capitalista (el negocio del caucho) como en el referente a su infección ideológica con la religión como arma arrojadiza, es por eso que «El abrazo de la serpiente» aparte de funcionar a modo de plegaria amazónica puede llegar por momentos a operar también tanto como un largometraje de cierto índole político en lo concerniente a su discurso o incluso como una amable, funcional y algo discutible obra de ficción de una orquestada narración que posiblemente abuse de una estructura episódica poseedora de un tono aislado demasiado evidente.
Podríamos llegar a definir que «El abrazo de la serpiente» traza en base a su escenario un camino caustico y algo gris hacia lo más profundo del Amazonas como medio escénico a la hora de penetrar en la mente de diferentes visiones del mundo, es en ese río en donde a través de relatos claves se nos muestran un lugar único y rico en detalles antropológicos y estéticos. Finalmente «El abrazo de la serpiente» deviene como una pieza precisa y compleja presentada casi a modo de una road movie fluvial, de connotaciones algo exageradas y preciosistas en lo referente a la mitología indígena del tema esotérico que expone que pueden llegar a derivar en una cierta confusión hipnótica, contada a partir de una sencillez y una claridad que invita a una posterior reflexión crítica poco complaciente por parte del espectador sobre la conflictiva coexistencia de dos miradas tan elementales como disuasorias, una exploración visualmente fascinante por momentos a través de una imagen prodigiosa, una visión en definitiva del hombre, la naturaleza y los poderes destructivos perpetrados por el colonialismo.
Valoración 0/5:3
«10 Cloverfield Lane» review
Una joven sufre un accidente de coche. Cuando despierta se encuentra encerrada en una celda bajo tierra, secuestrada por un hombre extraño (John Goodman) que dice haberla salvado del día del juicio final. El excéntrico captor asegura que el exterior es inhabitable por culpa de un terrible ataque químico, algo que no sabe si creer. Es así como comienza su pesadilla, en una espiral de desconocimiento. La mente del criminal es infranqueable, y ella tendrá que intentar analizar a su enemigo para conseguir sobrevivir.
«10 Cloverfield Lane» viene a ser otra muestra muy palpable de que J.J. Abrams es mucho más brillante y funcional como productor que como director, el debut en la dirección de Dan Trachtenberg (ojo a su anterior corto «Portal: No Escape«) nos propone un escenario en donde la ciencia ficción de claro tono minimalista y el concepto post apocalíptico de supervivencia están vistos desde una perspectiva en donde el suspense y la tensión se erigen como uno de sus principales activos en un producto que termina por resultar de lo más disfrutable, un film que aparte de estar plagado de múltiples referencias cinéfilas conviene enfrentarse a él lo más virgen posible, pues otro de sus máximos activos residen en uno de esos argumentos ( guion obra de Josh Campbell , Matthew Stuecken y Damien Chazelle) repletos de vaivenes y vueltas de tuerca, algunos coherentes con la propia naturaleza del producto, otros encorsetados de una manera algo forzada especialmente en lo referente a su final.
Catalogar «10 Cloverfield Lane» como un spin-off de aquel esplendido disfrute mainstream cámara en mano que era «Cloverfield» demuestra lo hábil que es J.J. Abrams como productor a la hora de vender el producto en cuestión, nada más lejos de la realidad, en el fondo si nos ponemos a pensar y no hace falta llegar a ser muy ingenioso en lo relativo a dicha tesitura el ochenta por ciento de producciones actuales de ciencia ficción podrían considerarse como claras hereditarias del concepto Cloverfield, la habilidad de J.J. Abrams reside en rescatar un film a través de su compañía Bad Robot direccionado en un principio a una vía completamente diferente a la que al final toma, anteriormente titulado en un primer lugar «Valencia» y más tarde «The Cellar«, un film en principio con una clara vocación de producto destinado a festivales de género que consigue revestirlo de engañoso blockbuster adaptando un nuevo final ante lo que es su nuevo status, una operación de marketing inmaculada que nos hace el llegar a preguntarnos qué habría sido si «10 Cloverfield Lane» hubiera coexistido en esa primera vida asignada, ¿una serie B con cierto sabor a culto?, quien sabe, lo cierto es que estamos sin lugar a dudas ante una película que sabe jugar sus bazas de una manera bastante inteligente.
A la hora que centrarnos en esas referencias antes comentadas «10 Cloverfield Lane» bebe mucho de unas coordenadas bastantes reconocibles, amparándose en el thriller psicológico que se apoya principalmente en la duda el film parte desde un punto de partida angustioso y enigmático apoyado en base a un buen desarrollo en lo concerniente a su tensión narrativa (apoyada esta de forma acertada por la banda sonora de Bear McCreary), pocos y carismáticos personajes (esencial la muy notable caracterización a cargo de John Goodman y Mary Elizabeth Winstead), todo ello remite tanto a seriales clásicos tales como «The Twilight Zone» o «The Outer Limits» como a al «Signs» de M. Night Shyamalan como una fiel escenificación a modo de obra de teatro de claro tono intimista e índole paranoico.
