«What We Do In The Shadows» review

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Compartir piso puede ser un coñazo, pero Viago, Deacon, Vladislav y Peter tienen más problemas que discutir sobre quién lava los platos. Tampoco son jóvenes estudiantes. Son vampiros, comparten casa en Nueva Zelanda y nos cuentan sus vicisitudes diarias.

De los creadores de dos de las series cómicas más célebres de los últimos años como son «Eagle vs. Shark» y sobretodo la comedia televisiva de culto «Flight of The Conchords» nos llega este falso documental de tono irreverente e infatigable sentido del humor que se alzó de manera más que esperada con el premio del público en el pasado festival de Sitges, tesitura esta que merecería una pequeña reflexión acerca de los premios que dan el público en los festivales de cine y muy especialmente en los de genero fantástico. El trabajo Waititi y Clement está concebida con el único objetivo de entretener y hacer pasar un buen rato a los espectadores aprovechando al máximo el lenguaje de mockumentary como herramienta para arrancar la carcajada cómplice del público, una nueva aproximación a la parodia vampírica con el  falso documental como herramienta narrativa, tarea está que cumple a la perfección pues es un producto destinado al disfrute instantáneo por parte del espectador, un film más dado a la sonrisa cómplice que a la carcajada, ahora bien una vez pasado su efecto efervescente el intentar buscarle unos atributos originales a esta cinta neozelandesa ya sería otra historia.

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«What We Do In The Shadows» es tan disfrutable como previsible en su planteamiento, el film es atrevido y dinámico por momentos pero no llega a ser novedoso, el mockumentary que utiliza la comedia desinhibida y sobre todo irreverente frente a un elemento fantástico es algo que se ha ido viendo con relativa frecuencia en estos últimos años, aunque anteriormente ya hubo muestras en las que se podía vislumbrar un tono y temática parecida fue en 1992 o al menos no me viene a la memoria ningún film anterior cuando se inauguró dicho subgénero, la belga «C’est arrivé près de chez vous» dirigida a la limón por Rémy Belvaux, André Bonzel y Benoît Poelvoorde nos presentaba a un grupo de periodistas que seguía la rutina diaria de un asesino despiadado, una película esta que posiblemente no ha tenido el reconocimiento que se merecía, seguramente debido a un humor demasiado negro y no apto para todos los paladares, con demasiado énfasis hacia lo políticamente incorrecto, a partir de aquí han sido muchas las muestras que han ido apareciendo con el tiempo sobre la temática y subgénero aquí mencionado.

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Posiblemente el mayor defecto de «What We Do In The Shadows» es que Vincent Lanoo ya hizo en el 2010 «Vampires» que venía a ser muy parecida (sustituyendo al grupo de vampiros que aquí vemos por una familia) aunque ligeramente con algo menos de gracia, con un humor algo más sutil. La película que aquí nos ocupa es posiblemente superior al film antes citado pero que de manera clara carece de un elemento de originalidad pues los precedentes le han ido allanado el camino de alguna manera, aunque claro esto puede ser perfectamente cuestionable pues al parecer «What We do in the Shadows» es un remake de un propio mediometraje que en 2006 dirigieron Taika Waititi y Jemaine Clement, trabajo que no he tenido la oportunidad de visionar.

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«What We Do In The Shadows» es una película que genera simpatía al momento, algo que en cierta manera es hasta del todo razonable dada su naturaleza y condición, un film que es consiente de estar exprimiendo al máximo sus posibilidades narrativas pero que va perdiendo fuelle conforme avanza llegando a aburrir ligeramente en su tramo final en base a una serie de reiteraciones a la hora de formular sus gags, una acumulación de gags que hacen que los personajes estén algo descuidados, no lleguen a estar lo suficientemente bien desarrollados, no hay mucha historia posiblemente por decisión intencionada de sus directores, dando la impresión de estar ante un material que era más adecuado para un corto-medio metraje que para un largo. De la misma manera es de justicia comentar que estamos ante una película en la que se requiere entrar en su juego, esto es esencial, despojase de ciertas reticencias formales a la hora de disfrutarla como un mero y liviano entretenimiento, es entonces cuando se convierte en un producto disfrutable por completo, yo he de reconocer que en este apartado tuve bastantes dificultades para entrar.

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Valoración 0/5:2

«We Are Still Here» review

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Una maldición hace que, cada 30 años, un horror oculto tenga que asesinar a la familia residente en una antigua mansión. De lo contrario, el terror se cernirá sobre todo el pueblo. Ahora, una familia se acaba de mudar desde la ciudad, pues acaba de perder a su único hijo y trata de comenzar una nueva vida.

El género de terror de manera continua ha sufrido una cierta saturación formal en sus conceptos a lo largo de su historia, si un producto ha funcionado se ha exprimido su formula hasta agotarla, en los últimos años de una manera más evidente, se intensifican las secuelas y van apareciendo en exceso los remakes, precuelas o reboots como una forma poco original de continuar o alargar un éxito, por eso no es tan extraño que en estos últimos años hayan ido aparecido una serie de autores que reformulan viejos conceptos, unas coordenadas que en un pasado fueron fructíferas dentro del género, una mirada hacia atrás en busca de una frescura autoral que bien puede servir como un simple homenaje o como una forma de refrescar un panorama anclado en un inmovilismo y una falta de ideas nuevas bastante preocupante, Ti West, Joe Begos o Adam Wingard son solo algunos nombres que han intentado poner en práctica esta fórmula, Ted Geoghegan con su opera prima «We Are Still Here» es el último en añadirse a la citada lista.

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«We Are Still Here» se mueve dentro del subgénero de las casas encantadas, poseedora de un tono y unas coordenadas que recuerda mucho a cierto tipo de películas de los setenta y principios de los ochenta, muy especialmente bebe de aquella serie B italiana rodada por Lucio Fulci por dicha época, films como «The Beyond» o «The House by the Cemetery» nos vienen al instante a nuestra memoria, también coge elementos de ciertas películas producidas por Charles Band y su Empire Pictures en los ochenta, la elección de la icónica Barbara Crampton como protagonista no es pues una casualidad, un tipo de cine que se sustentaba especialmente en intentar, aunque pocas veces lo conseguía, crear de algún modo una atmosfera acorde con el género que trataba,intentando estar por encima del manido efectismo, una influencias que se ven de manera clara en «We Are Still Here» aunque esto no la salven de ser un producto algo irregular.

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Ted Geoghegan nos ofrece un producto algo atípico, en cierta manera desestructurado básicamente dada su imperfección, da la apariencia de moverse entre el homenaje y la referencia facilona, con unos resultados que no acaban de funcionar del todo bien, dando la sensación de ser un trabajo en donde sus intenciones acaban presentándose como un simple y mero enunciado, una narración que no llega a fluir de manera correcta y unos personajes poco creíbles la dirigen hacia un tono de cierta intranscendencia en su conjunto, de producto televisivo al uso a lo largo de su metraje, solo en su parte final el film mejora algo, cuando entra en escena el gore explicito, una casquería que en parte ayuda a despojarse de cierto encorsetamiento en su estructura.

«We Are Still Here» es de una manera clara un film modesto en donde sus loables intenciones en recuperar –homenajear un tipo de cine extinto no llegan a estar a la altura de su resultado final, aun así es una película que esta varios escalones por encima de la típica serie B actual del cine de terror norteamericano, aunque solo sea por sus intenciones, y es que no ver en pantalla como protagonistas a adolecentes de dudoso coeficiente mental, o una trama en donde la alta tecnología no llega a ser un elemento primordial en su historia o simplemente obviar el found footage como recurso narrativo es algo digno de ser elogiado a día de hoy.

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Valoración 0/5:2’5

«Big Game» review

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Un joven de 13 años, algo tímido, decide pasar un día y una noche en el desierto para demostrar su valor, en mitad de la nada y en plena noche, descubrirá la cápsula de salvamento del Air Force One con el presidente de los Estados Unidos en su interior, quien ha conseguido escapar de un ataque terrorista que ha derribado el avión presidencial, su avión. Ahora juntos tendrán que sobrevivir al asedio de dichos terroristas empeñados, cómo no, en terminar el trabajo.

He de reconocer que no fui muy fan en su día de «Rare Exports: A Christmas tale«, la opera prima del finlandés Jalmari Helander, una comedia negra con toques de terror que desmitificaba la figura de Santa Claus en base a leyendas locales que convertían al personaje en un ser monstruoso y feroz, un film en donde su original enunciado iba por delante de su contenido, consiguiendo un desarrollo bastante pueril y convencional, rozando en muchos momentos un infantilismo algo molesto, teniendo su mayor hándicap en no profundizar en absoluto en ese imaginario local nórdico con que lo que parecía sustentar en un principio su argumento.

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Cinco años más tarde
Jalmari Helander sigue sin abandonar su Finlandia natal aunque lo hace desde una óptica algo diferente a su anterior film, «Big Game» mantiene una localización local pero es un producto claramente destinado a un mercado más amplio e internacional, hablada en inglés e interpretada por actores tan reconocibles para el gran público como por ejemplo Samuel L. Jackson, de echo la película es una suerte de revisión de los films de acción norteamericanos de los ochenta y principios de los noventa, films como los que dirigía por ejemplo Renny Harlin, el problema de «Big Game» es que no se llega a dilucidad del todo si lo que quiere Jalmari Helander es homenajearlos o en parte satirizarlos, posiblemente ninguna de estas dos cosas pues «Big Game» deviene como una película completamente fallida, se apoya en unas coordenadas totalmente reconocibles pero sin llegar a desarrollarlas de manera convincente, cuando un film de esta naturaleza llega a aburrir por momentos en sus escasos 70 minutos de duración es que algo no acaba de funciona.

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Son varios elementos los que no terminan de cuajar en el film de Jalmari Helander, por ejemplo la representación de sus dos personajes principales, una de las virtudes de las buddy movies de antaño (subgénero este no reconocido y algo infravalorado pero del todo efectivo) era el trabajar a los personajes y lograr llegar a empatizar con ellos, normalmente solían ser antítesis entre sí que pese a las diferencias existentes entre ellos terminaban por cohesionarse de alguna manera para lograr sus objetivos, aquí Helander parece que tira de manual pero con la sensación de no haber leído bien todas las instrucciones, el director parece estar más interesado en mostrarnos el impresionante escenario donde acontece la acción que en hacer algo creíble la relación del presidente de los EEUU y el niño, otra cosa que chirria es un cierto infantilismo (algo que ya se veía en «Rare Exports»), muy especialmente a la hora de ejecutar algunas escenas de acción, en donde se exagera al máximo en busca de una espectacularidad (la secuencia de la nevera y el helicóptero es un buen ejemplo) que termina por ser algo no creíble llegando incluso a rozar en ciertos momentos el ridículo.

Al final «Big Game» se nos presenta como un simple entretenimiento sin demasiadas pretensiones, algo vacuo, disfrutable básicamente para un público que no exija ir un paso más allá de la mera diversión sin reparar en demasía en lo fallido e insustancial del producto en sí, algo que seguramente decepcionará por completo y sabrá a bien poco a todos aquellos que vieron en la opera prima de Jalmari Helander a uno de los directores más prometedores del panorama de género en Europa.

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Valoración 0/5.1’5

«Poltergeist» review

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Una familia americana de clase media se traslada a vivir a un idílico barrio, pero dentro de la casa empiezan a suceder cosas extrañas, fenómenos paranormales para los que no hay explicación posible, el foco del ataque sobrenatural se centra en la hija más pequeña del matrimonio.

La necesidad de los remakes es algo que en estos últimos tiempos se ha debatido con bastante frecuencia, quizás demasiada, es evidente que el veredicto en lo que respecta a su calidad o necesidad de ser está ligado al resultado final del producto, el problema viene cuando estas nuevas películas solo están destinadas a servir como simples y meras versiones actualizadas, dirigidas básicamente a las nuevas generaciones de espectadores, un colectivo este en general demasiado perezoso a la hora de mirar hacia atrás y revisionar lo antiguo, suelen ser films que poco aporta de novedoso al original, son más bien revisiones abreviadas, que actualiza ciertos conceptos pero algo lánguidas en su estructura y destinadas principalmente al sector de público antes comentado, con bastante frecuencia el espectador fiel admirador del original suele enfrentarse al visionado de este tipo de remakes con cierto escepticismo dado la poca calidad de la mayoría de películas de esta índole, el «Poltergeist» de Gil Kenan no es una excepción en este aspecto, dejando una sensación del todo agridulce, algo lamentablemente bastante habitual en la mayoría de remakes que se producen hoy en día en Hollywood.

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El «Poltergeist» de 1982 fue un film que de manera poco corriente sirvió como una película referencial en los años ochenta dentro del subgénero de casas encantadas, una suma de talentos algo accidentada en su concepción, el imaginario fantástico de propio de Steven Spielberg, producción y guión, junto al feroz sentido del horror de un Tobe Hooper en su cima creativa, una colisión de talento de diferente índole que causo más de un problema en la producción del film pero que curiosamente doto a este de una naturaleza hibrida bastante particular, convirtiéndola al instante en un merecido
y revconocido título clásico del fantástico popular pese a que ha envejecido de manera algo irregular.

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La película de Gil Kenan deviene como un film de empaque y factura visual correcta, especialmente gracias a la fotografía de Javier Aguirresarobe y no los dudosos CGI que se ven en pantalla, y poco más, al final nos encontramos ante una película carente de alma, poco original o novedosa en lo que es su historia (la única novedad con respecto al original es la importancia que adquiere el hijo, un personaje que en el film de Tobe Hooper apenas tenía un peso específico y ciertos apuntes esbozados con respecto a la crisis económica actual que sirven como dato sociocultural de una época actual en concreto pero que poco aporta a la historia en sí), fallando especialmente en su propia concepción, no funciona como drama familiar, se utiliza en demasía a personajes estereotipos produciendo poca empatía sobre ellos, y tampoco funciona a la hora de materializarse en una película de terror, pues naufraga de manera ostensible al percibirse cierto atropello e incoherencia en su desarrollo, recurriendo de manera algo torpe y mecánica a la típica pirotécnica tan habitual en este tipo de películas que hoy en día se facturan, de la misma manera no se trabaja ni se consigue crear un clímax acorde, se prescinde por completo del apartado psicológico del relato original.

Al final este «Poltergeist» formara parte con toda justicia del club de remakes innecesarios que hoy en día se hacen, y que nos recuerda al mismo tiempo y de manera algo alarmante el poco riesgo que asumen las grandes productoras actuales a la hora de reformular antiguos conceptos, una falta de riesgo y una ausencia de nuevas ideas que imperan de forma y de manera cada vez más notoria en el Hollywood actual.

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Valoración 0/5:2

«White God» review

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Una nueva ley da preferencia a los perros de raza e impone un tributo considerable por las razas cruzadas. Rápidamente, los refugios caninos se llenan con perros abandonados. Lili, de 13 años, lucha por proteger a su perro, Hagen, pero su padre lo suelta en la calle. Hagen y su ama se buscan por todos los medios, hasta que un día Lili baja los brazos. Por su parte, Hagen lucha por sobrevivir y rápidamente se da cuenta de que no todo el mundo es el mejor amigo del perro. Se une a un grupo de perros errantes, es capturado y enviado a la perrera. Entonces, los perros aprovechan para escapar y hacer una revolución contra los seres humanos. Su venganza será despiadada. La única que podría terminar con la guerra entre el hombre y el perro sería Lili.

Ganadora a la mejor película en la sección un certain regard del Festival de Cannes del pasado año el sexto film del director húngaro Kornel Mundruczo nos presenta en «White God» una especie de perversión del clásico cuento de hadas, un reverso de una aventura de Disney al uso para ofrecernos una por momentos brillante metáfora o alegoría acerca de varios temas, principalmente el básico podría ser el trasfondo de la crisis europea contemporánea presente hoy en día, en donde los perros que vemos en el film vienen a representar las minorías más oprimidas, o una más evidente y en parte algo superficial, la supuesta identidad misma del individuo, su comportamiento, abuso de poder, sus consecuencias, redención etc.