«10 Cloverfield Lane» finalmente se vale de su nada disimulada ambivalencia genérica de una manera ejemplar, un muy disfrutable ejercicio de narrativa fluida perfectamente consciente de su estructura de historia reducida pero ingeniosamente tramposa, de alguna manera estamos solo ante un buen entretenimiento sin demasiadas pretensiones y que al mismo tiempo le viene a la perfección al fiel seguidor de la ciencia ficción que quiera alejarse de la aparatosidad del blockbuster de turno o del duro y ceñido relato de género, justo en medio de estas dos corrientes se sitúa «10 Cloverfield Lane«, un film en definitiva que entretiene desde una visión digamos algo alternativa, el problema puede venir dado cuando sea juzgada por un sector de la audiencia como si fuera un producto de gran estudio se tratase cuando en realidad es todo lo contrario.
Valoración 0/5:3’5
«Green Room» review
Los miembros de una banda punk, tras perderse en una zona aislada, se topan con un horrendo acto de violencia. Debido a que son los únicos testigos, se convierten en el blanco de una pandilla aterradora de skinheads.
Después de su presencia en los pasados festivales de Cannes, Toronto y Sitges entre otros la nueva película de Jeremy Saulnier «Green Room» ha estado precedida por una gran expectación (a mi modo de ver bastante justificada), si en el anterior film de su director (Blue Ruin) este nos ofrecía una conseguida y notable pieza de cine independiente que recurría con esmerado acierto a un discurso acerca del recurso de la venganza ejecutada como tal y su aplicación de la violencia dentro de un contexto trágico-familiar, en «Green Room» pese a mantener ciertas constantes temáticas ya existentes de su anterior trabajo, se es de una forma clara menos profundo y sutil en lo referente a su mensaje, cambia ligeramente de registro para ofrecernos un admirable y casi perfecto ejercicio de estilo, un trabajo de tensión fílmica que orbita alrededor de como la propia violencia coexistente en la vidas de las personas de una forma casi natural por muy abrupto que pueda parecer este concepto, un trabajo y un ritmo narrativo admirablemente bien llevado que no llega a decaer en prácticamente ningún momento de su metraje.
Podríamos decir que estamos ante uno de esos films de una tendencia algo escueta en lo referente a su diversidad ya sea argumental o a nivel de temática, algo que le acerca y le permite erigirse como su principal activo a un tipo de minimalismo de contornos muy potentes especialmente en lo visual, aunque eso sí.. la unitaria vía que opta por desarrollar esta mostrada de una manera admirable en lo que se refiere a sus postulados, unos esquemas estos que beben claramente de un cierto tipo de cine de acción orquestado en los setenta, un cine de serie B que la direcciona al disfrute algo estilizado (las referencias a «Assault on Precinct 13» de John Carpenter o al «The Warriors» Walter Hill son muy evidentes), ofreciéndonos una violencia real y creíble, apartándose de una manera consciente ya sea de una estilización formal impuesta por modas con fecha de caducidad o de un postureo que le aleje del tono hiperrealista y crudo en el que se mueve, algo bastante frecuente en un tipo de cine independiente USA con un sello autoral bastante reconocible últimamente, en este aspecto su apuesta por cierto clasicismo fílmico del cine de acción es muy claro, «Green Room» bajo la excusa del enfrentamiento de dos ramificaciones urbanas tradicionalmente enemistadas por naturaleza entre si sirve al mismo tiempo como un fiel y real espejo virulento y retrato nada complaciente de esa América profunda de extrarradio ubicado en el film dentro de un definido contexto cultural por el que se mueven esas tribus urbanas representadas en el film por punks y skins, perfectamente reflejados en unos interpretes (Patrick Stewart, Imogen Poots, Anton Yelchin) en verdadero estado de gracia.
«Green Room» pese a ser un ejercicio de tensión ubicado dentro de una historia de claustrofóbico suspense con un excelente uso de los espacios cerrados, y moviéndose dentro del ámbito del thriller o el cine negro como hemos comentado más arriba el director entiende a la perfección como funciona los resortes tan característicos del género de terror, Jeremy Saulnier los maneja y expone con sobrada habilidad y solvencia dentro de la película, de manera palpable y muy realista, su tratamiento descarnado y crudo de la violencia utilizando el recurso escénico es digno de cualquier tipo de elogio, ahí es donde vemos que la inteligencia que dota Saulnier al conjunto prima antes cualquier posible tipo de exceso formal. «Green Room» termina convirtiéndose de forma clara en la confirmación casi definitiva del talento que posee Jeremy Saulnier como director, un autor que siempre parece estar vinculado de una manera u otra al cine de género de una forma clara y cuya carrera habrá que seguir con lupa a partir de ahora.
Valoración 0/5: 4
«Entertainment» review
Con la intención de reencontrarse con su hija, a la que abandonó tiempo atrás, y al mismo tiempo tratando de revivir su menguante carrera actuando en cutres locales por California, un triste y viejo cómico en decadencia (Gregg Turkington) se ve envuelto en lo que parece un callejón sin salida en el desierto de Mojave.
Con una corta trayectoria tras las cámaras («The Builder«, «New Jerusalem» y «The Comedy«) el cine de Rick Alverson ha ido mostrado indicios de un discurso bastante propio y claramente definido, básicamente partiendo a partir de un humor de tono absurdo que termina derivando en una sensación de incomodidad, «Entertainment«, su último film interpretado por Gregg Turkington, que también participa en el guion así como el propio Alverson y Tim Heidecker, se presenta como una utópica pieza de humor sin gracia aparente, y que posiblemente sea unos de los retratos más amargos vistos en mucho tiempo en una gran pantalla, un desolador tratado acerca del colapso emocional por parte del individuo con la soledad como ente finalizador a cualquier lazo emocional posible, una odisea que se mueve entre lo absurdo y la road movie existencial de contornos oscuros y homogéneos, un viaje a esa ‘ninguna parte’ de la polvorienta América que nos sirve al mismo tiempo como una lucida reflexión acerca del papel que ocupa ese supuesto entretenimiento en la cultura popular de la norteamericana de hoy en día, una película que nos descubre a Rick Alverson como un autor con voz propia y unos de los directores más incisivos de ese tipo de cine alternativo e independiente estadounidense que indaga en la desolación del ser humano de forma tan compleja como transversal.
En «Entertainment» vemos como un comediante (una suerte de monologuista inspirado en el personaje de Neil Hamburger, con el que el propio protagonista (Gregg Turkington) ha actuado durante más de una década) se embarcará en una travesía sin fin en el desierto de Mojave en dirección a California con actuaciones programadas en bares y clubs de carretera a cada cual más deprimente y con un público cada vez menos receptivo ante el atípico repertorio de sus chistes, en este lánguido periplo asistimos a un catálogo surrealista y errático de cortos capítulos vividos por parte del protagonista, la única interacción con otras personas consisten básicamente y de una forma muy escueta con su compañero de función, un joven mimo tan patético como él, y un adinerado primo lejano interpretado por el siempre excelente John C. Reilly que parece moverse más que nada por compasión hacia él, entre medio nuestro protagonista asiste a fantasmales y deprimentes tours turísticos. Conforme avanza la narración nos adentramos en la psique del personaje en forma de una serie de encuentros (los referentes al joven solitario que pide compañía y la joven embarazada que está a punto de dar a luz situados en un baño público o las monolagas conversaciones telefónicas con una supuesta hija suya) que parecen estar completamente descontextualizados de cualquier tipo de realidad y que funcionan como elemento disuasorio y metafísico que ejemplariza esa bajada a los infiernos por parte del protagonista que queda finalmente anclado-atrapado o incluso mutado dentro de su propia pesadilla, visualizada en forma de una sitcom surreal de muy mala calidad (y en donde su blanco y negro e ininteligibles diálogos la remiten de una forma clara al David Lynch de «Inland Empire«).
Rick Alverson y su «Entertainment» retrata a la perfección la extenuación y desolación existencial del individuo visualizado aquí a través de un viaje ensoñatorio en forma de pesadilla, un film arriesgado en su concepción, nada fácil de digerir para un determinado tipo de público, poseedor de unas coordenadas autorales muy a tener en cuenta que colocan a Rick Alverson como uno de los directores más interesantes del actual panorama cinematográfico norteamericano
Valoración 0/5:4
The Forest (El Bosque de los Suicidios) review
Sara es una chica estadounidense que busca a su hermana gemela desaparecida en el bosque Aokigahara, a los pies del Monte Fuji en Japón. A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, la joven acaba yendo para descubrir la verdad sobre lo sucedido y averiguar el destino de su hermana. Sin embargo, se tendrá que enfrentar a almas atormentadas y muertos que se aprovechan de cualquier persona que vaga por ese bosque.
«The Forest» parte de una premisa cuanto menos curiosa y en un principio algo atrayente para el aficionado al género de terror, trasladar el conocido mito del bosque de Aokigahara (lugar de contornos sombríos que tiene una cierta asociación histórica con los demonios de la mitología japonesa, situado en las faldas del Monte Fuji y siendo el lugar más popular para suicidarse en Japón, hoy convertido en una suerte de atracción turística) como escenario en clave de relato de terror al uso a cargo del debutante Jason Zada que aquí nos ofrece un film totalmente desprovisto de cualquier tipo de conexión solida sobre la cultura japonesa (escenario) y lo occidental (protagonistas principales) presentado todo ello como un esbozo demasiado simple en su exposición, podríamos aseverar con total certeza que en «The Forest» prácticamente todo está desaprovechado sobremanera ofreciéndonos una película que roza lo vulgar y manido en casi todo su metraje.
Lo más grave de «The Forest» posiblemente habría que achacársele a su guion, resulta realmente inexplicable que hasta tres personas Nick Antosca, Sarah Cornwell y Ben Ketai hayan perpetrado una historia tan vacua y postiza, había por ahí algún que otro resquicio argumental que invitaban a varias ramificaciones narrativas cuanto menos interesantes, por un lado a la exploración del alma torturada como elemento fantasmagórico-perturbador que apenas se llega e esbozar de una forma conveniente, o ese juego de ambigüedad mental que sufre la protagonista reflejado en ese espejo de realidades y alucinaciones que ofrecía más de una vía valida a desarrollar en lo referente a lo que es su historia primigenia, sin embargo se opta por un puñado de tópicos y clichés del género del terror actual basados en especial en esos sonrojantes golpes de efecto sonoro que inundan por completo el film, lo sugerido como activo primordial y que indudablemente pedía a gritos una historia de estas características desaparece por completo, en su lugar asistimos un bucle de lo más manido, repetitivo y muy confuso, repleto de un catálogo de torpezas genéricas habidas y por haber, en definitiva todo un paradigma de la obviedad argumental la que se presenta en la película.