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En «White God«, los humanos parecen tener un rol secundario a primera vista, pues son básicamente presentados como generadores del mal en la historia que se nos cuenta, aunque de hecho son de manera clara los principales protagonistas del film, todo es acerca de nosotros, aquí los perros son utilizados como una mera herramienta alegórica por parte del director, a partir de este hecho vamos asistiendo a un conseguido recorrido del filme por diferentes géneros, un hibrido genérico que va desde el drama infantil y animal con la consiguiente dificultad de por medio por parte de los mayores reflejado en el conflicto paterno-filial aquí representado, a la evidente denuncia social, terminando por un final del  todo contundente, en donde el terror apocalíptico se adueña de su más que conseguida puesta en escena.

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Una violencia explícita que asistimos principalmente en su parte final y que consigue impregnar por completo y de una manera acertada el recorrido de un relato en donde el salvajismo derivado de los actos por parte del ser humano, la pérdida de la inocencia y la propia exploración del mal en sí mismo consiguen trazar una acertada parábola narrativa, reflejado especialmente en el autoritarismo y sus posteriores consecuencias, la explotación de los sectores marginados por parte de la sociedad moderna y la venganza de los excluidos.

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El discurso de «White God» no es nuevo ni novedoso, lo que sí es válido y a resaltar es el notable trabajo por parte de Kornel Mundruczo en la manera que utiliza para contarlo, se aleja de una manera consciente del típico relato de denuncia tan habitual en el cine europeo actual de temática social, para ofrecernos una conseguida y entretenida fábula sobre la naturaleza humana en donde el esforzado y buen resultado obtenido por el trabajo técnico funciona a las mil maravillas al servicio de su historia, un trabajo encomiable en esta faceta, especialmente por la dificultad que supone rodar con más de 200 perros y haber conseguido varias escenas de una gran complejidad. Finalmente «White God» deviene como la hermana gemela d
e un título similar en su enunciado y contenido, una respuesta europea de otro notable film que se apoyaba en una excusa similar para explicarnos nuevamente y en forma de metáfora una historia acerca del sentido distorsionado y de superioridad que solemos poseer los humanos, la capital «White Dog» de Samuel Fuller.

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Valoración 0/5:3’5

«Mad Max: Fury Road» review

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Perseguido por su turbulento pasado, Mad Max cree que la mejor forma de sobrevivir es ir solo por el mundo. Sin embargo, se ve arrastrado a formar parte de un grupo que huye a través del desierto en un War Rig conducido por Furiosa, una
 mujer también de acción que cree que logrará sobrevivir si cruza el desierto y llega a la tierra en la que se crió.. Escapan de una Ciudadela tiranizada por Immortan Joe, a quien han arrebatado algo irreemplazable. Enfurecido, el Señor de la Guerra moviliza a todas sus bandas y persigue implacablemente a los rebeldes en una «guerra de la carretera» de altas revoluciones..

Hay muchas razones que se podrían enumerar a la hora de intentar de desgranar con profundidad el por qué «Mad Max: Fury Road» es un rotundo triunfo en sí mismo y en el sentido más amplio de la palabra, ahora mismo no recuerdo un blockbuster que haya tenido de una manera merecida una unanimidad en positivo tan claramente aplastante ya sea de crítica o público, entre otras cosas podríamos empezar por la propia gestación del producto, una gestación tan milagrosa como atípica en el actual panorama cinematográfico a cargo de gran estudio, que Warner Bross proveyera con 150 millones de dólares de presupuesto  a un señor de 71 años para retomar una franquicia postapocalíptica que llevaba enterraba más de treinta años no es algo que se vea con relativa frecuencia, todo ello elaborado en base a un rodaje nada fácil de siete meses en el desierto de Namibia y un posterior rodaje complementario en Australia, rodada fuera de los plazos habituales en este tipo de producciones después de sufrir varios aplazamientos en lo concerniente a fechas, unas dificultades que suele ser sinónimo de producto no bien ejecutado, que tiende a ser defectuoso, nada más lejos de la realidad, «Mad Max: Fury Road» logra sobrevivir a la propia locura de su naturaleza.  

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De la misma manera también es evidente que
  George Miller es un director algo peculiar y atípico, un autor de innegable talento no reconocido posiblemente dada por su dispersa trayectoria artística, de naturaleza y tono que tiende a una cierta irregularidad formal, «Mad Max”, «The Witches of Eastwick«, «Lorenzo’s Oil«, «Babe: Pig in the City» o «Happy Feet» son trabajos que forman parte de un fabulario tan rico, extenso y lleno de matices como variopinto y algo distante en su conjunto a la hora de globalizarlo y valorarlo en su justa medida, es ahora con esta «Mad Max: Fury Road» cuando George Miller ha sabido esperar su momento justo y poner el punto y aparte en su carrera, realizando la película por la que será recordado, logrando en definitiva una absoluta obra cumbre en el cine de acción.

«Mad Max: Fury Road» viene a ser un compendio de intenciones que ha gozado de una inusual y plena libertad creativa y eso se nota en el resultado final, una película más de director que de estudio por increíble que parezca, una brillante suma de ideas con respecto al universo de la trilogía original, en donde George Miller no se deja nada en el camino, lo da todo, coge lo mejor, todas las virtudes de la saga (y en este aspecto se lleva la palma muy especialmente «Mad Max 2: The Road Warrior») para moldearlas a su antojo, las homenajes, potencia y amplia de manera tan exagerada como acertada para ofrecer un espectáculo visual sin parangón en donde la imagen en su concepto más puro se adueña de la función de una manera rotunda con respecto al dialogo, a veces el éxito o reconocimiento de un producto no está superar o magnificar lo que supuestamente ya funciona, conviene dar un paso hacia atrás y reformulas antiguos conceptos, en este aspecto «Mad Max: Fury Road» brilla pues logra revisitar el método de la vieja escuela a la hora de hacer cine espectáculo para curiosamente manifestarse como un soplo de aire refrescante con respecto a lo que vemos hoy en día en pantalla.

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Normalmente cuando estamos ante un film que posee una lectura narrativa criptica solemos necesitar de varios visionados para poder asimilar y entender todo lo que se nos cuenta, en «Mad Max: Fury Road» ocurre igual pero desde una perspectiva completamente visual,
 estamos ante un film en el que el 90% son escenas de pura acción, en cada una de ellas hay una multitud de detalles que necesitan más de un visionado para poder apreciarlos y disfrutarlos de manera satisfactoria, es una película física, hecha con vehículos reales, personas reales, en un desierto real que solo utiliza lo digital cuando realmente lo requiere, dejando en clara evidencia en este aspecto a la mayoría de blockbusters que se producen a día de hoy en Hollywood. Estamos pues ante una orquestada suma imágenes perturbadoras, dentro de un mundo distorsionado, poblado de una interminable lista de variopintos personajes, enemigos mutilados, enfermos, deformados o drogados que se sacrifican por un prometido Valhalla, imposibles camiones orquesta con el cometido de atemorizar sonoramente al perseguido, malvados inmortales enfrentados a unos personajes en busca de la redención, todo ello remitiéndonos al género de western dentro de un escenario de desiertos, desfiladeros y jinetes moteros, etc.

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En la película de George Miller funciona prácticamente todo a la perfección, desde la adrenalítica música compuesta por Junkie XL en base un trabajo atronador de tambores y guitarras conjuntada de manera acertada con la majestuosa banda sonora de Tom Holkenborg, hasta la fotografía del veterano John Seale, pasando el alucinante montaje a cargo de Margaret Sixel (2.700 cambios de plano que equivale a una media de plano cada tres segundos) o el carisma que derrochan ante la pantalla tanto Charlize Theron como Tom Hardy.

Al final «Mad Max: Fury Road» nos viene a recordar, seguramente no de manera intencionada, que desde el nacimiento del séptimo arte y antes de aparecer en escena el propiamente denominado cine de autor, existían las películas creadas como un simple y mero deleite visual en donde la imagen funcionaba únicamente al servicio del espectáculo, posiblemente «Mad Max: Fury Road» no sea la película perfecta si hablamos en el sentido literal del término, básicamente porque su apuesta es demasiado radical para conseguir una unanimidad, lo que si sentara cátedra serán sus innegables intenciones a la hora de ofrecer un espectáculo puro sin ningún altibajo, y esto si es intencionado, toda una declaración de principios partiendo desde lo clásico para terminar como un producto de tono hipermoderno y que al mismo tiempo nos muestra una forma de hacer y entender el cine desde una perspectiva diferente, desde una mirada que hoy en día ya no solemos ver en la gran pantalla.

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Valoración 0/5:5

«Maggie» review

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Una chica de 16 años de un pueblo de América es infectada por un zombi. La joven tardará 6 meses en convertirse en zombi, y la transformación afectará la situación en su familia, en concreto a su padre, que continúa manteniendo su amor incondicional por su hija.

Desde luego no puede negarse que en la carrera de Arnold Schwarzenegger ha existido en muchas ocasiones un leve intento de ofrecer algo que se saliera un poco de la norma, al mismo tiempo en la que podríamos llamar su época dorada como actor también ha sabido inteligentemente rodearse de autores válidos y competentes tales como John Milius, James Cameron, John McTiernan, Walter Hill o Paul Verhoeven entre otros, que han otorgado a los productos en que participaba una innegable calidad tanto artística como comercial, en definitiva una especie de inquietud artística del que carecían otros parteners suyos en la época antes mencionada, por esto y algún que otro matiz mas no es tan extraño e inusual que una película como «Maggie» figure en la carrera como actor de Arnold Schwarzenegger, aunque claro al espectador poco precavido en estas aseveraciones si le hubieran comentado años atrás que Arnold Schwarzenegger protagonizaría un film de temática zombie seguramente esperaría un resultado bastante diferente del que nos ofrece «Maggie«.

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En unos tiempos en donde la temática zombie se ha globalizado y extendido de una manera inimaginable, en donde tenemos desde producciones mainstream de gran estudio, comedias, falsos documentales, infinidad de series de televisión, etc, 
 «Maggie» del debutante Henry Hobson otorga al subgénero la temática del duro melodrama familiar, de hecho su director obvia casi por completo el elemento fantástico, apenas hay explicación del brote, no hay gore ni excesos, tampoco se indaga en la vía postapocalíptica, de hecho la situación se utiliza como una simple excusa para explicarnos el drama de un padre que ha de hacerle frente a la “enfermedad” terminal que sufre su hija, todo ello mostrado a través de un tono que enfatiza lo gris y triste, de narración demasiado pausada, al film le cuesta llega al final, su hora y media de duración termina haciéndose evidentemente larga, p
riorizando en exceso la estampita melodramática.

Curiosamente ese supuesto realismo que otorga  Henry Hobson al film choca en ocasiones con ciertas incongruencias en algunos de sus personajes, haciéndolos inverosímiles, situaciones en el escenario mostrado que quedan lejos de ser creíbles (la reunión y comportamiento de los jóvenes por ejemplo), algo que juega muy en contra de la película pues las intenciones del tono que se le quiere imprimir al film y los resultados en momentos llegan a carecen de la coherencia que el relato pide.

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De hecho ni siquiera «Maggie» podría catalogarse como algo fresco o innovador dentro del subgénero, la vía que explora ya la habíamos intuidos en otros productos que indagaban en una temática parecida, «The Returned» de Manuel Carballo era una más que correcta serie B de argumento bastante similar, o la liviana y disfrutable serie británica «In the Flesh«, en donde se nos explicaba la difícil reinserción del infectado. Posiblemente «Maggie» si hubiera visto la luz unos años atrás tendría un beneplácito algo mayor ya solo con respecto a su originalidad en lo concerniente a un subgénero hoy bastante saturado. Al final la opera prima de Henry Hobson se queda como una película de intenciones algo loable pero de resultado pobre, en donde su poco o nulo riesgo formal la definen como producto fácilmente olvidable, bastante alejado de la trascendentalidad que supuestamente se nos quieren mostrar.

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Valoración 0/5:2

«Backcountry» review

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Una pareja de excursionistas se pierde en uno de los rincones más remotos de Canadá. Sin comida ni agua con la que subsistir, no tardan en descubrir horrorizados que se encuentran en una área poblada por osos salvajes.

El survival de tono realista ambientado en plena naturaleza y con la consabida coletilla basado en hechos reales ha devenido en estos últimos años como un subgénero propio, un tipo de películas bastante digerible y en parte disfrutable aunque poco originales, pues lejos de renovar sus conceptos sigue una línea inmovilismos en unos postulados que prácticamente se suelen repetir de forma sistemática.

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«Backcountry» debut en la dirección del actor Adam MacDonald sigue a raja tabla lo antes mencionado con algunos pequeños matices, básicamente porque la película se toma su tiempo en presentarnos a la pareja protagonista, de echo más de la mitad de su metraje, relación, dificultad, mentiras, celos y demás situaciones de tono común que rodea la relación de pareja nos es mostrada bajo un ritmo algo tedioso, nos movemos dentro de un ámbito que nos remite más al drama sentimental con una bella región geográfica como escenario que al survival propiamente dicho , supongo que la intención de su director era la de mostrarnos una cotidianeidad previa al suceso que es enunciado como principal reclamo del film, algo que bien mirado tiene su lógica como luego vemos en su desarrollo, el problema es que al espectador poco o nada le importa esa larga cotidianeidad que se nos muestra.

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El punto positivo del film viene dado a la hora de mostrarnos al suceso antes mencionado (el ataque del oso), básicamente porque lo hace de una perspectiva hasta cierto punto coherente con respecto a lo antes expuesto, lo hace de una manera directa, realista y sin muchas concesiones de cara a la galería, se aparta de forma consiente de una gratuidad que es de agradecer, pues esta suele ser un recurso bastante utilizado en negativo en esta clase de películas, para entendernos no veremos al animal resucitar varias veces y atacar cual inteligente asesino en serie, así vemos su aparición y el consiguiente ataque del oso de una manera real, igual de real y en cierta manera natural como a la hora de desaparecer de escena, es aquí donde la ficción se vuelve realidad y el film fluye de forma algo convincente.

Sin embargo es una pena que Adam MacDonald en esta «Backcountry» se muestre poco valiente en dar un paso más hacia adelante, parece conformarse con lo expuesto y poco más, deviniendo ser un producto tan entretenido como olvidable, hay una vía que vislumbramos de una manera muy de pasada y que prácticamente no se desarrolla, aquella cuando entra en escena un tercer personaje (el oso no) y entramos en un atisbo de violencia e incomodidad no escrita, una situación en donde los personajes se ve desprovistos de la seguridad que poseen dentro de las reglas de la sociedad en la que viven y de la que son desprovistos al entrar en un ámbito de naturaleza salvaje y carente de las normas o códigos de comportamiento en el que suelen subsistir en el día a día, y en donde se podría decir perfectamente que impera la ley del más fuerte, algo que años atrás ya mostro de una manera perfecta y aun no superada John Boorman en la inolvidable «Deliverance«.

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Valoración 0/5:2’5
 

«The Duke of Burgundy» review

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Cynthia es una coleccionista de mariposas que mantiene una relación sadomasoquista con su criada, Evelyn. Una pasión sujeta a toda clase de particularidades, en la que los roles de ama y esclava no están tan claros como parece.

El británico Peter Strickland  ya dio buenas muestras  con sus  anteriores «Katalin Varga» y «Berberian Sound Studio» que su cine se apoya de una manera clara y rotunda respecto a múltiples referencias cinéfilas que asimila y diversifica para ofrecernos un universo tan arriesgado como inusual en el actual panorama cinematográfico de hoy en día, poblado de múltiples capas, matices y lecturas, ahora con «The Duke of Burgundy» no solo supera las expectativas creadas en sus anteriores trabajos sino que consigue acrecentar ese discurso como un mero ejercicio de estilo ejecutado de manera brillante, logrando afianzarse  como uno de los más interesantes y sofisticados autores del cine europeo contemporáneo.