Y llegados a este punto surge la pregunta de ¿hay algo que realmente merezca la pena en «The Forest«?.. muy poco la verdad, si acaso rescatar como único aliciente la presencia esforzada de Natalie Dormer como protagonista principal, conocida especialmente por su papel en «Game of Thrones» y poseedora de una belleza de catalogación algo atípica y que a un servidor le recuerda a aquel icono de los noventa como era la extraordinaria Ellen Barkin, o una por momentos acertada utilización de su fotografía en a su escenario agreste. «The Forest» termina convirtiéndose en lo que en los ochenta seria casi un film destinado a los videoclubes, de tono intrascendente y de muy fácil consumo pero totalmente desprovisto eso si del encanto de aquellas cintas, curiosamente la película es un perfecto ejemplo de un producto de industria ha día de hoy, una abusiva publicidad por parte de la major que la distribuye hará de ella un éxito económico en su explotación en las salas comerciales, algo verdaderamente preocupante, la verdad.
Valoración 0/5:1’5
«Eva no duerme» review
Eva Perón ha muerto. Es la figura más amada y más odiada de Argentina. Un gran especialista se encarga de embalsamarla. Tras meses de trabajo logra un resultado perfecto. Pero se suceden una serie de golpes de Estado en Argentina y algunos dictadores quieren borrar el legado de Evita de la memoria popular. Su cuerpo se convierte entonces en el centro de una confrontación que durará 25 años. 25 años durante los cuales Evita ha sido una figura más poderosa que cualquier político vivo.
«Eva no duerme» coproducción entre Argentina, Francia y España parte de una premisa a priori de lo más interesante, la de combinar imágenes históricas documentadas con otras friccionadas para contarnos un periplo y sobre todo la enorme influencia en lo social y emocional que tuvo el cuerpo embalsamado de Eva Perón en la historia de Argentina a lo largo de 25 largos y convulsos años, presentados en un prólogo y un epílogo separados por tres episodios narrativos centrales friccionados y titulados respectivamente “el embalsamador”, “el transportador” y “el verdugo”. En el primer corte vemos como el doctor Ara interpretado por Imanol Arias nos llega a introducir en un pasaje que circunvala entre la poética y la necrofilia con un tono levemente dantesco, en “el transportador” asistimos a una suerte de metáfora sobre la supuesta obediencia ciega impuesta por una sociedad de régimen autoritario reflejado en un tenso enfrentamiento entre un soldado raso y su superior (con una interpretación imposible en lo concerniente a su supuesta credibilidad a cargo de Denis Lavant), el tercero y el posiblemente más conseguido es “el verdugo”, se centra en el secuestro del general Aramburu que interpreta Daniel Fanego, en una encarnación del régimen que deriva por momentos hacia lo más puramente paternalista y reflexivo, todo ello sirviéndose de un tono claramente claustrofóbico (todas las acciones acontecen en lugares oscuros y cerrados) el resultado final del film termina siendo algo irregular, su director Pablo Agüero expone más que discierne, da la impresión de permanecer quizás demasiado distante con respecto al espectador dando lugar a una cierta frialdad temática y del mismo modo esa irregularidad antes mencionada se vislumbra de manera bastante notoria en lo referente a sus segmentos, algunos más acertados que otros en su exposición.
A falta de un posicionamiento más incisivo en lo concerniente a su discurso político «Eva no duerme» sin embargo sí que sabe utilizar (posiblemente de forma algo irregular) la figura de un símbolo para estudiar en parte ese pensamiento encontrado y tan característico en el pueblo argentino de continuas crispaciones y polarizaciones extremas, ya no solo en el ámbito político-social sino en lo referente a un comportamiento bastante más generalizado dentro de la psique de sus propios habitantes, lástima que el atrevido planteamiento formal que nos propone Pablo Agüero no termine de encontrar una coherencia más sólida, la narrativa algo desquebraja no termina de posicionarse de una manera adecuada ni por la ficción ni por lo documentado, aunque posiblemente y de forma algo intermitente sí que funcione como relato de tono casi fantasmal, a modo de una utópica suposición o recreación de lo que pudo haber acontecido y que finalmente no fue.
Pese a que su conceptualidad cinematográfica está cargada de un evidente interés (especialmente subrayado en ese hipnótico prologo) «Eva no duerme» termina por dar la sensación de estar algo desaprovechada en lo referente a lo que es su síntesis, la historia del periplo del cadáver de Eva Perón durante 25 largos años, desde su muerte hasta su multitudinario entierro en Argentina era el caldo perfecto para una obra cinematográfica (que suponemos está por llegar) de mucho mayor empaque, aun así los riesgos que Pablo Agüero asume en el film y la exposición que hace de las distintas implicaciones existentes en el imaginario colectivo del pueblo argentino hacen del producto algo tan ligeramente imperfecto como atrayente en su modo de contar la historia de un rostro que a todas luces trascendió a su propia muerte.
Valoración 0/5:2’5
«Fires on the Plain» review
Con la Segunda Guerra Mundial a punto de tocar su fin, el ejército de ocupación japonés en Filipinas está perdiendo peso. Los filipinos muestran una resistencia feroz y los americanos han comenzado su ofensiva. Tamura es de los pocos soldados japoneses que quedan, pero ha cruzado un umbral que lo conducirá a un reino sin amigos, enemigos ni esperanza.
«Fires on the Plain» supone un nuevo y hasta cierto punto coherente paso hacia adelante en la carrera del realizador nipón Shinya Tsukamoto, en esta ocasión se atreve y sale victorioso con la adaptación que reescribe a su manera (como no podía ser de otra manera) de la novela del mismo título de Ooka Shohei publicada en 1951 y que ya fue llevada a la gran pantalla en 1959 (Nobi) por Kon Ichikawa. En «Fires on the Plain» el padre del cyberpunk asiático y realizador de culto lleva a su terreno este clásico del cine bélico japonés y nos da su visión del horror de la guerra en primera persona, una visión expresada casi de forma inmersiva, con un mensaje en las antípodas del socorrido y algo vacuo trasfondo humanista que de vez en cuando suele asomar dentro del propio género, utilizando un concepto de estilo completamente visceral a la hora de filmar, aparentemente tosco, poseedor de continuos y abruptos movimientos de cámara y montaje colérico, mostrándonos un perpetuo estado de alteración sensorial en que hasta el más insignificante ruido se puede llegar a convertir en una seria amenaza de muerte para el protagonista (el propio Shinya Tsukamoto), un compendio inacabable de bombardeo de imágenes y sonidos emparentado en lo formal al inconfundible estilo de su director, una película que nos remite y bebe en parte de la tragedia y el nihilismo que exhibió en su día el cine bélico orquestado por Samuel Fuller, una suerte de survival realista concebido de forma abrumadora y poseedora de una radicalidad en su propuesta que no da lugar en ningún momento a la concesión dentro de un relato que recurre a lo extremo en lo concerniente a su dictado, canibalismo o autoantropofagia a la hora de mostrarnos los horrores nacidos en el frente, aquel en donde las actitudes más abyectas de ser humano pasan casi a ser obligatorias, un tratado, la idea del infierno de la guerra, llevado al máximo paroxismo y alejado de forma consiente del consabido relato antibelicista.
Podríamos aseverar sin riesgo a equivocarnos que casi todo el cine perpetrado por Shinya Tsukamoto transita en la imperiosa necesidad del ser humano en poder modificar, mutar o adecuarse a un determinado contexto, ya tenga lugar en un Tokio totalmente industrializado o una selva filipina escenario de una cruenta guerra, un ensamblaje metafísico que remite a su concepción y su modo de interpretar la evolución humana, un renacer en busca de una vida supuestamente plena, en esta aspecto en «Fires on the Plain» asistimos a un postulado muy concreto, determinado y bastante clarificador, una transfiguración en la animalidad como único medio posible de la supervivencia en medio de la barbarie más absoluta, y que nos conduce irremediablemente a un concepto curiosamente moral y ético en lo referente a lo que es su propio trasfondo. Nadie mejor que Tsukamoto para adentrar al espectador en esa desnuda sensación de la carne cruda, situándose en las antípodas de la frialdad del relato histórico.
«Fires on the Plain» es una nueva demostración, y ya van unas cuantas, de que Shinya Tsukamoto es mucho más que el responsable de la saga «Tetsuo» o el padre del cyberpunk asiático, estamos ante un autor personal, de postulados inquebrantables, plenamente visceral y de difícil digestión para un público de tendencias convencionales, poseedor de una coherencia fílmica llevado al extremo, si en su anterior y extraordinaria «Kotoko» (2011) Tsukamoto analizaba desde una vertiente psicológica y atmosféricamente abrupta los temores maternos en «Fires on the Plain» nos sumerge en una mirada hacia la locura y la irracionalidad, vehiculado en la inmersión pesadillesca de un soldado, en definitiva una nueva demostración del talento uno de los autores más consecuentes, innovadores y rompedores del cine contemporáneo japonés.
Valoración 0/5: 4
«Jeruzalem» review
Durante el Yom Kipur, dos jóvenes americanas visitan Jerusalén de la mano de un atractivo estudiante de antropología. El momento no podía ser más desacertado: las vacaciones y las fiestas desembocarán en un apocalipsis bíblico y el trío deberá encontrar la manera de salir de una ciudad santa convertida en un auténtico infierno.