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En «The Duke of Burgundy» Peter Strickland
  nos introduce en un universo completamente femenino ( sin ninguna aparición masculina en la película) para contarnos un exquisito melodrama en forma de un cuento de hadas, de estructura circular en su narración y compuesto en base a una hermosa puesta en escena de delicioso toque vintage que la emparentan por momentos en estética y contenido a films como «Belle de Jour«de Luis Buñuel o «The Servant» de Joseph Losey, y de igual manera a cierto cine realizado por Jess Franco, y en donde se nos explica una historia de amor erótico- lésbico mostrado como suntuoso cuento sexual que llega a bordear de una manera tímida el tono soft porn europeo tan habitual en los años setenta, una relación entre dos mujeres adineradas (soberbias actuaciones de Sidse Babett Knudsen y Chiara D’Anna, con un notable lenguaje gestual, especialmente la primera) amparándose parcialmente en la metáfora (larva y las mariposa) para contarnos un sugerente devenir acerca de dominios y sumisiones o inversión de roles y poderes, una relación de dominación/sumisión, no sadomasoquista como muchos señalan de manera errónea, que lejos de parecer clara como podemos creer en un principio sirve de entramado narrativo a la hora de contarnos el desarrollo de las relaciones de una pareja, utilizado como herramienta en una historia de amor entre dos mujeres que han llegado a un momento dentro de su relación en donde la cotidianeidad amenaza con aparecer, en el que las cosas ya no pueden sostenerse con la misma pasión o frescura que al principio y que recurren a esa fantasía sexual de raíz prohibida y oculta como sustento emocional de este complejo romance.

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Peter Strickland
  deja claramente definido ese sutil universo mostrado de una manera básicamente sensorial, todo ello contado de forma simbólica acerca la psicología y voluntad de sus dos protagonistas, transportándonos a un tiempo y espacio casi indefinidos,  en una puesta en escena en donde lo onírico y lo cotidiano se entrelazan (este es uno de los grandes méritos de director británico, una habilidad innata que ya se apreciaba de forma clara en su anteriores películas) todo esto acompañado de manera armoniosa con la extraordinaria banda sonora compuesta por Cat’s Eyes.

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«The Duke of Burgundy» termina siendo una obra de un poderío hipnótico y visual apabullante en donde las texturas se mezclan de manera brillante dando lugar a una experiencia sensorial que logra traspasar la gran pantalla, consiguiendo que este melodrama tan amoroso y pasional como perturbador y por momentos algo surreal logre llevarnos al igual que las dos protagonistas del film a una especie de limbo emocional, en definitiva una autentica gozada fílmica para aquellos que sepan apreciar ese otro tipo de cine que comparte por ejemplo autores como Hélène Cattet, Bruno Forzani, un tipo de cine que choca violentamente con el espectador y en donde la sutileza no suele estar reñida con la estética.

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Valoración 0/5:4

«Goodnight Mommy» review

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Es pleno verano, y dos hermanos gemelos esperan pacientemente a que su madre regrese a casa tras una operación de cirugía plástica. Esta llega con la cara completamente vendada y mostrándose fría, distante y obsesiva. El cambio en su personalidad hará que los niños se pregunten si la mujer es realmente su madre o se trata de una impostora.

Se podría hablar de una escuela de cine tan perturbador como enfermizo intrínsicamente austríaco, posiblemente no dada la corta lista de autores que llegarían a etiquetarse dentro de esta tendencia, irremediablemente el nombre de Michael Haneke sale de inmediato a la palestra, Ulrich Seidl (productor del film que nos ocupa y marido de una de sus directoras) es otro poco amante del mundo Disney, claramente pocos mimbres numéricos como para catalogarlo como una tendencia o corriente de cine, poca pero contundente y brillante pues hablamos de un estilo que nos remite hacia la expresión máxima del horror cotidiano partiendo desde la normalidad más absoluta, un tipo de cine desprovisto por completo empatía o misericordia hacia sus personajes o incluso hacia los propios espectadores, un cine de autor tan contundente como inteligente, «Goodnight Mommy» entra por méritos propios y de una manera clara en esta etiquetación.   

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«Goodnight Mommy» como mencionábamos más arriba está producido por el cada vez más referencial Ulrich Seidl y dirigido por su mujer Veronika Franz junto a Severin Fiala, estamos ante un film de horror disfrazado de thriller psicológico de claro empaque minimalista (en la puesta en escena y sus personajes, la acción entera descansa en los hombros de solo tres actores) donde se nos cuenta la historia de un drama familiar desde la perspectiva de la violencia emocional de múltiples lecturas, mostrado de una forma sutil en su parte inicial, partiendo el relato desde una turbia sugerencia a través de un hecho anecdótico, pero de devenir completamente demoledor como resulta ser su aterrador tramo final, llegando a rozar incluso el torture-porn aunque sin llegar nunca a lo gratuito.

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Múltiples lecturas de las que está plagado este notable film como indicaba más arriba, que van desde esos lazos de dependencia familiar ejecutados de forma errónea, lo que nos conduce de manera ineludible a una pérdida de control materno que nos remite a cuestionar dicha figura que aquí resulta clave en la destructuración familiar a la que asistimos, una figura materna (unas vendas que cubren su rostros y que homenajean de forma explícita
  a «Los ojos sin rostro» de Georges Franju) como detonante hacia el trauma en la familia, en una historia la de «Goodnight Mommy» en la que la pérdida y su aceptación derivan en una desconfianza de consecuencias funestas, aquí es donde entra ese juego de espejos claramente contrapuestas de sus protagonistas desde dos ópticas completamente diferentes, llegando a estar expuestos de una manera brillante, aunque desde un principio nos decantemos hacia la racionalidad (la madre intentando demostrar su cuestionada identidad) esa ambivalencia planteada en la película hace que se nos llegue a confundir y nos introduzcamos en el traumático imaginario de los niños, todo ello mostrado en base a una factura técnica tan admirable como elegante, consiguiendo una puesta en escena seca y austera (extraordinaria fotografía a cargo de Martin Gschlacht compuesta de tonos oscuros y pálidos que saben dotar al film de una frialdad opresiva acorde con su ambientación asfixiante) y que da paso a una violencia en donde los impulsos más primarios del ser humanos salen a la luz independientemente de la edad del que las lleva a cabo.

«Goodnight Mommy» deviene como un notable ejercicio en forma de cuento de terror doméstico que se aleja de forma consiente de un tipo de terror al uso al que solemos estar acostumbrados, para adentrarnos en la parcela de un terror psicológico que se nutre de lo metafórico y lo explícito a partes iguales y que bien podría ser una perfecta versión malsana y angustiosa del «The Other» de Robert Mulligan, «Goodnight Mommy» se convierte por méritos propios en una joya del cine de género europeo muy a tener en cuentaGoodnight_Mommy-694523663-large.jpg
Valoración 0/5:4

«Lost River» review

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En los decadentes suburbios de Detroit, Billy lucha por sacar adelante a sus dos hijos y no perder su casa. Cuando su tiempo se agota, Billy, acompañada de Cat, decide aceptar un nuevo trabajo que le ofrece Dave en un misterioso y extraño lugar en el que nada es lo que parece. Al mismo tiempo, su hijo Bones intenta sobrevivir, con la ayuda de Rat, al acoso del violento y peligroso Bully. En sus intentos de huir de los “monstruos” que les acechan, Billy y Bones se adentran en un mundo mágico e irreal que les llevará a lugares que nunca hubiesen imaginado.

Recuerdo hace un par de años una tensa rueda de prensa en el festival de Sitges a propósito del debut en la dirección de Brandon Cronenberg con su estimulante primer trabajo «Antiviral«, en dicho acto se le cuestionaba y en parte se le achacaba al director (al igual que unos meses antes ya ocurrió en el festival de Cannes) que su opera prima bebía en demasía de las influencias del cine y estética de su padre David, algo claramente evidente viendo la película, la anécdota en si viene dada hacia la cuanto menos curiosa legitimidad y aceptación que pueda tener con respecto a cierto sector de prensa el que un director novel pueda mostrar sin ningún tipo de tapujos de una manera acertada o no sus influencias o referentes a la hora de plasmar en imágenes su obra, independientemente de su verdadera valía, «Lost River«, debut en la dirección y el guión del actor Ryan Gosling tuvo una tesitura parecida a la que comento en el festival de Cannes durante su premier el pasado año, un certamen que en cierta manera marco al film en negativo, quizás de manera algo injusta.

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«Lost River» está lejos de ser una obra sobresaliente, el desequilibrio narrativo del que hace gala es meridiano, pero tampoco es tan pésima como se ha ido comentando, Ryan Gosling nos obsequia con un simple cuento de hadas, una fábula de príncipes y princesas de un claro tono surrealista teñido sobre una continua ensoñación, con la metáfora de la caída del sueño americano como eje argumental, un producto que como muchas operas primas peca de primar más el envoltorio que el contenido, una brillantez visual donde sobresale el trabajo de Benoît Debie en base a una fotografía tan hipnótica como sugerente que sabe resaltar de manera adecuada el ambiente lúgubre y fantasmagórico de esa ciudad perdida en la que intentan sobrevivir nuestros protagonistas, una subsistencia en continua lucha dentro un entorno hostil, también destacar su omnipresente y ochentera banda sonora.

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El film es un claro ejercicio de estilo que bebe de fuentes bastantes reconocibles, desde el universo cinematográfico de David Lynch, con multitud de referencias especialmente de «Blue Velvet«( el personaje de Dennis Hooper) y «Mulholland Drive» (Club Silencio), hasta el cine de Nicolas Winding Refn en donde Ryan Gosling da buena cuenta en la dirección, referentes estos que lejos de entorpecer o diluir el producto como muchos se empeñan en subrayar consigue resaltarlo y en parte salvarlo, otra cuestión es su endeble guion, que aunque se agradece que no recurra a lo críptico su narrativa claramente alegórica no consigue adecuarse a sus imágenes de una manera satisfactoria.

Una narrativa que hace que el debut de Ryan Gosling  pueda llegar a ser tan presuntuoso en algunos tramos como fascinante en diversas ocasiones de su metraje, plagado de imperfecciones en su discurso pero de sugerentes aciertos en lo visual, un autor con muchas ganas de contar algo, aunque esta claro que todavía necesita perfeccionar y desarrollar de manera adecuada su lenguaje, habrá que ver lo que el futuro depara a Ryan Gosling en su faceta de director.

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Valoración 0/5:3

«A Girl Walks Home Alone at Night» review

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«En la ciudad iraní de Bad City puede pasar cualquier cosa. En medio de un abanico de personajes marginales, un vampiro vaga en busca de sangre. Al western vampírico se le suma un romance teñido de sangre. A Girl Walks Home Alone at Night combina géneros y estilos: invoca el western, la fascinación propia de Lynch, el terror y las novelas gráficas.

La visión del vampirismo desde una perspectiva no tradicional e incluso impregnada de cierto tono vanguardista es una tendencia algo recurrente y vista en estos últimos años, muy especialmente dentro del cine independiente norteamericano, a bote pronto me viene a la mente trabajos como «Nadja» de Michael Almereyda, «The Addiction» de Abel Ferrara o la extraordinaria «Only Lovers Left Alive» de Jim Jarmusch vista el pasado año, ahora nos llega «A Girl Walks Home Alone at Night» que tiene la peculiaridad aparte de estar rodada en blanco y negro de ser la opera prima de la joven directora y guionista estadounidense de origen iraní Ana Lily Amirpour, que aquí también se reserva el papel principal, un film hablado en persa pero de capital y rodaje norteamericano.

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«A Girl Walks Home Alone at Night» viene a ser un exótico western vampírico de ligero tono postmoderno con claras referencias al cine de David Lynch (muy especialmente «Wild at Heart«) y que reparte por igual aciertos notorios provenientes de una libertad creativa incuestionable con déficits propios de una debutante, unos déficits que se manifiestan especialmente en las supuesta metáforas expuestas por Lily Amirpour (esa lectura soterrada sobre la libertad de la mujer en la sociedad árabe, o el amor que logra vencer finalmente a la oscura necesidad) está algo cogido con pinzas, bordeando en algunos momentos lo pretencioso, llegando a crear una cierta superficialidad en su discurso, unas metáforas mal desarrolladas que dificultan sobremanera su narración, aparte los largos silencios que pueblan la cinta y su carácter de tono onírico en muchas de sus secuencias pueden llegar a hacerla poco accesible para el espectador.

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Todo esto no quiere decir que «A Girl Walks Home Alone at Night» sea una mala película, estamos ante un producto nada sencillo, no destinado a todo el público, algo irregular en su formulario y que rehúsa voluntariamente el encasillarse en los rígidos formatos del cine comercial y que posee al mismo tiempo una coherencia estética digna de resaltar, un diseño de producción notable donde destaca especialmente la excepcional fotografía obra de Lyle Vincent, una visualización esta que la emparenta de forma
acertada a cierta estética de novela gráfica vanguardista, destacar a sí mismo una banda sonora impecable en gusto, totalmente acorde con sus imágenes y que logran definir a los personajes de una manera acertada.

«A Girl Walks Home Alone at Night» termina siendo tan atractiva como inusual, como he resaltado anteriormente de resultado irregular a causa de la falta de algunos de sus principales flecos como por ejemplo la lentitud en su ritmo, algo que hace que por momentos se quede a medio gas, pero que gracias a un excelente trabajo visual e intensidad en su fotografía además de una banda sonora portentosa consigue que el cóctel de géneros propuesto por  Lily Amirpour sea por momentos interesante y hacen que el seguimiento de la futura carrera cinematográfica de esta joven directora sea un ejercicio del todo obligado.

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Valoración 0/5:3

«The Harvest» review

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Gira en torno a un matrimonio con un hijo enfermo. Todo cambia cuando una joven se muda al apartamento de al lado y ofrece al muchacho la oportunidad de una vida mejor; desde ese momento, el mundo de fantasía que la madre del chico había elaborado para aliviar a su hijo comienza a descontrolarse…

Pocos directores tienen el privilegio de estar considerados de culto en referencia a una sola película, John McNaughton es uno de ellos y la película en cuestión es la imprescindible y fundamental «Henry: Portrait of a Serial Killer«, a partir de aquí la carrera del director nacido en Chicago ha sido bastante irregular, mezclando divertimentos genéricos de lo más disfrutable como «The Borrower» con productos de tono más amplio y comercial, «Mad Dog and Glory» o «Wild Things«, todo ello junto a un variado trabajo hecho en televisión, lo dicho una trayectoria del todo irregular en su contenido pero en cierta manera coherente en resultados pues ha sabido mantener unas cuotas de calidad propias de un buen artesano. Después de trece años desde su último trabajo para la gran pantalla John McNaughton vuelve y lo hace dentro del género en donde tuvo un mayor reconocimiento.

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Con «The Harvest» John McNaughton reafirma su condición de artesano, alejándose del tono grotesco de «Henry: Portrait of a Serial Killer» para adentrarse en el thriller psicológico de claros matices dramáticos, en una película independiente que tuvo problemas en su producción, de echo el film esta rodado en el 2013, y que explora el lado oscuro y algo enfermizo de la paternidad logrando unos resultados algo irregulares, es evidente que estamos ante un trabajo meramente alimenticio y que McNaughton no posee la fuerza y determinación de sus primeros trabajos, la película da la impresión de discurrir a trompicones, con una primera parte bastante plana, de claro tono televisivo dada su languidez argumental, llegados a la mitad del film el golpe de efecto que nos proporciona su guion cortesía del novel Stephen Lancellotti (algo inverosímil y tramposo por cierto) hace que la función se anime algo, aunque siempre con la sensación de que el elemento terrorífico del relato no queda suficientemente desarrollado de una manera acertada quedando ese tono enfermizo al que hacíamos referencia como entre bastidores, como mero un esbozo sin llegar a aparecer del todo.

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Posiblemente el punto más a destacar de «The Harvest» sean las interpretaciones a cargo de Samantha Morton y Michael Shannon, que aquí curiosamente intercambian sus habituales roles, unos roles inversos a los que solemos estar acostumbrados a verlos en cine, la primera con una actuación claramente deudora de la Kathy Bates de «Misery«, voluntariamente histriónica, exagerada e incluso paródica y un Michael Shannon bastante sostenido, algo sumiso pero igualmente inquietante, porque Michael Shannon siempre nos parecerá como alguien que no suele
  transmitir precisamente buenas sensaciones.