El found footage o en su defecto el mockumentary ha sido de una forma clara un estilo narrativo (especialmente muy direccionada hacia el género fantástico) que para bien o para mal en estos últimos años ha sido tan abundante en número como poco esclarecedor a la hora de presentar una propia evolución en lo referente a poder discernir nuevos parámetros genéricos en la que los nuevos realizadores puedan encontrar nuevas vías creativas a desarrollar, un subgénero en cierta manera algo contradictorio en sí mismo, por una parte en un perfecto medio con el que esos directores, en su mayoría primerizos, pueden presentar sus primeras propuestas, el escaso presupuesto por el que se suele caracterizas este tipo de trabajos ayuda bastante a ello, pero por otra parte estamos ante un estilo narrativo claramente encorsetado en sus propias limitaciones dada su naturaleza, muy poco proclive a innovar estilos u ofrecer nuevas vías creativas dando lugar a una repetición que deriva en saturación tanto de ideas como de esquemas.
«Jeruzalem» de los hermanos israelíes Doron y Yoav Paz podría definirse como una perfecta síntesis de lo arriba comentado, un film que en parte sabe hacer uso de las prestaciones del medio narrativo pero que no llega a ofrecer nada nuevo o novedoso dentro del mismo, de no ir mas allá, una película que si aceptas según que reglas puede llegar a ser hasta disfrutable en según que conceptos aunque la trascendencia del producto sea completamente limitada por no decir nula. «Jeruzalem» pese a contar con un presupuesto modesto este no es ínfimo (algo importante), en este respecto sabe sacar cierto jugo, especialmente de sus escenarios, no ya solo de los lugares emblemáticos de la ciudad, el Santo Sepulcro etc, sino también del uso que otorga a las laberínticas calles de Ciudad Vieja o a ese manicomio abandonado a la suerte del averno, sin embargo en lo referente a sus personajes el film se resiente de una inconsistencia muy notoria, ni en la presentación ni en su posterior desarrollo de estos se percibe un atisbo que pueda llegar a interesar en lo más mínimo, podríamos estar hablando de un estereotipo plano de personaje muy habitual dentro del found footage.
Una película como «Jeruzalem» termina por posicionarse justo entre medio de dos facciones claramente diferenciadas, los habituales no partidarios del found footage y que dada la falta de originalidad del producto no transigirán en lo más mínimo a la hora de enjuiciarla de una forma benévola, y aquellos que la salvaran de la quema, los que piensan que este estilo narrativo aún puede dar más de sí, aunque solo sea a un nivel de ligero disfrute fan, con respecto a este apartado convendría resaltar un par de apuntes, en el film de los hermanos Doron y Yoav Paz hay ligeras ideas y conceptos (algo escasos eso sí) que hacen de la propuesta al menos algo entretenida, por un lado tenemos la excusa de la utilización de la Google Glass a la hora de registrar todo lo que sucede, mucho más verosímil que la típica cámara de video que no deja de estar rodando pese a estar rodeado de hordas de zombies, monstruos y demás peligros, y otra la didáctica y por momentos claustrofóbica utilización de la ciudad milenaria como principal escenario, todo lo demás no deja de ser más de lo mismo aun así «Jeruzalem» posee una utilización del ritmo más que aceptable, en definitiva un film que pese a sus limitaciones y ser poco exigente en sus postulados termina convirtiéndose un producto valido y entretenido por momentos, soy de los que piensan que el found footage pese a la mucha morralla que habita en ella es mucho más que un simple boom, y que ha dado películas muy a tener en cuenta, «C’est arrivé près de chez vous», «The Blair Witch Project», «[REC]», «The Sacrament», «The Borderlands» o incluso ese blockbuster de alto presupuesto que es «Cloverfield» por poner solo algunos ejemplos que me vienen a la cabeza a bote pronto, films estos que han dado pistas del camino a seguir, solo es cuestión de no seguir la corriente de la gran mayoría y aplicar un poco de originalidad al producto en cuestión.
Valoración 0/5.2’5
«Carol» review
Nueva York, años 50. Therese Belivet (Rooney Mara) es una joven dependienta de una tienda de Manhattan que sueña con una vida mejor cuando un día conoce a Carol Aird (Cate Blanchett), una mujer elegante y sofisticada que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz. Entre ellas surge una conexión inmediata que irá haciéndose más intensa y profunda, cambiando la vida de ambas para siempre.
Con «Carol«, adaptación de la novela autobiográfica de Patricia Highsmith, ‘El precio de la sal’ Tod Hayness se postula de una forma definitoria como uno de los más lúcidos cronistas de personajes y las vicisitudes de estos a la hora encajar de algún modo dentro de un concreto contexto en el que no termina de llegar a encajar, ya sea ubicados en una determinada demarcación geográfica, temporal y sobre todo social. Si repasamos por encima la breve pero muy estimulante filmografía de Tod Hayness vemos como está marcada por dos pautas muy concretas y concisas, por un lado tenemos esa reivindicación de ser aceptado por lo que cada uno es, un canto a la libertad especialmente direccionada a la sexualidad del individuo («Poison», «Far from Heaven») y otra correlacionada, la encaminada hacia el discurso o la mirada de la mujer dentro de la sociedad en la que vive (prácticamente todo sus títulos circunvalan a través de ese posicionamiento aunque no veo mejor ejemplo que su extraordinaria «Safe» como síntesis de dicho concepto), «Carol» podríamos aseverar que termina convirtiéndose en un perfecto e inmejorable compendio de estas dos vías antes citadas.