«The Harvest» viene a ser un perfecto ejemplo de lo que ha sido la trayectoria de John McNaughton en estos últimos años, un film competente en su conjunto, de factura pulcra pero de resultado inocuo, una tendencia hacia una falta de riesgo en su propuesta que hace que nos olvidemos de su visionado de manera algo acelerada.

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Valoración 0/5:2’5

«Calabria, mafia del sur» (Anime Nere) review

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En un pequeño pueblo de la región de Calabria, los hermanos Carbone llevan años viviendo del lucrativo negocio familiar: el tráfico de drogas. Eran hijos de pastores, pero ahora forman parte de la familia criminal calabresa del entorno de la ‘Ndrangheta. Luciano, el mayor, alejado voluntariamente del resto de la familia, intenta mantenerse al margen hasta que su conflictivo hijo Leo empieza a acercarse a su carismático tío Luigi y sus turbios negocios. Cuando Leo pierde el control una noche, los tres hermanos se ven forzados a unirse de nuevo para defender el honor y las vidas de la familia.

En «Calabria«, adaptación libre de la novela homónima Anime nere de Gioacchino Criaco y primera película estrenada en nuestro país del director y guionista Francesco Munzi , «Saimir» (2004) y «Il resto de la notte» (2008) son sus anteriores trabajos, se nos sitúa en pleno epicentro de la ‘Ndrangheta’, la más hermética y brutal de las organizaciones criminales existente hoy en día en Italia, muy por encima en cuanto actividad en lo que refiere a la densidad criminal por habitante que la propia Sicilia.

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Una visión intimista de la mafia la que nos ofrece Francesco Munzi que se aparta de una manera voluntaria del simple muestrario estereotipado del género al que se inscribe este tipo de films, de esa grandilocuencia y pomposidad mostradas en muchas películas norteamericanas, «Calabria» nos ofrece un retrato tan intimista como contundente en su resolución, una radiografía a una familia completamente desestructurada en lo emocional, la película comienza en la ciudad, vemos tratos y posteriores acuerdos con narcotraficantes internacionales, parece que vamos a presenciar otro film al uso dela mafia, pero nada de lo que vamos a ver más adelante 
transitará sobre situaciones ya vistas posiblemente con demasiada asiduidad en muchos de los films que versan sobre la mafia, poco a poco la trama se va cerrando sobre sí misma, viajando cada vez más al origen de todo, una especie de genealogía del mal, vista desde una hiperrealidad y ubicada en la auténtica raíz del entorno rural de Calabria y la familia en sí mismo, una herencia del pasado de la que es muy difícil escapar, todo ello se nos muestra en base a un excelente uso de la luz que vemos en un pueblo que parece estar constantemente sumergido sobre sí mismo, camuflado sobre una falsa naturalidad, dentro de una penumbra que refleja la tensión subyacente entre sus propios habitantes, a partir de aquí presenciamos un film de claro tono fatalista, con retazos a tragedia griega, en donde el drama ya predestinado se desata a partir de un conflicto totalmente nimio, en este aspecto es fundamental la acertada y notable ambientación que se nos muestra, totalmente clave a la hora para que funcione el tipo de historia que estamos viendo, y resaltar de la misma manera la notable utilización en la mezcla de actores profesionales con lugareños, en este aspecto especialmente es fundamental recurrir a la versión original para apreciarlo en su justa medida, y que el visionado de «Calabria« se convierta así en un ejercicio de reminiscencias de tono verite.

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«Calabria« como hemos dicho con anterioridad no es una historia más de mafiosos, al igual que «The Funeral» de Abel Ferrara es una historia claramente íntima sobre un asunto de familia dentro de un contexto rural, una familia que no se puede escoger, está ahí y hay que aceptarla con todo lo que conlleva, y ahí justamente es donde reside la grandeza del film de
 Francesco Munzi, la película se aproxima de esta manera a los personajes desde un hiperrealismo tan angustioso como ennegrecido, unas almas oscuras en definitiva (título original bastante más acorde que el utilizado en España) sin visos de salvación.

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«Calabria« termina siendo una película de tono muy clásico y ritmo algo pausado pero para nada lento, se nos mantiene pendientes en todo momento de lo que va a suceder a continuación, sin prisas se nos va dirigiendo a contemplar una desdicha con rasgos de tragedia, un fatalismo víctima de su propia estirpe.

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Valoración 0/5:4

«It Follows» review

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Después de una noche de sexo apasionado en el asiento trasero del coche entre Jay y su novio, la situación se pone algo tensa cuando este aplica cloroformo y deja totalmente KO a su apreciada novia. Al despertar, el amante novio, le explica que debía hacer todo esto para que una serie de espíritus acosadores le dejen en paz. A partir de ese momento es la pobre Jay quien sufrirá este particular acoso por parte de estos entes extraños.

Que un director tan prometedor como David Robert Mitchell (del que urge rescatar de manera inmediata su ópera prima «The Myth of American Sleepover«, un peculiarísimo acercamiento acerca de la juventud norteamericana que la emparentaba de una manera brillante al «American Graffitti» de George Lucas) hiciera un film de género tan característico como «It Follows» viene a ser una estupenda noticia para los amantes del fantástico más inquietos y más visto el resultado que se nos ofrece, logrando de alguna manera innovar, refrescar y por qué no, reinventar en algo un género como el del terror tan proclive a la repetición de clichés y la falta de originalidad.

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«It Follows» inexplicablemente ausente en el palmarés del pasado festival de Sitges viene a ser un perfecto ejemplo del mejor cine indie de terror, tan rico en ideas como respetuoso a la hora de reverenciar a sus precedentes genéricos y evocar un pasado (muy especialmente al cine de John Carpenter de los setenta y principios de los ochenta), film que parece empezar como si de un slasher tradicional se tratara en base
 a un punto de partida del todo abstracto, y poseedora de una introducción tan magistral como sobrecogedora, un travelling circular tan sencillo en su desarrollo como desconcertante en su planificación, en donde  el terror puede surgir de cualquier situación o localización y adoptar al mismo tiempo cualquier forma posible, una amenaza completamente omnipresente que no atiende a razones, pero que deviene de manera brillante en un apasionante discurso de tintes metafóricos acerca de los horrores imperceptibles que nos persiguen durante la adolescencia (la completa ausencia de adultos en el largometraje es una clara muestra de la exposición a cargo de David Robert Mitchell) todo ello contado con una sutilidad de múltiples lecturas y representaciones (ojo, un visionado superfluo de la cinta puede llevar a una conclusión errónea sobre ella).

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La sencillez de la propuesta expuesta en «It Follows» es admirable, una regresión total al cine de los años 70 y 80 desde una mirada inteligente, un film que con muy pocos elementos consigue crear escenas realmente aterradoras, centrándose no en buscar explicaciones al hecho en sí, sino en explotar el miedo y la psicosis que produce en el individuo que alguien te persiga constantemente, una representación de la muerte que fundamenta su angustia en la anómala cotidianidad en la que se nos presenta, si a más la propuesta se ve fortalecida en el apartado técnico pues mejor que mejor, excelente banda sonora a cargo de Rich Vreeland, compuesta básicamente en base a melodías eléctricas y una no menos portentosa fotografía que ayuda a crear una conseguida atmósfera asfixiante.

«It Follows» posiblemente sea la propuesta de género de terror más original del pasado año, con un soberbio trabajo tras la cámara a cargo de David Robert Mitchell, poseedor de una habilidad innata a la hora de generar una solvente inquietud a través de sus perturbadoras imágenes (innegablemente la mayor virtud del film), todo ello utilizado en base a unos claros referentes vistos en el género a lo largo de los años pero expuestos de una manera novedosa, «It Follows» convierte sin lugar a dudas a su director en un auténtico valor en auge al cual que no hay que perderle la pista en el futuro.

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Valoración 0/5:4

«The Hybrid» (Scintilla) review

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Tras ser liberado de una cárcel africana, Jim Powell tiene un nuevo trabajo. Deberá dirigir un equipo durante una incursión en una ex-república soviética, donde tendrán que infiltrarse en una base de la milicia para llegar a unos túneles secretos que se encuentran debajo y conducen a un antiguo bunker. Allí hay un laboratorio bio-tecnológico dirigido por una revolucionaria investigadora, Powell y su equipo dispondrán de tan sólo seis horas para robar su investigación y volver a la superficie.

El Irlandés Billy O’Brien tuvo un debut más que notable en 2005 con «Isolation«, una por momentos bastante sugerente variación en plano genético del «Alien» de Ridley Scott, en donde se nos ofrecía una interesante revisión temática de la amenaza exterior (en esta ocasión se trataba de experimentos genéticos fallidos), situando la trama en un escenario campestre y sabiendo aprovechar al máximo el espacio claustrofóbico en donde transcurría la acción, la película estaba filmada en base a una conseguida estética oscura poseyendo al mismo tiempo la virtud y los atributos de una conseguida y brillante contundencia tanto visual como técnica dignos de cualquier tipo de elogio y que hacían presagiar la carrera de O’Brien como algo muy a tener en cuenta en el futuro. Han tenido que pasar cerca de diez años para que Billy O’Brien volviera a dirigir un film, «The Hybrid» anteriormente conocida bajo el título de Scintilla es su esperado nuevo trabajo aunque lamentablemente supone un paso atrás con respecto a su calidad si la comparamos con su opera prima.

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«The Hybrid» es una clara muestra de ciencia ficción low cost en donde predominan las buenas intenciones a los resultados, el film se mueve dentro de unas convenciones genéricas más que reconocibles, posiblemente el defecto más notorio de la película es que tarda mucho en arrancar, hasta llegar a su ecuador nos movemos por clichés mil vistos dentro del cine de acción, el grupo de mercenarios intentando llegar a su objetivo no deja de ser un refrito de ideas y modismos de dudosa originalidad, llevándonos al consiguiente tedio, una vez llegados al laboratorio el film gana algo de interés, la introducción del elemento fantástico llega a ser por momentos entretenido y disfrutable pero poco cosa más, se detecta una cierta sensibilidad hacia lo ciberpunk en su puesta en escena, así como varios guiños al género expuestos por Billy O’Brien, de echo el film no deja de ser un hibrido genérico de resultados algo dudosos, cierto realismo documental de película bélica, terror, ciencia ficción, experimentos genéticos, etc. Tampoco es que su guion sea algo a destacar en su originalidad, moviéndose básicamente en el terreno de lo convencional y optando su director por la omisión a la hora de ir más allá en los detalles y preguntas que pueden llegar a hacerse el espectador.

Este segundo trabajo de Billy O’Brien solo llega a ser disfrutable desde una mirada completamente desacomplejada y poco exigente, un film de presupuesto extremadamente bajo que no logra, ni tampoco lo intenta, inventar nada nuevo dentro del género, una pieza algo tosca en su construcción pero entretenida en ciertos momentos, destinada básicamente hacia al fan más desprejuiciado, solo esperar que en su próximo trabajo «I Am Not a Serial Killer» el director británico sea algo más ambicioso y apunte más alto.

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Valoración 0/5:2

«The Pyramid» review

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Un equipo de arqueólogos estadounidenses descubren una antigua pirámide en medio del desierto egipcio. Se adentran en ella y al poco tiempo se encontrarán perdidos en sus oscuras catacumbas que parecen no tener fin. Mientras tratan de encontrar una salida, poco a poco comienzan a desesperarse pensando que no volverán a ver la luz del día. Además, no tardarán en darse cuenta que también están siendo perseguidos por algo.

«The Pyramid» supone una nueva incursión en el denominado found footage, un casi ya subgénero en si mismo que en los últimos años ha vivido de una saturación bastante notoria en cuanto a propuestas, fue en 1999 cuando la efectiva «The Blair Witch Project» volvió a poner de moda dicho formato, una temática cinematográfica que al mismo tiempo se adecuaba al género fantástico casi a la perfección, de una manera algo simbiótica, el bajo presupuesto con que cuenta la mayoría de estas propuestas también han ido ayudando a una masificación de películas en dicho formato, aunque principalmente lo malo de un estilo como el found footage son sus evidentes limitaciones o carencias a la hora de llevarlo a la práctica, hay poco margen para la novedad o la improvisación, la abundancia ha llevado a la proliferación de una series de ideas en este tipo de propuestas del todo agotadas y faltas de un sentido de originalidad, remitiendo a una continua repetición de lo referente a sus esquemas.

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Curiosamente podríamos decir que «The Pyramid« es un found footage a medias, pues a los veinte minutos (una vez dentro de la pirámide) abandona las reglas de dicho formato, lo que presenciamos ya no es a través de los ojos de los protagonistas o de sus dispositivos, sino desde un punto de visto claramente subjetivo, se prescinde del tan habitual metraje en malas condiciones y todo lo que presenciamos esta expuesto en un claro HD, aunque curiosamente el film éste rodado al más puro estilo cámara en mano, el escenario tampoco da para ofrecer algo diferente en su puesta en escena, es como si los responsables de la película hayan querido obviar el consabido examen impuesto por el espectador fan hacia dichas normas fílmicas a la par de darse cuenta de las limitaciones del formato en sí mismo, liberándose en cierta manera de dichas ataduras genéricas, una liberación esta que sin embargo no consigue salvar al producto en lo que a su calidad final se refiere.

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Apadrinado por Alexandre Aja y dirigido por un habitual colaborador suyo, Grégory Levasseur, «The Pyramid« partía a priori desde un escenario bastante sugerente, ambientada en el interior de una pirámide y explorando parte de la mitología egipcia y todos los misterios que la rodean, temática esta que curiosamente no ha proliferado en demasía dentro del género de terror lo largo de  los años, decantándose más hacia las propuestas del cine de aventuras, sin embargo aquí esta idea esta pobremente aprovechada, remitiendo todo hacia un refrito de referentes y modismos ya vistos con anterioridad y que no llegan a convencer prácticamente a nadie, del mismo modo el director se decanta hacia un estilo en su formato en donde lo explicito está por delante de lo sugerido, aquí se nos enseña prácticamente casi todo en base a unos efectos digitales en donde vemos a unas criaturas generadas por ordenador bastante pobres en su ejecución.

«The Pyramid« no es mucho peor que varias propuestas de temática similar vistas con anterioridad y que han sido tratadas con mayor benevolencia por parte de público y crítica, simplemente es un claro reflejo de un formato saturado y falto de originalidad en su postulado, un producto que llega claramente tarde y que posee al mismo tiempo una fecha de caducidad impresa en su formulario.

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Valoración 0/5:1’5

«Ex Machina» review

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Caleb es un programador de 24 años que trabaja en una de las mayores empresas de Internet del mundo, un día gana un concurso cuyo premio es una semana de vacaciones en la mansión privada del presidente ejecutivo de la compañía. Cuando Caleb llega a la estupenda casa en medio de la nada, descubre que deberá participar en un experimento tan extraño como fascinante en el que interactuará con la primera inteligencia artificial auténtica del mundo que habita en el cuerpo de una preciosa mujer robot.

«Ex Machina» supone el estimulante debut tras las cámaras del hasta ahora escritor y guionista Alex Garland, que anteriormente ya había dado buena muestra de su buen hacer dentro del fantástico encargándose de los libretos de «28 Days Later» y  «Sunshine» ambos films dirigidos por Danny Boyle, para más adelante adecentar de manera notable el personaje de «Dredd» (Pete Travis, 2012). «Ex Machina« está principalmente construida en forma de relato de ciencia-ficción de clara facturación técnica de tono minimalista pero modelado narrativamente como si de un thriller psicológico se tratase y ahondando primordialmente en el debate concerniente al conflicto entre humanos y robots y muy especialmente a todo lo que rodea al concepto de la inteligencia artificial, su supuesta interacción con los humanos y las posibles consecuencias que ello puede acarrear.