Si una palabra define a un film de las características de «Carol» este sería el de la sutileza, o puestos a incluir una segunda la de la exquisitez en todo lo concerniente a su concepción cinematográfica, estamos ante una película notable en la forma, pero sobre todo excelente en el fondo, no veo mejor ejemplo a la hora de exponer en imágenes y narrativa como lo que en un principio puede parecer algo menor, aparentemente sencillo o vacuo termina convirtiéndose en un relato lleno de elegancia en sus imágenes y repleto de matices en lo referente a su historia y muy especialmente en unos diálogos repletos de doble significado, muy visible en la mutua seducción llevada a cabo por las dos mujeres y el posterior conflicto que supondrá dicha decisión para sus algo infelices vidas. Hayness sabe ofrecer planos de una delicadeza sublime, vemos como esos movimientos de cámara son extremadamente dulces, cualquier movimiento es suave en perfecta consonancia al mimo con que son tratados sus personajes. En referencia a este posicionamiento o declaración de formulismos cinematográficos no deja de ser algo curioso el completo distanciamiento o más bien reverso en que el film de Tod Hayness se sitúa con respecto a otro film exitoso que transitaba por una historia parecida, «La vie d’Adèle» de Abdellatif Kechiche nos ofrecía un relato explícito en lo referente a todo su basto contenido acerca de un relación de amor lésbica, «Carol» se sitúa en las antípodas de este concepto al ofrecernos un muy lúcido retrato de lo que va sintiendo de manera progresiva las dos mujeres protagonistas, lo que expresan y sobre todo lo que no, sus largos silencios y su necesidad imperiosa de querer huir o verse obligadas a quedarse, un catálogo repleto sentimientos en donde la profundidad psicológica se erige como principal activo del tratado que Hayness nos quiere proponer, todo ello termina por estar descrito con belleza muy inusual de ver hoy en día en la gran pantalla.
«Carol» es ese tipo de cine que con el tiempo perdurará de forma obligada, que logra elevar la categoría del hoy algo denostado cine romántico, no solo ya por los referentes de índole podríamos decir independiente que posee, la interpretación de Cate Blanchett y Rooney Mara, Cartel Burwell y su ceñida banda sonora o la portentosa fotografía llevada a cabo por Ed Lachmann, Tod Hayness sabe cómo orquestar y sincronizar cada instrumento de los que dispone con sobrada solvencia, para terminar por establecer un relato a través de un bien llevado clasismo que traspasa toda posible superficialidad habitual en un cierto tipo de estas producciones y que dadas las características que poseía el film se podía llegar a incurrir de forma clara en ello, más bien todo lo contrario, «Carol» es un bello y sincero estimulo visual, ese tipo de cine en definitiva que consigue elevar espíritus en lo concerniente a lo más estrictamente emocional, algo que parece tan sencillo pero tan difícil de llevar a cabo.
Valoración 0/5:4
«Tag» review
En plena excursión escolar, el viento corta un bus por la mitad, decapitando a todas las chicas excepto a Mitsuko, que logra escapar para llegar a su colegio. Ahí encuentra, de nuevo, a sus compañeras. ¿Ha sido todo una pesadilla?
Si hubo un nombre destacado en el pasado 2015 en lo referente a ese tipo de cine de tono tan irreverente y abrupto como inabarcable a la hora de poder diseccionarlo, poblado al mismo tiempo de multitud de referencias genéricas, ese fue sin lugar a dudas el del realizador japonés Sion Sono, hasta cinco películas por lo que sabemos llego a dirigir en el pasado curso, «Tag«, «Love & Peace» y «The Virgin Psychics«, «Shinjuku Suwan» y «The Whispering Star«, podríamos llegar a aseverar con suficientes garantías que Sion Sono ha cogido el relevo de su compatriota Takashi Miike, no solo en lo concerniente a la proliferación numérica de trabajos realizados en un tiempo record sino también en lo referente a un espíritu totalmente inabarcable, transgresor y de difícil catalogación, «Tag«, el film que nos ocupa, basado en una libre adaptación de la novela Riaru Onigokko de Yûsuke Yamada posiblemente sea una de sus puntas de iceberg del pasado año, un compendio casi perfecto del universo Sono, un film contenedor en el que puede pasar cualquier cosa, que aúna sin ningún tipo de complejo ni pudor desde un gore de lo más explícito y totalmente disfrutable, teñido por momentos de un surrealismo de visión alternativa y tono algo complejo, hasta una suerte de metáfora o tratado acerca del papel de la mujer en la actual sociedad japonesa.