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Alex Garland como decíamos más arriba ya había demostrado que sabía desenvolverse con bastante soltura dentro del género, pero con esta su primera película como director se adentra en un terreno algo más complejos y arriesgado que el que había utilizado hasta el momento, una parcela que no había explorado todavía, el de la citada inteligencia artificial (posiblemente lo más cercano que haya tocado en dicha temática sea su guión en «Nunca me abandones» de Mark Romanek). «Ex Machina« comienza con un joven programador llamado Caleb que es elegido a través de un sorteo por un acaudalado inventor, Nathan, para participar en un innovador experimento acerca de un robot femenino de nombre, la labor de Caleb se centrará en comprobar mediante el test de Turing hasta qué punto esa creación puede evolucionar e interactuar mediante las emociones humanas que supuestamente va adquiriendo, a partir de aquí vemos como la relación entre Caleb y Ava se irá haciendo cada vez más compleja. El personaje de Caleb es el que nos sirve de guía a través del film en primera persona, un personaje éste que posiblemente sea al que menos partido se le consigue sacar, preséntanoslo básicamente como una suerte de títere que de vez en cuando tiene un aislado destello de personalidad propia, pero que queda atrapado con demasiada facilidad en una trama que juega bastante con las dudas, la manipulación y los secretos, algo que se va intuyendo claramente conforme avanza la película y que a pesar de estar planteado desde un enfoque hasta cierto punto original no acaba de estar bien plasmado del todo en su conjunto, pues a diferencia de Caleb, el espectador siempre va un paso por delante de este provocando una cierta desunión en el conjunto de su narración.
 

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«Ex Machina« sin embargo si sabe jugar al máximo la baza de utilizar un escenario claustrofóbico, a partir de una puesta en escena voluntariamente fría, donde se prima básicamente la interacción de sus tres protagonistas (los tres excelentemente interpretados, especialmente la actriz sueca Alicia Vikander), y poseyendo a su vez una factura técnica y puesta en escena que bien podría definirse como la simbiosis casi perfecta entre la elegancia y la claustrofobia, la naturaleza y el artificio, todo ello gracias a un diseño de producción que ayuda sobremanera a componer una preciosista estampa imaginaria de tono algo aséptico dentro de ese ambiente cerrado que es ese hogar donde transcurre toda la acción del film, una especie de jaula de cristal para ratones, tanto para los humanos como para los robots, un carácter claustrofóbico en su conjunto que otorga a «Ex Machina«su principal punto de sustento en lo que es su estructura argumental, que sin embargo se ve algo empañada en su resolución, al huir de una narrativa explicativa el final que nos plantea Alex Garland aunque coherente esta algo desprovisto de la brillantez e interés anteriormente expueso por su director, que sin embargo hasta llegar a ese punto si sabe desenvolverse con bastante soltura al contarnos una historia bastante sencilla, pero lo suficientemente bien desarrollada como para saber mantener al espectador atento a la pantalla.


La opera prima de Alex Garland aunque no sea una película perfecta en su totalidad no deja de ser un pequeño triunfo dada su propia naturaleza, principalmente porque hoy en día escasean este tipo de propuestas en donde la ciencia ficción reflexiva y de cuidada estética prima sobre el gran espectáculo CGI mainstream, «Ex Machina» se sitúa a medio camino entre la súper producción de gran estudio y el producto de claro calado independiente, derivando en una especie de sci-fi de tono casi intimista, convirtiéndose al final en un film tan estimulante en resultados como algo atípico en lo que nos propone, una película que hay que saber valorar en su justa medida y más dado los tiempos actuales en donde cada vez escasean más este tipo de propuestas.

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Valoración 0/5:3’5

«The Woman in Black 2: Angel Of Death» review

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Huyendo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial ocho escolares, acompañados por la directora del colegio (Helen McCrory) y una profesora (Phoebe Fox), son evacuados de Londres y trasladados a una aldea. Allí conocen a Harry Burnstow (Jeremy Irvine), un piloto de la RAF que, al igual que ellos, se alojará en una ruinosa casa situada en una isla que sólo se comunica con tierra firme por la carretera de las Nueve Vidas, una calzada que desaparece con las mareas. Su presencia no tarda en despertar una fuerza malévola que surge de la oscuridad y lleva décadas rondando esa mansión en ruinas: se trata de «La mujer de negro».

La nueva Hammer no parece estar teniendo un retorno afortunada con respecto a la calidad de sus propuestas, si «The Resident» o «The Quiet Ones» representaban un nivel cualitativo más que cuestionable, el remake «Let Me In» pese a ser un pulcro trabajo por parte de Matt Reeves evidenciaba su misma necesidad de ser, algo inherente en este tipo de propuestas, su éxito más destacable tanto critico como económico fue su hasta cierto punto conseguida nueva adaptación de la novela de terror gótico escrita por Susan Hill «The Woman in Black» en donde su director James Watkins sabia sacar el máximo provecho de los mimbres más característicos del genero aparte de ser una inteligente operación de marketing por parte de la productora al poner al frente del reparto al conocido Daniel Radcliffe, recién salido de la saga Harry Potter, aunque no me cansare de recomendar la que para mí es la mejor versión con diferencia de la citada novela, la notable tv movie de 1989 dirigida por Herbert Wise con guion de la propia Susan Hill y el legendario Nigel Kneale.

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Así no era difícil adivinar que se planteará una continuación de su film más exitoso, «The Woman in Black 2: Angel Of Death» sin embargo se sitúa bastante lejos en cuanto a resultados con respecto a su sucesora, la trama propuesta aquí por parte del guionista Jon Croker aparte de estar repleta de demasiados clichés es poseedora de una creatividad que brilla por su ausencia, no se aporta prácticamente nada nuevo a la historia al no tener la más mínima originalidad en su estructura narrativa, todo es un continuo déjà vu de imperfecciones mil veces vistas en pantalla, con un abuso de los consabidos golpes de efecto, mala señal esta pues indica una evidente falta de ideas en su conjunto, por momentos tenemos la sensación de estar presenciando un envoltorio sin nada dentro, su acertado diseño de producción no está para nada al servicio de la historia, al mismo tiempo se abusa de una cierta rigidez formal en su puesta en escena deviniendo a todas luces como un producto que surgió como un simple encargo para aprovechar la buena taquilla de su antecesora , para más inri el sosísimo trabajo tras las cámaras de Tom Harper ayuda bien poco, se nota que es un director no afín al género, por momentos parece estar más interesado en mostrarnos los endebles dramas personales de los protagonistas, obviado en algo el elemento fantástico en una dirección que invita al tedio, una lentitud más que palpable a la hora de filmar las escenas, todo ello a la espera de consabido golpe de efecto a base de subir el volumen, que lejos de generar inquietud o desasosiego consigue situarse como un producto totalmente vacuo en su enunciado.

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No deja de ser una pena que propuestas tan representativas y reconocibles dentro de la historia del género como la de una productora dedicada en exclusiva al fantástico no lleguen a establecerse de una manera consolidada, no le hubiera ido nada mal tanto a Tom Harper como a Jon Croker  revisionar propuestas que sí lograron plasmar varias de las ideas propuestas en  «The Woman in Black 2: Angel Of Death«, niños-orfanato, contexto histórico más elemento fantástico, a bote pronto y de un cine reciente me viene a la memoria la notable «El espinazo del diablo» (2001) de Guillermo del Toro o incluso la resultona película tailandesa «Dorm» (2006), lamentablemente la secuela que nos ocupa se sitúa en las antípodas en cuanto a resultados con respecto a estos trabajos.

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Valoración 0/5: 1’5

«The Signal» review

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Mientras realizan un viaje por carretera, tres universitarios deciden seguir la pista de un célebre hacker y llegan a una localización remota. Inmediatamente, los jóvenes son capturados, sin comprender que se han visto atrapados en una conspiración a gran escala.

«The Signal» fue una de las prometedoras cintas independiente, en este caso de ciencia ficción, provenientes del festival de Sundance de 2014 (certamen cada vez más proclive al género fantástico en donde han ido saliendo pequeñas joyas de sci-fi independiente en estos últimos años, «Upstream Color«, «Coherence» o «Another Earth» son solo algunos ejemplos) y que pudimos ver en el pasado Sitges, su director William Eubank ya logró sorprender hace unos cuantos años de manera muy grata con «Love» otro film de ciencia-ficción de espíritu indie y claro trazo experimental en la que un astronauta vagaba solitario por una estación espacial, con producción y banda sonora por parte del grupo  AvA (Angels and Airwaves) y con un rodaje de más de cuatro años, lo que en principio iba a ser un documental sobre el primer disco del grupo musical acabo convirtiéndose en un producto tan atípico como estimulante.

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Ahora con «The Signal» continua con ese “espíritu” aunque con algo más de medios, William Eubank
 da un paso hacia delante, no consigue defraudar con una historia dirigida a un abanico más amplio de público, posiblemente menos críptica que en su anterior trabajo pese que su narración pueda confundir al espectador en este aspecto, mostrándonos un producto que no minusvalora en ningún momento la inteligencia de un público conocedor  del género, logrando unos resultados de calidad bastante constatada, un ejercicio de intriga bien manufacturado (premio en Sitges a los mejores efectos especiales, perfecto ejemplo de como las limitaciones presupuestarias no están reñida con los buenos resultados en este ámbito, lográndose aquí un apartado visual impecable) y consiguiendo uno de los thrillers de ciencia ficción más personales y estimulantes vistos últimamente en donde un final algo previsible (el espectador versado en estas lideres lo notara con antelación), estamos pues ante una película que juega en un terreno complicado, en donde limitaciones  pueden llegar a estar en continuo conflicto con ciertos rasgos referenciales propuestos por su director, que aquí parte de una interesante premisa, consiguiendo centrar la narración en unos protagonistas que debe descubrir los interrogantes que se esconde en la trama al mismo tiempo que el espectador, este camino recorrido en paralelo genera un claro vínculo empático por parte del espectador, algo que es sin duda un punto a favor de la película.

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En un género como el de la ciencia ficción en el que cuesta mucho innovar «The Signal» posee al menos la extraña virtud de intentar cohesionar diferentes subgéneros tales como la road movie juvenil en su parte inicial, pasando por el found footage, llegando más adelante en su núcleo central a la más pura ciencia ficción de tono biológico para llegar a un final casi de tono fabulario digno de cualquier episodio de la serie
 «The Twilight Zone», digamos que navega entre diferentes clichés de géneros sin llegar a decantarse por ninguno de ellos, evidentemente esta mixtura genérica conlleva cierta irregularidad en el desarrollo de su historia, llevándonos a un deliberado ritmo cansino en su narración para poder así poder enseñar sus cartas en su parte final, algo que puede conducir al espectador poco paciente a cierto cansancio, un peaje hasta cierto punto lógico, algo que no logra ensombrecer un producto tan digno y referencial, bastante loable de su propuesta.  

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William Eubank entra de lleno en esa categoría de nuevos y prometedores directores de clara tonalidad “mainstream”, gente como Gareth Edwards, Matt Reeves o Colin Trevorrow llamados a realizar un cine genérico de alta calidad para los grandes estudios, algunos aparte de realizar block-busters lograran mantener el interesante discurso mostrado en sus primeros film, otros no, quedaran engullidos en la gran maquinaria hollywoodiense, despojados por completo de sus rasgos autorales, crucemos los dedos y esperemos que William Eubank no sea de estos y que sepa llegar a evolucionar su innegable talento en su futura y prometedora carrera.

Valoración 0/5:3’5

«Jupiter Ascending» review

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Jupiter Jones nació bajo el cielo de la noche, y las señales apuntaban a que estaba llamada a grandes cosas. Aunque sigue soñando con las estrellas, su vida se reduce a la dura realidad de su trabajo como limpiadora de casas y a un sinfín de rupturas problemáticas. Y no es consciente del destino que la está aguardando hasta que Caine, un ex militar genéticamente modificado, llega a la Tierra para encontrarla; la razón es que Júpiter forma parte de una cadena genética extraordinaria que podría alterar el equilibrio de todo el Universo.

Después de revolucionar el concepto de la ciencia-ficción hace ya 15 años con «Matrix«, uno de los bastiones capitales de dicho género, compendio perfecto de influencias y conceptos tales como el cyberpunk, anime o artes marciales y muestra imperecedera al menos a día de hoy pues el film lejos de envejecer se mantiene fresco,  Andy y Lana Wachowski  vuelven al género que les encumbró con “Jupiter Ascending”, una vuelta un tanto obligada después del inmerecido fracaso económico de su última película, la extraordinaria «Cloud Atlas«, posiblemente su mejor film hasta la fecha, un retorno marcado tanto por las exigencias personales como por lo arriesgado de la propuesta, pues el listón comparativo respecto a la obra que les dio la fama estaba suficientemente alto como para ser superado. Y no será porque no hayan puesto el suficiente empeño en crear todo un imaginario personal alrededor de “Jupiter Ascending”, una historia seguramente extremadamente sencilla, revestida de manera incuestionable con encajes de oro en su larga postproducción, en donde el notable poderío de su barroquismo visual sea lamentablemente y posiblemente su único elemento a tener en cuenta.

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En «Jupiter Ascending« se nos cuenta una historia demasiado simple en su concepto pero que no difiere en exceso de los cientos de trabajos que se hacen al año en la industria de Hollywood, una despreocupada space opera de clara tradición fabularía e incuestionable tono pulp, pero con un resultado final en donde todo resulta tan previsible y conocido que siempre iremos un paso por delante de la historia que se nos cuenta, acercándonos de manera peligrosa al tedio, todo ello a causa de un guion bastante pobre, poseedora al mismo tiempo
 de personajes con los que nunca llegamos a empatizar, por momentos y salvando las distancias parece que estamos asistiendo a una versión fallida de «Guardians of the Galaxy«, un borrador defectuoso en donde todo lo que en aquella funcionaba aquí más bien no lo consigue, cosa que no ocurría en los anteriores trabajos de los Wachowski en donde además  la mixtura genérica aplicada funcionaba, aquí más bien desconcierta y crea confusión, un claro ejemplo son las escenas burocráticas en tono de comedia, que por mucho que nos remitan a «Brazil» y nos haga especial ilusión ver en una aparición al gran Terry Gilliam, lo único que aquí se consigue es romper el ritmo narrativo de una manera evidentemente notoria, además se intuye una clara deficiencia al no saber equilibrar las escenas de acción de manera adecuada, por momentos  se hacen largas e incluso aburridas y sobre todo confusas, algo inherente en el abusivo manejo de los pixeles. No obstante, y como he comentado más arriba su apartado técnico vuelve a ser una vez más su mayor baza y posiblemente la única, los efectos especiales, los fondos y la fotografía son impecables, regalándonos una muestra visual exquisita para contemplar en la gran pantalla, una space opera de tono hiperbarroco que lamentablemente carece de cualquier tipo de estructura sólida y coherente en su historia.

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«Jupiter Ascending» 
 termina siendo la crónica de un fracaso anunciado, que aunque de manera loable y en parte personal fue concebida como un relato original que no es un remake ni adapta ningún cómic o novela juvenil best seller, al final se muestra del todo insuficiente en sus propósitos, aunque como suele ocurrir en los últimos años la película tendrá un pequeño grupo de defensores en un público adicto a este tipo de parafernalia visual y conceptual, amantes del fandom que agradecen propuestas tan despreocupadas y honestas como esta, por muy imperfectas que lleguen a ser, seguramente cuando los responsables de  Warner Bros echen un vistazo a los números de recaudación que consiga «Jupiter Ascending« no opinarán de la misma manera.   

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Valoración 0/5:2

«In Order of Disappearance» review

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Nils, de 45 años, conduce una barredora de nieve por un remoto paraíso nevado. Un día recibe una llamada telefónica: su hijo, que acaba de empezar su carrera universitaria en Oslo, ha muerto por una sobredosis de droga. De repente, Nils se verá envuelto en una guerra entre bandas de narcotraficantes.

El film noruego «In Order of Disappearance» visto dentro de la sección Òrbita, apartado este dedicado a los films pertenecientes a ese género tan colindante últimamente con el fantástico como es el thriller en todas sus posibles ramificaciones, fue una de las pequeñas sorpresas que pudimos descubrir en el pasado festival de Sitges, la película vino proveniente del festival de Berlín del pasado año en donde fue recibido de una manera bastante positiva dado su carácter genérico, viniendo a ser un soplo de aire fresco entre tanta película de compromiso social y tono trascendental,  propuestas recargadas de una solemnidad en exceso, y que suele anidar con demasiada frecuencia dentro de su sección oficial.

El cineasta Hans Petter Moland  sitúa de forma clara a «In Order of Disappearance» en el reconocible territorio del género negro de reminiscencias noir, con un indudable acercamiento temático y nada disimulado al western postmoderno, creando de una manera acertada y en paralelo un vínculo escénico tan reconocible como sustitutivo en la presentación de sus áridos parajes nevados, esa nieve de Oslo, que sirven a modo señas de identidad genéricas a la acción en la que nos sitúa el director noruego, con un aprovechamiento del espacio bastante logrado, todo ello potenciado por la notable fotografía a cargo de Philip Øgaard. Aunque el punto más a destacar del film sea su hibridación genérica, tan sutil como efectiva, sobre todo en el apartado del humor negro que contemplamos durante su metraje, un humor irónico servido a base de pequeñas pinceladas, especialmente en personajes secundarios, algo que dota al conjunto de un sentido coherente a la propuesta y que la asemejan y emparentan de una forma clara a un reconocible cine creado por los hermanos Coen, «Blood Simple», «The Man Who Wasn’t There» y muy especialmente «Fargo» film con el que además comparte un escenario bastante similar, y alejándola al mismo tiempo de esa tendencia Tarantiniana tan dado al exceso nada disimulado y que tiene como máximo exponente el cine de por ejemplo Guy Ritchie.

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Esta comedia negra criminal de disfrute liviano, contada y estructurada de modo episódico deviene de forma clara en una apuesta sobradamente sólida y disfrutable, un film sobre una venganza cálida en un escenario frío, que tiene su principal baza en su acertada y antes comentada mixtura genérica, cuyo indudable potencial visual y narrativo queda algo ensombrecido en el pobre desarrollo de sus personaje principales, dando cierta sensación esquemática en sus formas,
  poco sabemos del personaje interpretado por Stellan Skarsgård, solo que ha sido recientemente nombrado ciudadano ejemplar del año en la pequeña localidad en donde reside y que se mueve en un ámbito de una exagerada por momentos normalidad, lo mismo se podría decir de los gángsters, tanto el noruego como de serbio, en este aspecto da la sensación de un predominio en la presentación de roles que la indagación personal más propiamente dicha.

Un film sin embargo que reafirma la inequívoca contemporaneidad y buena salud del cine de género negro nórdico y que confirma al mismo tiempo el talento de un cineasta como Hans Petter Moland,  cuya acertada continuidad autoral demuestra no ser para nada casual y del que urge rescatar de una manera apresurada su anterior y brillante «Zero Kelvin». Una propuesta la de «In Order of Disappearance» que se ve al mismo tiempo apoyada por intérpretes cuya sola presencia engrandecen el producto de una forma incuestionable, Stellan Skarsgård y sobre todo un extraordinario Bruno Ganz, dando este un auténtico recital interpretativo en base a ligerísimos matices, algo que parece simple pero que solo está al alcance muy pocos, de genios en definitiva de la talla del actor suizo.

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Valoración 0/5:3

«Over Your Dead Body» review

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Un grupo de teatro ensaya un clásico de misterio, en el que la traición y la venganza ocupan un lugar central. La vida entre bastidores se verá salpicada de sangre cuando lo fantasmagórico abandone la ficción e irrumpa con terribles consecuencias en la realidad.

Lo del prolífico director japonés Takashi Miike es realmente es digno de elogio, no me cabe la menor duda que en un futuro cuando deje de dirigir su carrera será considerada como clave en el devenir de la historia del cine nipón, una trayectoria tan abundante como conceptual, ahora en plena madurez artística no le hace asco prácticamente a nada, consiguiendo no defraudar casi nunca, en «Over Your Dead Body» se atreve a llevar a la pantalla una nueva versión del clásico «Yotsuya Kaidan», relato escrito en 1825 por Tsuruya Nanboku IV como una representación para el teatro kabuki,  una historia de traición, asesinato y venganza fantasmal, en cierta manera se puede llegar a considerar la más famosa de las historias japonesas de fantasmas de todos los tiempos, se ha adaptado para el cine más de 30 veces, teniendo la versión de  1959 «Tôkaidô Yotsuya kaidan» de Nobuo Nakagawa como autentica punta de iceberg, una autentica obra maestra del género, incluso para las nuevas generaciones el bueno de Hideo Nakata intento en el 2007 versionarla de manera  algo mixta en «Kaidan» pues ahí también incluía «Ghost of Kasane» (otra ghost story clásica del folclore japonés), aunque de resultado algo irregular a la hora de plasmar todo ello en la gran pantalla.

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Takashi Miike ya ha demostrado no hacerle asco a la hora de versionar películas clásicas de una manera tan pulcra como acertada, ahí están «13 Assassins» (2010) y 
 «Hara-kiri» (2011) para demostrarlo, en esa alternancia de cierta energía cinética que nos viene acostumbrado en los últimos tiempos, una tendencia bipolar a la hora de cambiar de registros en sus films, algo de alguna manera lo convierten en un creador total, en «Over Your Dead Body» Takashi Miike se sale por completo, consigue es más difícil todavía al ser respetuoso con el original e innovar al mismo tiempo de una manera brillante en lo narrativo, llevando la adaptación a un nuevo nivel, utilizando escenario y decorado para convertirlo en un espacio vital en donde la alternancia de realidades sirven como un perfecto juego de espejos a la hora de mostrar los oscuros recovecos que anidan en la naturaleza humana, mezclando ficción (la obra de teatro representada) y realidad (el devenir de sus protagonistas) en un ejercicio metacinematográfico rompedor, llevando el recurso del plano/contraplano prácticamente hacia la perfección y posibilitando de una manera lógica el diálogo entre lo real y lo ficticio, todo ello plasmado en una puesta en escena en donde la elegancia (elaboradísima fotografía a cargo de Nobuyasu Kita) y un tempo narrativo acorde con la propuesta sobresalen al unísono.

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En «Over Your Dead Body»
 Takashi Miike se explaya en una puesta en escena acorde con el desarrollo del film, sin rastro de excesos, sobria, impoluta y de un reconocible carácter críptico en este cuento malsano de historias solapadas en donde celos y venganza campan a sus anchas ayudado por la casi ausencia de elipsis algo que se agradece en cierta manera a la hora de hacer una lectura de su narrativa, cuadrando adecuadamente y al mismo tiempo de una manera armoniosa con su faceta técnica en base a unos elegantes movimientos de cámara y un montaje acorde con lo expuesto anteriormente, llegando a ofrecernos momentos bastantes inspirados en cuanto a la construcción de situaciones e imágenes de un poderío incuestionable y de un claro tono perturbador. «Over Your Dead Body» representa de manera perfectamente clara la madurez autoral de uno de los directores más influyentes del cine contemporáneo, en donde consigue modernizar y pervertir en positivo conceptos casi universales y al mismo tiempo llevarlos más allá de lo visto hasta la fecha.

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Valoración 0/5:4

«Honeymoon» review

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Unos jóvenes recién casados, Paul y Bea, viajan en su luna de miel a un lago remoto. Al poco tiempo de llegar, Paul encuentra a Bea desorientada y errante en mitad de la noche. Ella se va mostrando cada vez más distante y su comportamiento más peculiar. Paul comienza a sospechar que lo que le sucede a su esposa es algo más que sonambulismo.

Intentar hacer una selección adecuada de que ver durante el festival de Sitges de estos últimos años es una tarea tan complicada como difícil, una de las mayores virtudes del festival aunque haya personas que aún no se hayan dado cuenta de ello es su interminable e inabarcable oferta de películas, algo que lleva de manera inevitable a tener que hacer una selección de que ver (siempre llegará a ser más estimulante la oportunidad elegir que no tener no tener que hacerlo) aunque claro esto también conlleva el inconveniente o la incomodidad de llegar a perderte algún que otro descubrimiento programado de manera discutible (únicos pases, horarios difíciles, etc.), paso con la extraordinaria «Starry Eyes» y con la película que aquí nos ocupa, la interesante «Honeymoon«.

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El debut en la dirección de la directora Leigh Janiak viene a ser una clara muestra de ese cine de género independiente que intenta abrir algunas nuevas fórmulas de narrativa cinematográfica dentro del fantástico, todo ello a través de una historia casi minimalista, dos únicos personajes, un espacio cerrado, con un innegable acercamiento en lo formal a la explotación del últimamente tan socorrido found footage, logrando la creación de una atmosfera bastante lograda, este es sin lugar a dudas uno de los punto más fuertes de la opera prima de Leigh Janiak, al igual que la utilización del espacio como un personaje clave más en la puesta en escena, ese escenario de naturaleza casi salvaje que se presenta como un claro factor desencadenante
 que deriva hacia la propuesta de tono fantástico.

El elemento alegórico que nos presenta  Leigh Janiak en «Honeymoon» es harto evidente, esa representación metafórica que nos hace preguntarnos el cómo intentar convivir a diario con una persona que creías que conocías pero que de repente se destapa como casi un auténtico extraño, un desconocido con el que jamás te habrías llegado a casar, ofreciéndonos una notable producto en forma de thriller de terror psicológico acerca de la oscuridad y degradación tanto física como psicológica como inequívoco símbolo de la crisis en la relación de pareja, todo ello a través de un elementos fantásticos sugeridos y para nada explicativos  y deudora al mismo tiempo de claros y nada disimulados referentes cinéfilos, pérdida de identidad  «Invasion of the Body Snatchers«, o un ligero acercamiento al género redneck «Straw Dogs«, «Deliverance«, e incluso un explícito homenaje a una escena clave del «Shivers» de David Cronenberg.

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«Honeymoon» termina siendo al mismo tiempo una clara muestra de cómo este recién acabado año ha supuesto la irrupción en positivo de una visión femenina del género, tan estimulante como atrevida, viendo la luz propuestas dirigidas por féminas en su mayoría operas primas de una indudable valía formal tales como «A Girl Walks Home Alone at Night«, «Goodnight Mommy«, «The Babadook» o «The Voices«, una tendencia está muy a tener en cuenta a partir de ya.
                       

Valoración 0/5:3’5

«Whiplash» review

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El objetivo de Andrew Neiman, un joven y ambicioso baterista de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia. Marcado por el fracaso de la carrera literaria de su padre, Andrew alberga sueños de grandeza. Terence Fletcher, un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos métodos de enseñanza, dirige el mejor conjunto de jazz del Conservatorio. Cuando Fletcher elige a Andrew y para formar parte del conjunto musical que dirige, cambia para siempre la vida del joven. La pasión de Andrew por alcanzar la perfección se convierte en obsesión, al tiempo que su despiadado profesor lo lleva al límite de su capacidad y de su salud mental.

La evolución vivida en los últimos años en lo referente a la difusión o distribución de films independientes, ese boca a boca festivalero que puede producir un cambio en la percepción que podamos tener de cierto tipo de peliculas, «Whiplash« podría ser un claro ejemplo…película que tras su exitoso paso por numerosos festivales internacionales de cine como Sundance,  ganadora del Gran Premio del Jurado y el Premio del Público, Cannes, Toronto y Nueva York, venía con las expectativas muy altas, algo peligroso para este tipo de films pues la percepción de origen se transmuta en algo diferente a consecuencia del ruido externo, afortunadamente no es el caso de «Whiplash«, al menos en lo que respecta a un servidor, convirtiendo la opera prima de Damien Chazelle en uno de los debuts más interesantes del pasado curso, y justa merecedora del notable recibimiento que el film se empezó a labrar ahora hace exactamente un año.

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«Whiplash« es un brillante ejercicio acerca de la búsqueda de la perfección absoluta y de hasta dónde estamos dispuestos a llegar con tal de conseguirla, film de tono casi minimalista en lo referente a sus personajes, ya que ni siquiera se explaya de una manera consiente en la relación amorosa de su protagonista, personajes tales como su novia, padre o compañeros del conservatorio pasan como meros figurantes en el desarrollo de su argumento, en este aspecto Damien Chazelle va directo al grano y poco se le tiene que reprochar al respecto, mostrándonos de manera notable la relación entre maestro-alumno por parte de un soberbio J.K. Simmons y sobre todo un extraordinario Miles Teller (todo un descubrimiento), en una trama donde se nos muestra como las ambiciones y la presión que produce en el individuo el abusar de ellas, de intentar ir hasta al extremo para complacer a las personas y desafiar los niveles propios todo en base a una cierta obsesión, aspecto este que la emparenta con la notable «Black Swan» de Darren Aronofsky. Todo esto da lugar a una serie de comportamiento mostrados con soltura por parte de Damien Chazelle, obsesiones o un perfeccionamiento de claro tono enfermizo, alteraciones de conducta que remiten a cierto aislamiento social, el éxito a toda costa y cueste lo que cueste, haciendo hincapié en el exceso los retos personales de tonos desmedido, todo ello aderezado con la acertada visión mostrada aquí en la relación mentor-discípulo.

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«Whiplash» termina siendo todo un descubrimiento que incluso ningún buen amante en mayor o menor medida del jazz se debería perder, sin embargo, a pesar de sus enormes y palparías virtudes, potenciadas en lo técnico en un notable tratamiento del sonido y en un acertado uso del montaje aparte de una acertada radicalidad en el desarrollo de sus personajes la cinta carece de esos pequeños aportes que la acercarían a la perfección. Unos pequeños errores que son visibles básicamente en la propuesta que arrastra el mismo guión, mostrándonos y abusando en cierta medida de clichés cinematográficos ya vistos en infinidad de veces (sobre todo ciertos manierismos en la relación del profesor duro y exigente y alumnado bueno y soñador), o el peaje de no desarrollar lo suficiente ciertos aspectos de la trama antes mencionados como la relación de pareja o la de padre-hijo, aspectos estos que pierden la importancia que parecen tener al comienzo del filme dando lugar a una algo extraña elipsis que apartando en cierta manera todas las tensiones mostradas ofrece una solución que no acaba de ser redonda del todo, dando la sensación de que todo esto existe para rellenar parte del metraje. Detalles que son obviados gracias a su indudable magnetismo, con una escena final inmejorable, más de veinte minutos de pura adrenalina sin apenas diálogos, con una perfecta sincronización imagen-sonido, una escena en la que el director junto a sus dos notables actores consigue transmitirnos de una manera tan áspera como sufrida la obsesión por alcanzar la maestría detrás de una simple batería.

Valoración 0/5:4

Las diez películas fantásticas más esperadas del 2015

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A continuación una lista de los diez films más esperados para este recién estrenado 2015, una lista que al final de año muy posiblemente no contara como las mejores pero que a día de hoy son los títulos que para un servidor más expectación en lo referente al género fantástico generan. Unos films que aúna desde los más esperados blockbuster hasta las nuevas películas de directores punteros del cine patrio, pasando por el debut del reconocido guionista Alex Garland o la vuelta y esperemos reset artístico del otrora grande M. Night Shyamalan, solo es una avanzadilla de lo que vendrá, muchos films de bajo presupuesto u operas primas esperan sorprender en positivo en este nuevo año, el próximo festival de Sundance será el punto de salida para esta clase de producciones en un año que a priori se presenta bastante ilusionante en lo referente a grandes propuestas de género fantástico. 

1. Mad Max: Fury Road. D: George Miller

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En «Mad Max: Fury Road» la acción se desarrolla en un futuro postapocalíptico en el que la Humanidad se ha disgregado y cada uno lucha por su propia supervivencia. Dentro de este mundo de sangre y fuego, dos rebeldes son capaces de restablecer el orden: Max (Tom Hardy), hombre de acción y pocas palabras que busca la paz interior tras perder a su mujer e hijo, y Furiosa (Charlize Theron), mujer también de acción que cree que logrará sobrevivir si cruza el desierto y llega a la tierra en la que se crió.

Estreno USA y España: mayo de 2015

2. Crimson Peak. D: Guillermo del Toro

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«Crimson Peak» nos cuenta como tras una tragedia familiar, una aspirante a escritora se encuentra dividida entre el amor de un amigo de la infancia y la tentación de un misterioso extraño. Intentando escapar de los fantasmas de su pasado, siendo arrastrada hacia una casa que respira, sangra… y recuerda.

Estreno en USA y España: octubre 2015.