Para Sion Sono es harto evidente que la lógica que habita en sus películas están basadas en sus propias reglas, «Tag» es un brillante compendio de todo ello, de un universo muy propio y claramente reconocible, y que sirve al mismo tiempo como una perfecta muestra de que nos encontramos ante su momento más maduro como autor, una experiencia que por momentos se desborda para bien ante un catálogo de lo más inverosímil, «Tag» está repleta de detalles marca de la casa, recuerda por momentos a su anterior «Suicide Club«, en donde se partía de estructura parecida al empezar con una secuencia inicial de puro impacto visual para proseguir con una narrativa pobladas de varias capas de diferentes niveles de interpretación aquí presentadas bajo un tono inequívocamente onírico que va lanzando cada vez más preguntas en vez de proporcionar una serie de respuestas esperadas por el espectador desde casi un principio, hasta llegar a un final que roza lo trascendental, y que por increíble que pueda parecer todo ello llega a tener un cierto sentido, aunque posiblemente se acuse de un final algo precipitado en lo referente a su exposición, o sea estamos frente a un perfecto ejemplo de lo que sería un producto made in Sion Sono, una historia la aquí presentada que utiliza principalmente la fuerza de su innegable poesía visual, muy habitual en su director, para servir de contrapunto a una narrativa poseedora de un claro tono experimental.
Posiblemente «Tag» no sea el mejor film de su director, estamos ante un trabajo que seguramente adolece de la complacencia de títulos tales como «Love Exposure«, «Guilty of Romance» y sobre todo «Cold Fish«, películas que siguen estando en un lugar privilegiado en el imaginario fan, aun así «Tag» demuestra de una forma meridianamente diáfana un amplio y muy característico abanico autoral ya expuesto con anterioridad por parte de Sono, los cambios y brillantes manejos de múltiples registros que suele poseer el director nipón están perfectamente presentes en el film, pasar de la locura más inclasificable a un estudio social que incluso invita a la posterior reflexión y que la cosa llegue a funcionar por momentos solo está al alcance de muy pocos, Sion Sono es uno de ellos no lo duden, un autor tan inclasificable como único.
Valoración 0/5: 4
«Youth» review
Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe.
«El futuro es una gran ocasión de libertad y la libertad es una gran ocasión de la juventud», declaro Paolo Sorrentino en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película en el pasado festival de Cannes, en «Youth» el director italiano nos vuelve a exorcizar el miedo (en este caso a la vejez y el paso del tiempo y todo lo que conlleva dicho termino)través del discurso metafórico, narrando desde la misma perspectiva que adoptara en su anterior trabajo «La Gran Belleza«, nos vuelve a incidir en la visión de la decadencia y el concepto de la pérdida ya sea de la juventud o la de un ser querido, decadencia y pérdida, dos conceptos ligados a esa juventud que da nombre al enunciado del film representado bajos los rasgos actorales de Michael Caine y Harvey Keitel, un sentimiento vital que no comienza a tener un sentido pleno en lo más estrictamente emocional hasta que se da por concluida dicha etapa a la que hace referencia el título del film y que aquí nos es diseccionado a través de un caleidoscopio metafórico como es habitual en el cine de Paolo Sorrentino, apoyándose en base a un lenguaje audiovisual que encuentra una perfecta cohesión en lo referente a lo que son sus planos y diálogos, una reflexión pretérita sobre el paso del tiempo que sirve a la vez como una mirada que sabe indagar en su transcurso, en el pasado para analizar lo que nos depara el presente y el futuro.
Sorrentino vuelve a apelar a cierto cine orquestado por Federico Fellini tiempo atrás, con una particular visión de la estética cinematográfica, aunando música, imágenes y diálogos como si estuviéramos presenciando un ballet visual, aunque claro en dicha y para alguna atrevida aproximación-comparación Sorrentino tiene todos los números para salir mal parado por razones bien obvias. Aparte de las muchas virtudes existentes en una película como «Youth» soy de los que piensan que el mejor activo del film reside de una forma clara en que el espíritu expuesto en «La Gran Belleza» sigue plenamente presente, posiblemente desde un planteamiento narrativo algo más simplista, nuevamente vemos como el concepto de pasado, presente y futuro están perfectamente manejados, nos muestra un amplio abanico de personajes creados para la ocasión, memorables y caricaturescos por momentos, situaciones y personajes algunos que son expuestos con un peso específico más bien trazado que otros (la historia del desengaño amoroso por parte de Rachel Weisz no acaba de fluir de una manera satisfactoria), dando forma de esta manera a su ya característico y variado estilo fílmico, una imprenta autoral muy rica y apoyada en multitud de influencias.
Paolo Sorrentino nos intenta recordar en «Youth» que finalmente lo que perdura de cara al exterior es la propia juventud en sí misma y la correlación con el tiempo que cada individuo le quiere o pueda otorgar, la juventud ese divino tesoro con el que el director italiano nos vuelve a subyugar dentro de la gran pantalla, una película que posiblemente no sea una obra tan redonda ni este a la altura de su anterior film (algo nada fácil dicho sea de paso), tal vez se le acuse de un cierto desorden y de una falta de compensación en lo referente a los muchos personajes que entran en escena, o de una relativa acentuación que puede parecernos en un principio algo excesiva hacia lo más puramente melancólico y sentimental, aun así estamos ante un film hipnótico de principio a fin, una perfecta síntesis rica en matices e imágenes de como la ambigüedad existencial de los personajes puede derivar en el tratado más profundamente emocional, «Youth» pese a poseer ciertas aristas es sin lugar a dudad es una auténtica pequeña joya fílmica, una más con la que nos obsequia y enamora de nuevo el genial director italiano, un autor que definitivamente parece jugar en otra liga.
Valoración 0/5: 4