3. Star Wars: The Force Awakens. D: J.J. Abrams

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Séptima entrega de la saga Star Wars. Fue confirmada en octubre de 2012, cuando The Walt Disney Company compró LucasFilms por 4.000 millones de dólares. Se ambientará 30 años después de «El retorno del Jedi» y según Disney, presentará ‘un trío de nuevos personajes y algunos rostros conocidos.

Estreno mundial: 18 de diciembre de 2015.

4. Regression. D: Alejandro Amenábar

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Minessota, años 80. Un hombre es arrestado y acusado de haber abusado de su hija. Aunque no recuerda nada, admite su culpabilidad. Con la ayuda de un psicólogo, revivirá esos momentos y acusará a un policía de haber participado en la agresión. Mientras, los medios locales sugieren la posibilidad de que todo pudo haber sido obra de una secta satánica.

Estreno previsto en USA: 28 agosto 2015.

5. The Avengers: Age of Ultron (The Avengers 2). D: Joss Whedon

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Cuando Tony Stark intenta reactivar un programa sin uso que tiene como objetivo de mantener la paz, las cosas comienzan a torcerse y los héroes más poderosos de la Tierra, incluyendo a Iron Man, Capitán América, Thor, El Increíble Hulk, Viuda Negra y Ojo de Halcón, se verán ante su prueba definitiva cuando el destino del planeta se ponga en juego. Cuando el villano Ultron emerge, le corresponderá a Los Vengadores detener sus terribles planes, que junto a incómodas alianzas llevarán a una inesperada acción que allanará el camino para una épica y única aventura.

Estreno: 1 de mayo de 2015.

6. The Lobster. D: Giorgos Lanthimos

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La cinta, un historia de amor en palabras de Lanthimos, estará ambientada en un futuro cercano y distópico en el que los solteros son detenidos para ser llevados a un hotel donde están obligados a buscar pareja en no más de 45 días… o si no serán convertidos en el animal de su elección y abandonados a su suerte en un bosque cercano.

7. Welcome to Harmony. D: Miguel Ángel Vivas

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Nueve años después de que una infección convirtiese a gran parte de la humanidad en criaturas salvajes y sin intelecto, Patrick, Jack y Lu, una niña de nueve años, sobreviven en aparente tranquilidad en Harmony, un rincón olvidado, cubierto por nieves perennes. Sin embargo, algo terrible ocurrió entre Patrick y Jack y un odio profundo pervive entre ellos. Cuando las criaturas vuelven a aparecer, Patrick y Jack deberán dejar atrás el rencor para proteger lo que más quieren.

8. The Visit. D: M. Night Shyamalan

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Una madre soltera lucha por sacar adelante a sus dos hijos. El mayor de ellos es muy sobreprotector con su hermana pequeña. Una noche viajan para ver a sus abuelos, a partir de ese momento sus vidas se convertirán en una pesadilla…

Estreno: septiembre de 2015.

9. Ex Machina. D: Alex Garland

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«Ex Machina» nos cuenta como un programador multimillonario contrata a un joven empleado para que pase una semana en un lugar remoto para participar en un test en la que estará involucrada su última creación… un robot mujer donde la inteligencia artificial lo es todo.

Estreno: 27 de febrero de 2015.

10. The Boy and the Beast. D: Mamoru Hosoda

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«The Boy and the Beast» nos cuenta una historia que se desarrolla a medio camino entre
  el barrio de Shibuya, en Tokio, y un mundo de criaturas sobrenaturales, el “Shibutenmachi” y como un muchacho es separado de sus padres y convertido en el discípulo de un bakemono (una criatura sobrenatural), pasando a llamarse Kyuta.

Estreno en Japón julio del 2015.

«Big Eyes» review

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Historia basada en la historia real de Margaret (Amy Adams) y Walter Keane (Christoph Waltz), sus trabajos tuvieron un éxito enorme de los años 50 y principios de los 60. Keane alcanzó una notoriedad asombrosa al revolucionar la comercialización y accesibilidad del arte popular con sus enigmáticas pinturas de niños abandonados con grandes ojos. Sin embargo, la verdad terminaría saliendo a la luz: la obra de Keane no fue creada por él, sino por su esposa, Margaret, al parecer, los Keane vivieron una mentira que fue creciendo hasta alcanzar proporciones gigantescas.

Había ciertas esperanzas depositadas en recuperar en cierta medida algo del mejor Tim Burton con «Big Eyes«, principalmente porque la historia aquí contada daba la impresión de adecuarse de alguna manera a ese imaginario fílmico que tan bien manejaba el director años atrás, detrás estaban los guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski, expertos a la hora de escribir biopics, «The People vs. Larry Flynt«, «Man on the Moon» y sobre todo el «Ed Wood» del propio Burton que veinte años atrás colocaban al director californiano con este magnífico trabajo en la que fue posiblemente su cima artística, una historia la de Ed Wood que además denota ciertos paralelismos con la contada en «Big Eyes«, una atípica y en cierto sentido desviada visión del arte desde una óptica de tono algo extraño.

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Lamentablemente todos estos mimbres antes mencionados no consiguen salvar a «Big Eyes» de ser un film fallido en donde se certifica de una manera clara el estancamiento en la carrera de Tim Burton de estos últimos años, que aquí no consigue dar rienda suelta a su poderío imaginario, dando la sensación de estar ante un trabajo plano, un drama de pretendido tono culterano que la acerca por momentos a cualquier tv movie de sobremesa al uso, de trama narrativa excesivamente acelerada, algo que inequívocamente lleva a presentar a personajes no desarrollados de una manera convincente, también podríamos hablar de su dudosa elección de casting con una Amy Adams que da la sensación de que el personaje le viene algo grande y un histriónico y teatrero Christoph Waltz que con su performance crea cierta confusión, muy especialmente en el tramo final del juicio en donde parece que Tim Burton recure a esta supuesta teatralidad de claro tono humorístico y paródico para intentar cambiar en algo el ritmo hasta ese momento otorgado al film, acercándolo por momentos a una equivocada tendencia hacia la comedia burda.

Más que un film fallido o una mala película «Big Eyes» es sobre todo un trabajo de ideas desaprovechadas y no desarrolladas de manera adecuada, si la película empieza  con una cita de Andy Warhol sobre las pinturas de Walter Keane “Si sus obras fueran tan malas, a la gente no les gustaría”, el consiguiente debate sobre el discurso de las razones que conlleva el arte o la reflexión sobre lo que debería o no ser arte e incluso la fina frontera que separa el original de la copia, ideas o debate estos que solo quedan expuestos en el film de una manera muy superficial, como simples enunciados sin saber adecuar los matices, del mismo modo que no se aprovecha la presentación de algunos personajes secundarios como el crítico John Canaday (Terence Stamp), personaje éste máximo exponente sobre el debate antes mencionado.

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Aun así y aunque sirva solo como mero consuelo hacia los admiradores de su obra, «Big Eyes«, si se escarba con algo de detenimiento en su interior contiene pequeños retazos o ligeros apuntes de ciertos y reconocibles rasgos autorales de Tim Burton pese al evidente estancamiento artístico que padece a día de hoy, muy especialmente el hábil retrato de una época de claros cambios culturales, esa américa burguesa de los años 50 y 60, con la contracultura estadounidense en pleno apogeo, época ya expuesta de manera brillante en otros trabajos suyos anteriores (muy especialmente en «Edward Scissorhands«), en verdad muy poca cosa a la hora de resaltar lo positivo de uno de los directores referentes en los años 80-90.

Valoración 0/5:2

«The Tribe» review

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Un adolescente sordo ingresa en un internado especial donde, para sobrevivir, tiene que formar parte de una organización salvaje, la Tribu. Su amor por una de las concubinas del Jefe lo llevará a romper todas las reglas no escritas en la jerarquía de la Tribu.

Amor, corrupción y odio, todo ello contado desde el lenguaje universal de los signos, posiblemente la primera película de la historia del cine interpretada en su totalidad por un reparto de personas sordomudas  y  por lo consiguiente narrada a lo largo de todo su metraje en el lenguaje de signos, aquí no hace falta ningún tipo de subtítulos para entender lo que el ucraniano Myroslav Slaboshpytskiy nos quiere contar en su debut en el largometraje, film ganador del Gran Premio de la Semana de la Crítica en el último festival de Cannes y presentada en el festival de San Sebastián dentro de la sección Perlas, «The Tribe» pone a prueba la capacidad de resistencia del espectador en momentos donde el nivel narrativo que se nos muestra  se sitúa en un grado cero, propuestas como estas que son capaces de provocar en el espectador una incuestionable incomodidad, de echo en el festival de San Sebastián el pase de prensa termino siendo un reguero de deserciones poco habitual, sin embargo por mucho que en «The Tribe» se sustente en un principio dentro de un realismo donde lo fantasioso es sustituido por una incorreción política de tono subversivo, el film acabar convirtiéndose en una de las propuestas más sorprendentes de la presente temporada al convertirse en una lúcida metáfora de la sociedad actual en la Europa occidental (ahora más presente que nunca) inmersa en un perpetuo estado de tensión, violencia o coacción, con una gran parte de su población explotada, vejada  y abandonada a su suerte, algo tan metafórico lo que se nos muestra como la representación de su escenario, el internado donde transcurre la trama, una suerte de navío abandonado en alta mar, con una total ausencia de adultos que manejen la situación.

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La ópera prima de Myroslav Slaboshpytskiy  es una por momentos desasosegante historia que se nutre muy especialmente de una capacidad narrativa poderosamente visual, algo atípica dada su condición, el director potencia el uso del sonido construida básicamente sobre extensos sobre planos secuencia, planos estos que siguen a los jóvenes del internado sin interrumpir sus acciones, este tipo de recurso dan un mayor realismo y favorece una tensión claramente in crescendo que se va remarcando según avanza la película, hasta terminar derivando en una cascada tortuosa, y en donde no se escatima recursos a la hora de caer en excesos, sobre todo en su parte final, como tampoco se ahorra el mostrar en todo su esplendor cualquier escena dura sin ningún ápice de conciencia equivocadamente moralista.

Podríamos decir que en el plano argumental más condescendiente el film de Myroslav Slaboshpytskiy podría llegar a ser interpretado en esencia como la historia de un duro aprendizaje de alguien dentro de una organización criminal, desde sus primeros pasos hasta llegar a las supuestas altas esferas, a partir de aquí el espectador asiste al igual que el protagonista a una serie de laceraciones de difícil aguante dentro de este difícil trayecto, la incomunicación, el aislamiento o la sensación de exclusión total por parte de una sociedad que abandona al protagonista a su suerte, algo que termina derivando hacia una escalada de violencia llevada hasta el límite de lo soportable, dando paso a situaciones donde el machismo, lo decadente, los celos o la propia corrupción en sí se apoderan de las acciones aquí representadas, asistimos pues a un periplo hacia la perdición, todo esto tiene cabida en una historia donde no importa tanto el cómo ni el por qué, sino el quién y el dónde, una historia que nos va mostrando a continuación la consecuencia (lógicas) de lo desagradable, hay un par de secuencias que se quedarán grabadas en nuestras retinas por algún tiempo (un aborto en plano fijo o la violencia mostrada en sus últimos diez minutos), en ese sentido el realizador ucraniano no presenta ninguna novedad con su propuesta en lo que a narración se refiere, no inventa nada nuevo aunque si lo parezca, pero llega a logra cultivar y desarrollar con gran acierto la evolución del personaje principal, algo que es lo que verdaderamente dota a la película de una fuerza narrativa de valor incuestionable, llegando a ser de esas historias que van de menos a más en cuestión de segundos, una crítica mordaz alejada de cualquier convencionalismos hacia una sociedad europea que va claramente en decadencia, aquí representada de forma admirable en el ambiente opresivo e insalubre de un centro escolar.

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«The Tribe» termina siendo esa clase de películas que duelen, de difícil digestión, que puede dejar en estado de shock al espectador al uso no prevenido, una cinta tan dura como alegórica, que nos deja sin un atisbo de la más mínima esperanza en sus más de dos horas de por momentos tortuoso metraje, habrá gente que responderá
  ante tal radicalidad mostrada con desprecio o indiferencia, incluso apartando su mirada de la pantalla, pero esa postura no deja de demostrar que Myroslav Slaboshpitsky acierta en su propuesta, que consigue lanzar un acertado discurso partiendo desde el silencio, para hablarnos de aquello que no nos gusta expresar o que somos incapaces de reconocer o aceptar, todo ello en base a una arriesgada ópera prima que logra realizar con notable acierto un radical y por momentos brillante ejercicio de en su dirección. «The Tribe» es en definitiva un viaje al verdadero epicentro del mal, un espacio alegórico donde nuestro protagonista termina siendo engullido en un submundo de difícil salvación.

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Valoración 0/5:4

«Eden» review

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En la década de los 90, la música electrónica se desarrolla a gran velocidad. En la excitante vida nocturna parisina, Paul da sus primeros pasos como DJ. En compañía de su mejor amigo crea un dúo llamado Cheers y pronto encuentran su público. “Eden” sigue los pasos de la generación del «French Touch» desde 1992 hasta hoy, una generación que todavía disfruta de un destacado éxito internacional gracias a DJs como Daft Punk, Dimitri from Paris o Cassius.

Si hubo una película presente en la pasada edición del festival de San Sebastián que un servidor echo en falta en su palmarés final esta fue sin lugar a dudas «Eden«, último trabajo de la directora francesa Mia Hansen-Løve,  autora de «Le père de mes enfants» y «Un amour de jeunesse» que aquí presenta un monumental y por momentos apabullante electrofilm de tintes biográficos (concretamente su hermano Sven Løve, un en apariencia exitoso DJ de los años 90′, co-autor del guion junto a la propia Mia Hansen-Løve ).

Con «Eden« la directora francesa nos presenta su obra más madura, un apasionante mural calidoscópico sobre las vivencias y trayectoria de un DJ, un devenir de tono dramático en forma de retrato generacional que nos habla principalmente de la búsqueda de la felicidad, de la madurez, de los cambios vitales, pero sobre todo del paso del tiempo y como este nos puede llegar a afectar si no conseguimos aprovecharlo de manera adecuada, todo ello retratado bajo el lienzo de la escena electrónica francesa y su evolución, una evolución que abarca desde 1992 hasta hoy en día, un retrato de incuestionable tono amargo, una aproximación al individuo acerca del desencanto que precede a la madurez.

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«Eden» no es una película fácil por varios motivos, la diversidad de adhesiones por parte de la crítica presente en el pasado festival de San Sebastián así lo atestigua, primero por su duración (son más de dos horas de metraje), una duración esta que va ligada de manera intrínseca a su temática, un tema el aquí tratado que requiere algo de empatía en mayor o menor grado por parte del espectador, el reflejo de la vida de un conjunto de jóvenes inmersos en el movimiento de música electrónica parisina a partir de la década de los 90 con la figura icónica de los Daft Punk orbitando en la mayor parte del metraje del film, y presentado en cierta manera como contrapunto al retrato del protagonista, sin embargo, la película logra recompensar este esfuerzo con creces, ya que Hansen-Løve retrata la vida de este grupo de jóvenes con su acostumbrada precisión y exactitud, consiguiendo integrar a la perfección el entorno en el que se mueven estos junto a una selección musical exquisita que en ningún caso entorpece el relato contado, esto supone en parte uno de los mayores logros de la cinta, esa simbiosis música-retrato generacional calzan por momentos a la perfección con una extraordinaria afinidad, sin forzar de una manera artificiosa el recurso, logrando contar el relato de forma muy sutil, de tono pausado y sin grandes aspavientos argumentales.
 

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El único problema ocasional que veo en el filme es su carácter episódico no desarrollado de manera compensada en su totalidad, la película cubre casi 20 años en la vida del protagonista (de 1992 a 2013), lo cual lleva a que determinadas situaciones y relaciones queden esbozadas de una manera no del todo aprovechada, no llegando a ser profundizadas
 lo suficiente, como las continuas idas y venidas de su relación con un par de mujeres, o la relación con su silencioso socio musical, situaciones sentimentales y de compañerismo que se quedan como retazos de mero trasfondo en la historia, dando la impresión de que la narrativa se mueve más de forma algo caprichosa hacia las sensaciones que hacia el puramente retrato personal, un retrato este marcado por cierto tono melancólico, pero no desde una visión decadente o patético, sino desde un prisma en donde Mia Hansen-Love huye del retrato biográfico al uso, de la consabida historia de rápidos ascensos y caídas crueles dentro del mundo musical, decide no recrearse ferozmente con su protagonista en ese vaivén existencial, ni tanto en las alegrías y efímeros triunfos musicales, ni en los excesos y sus adicciones con la droga, algo que dota al conjunto de una notable solidez en su recorrido argumental.

Finalmente «Eden» queda como una serena reflexión sobre el crecimiento personal, el paso del tiempo, las oportunidades perdidas y las puntualmente encontradas, un relato rodado con la delicadeza estilística propia de Mia Hansen-Løve, con una notable sensibilidad del tempo, de las pausas y elipsis bien ejecutados, y con una indiscutiblemente banda sonora ensamblada en el conjunto de manera acertada, tal vez la mayoría de nosotros sólo conozcamos a Daft Punk y poca cosa más de la música electrónica o estilo garage , pero resulta curioso e interesante ver esa continua lucha por el éxito de muchas más voces involucradas en ciertos estilos musicales, unas voces como la del protagonista de «Eden» cuya transición personal durante los 20 años contados en el film es casi nula, voces ocasionales que fueron escuchadas en su momento de forma muy breve para acabar perdidas en el limbo.

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Valoración 0/5:4

«Musarañas» review

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España, años 50. Montse (Macarena Gómez) ya no es joven, ha perdido su juventud cuidando de su hermana pequeña, encerradas en un siniestro piso del centro de Madrid. Su madre murió en el parto de la pequeña (Nadia de Santiago), y el padre (Luis Tosar) no pudo soportarlo. Huyó cobardemente dejándolas solas. Obligada a ser padre, madre y hermana mayor, Montse se esconde de la vida, entre cuatro paredes, alimentando un temperamento obsesivo y desequilibrado: padece de agorafobia, y no puede dar un paso fuera de casa. Ella no entiende lo que le sucede, y el sufrimiento que esa extraña enfermedad le genera la obliga a refugiarse en un mundo de Padrenuestros y Avemarías. Montse trabaja de costurera y el único eslabón que la une con la realidad es la niña, una niña que está dejando de serlo. Un día, esa cadena se rompe: Carlos (Hugo Silva) un vecino joven e irresponsable, tiene la desgracia de caerse por las escaleras, buscando ayuda en la única puerta a la que ha sido capaz de arrastrarse. Montse le recoge. Alguien ha entrado en la madriguera de las musarañas….

«Musarañas«, el film apadrinado por Álex de la Iglesia y dirigido por los noveles  Juanfer Andrés y Esteban Roel, que llega a nuestros cines este 25 de diciembre, fue unos de los platos fuertes de la pasada edición del festival de Sitges, a medio camino entre el drama traumático y el humor negro, la cinta llega a colindar por momentos en su narración con el «Misery» de Rob Reiner, logrando llegar en sus últimos veinticinco minutos a una generosa espiral de dosis de gore algo extraña, de tono muy “granguiñolescas, que remiten de manera notoria y clara al cine de Álex de la Iglesia, consiguiendo que al final el producto se emparente más hacia lo visceral que lo psicológico.

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De hecho esa parte final algo alocada de «Musarañas» rompe en algo la temática en la que se sustenta su principal tesis argumental, un costumbrismo oscuro, tema bastante recurrente en cierto tipo de cine patrio como por ejemplo «El Crimen de Cuenca» de Pilar Miró, la reivindicable «Una vela para el Diablo» de Eugenio Martín o el infravalorado último trabajo de Narciso Ibáñez Serrador, la tv movie «La Culpa«, por citar solo algunas, a partir de este enunciado
 Juanfer Andrés y Esteban Roel logran manejar bien uso del espacio, un escenario reducido que contribuye a crear una atmósfera malsana y claustrofóbica, acercándola por momentos a cierta tendencia de cine Polanskiano, acrecentándola con el oscurantismo y afán religioso mal entendido y llevado al extremo, tema recurrente y propio que calza a la perfección con la españa profunda de la posguerra.

Lástima que la película no termine de aprovechar del todo la oportunidad de profundizar más en esa premisa, en ese ambiente claustrofóbico y opresivo en el que vive enclaustrada el personaje de Montse (magnifica Macarena Gómez,  personaje de gran profundidad psicológica, adecuadamente sobreactuada para el papel, posiblemente sea uno de los puntos más logrados de la película, actuación que transita siempre en el límite de lo grotesco pero sin perder la credibilidad, no así el personaje de la hermana, interpretado por Nadia de Santiago, poco creíble y poseedora de múltiples tics, algo propio de jóvenes actores provenientes de la televisión ). Sin embargo «Musarañas» adolece de una linealidad correcta en su propuesta, no siempre se nos presenta de una manera equilibrada esa línea argumental antes mencionada, derivándola hacia una cierta irregularidad, el mix genérico presenciado, drama algo costumbrista, retazos de comedia o gore en su tramo final, no termina de cohesionar de forma correcta.

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Aun con sus defectos «Musarañas» es un elogiable ejercicio de estilo llevado por momentos con cierta pericia por parte de sus directores, pero sobre todo la película es un loable intento de generar un cierto tipo de cine de género
que cada día escasea más en el actual y deteriorado panorama cinematográfico español, tan importante como que referentes del cine fantástico del país (Álex de la Iglesia a través de su productora Pokeepsie Films) apadrinen a nuevos directores y apoyen esta clase de proyectos que lamentablemente parecen encontrarse en vías de desaparición, ya solo por esta premisa merece la pena detenerse en propuestas de esta índole.

Valoración 0/5:3’5

«The Salt of the Earth» review

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Desde hace cuarenta años, el fotógrafo Sebastião Salgado recorre los continentes captando la mutación de la humanidad. Testigo de grandes acontecimientos que han marcado nuestra historia reciente: conflictos internacionales, hambruna, éxodos, etc., ahora emprende camino hacia territorios vírgenes con grandiosos paisajes, descubriendo una fauna y una flora silvestres en el marco de un proyecto fotográfico gigantesco, tributo a la belleza del planeta. Su hijo Juliano, quien le acompañó en sus últimas travesías, y Wim Wenders, también fotógrafo, comparten con nosotros su mirada acerca de su vida y su obra.

«The Salt of the Earth» ganadora en Cannes del premio Especial del Jurado en la sección “Un Certain Regard” y del Premio del Público en el 62 edición de Festival de San Sebastián nos relata los 40 años de la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, mostrados en forma de documental a través de la mirada de su hijo Juliano y el director alemán Wim Wenders, este último una de las figuras claves del nuevo cine proveniente de Alemania en los años 70, un formato documental del cual Wenders suele visitar con relativa asiduidad, enfocándose básicamente en tratar la vida y obra de artistas admirados por él mismo, en «Lightning over Water«(1980) nos relataba los últimos días del director de cine Nicholas Ray, «Tokyo-Ga» (1985) retrato de otro director, en este caso el japonés Yasujirō Ozu, un claro e idolatrado referente suyo , «Buena Vista Club Social» (1999), versaba sobre los músicos cubanos y «Pina«(2011) fue un sentido homenaje a la bailarina y coreógrafa alemana Pina Bausch.

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Que el medio fotográfico sea una herramienta extraordinaria y recoja tantas experiencias y vivencias adquiridas durante medio siglo a cargo de una sola persona no tiene que llegar a sorprender, si sin embargo la manera en que se nos muestra, porque la materia prima ofrecida por Sebastião Salgado es de vital importancia, la secuencia de imágenes que vamos observando en el documental y su montaje nos hablan de una mirada discreta, comprensiva y en parte contemplativa, todo ello potenciado por la innegable capacidad de Wim Wenders para dotar a la imagen de cierto contenido. Detrás del documental descubrimos un alma rota y recompuesta, un espíritu desencantado y renacido… eso sí supone una notable guinda a dicho trabajo, un trabajo que habla al espectador para emocionarle y hacerle reflexionar sobre el mundo en el que vivimos y que construimos día a día. En «The Salt of the Earth» vemos como Sebastião Salgado entiende la fotografía como el dibujo realizado a través de la luz de la cámara, con esta máxima, Wenders y Salgado Jr.se encargan reflejar un cuadro plagado de esos claroscuros que suelen invadir la faz de la tierra y que concluyen con un mensaje que termina siendo una llamada hacia la responsabilidad, un mensaje del artista hacia el mundo.

Las imágenes captadas en «The Salt of the Earth» mayormente acompañadas con la voz en off del propio Sebastião Salgado a lo largo de esas décadas no solo se inscribe en el propio relato familiar autobiográfico del autor, sino especialmente en el  camino recorrido por el mismo durante todos estos años, contemplamos  su propia reinterpretación de la realidad en base a un ejercicio tan subjetivo como puede ser el de la fotografía, llevándonos hacia una inteligente reflexión sobre los que significa la captación fotográfica, el saber capturar lo efímero y convertirlo en eterno, el manejo del tempo, en saber esperar en definitiva, todo ello en base a  una conjugación de diversos factores que se mueven de manera caprichosamente aleatoria, a veces en direcciones completamente opuestas, esperando el preciso instante donde debes tenerlo todo bajo control para obtener ese resultado deseado.

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Un viaje que nos va describiendo desde sucesos tales como éxodos, hambrunas, genocidios y conflictos armados, la mayor parte de ellos en África pero también en la civilizada Europa de finales del siglo XX como la terrible guerra de los Balcanes.. pasando también por el infierno de los garimpeiros trepando con el mineral acarreado por las resbaladizas pendientes de las minas con el cielo abierto del Amazonas como testigo o una visión de los pozos de petróleo de Kuwait durante el conflicto bélico. Pero hoy y en el ayer la injusticia, el hambre y la miseria están a la orden del día y eso inspira a Sebastião en una misión de ineludible crítica social. El autor de estas grandes fotografías nos abre los ojos ante la fría realidad, mostrándonos un mosaico de imágenes tan maravillosas de ver en algunas ocasiones como muy difícil de digerir en otras, el espectador asiste impávido a la muerte y a la destrucción, pero al mismo tiempo también contempla cómo la vida se va abriendo paso poco a poco, esa dualidad tan bien reflejada como curso inexorable de la vida en sí mismo y es entonces cuando se llega a la conclusión de entender el ciclo de la vida en laTierra como un habitad natural de cuantos la pueblan, abriendo una rendija de esperanza entre la oscuridad mostrada. Así mismo la película es un perfecto ejemplo de humanismo que mira a la persona desde una moralidad individual, un testimonio antagónico que debe ser visto y apreciado en su justa medida.

En su tramo final como decía más arriba «The Salt of the Earth» nos dirige hacia la senda de un optimismo tan ilusionante como creíble, contado a través de ese proyecto Instituto Terra, en el cual los Salgado han plantado más de dos millones de árboles y reconstruido todo un ecosistema, son esas segundas oportunidades que el hombre se suele dar a sí mismo, una reconstrucción dirigida aquí incluso hacia lo personal en base a esa creencia de que todo puede funcionar, al final «The Salt of the Earth» termina siendo un extraordinario viaje por la memoria de un hombre que ha llegado a ser uno de los mejores retratistas de nuestra era, un apabullante trabajo visual que no pretende juzgar si no simplemente evocar y reflexionar al mismo tiempo sobre las desigualdades y los interrogantes que pueblan sobre nuestro planeta.

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Valoración 0/5:4

«Tigers» review

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Ayan es un joven vendedor de productos farmacéuticos, aunque el chico piensa que con su trabajo está ayudando a mejorar el mundo, su vida dará un vuelco cuando descubra las terribles consecuencias de la toma de un medicamento para niños que está suministrando. Será entonces cuando, contra viento y marea, tome cartas en el asunto y se enfrente a la gigantesca empresa que lo ha creado.

«Tigers» fue una de las películas a competición del pasado festival de San Sebastián que a priori y por motivos varios se postulaba como una de las grandes favoritas para figurar en su palmarés final, por un lado la película representa ser un perfecto ejemplo de cine de denuncia partiendo desde un compromiso con la realidad social, un tipo de cine que siempre ha gustado y suele triunfar en San Sebastián, de echo el film se llevó una atronadora ovación por parte del público tras su proyección en el Kursaal, por otro lado tras la cámara encontramos a Danis Tanovic, director bosnio que se dio a conocer al ganar el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa por «No Man’s Land«, inteligente ejercicio de tono tragicómico acerca de la guerra de los Balcanes, aquí Tanovic vuelve a utilizar el medio cinematográfico como altavoz de denuncia, en este caso ante el mal uso de una famosa leche en polvo (Nestlé) y su erróneo uso en países en vía de desarrollo, los componentes de este producto, mezclado con aguas no potables, provocan una combinación letal para la población de corte edad, llevándonos al consabido mensaje de responsabilidad social en contra del beneficio empresarial, lamentablemente «Tigers» se convierte en un perfecto ejemplo de cine en donde el fin no logra justificar los medios.

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En «Tigers» Tanovic se contenta con aportar una mirada demasiado suave, de tono ligero, rozando por momentos lo naif de un producto televisivo cualquiera al uso, que solo aspira a descubrir un problema, a exponerlo sin llegar al fondo de la cuestión, ofreciéndonos un trabajo tan correcto como obvio y de escaso riesgo dejando al final una indiscutible sensación de indiferencia, probablemente hubiese resultado más interesante y útil recurrir a la fórmula del documental en contra del de la ficción para reflejar y exponer con una mayor contundencia tales hechos, un recurso este que igual hubiera sido más adecuado a la narrativa aquí impuesta por Danis Tanovic.

De igual manera «Tigers» sale claramente perjudicada a la hora de compararla a trabajos anteriores de su director, films como «En Tierra de Nadie«, «Cirkus Columbia» o «El Infierno«,  aquí la falta de empatía y sentimiento que desprende la cinta y muy especialmente sus protagonistas es una losa demasiada pesada a la hora de valorar en positivo su bagaje final por más que las imágenes de tono duro de niños sufriendo penurias nos estén bombardeándonos durante el trascurso del film. A pesar de lo muy necesario que es conocer y denunciar tales hechos y la necesidad intrínseca de realizar este tipo de cine, en el caso particular de «Tigers» la cinta denota un claro defecto en su estilo, Tanovic termina convirtiendo la película en un panfleto con numerosas contradicciones entre sí, generando por momentos algún que otro fuego artificial de tono facilón en su discurso, pero poca cosa más,  generando por ello un notorio contorno negativo en su estructura, el problema es que le sobran referentes y se echa en falta una mayor profundidad en las razones de por ejemplo ciertas conductas, de esa población autóctona para actuar de según qué manera, que deja de amamantar a sus bebes para terminar alimentando a su prole con leche artificial, se nos llega a explicar que en parte es debido a un problema estructural en sí, que entronca directamente con la pobreza existente, pero nuevamente todo se queda en un enunciado no desarrollado, no llegando al final de un discurso o debate de forma convincente.

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«Tigers» al mismo tiempo termina teniendo un problema principal de difícil solución, este reside en la forma con la que el cineasta bosnio nos describe a su principal protagonista, un idealista ex vendedor de productos farmacéuticos que intenta derrumbar a un gigante multinacional de forma torpe y confusamente explicada,
 a partir de dicha situación nada de que lo cuenta el narrador nos va a resultar creíble, no por inverosímil sino por la ineficacia utilizada en su fondo de armario, Tanovic va saltando de tópico en tópico para mostrarnos bondadosos personajes y malvados capitalistas sin matizar los claroscuros existentes que nos va enseñando, todo ello contado de manera bastante evidente, y, claro, tantas evidencias y reiteraciones en su discurso llegan a convertir al film en un producto carente de originalidad, cayendo en una palpable obviedad y recurriendo a cierto tipo de populismo mal desarrollado, todo esto convierten este trabajo en el más fallido de la filmografía del director bosnio, aunque posiblemente el listón ya estaba demasiado alto y algún día había que morder el polvo.

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